Sed de tus ojos
Sed de tus ojos en la mar me gana;
hay en ellos también olas de espuma,
rayo de cielo que se anega en bruma
al rompérsele el sueño, de mañana.
Dulce contento de la vida mana
del lago de tus ojos; si me abruma
mi sino de luchas, de ellos rezuma
lumbre que al cielo con la tierra hermana.
Voy al destierro del desierto oscuro,
lejos de tu mirada redentora,
que es hogar de mi hogar sereno y puro.
Voy a esperar de mi destino la hora;
voy acaso a morir a pie del muro
que ciñe al campo que mi patria implora.
Tomado de:
http://poesiabreve-briefpoetry.com/joaquindicenta.html
El carretero
Es en la hora agonizante
de un crepúsculo violeta,
va marchando una carreta
por el camino adelante.
Cruza un pájaro agorero
sobre los campos silentes
y una canción, entre dientes,
va entonando el carretero.
En sus nidales de esparto
se ponen las aves presas,
relucen como turquesas
los ojos de los lagartos.
Y en la tarde agonizante,
tras la carreta, una moza
marcha mientras que solloza,
por el camino adelante.
¡Déjame subir al carro, carretero!
¡Déjame subir al carro que me muero!
Mira que estoy muy cansada,
que hace mucho que camino;
mira que marcho sin tino,
desde que fue la alborada.
He recorrido senderos,
he echado por un atajo
monte arriba y monte abajo,
sin pedir a los carreros
un descanso en los apriscos;
sin implorar con mis quejas,
la leche de sus ovejas;
hiriendome entre los riscos;
bebiendo en las cristalinas
aguas de los manantiales,
me han clavado los zarzales
sus espinas.
Al pasar por los confines
de los aperos cercanos,
sus colmillos en mis manos
han clavado los mastines,
y he seguido sollozante
y he caminado sin tino
por el mojado camino,
por el camino adelante;
toda cubierta de barro
de mis fuerzas desespero.
¡Déjame subir al carro,
carretero!
En busca voy de un zagal,
que en una noche pasada
se detuvo en la posada
por mi mal.
Amarme siempre juró
y yo creí su juramento,
mas ¡ay! se lo llevó el viento
y sin vida me dejó.
Dijo que si no le amaba
se moriría de pena,
que era yo como cadena
que su alma encadenaba,
y que su amor era tal
que fuera un crimen no amarle,
que el desprecio iba a matarle.
¡Y era tan lindo el zagal!
Mas ¡ay de mí! que él se fue
y yo quedé encadenada,
que lloro de desamada
después que tanto le amé;
que él se marchó sin dolor
y a mí me pinchan dolores.
¡Él se llevó mis amores,
y yo me muero de amor!
Carretero, oye mis quejas,
caigo en tierra y me levanto,
pronto no podré hacer tanto,
si en el camino me dejas.
Carretero de Avilés,
me han herido los zarzales,
los mastines y riscales,
llevo sangrando los pies.
Toda cubierta de barro,
de mis fuerzas desespero.
¡Déjame subir al carro,
carretero!
Cae la moza, se levanta,
y otra vez vuelve a caer,
comienza el cielo a llover
mientras la noche adelanta.
La moza llora y se inquieta,
y el carretero no escucha
porque es la oscuridad mucha
y está lejos la carreta,
y la moza, en el sendero,
llora caída en el barro:
¡Déjame subir al carro, carretero!
¡Déjame subir al carro,
que me muero!
Se oye un ladrido distante.
La moza, callada y quieta,
va siguiendo la carreta
por el camino adelante.
Lujuria
Cuando murmuras con nervioso acento
tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca
y recojo en los besos de tu boca
las abrasadas ondas de tu aliento.
Cuando más que ceñir, romper intento
una frase de amor que amor provoca
y a mí te estrechas delirante y loca,
todo mi ser estremecido siento.
Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama,
quiero entonces mujer. Tú eres mi vida,
ésta y la otra, si hay otra; y sólo ansío
gozar tu cuerpo, que a gozar me llama,
ver tu carne a mi carne confundida
y oír tu beso respondiendo al mío.
Tomado de:
https://www.poeticous.com/joaquin-dicenta/el-carretero?locale=es
Amor
El amor es la vida, y la vida es amor;
engendra la locura y abre paso al delirio;
purgatorio de goces y cielo de martirio;
su dolor es tan fuerte, que su dicha es dolor.
Va abriendo paraísos y cerrando ataúdes;
con puñales y flores hace ramos dorados...
Es el mayor pecado de todos los pecados,
y la virtud más grande de todas las virtudes.
El amor es el perfume, y el néctar, y es veneno;
es camino de rosas y es camino de cieno;
es un rayo de luna besando un corazón...
Es débil como un niño, como un Hércules fuerte;
el amor es la flecha que nos causa la muerte
y tiene el privilegio de la resurrección.
Tomado de:
http://poemasparaenamorar2012.blogspot.com/2012/10/amor-joaquin-dicenta.html
Consejo
Te voy a dar un consejo
que aprendí para mi daño
un día en que me hice viejo
a causa de un desengaño.
Si quieres a tu mujer,
quiérela de tal manera
que la dejes de querer
antes que ella no te quiera;
porque con esto de amar
sucede lo que al reñir,
es necesario matar,
o es necesario morir.
El que no es tonto prefiere
siempre que de esto se trata,
al golpe de que se muere
el golpe con que se mata;
porque el que mata, lo encierran
pero lo indultan después
y al que muere lo entierran.
Aquí tienes un consejo
que aprendí para mi daño,
un día que me hice viejo
a causa de un desengaño.
Tomado de:
https://alma-letras.blogspot.com/2018/06/consejo-joaquin-dicenta.html
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