viernes, 10 de enero de 2020

POEMAS DE IRMA CUÑA


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NEUQUINA


Nací en Neuquén, oasis del desierto,
inmenso reino del potente viento,
millonario de arenas y de piedras,
Arauco triste de su gente nueva:
tengo el alma aborigen y labriega.
 Nací en Neuquén, nostálgico del indio
para quien fue “el audaz y el atrevido”;
el extranjero lo pobló de arados,
de frutales, de viñas y de álamos,
pero él siguió soñando con las tribus.
 Nací en Neuquén y por las noches hondas,
cuando todo se acalla, mi alma loca
trepa las bardas, atraviesa el río,
y tras la Cruz del Sur halla el camino
que conduce al secreto primitivo.
Y cuando lejos parta no habrá olvido
para mi valle, mi arenal, mis ríos,
ni el salvaje furor del viento terco:
nací en Neuquén, sonrisa del desierto,
y en él quiero dormir el largo sueño.

MANERAS

 Intentar destruirte en mi memoria
siempre fue una manera de pensarte;
eras la bruma de otro mundo aparte,
que indefinía mi real historia.
Cuando creía dibujar la gloria
trazaba el sueño para poder amarte,
las avenidas de mi inútil arte
se confundían en la misma euforia.
 Jamás te fuiste de mi pulso vivo:
–por olvidarte te encontré en mil cosas,
y por pensarte nunca fuiste cierto.
Crece callado tu rumor activo
y tiñe todas mis opacas rosas;
pero voy sola por el gran desierto.

TIEMPO

 Volver del sueño con la ciega frente
y el alma ajena, como los manzanos
que nunca dieron esos frutos sanos,
rojos y dulces de mi valle ausente.
 Volver de todo lo que fue valiente
con la derrota de los seres vanos.
Nada en el pecho ni en las huecas manos;
sólo la pena: dolorosamente.
 Regreso inútil –como buen regreso–,
¡sigue de vuelo sin mirar tus alas!
Nunca has estado mutilado y preso.
Gira la tierra con sus horas malas
pero no vuelve lo que se ha perdido.
Breve es el tiempo para tanto olvido.

AMOR

No he conocido el amor
–motivo de mis cantares.
Sombra de un pájaro enorme
que entre mis manos no cabe,
desde la luz se proyecta
sobre mi limpio paisaje.
No he conocido el amor
fecundador de mis frases.
Que al amor oculto y solo,
“amor” no lo llama nadie

DE TODOS

Hablarás, corazón, a los que sufran,
con una voz universal tan amplia,
que al insinuarles tu dolor, descubras
ese dolor de todos que se calla.
No gimas nunca: –“yo camino herida…”–
pues los que escuchan tu clamor esconden
un desgarrón igual que los mutila,
y has de mostrarlo sin decir tu nombre.
Quien lleve estrellas en sus propias manos
comprenderá las noches consteladas.
Sólo quien dice el anhelar humano
siente el anhelo movedor de su alma.
Corazón mío, tan pequeño: –¡calla!

SOLEDAD

El que ama la soledad
ama una esfera de fuego
con que aleja a los demás,
mientras él se quema dentro.
El que ama la soledad
lleva sus penas ardiendo.

RESONANCIAS

He dormido tantas noches
en el valle ensimismado;
he mordido el duro fruto
de sus ímpetus extraños;
he llevado hasta mi sueño
tanto amor y pulso y canto:
que estoy hecha sobre arena
contra el viento, como el cactus.
He aspirado del silencio
la profunda resonancia;
he rozado las mejillas
de la duna con mi cara
y he sabido cómo lloran
por los ríos las nevadas.
He sentido en la garganta
el crujido de la roca,
he apretado entre mis manos
la potencia destructora
de una raza que crecía
con la tierra, hacia la historia. Si al huir el mar arcaico
nos dejó su flor salada
en los labios calcinados,
en la carne y en el alma:
–¿qué misterio primigenio
me dispersa las palabras?
...

El cuenta
gota a gota
su muchedumbre de fantasmas,
y ha repudiado mis manos.
Solamente un día
confundió la voz con un espejo.
su respuesta fue una ola de arena.
Aún está secando mi piel
y deslumbrando de sílice mi pelo.

Y OTRA

Es sábado. Atardece.
Abrirás una puerta,
Encenderé la lámpara;
empezarán a tintinear los vasos
y a invadirnos Vivaldi.
Pero has muerto

RELACIONES I

Entro en la maraña
a machetazos.
Orquídeas y helechos
no duran nada.
Demasiado instrumento.

RELACIONES II

Entro en el bosque
de puntitas.
Tropiezo, voy de bruces.
Poco instrumento.

PRODIGA

Volví a la luz extensa del verano
y al viento circular de las esquina.
Neuquén es un cristal,
un cuarzo sepia.
Pueblo desconocido
donde inventé el espejo de una historia
y la poblé de cascos en el aire.
(en aquel aire ululador y tenso).
Un aire tangible
que mas parece un agua, una corriente,
un surtidor horizontal
-un brazo-
que el natural camino de la cara.
Y otra vez ese polvo amarillento
y esas piedras hundidas
Entre pelos de pastos requemados.
Patria de negación: sin
verdes,
rojos,
alas,
concavidades.
Sólo este movimiento del planeta
espiral o de flecha,
bamboleo.
Fui a buscarte quetzales,
mariposas,
enormes colas de serpientes vivas,
venados tímidos,
turquesas,
y me has devuelto el filo del silencio
y el ardor de la arena
para siempre.

IV

Un extraño nace
y los destierros comienzan a amarlo.
Un extraño se atreve desde niño
a iluminar con su ojo lo sabido
y el cotidiano horror se hace patente
y el prodigio de ser cercena y mata.
Un extraño.
Roguemos para que no nos nazca
- y menos en la cuna de la casa-.
Un extraño perturba, inofensivo
pero comunitario de los solos.
Intercepta dentados engranajes
que permiten olvido y digestiones.
Un extraño.
Algunos armoniosos del maldito:
roguemos para que no nazca.
Llevemos las ofrendas
aplaquemos la ira.
Un extraño en la turba.
Un extranjero.

CASI UNA NIÑA...

Casi una niña,
el collar de claros corales a la espalda,
huyes vestida de gasa, de lila, de rosa.
Llevas los ojos en los pies que no alcanzo,
los ojos en las manos escondidas,
los ojos en la cara sin huésped.
Dejas una espuma
ahilada
de trigo,
una confusión de lino
en tanto aire,
la copa de amapolas desvaídas,
el mundo de polen en vuelo.
Reclinada en la ausencia del agua,
segura entre rocas invisibles,
la almohada de silex te espera como una concha áspera.
La niña flor va por el aire
entre los dedos lisos de las ramas,
sin tocar el hilván de la luz,
separada,
mujer de muro mielado,
olvidada del sol,
mariposa confusa,
caléndula,
uva moscatel que el otoño mueve.
De espaldas,
sola,
por innumerables senderos
las hojas caen sin ruido
y ella desciende una colina
hoja a hoja
hoja a hoja
y un paso
y luego el otro
entre los troncos.
Hacia abajo pesa su estatura y su sombra;
en cada pie soporta el cuerpo.
el cielo atrás
la empuja
hacia un valle invisible.
ella
solamente
desciende,
paso a paso, como un collar de gotas.
por los senderos,
grávida,
su lluvia redonda estremece la tierra
y atrás de su talón se va secando la humedad,
cualquiera huella.
Corre un momento,
atrapa un mimbre alto,
pero siempre
desciende
paso a paso
hacia el posible valle,
contra el cielo.

ISLA NADIE

Mi corazón sostiene cinco muertes
Y un resplandor de fuga.
¿Cómo amar el resquicio por donde fluyen mariposas ebrias?
Consuélame de tanta muchedumbre,
De este jirón de rostro pudriéndose en la orilla.
Mitad de río,
lumbre,
viento largo.
Precipicio de amigos
y olvido de cavernas.
Nadie. Deshabitada convoco algunas sombras
y un ritual apagado para manos oscuras.
El sueño es una roca derrumbada.
Tomado de:

SÁBELO: NADA RESTA


En el árbol cercano sus amores

con postrer alboroto dan las aves,

y cuando cesa, nace en tonos graves

de grillos un concierto entre las flores:

Aunque murió el gorjeo, aun hay cantores.



Es el atardecer. La noche ha abierto,

ya la gloria del sol no alumbra el suelo;

la luna, antes opaca, ha alzado el velo

y busca errante en mar azul su puerto:

El sol murió, pero la luz no ha muerto.



Llama la voz amante y no hay respuesta.

Todo es desolación en torno y hueco;

sigue el labio clamando (M), no halla eco

y llanto es hoy lo que antes era fiesta:

Ha muerto Amor. Ha muerto:

                               Nada resta…

OTOÑO


Las nieblas del otoño han entrado en mi alma.

Lento como una lluvia que sobre ella cayera

                salmodiando una nota.

Todo está mustio en torno, y es tan fría la calma

que me parece a ratos que mi vida está rota,

desolada, vacía, como si no existiera.



Con tristeza contemplo la amarilla alameda

las ramas deshojadas y los troncos escuálidos

                sin una flor de nido.

Se enreda el viento en ellos y la hojarasca rueda

lo mismo que mis sueños en el pecho dormido,

cortados como briznas y como un muerto pálidos.



¿Qué será de mi vida? Como un árbol que el viento

poco a poco desgaja, mi ideal sin retoño

                el hastío destruye.

Cada vez hay más frío y en el alma lo siento.

¿Quién mis sueños deshoja? ¿Por qué mi anhelo huye?...

Hoy ha entrado en mi alma el otoño.

VACÍO


Como una sierra tosca

despojada de ríos,

con cauces desecados,

                vacíos;



Como un llano sin árboles,

como un árbol sin nido,

como un nido sin pájaros,

                vacío:



Así, mi corazón

estérilmente limpio.

Lecho de sueños buenos,

pero lecho vacío.

INTERROGACIONES




Guijarro de montaña, ronda piedra pulida

que como ayer, mañana con tumbos rodarás,

dime, ¿para qué corres?... Y la piedra responde:

“Yo sólo sé que ruedo, nada más.”



Hierba estéril y opaca, sin aroma ni flores,

que ni alimento al hombre ni a la bestia les das,

dime, ¿para qué vives?... Y la hierba responde:

“Yo sólo sé que existo, nada más”.



Pajarillo grisáceo, de vuelo sin belleza,

lastimero en el grito, sin trino ni gorjear,

dime, ¿para qué vuelas?... Y el pájaro responde:

“Yo sólo sé que vuelo, nada más”.



Pobre esperanza mía, aromada de sueños,

¿qué afán te va guiando, hacia qué rumbo vas?...

“Yo sólo sé que existo, que rodé, que he volado…

                Y no sé nada más”.
Tomado de:



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