el mal,
como un ala de murciélago,
vino a rozar nuestras rodillas. Estábamos en el
balcón; en la
noche mirábamos la oscuridad, el grisado verde de un
álamo
contra la tormenta.
La Fiesta hace años terminó.
Con la respiración detenida, en las tinieblas
miramos el árbol
el mal nos corrigió las rodillas
hizo de nosotros esa historia.
***
una casa no es un hogar
a Sarah Vaughan
la sombra negra de un árbol cae sobre la
ventana siento el
alivio que da el temor.
sobre la vereda una mesa roja persiste como mancha
de sangre.
Me inclino en el calor de un verano que corrompe.
En pequeñas camionetas son retirados los muebles
nada es perdonado: colchones con manchas antiguas,
íntimas,
son paseados con la luz.
Se dejan atrás casas que parecen pesadillas; la
tragedia jadea
entre paredes de papel comido por el resplandor
uno duda de si en casas así algo bueno nos ha
quedado en el
corazón; si no es sólo sopor nuestro pecho hundido.
Soy una entre los ofendidos
los que envuelven sus muebles con sábanas una
rejilla
mezclada con orín y cabellos
por las noches sueño con muebles son muebles altos y
difíciles
pierden cajones los adolescentes pierden sus
piernas arrancadas por las motos como una baba
escapan
papeles y en los muebles quedan las hendiduras
negras de lo
que falta;
son la boca que un lastimado no sabe oprimir.
Una casa es un lugar donde reponerse de la muerte
del deseo feroz: que una estrecha bengala nos rompa
la frente.
el corazón un pequeño farol con su aceite
inestable
somos los inquilinos
pagamos por un cuarto y una ventana que dé sobre los
árboles.
Tomado de:
Años
He perdido. Hemos perdido y llorado al fondo de los
gallineros.
No hay más consuelo que estas plumas, estas aves de
corral mirándonos compasivas.
(de La enagua colgada de un clavo en la pared)
*
Traición
traición en esta alcoba, en esta patria.
Sólo un verso hay en mí
un ciervo que huye, herido por los muertos.
Un poema es un instante de lucidez, de fascinación
ante la historia.
Hay pisadas en el monte.
No he muerto yo y entre pisadas, estoy aquí
escribiendo por azar.
(de Negras ropas de mujer)
*
y ella dijo: __sueño y desorden. La noche me da
estos frutos porosos.
No me quejo
del azar.
No me quejo del llanto de los animales atados,
ni del hambre de la noche que come los objetos y los
hace carne de su oscuridad
y ella dijo: __se supone que hay algo pesado en mi
corazón.
Mis piernas son blancas, sin solear y de una pereza
que es la turbia apariencia de la sangre.
Se me supone iluminada de frialdad y de astucia;
en el desorden pero estéril,
acabada por un aprendiz que hizo lo que pudo.
(de Tangos del orfelinato / Tangos del asesinato)
EXISTO
Yo existo aún ante el miedo
golpeteando cascabeles de verano.
Yo existo.
Que el mármol resguarde
mis blasones de harapo,
porque transcurro.
Mi canto entrelaza jirones de asfalto
y estoy, o me voy,
o me quedo, o naufrago.
La lámpara hilvana cansancio de luz
en su gesto callado.
Quedo atrapada en tus ojos maduros y blandos.
Recorro la medular tristeza
de tus calles noctámbulas
y el viento es un mito desnudo
que rasguña apenas
la desolada piel de los faros.
Mi vida de hojaldre está quieta.
Mi cabeza de pájaros nocturnos
se deja caer, se derrumba.
Se abandonan mis manos
a su mudo destino de símbolos.
Pero yo sé que existo.
Aún ante el horario repetido
de los atardeceres mundanales y tiesos,
contagio un latigazo oscuro,
un rasgo gastado,
la impotencia brutal de mi destierro.
(de Mudanzas)
Tomado de:
https://www.excentrica.com.ar/boca-que-la-noche-abre-antologia-de-leonor-garcia-hernando/
el devoto paso de los animales a las
aguas.
En plástica humillación, ese recorrido elude todo
infierno.
Ellos están mansos en su olfato. Conocen su deseo
como
nosotros las marcas de la frente
una tensión de bestias
en el polvo
y las lenguas pesadas, entregadas al paisaje que
aguarda.
La huérfana soy yo sin mandato que
termine con la sed
soy la que está en el fuego de la estampida.
quizás en mi monedero sostenga,
remota, un arma pequeña, de dama, adornada con
incrustaciones de nácar
un instrumento cursi para matar.
y después
ese tiempo de convalecencia
el pabellón con una suave fila de camas de hierro
frente a
largos ventanales
ir hasta
los vidrios con un rengueante
camisón de franela cubriendo el deterioro.
el campo es una helada curva hacia la ruta, el
plateado
sonido de los álamos, portones movibles que separan
camiones tapados con lona, cortezas empalidecidas
por la
cal, las líneas de alambre manchadas de ligustro
paisaje blanco
espuma de la peste
el cartel de chapa se agita en la intemperie, como
la
bandera de una patria se desparrama para cubrir el
cuerpo de los tullidos
un amargo olor quemado desprende la
estufa con velas de loza entristecidas por el humo
las sábanas se desparraman en los mosaicos
sin orden. El ventanal dilata un páramo de arcilla
empapada. Dibujos de agua adornan la tierra fría
ventanal de La Matanza
tengo mi zapato en la mano
de cordones apretando el cuero, de alta suela negra:
un zapato de invierno.
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2011/10/leonor-garcia-hernando-dos-poemas.html
"He desbaratado lo que no me dieron, que era
todo lo que tenía".
Alejandra Pizarnik
Me curo de
ti en estas aguas.
Retiro tu
mano como un corpiño demasiado pesado.
Los versos
pueden enamorar en esta multitud
sola en un cuarto, es talco lo que cae a una mesa
de vidrio.
No podré
perdonarme
ser torpe y muda bajo las sábanas
y emocionar a tantos bajo esta luz terrible.
Tomado de:
https://libroemmagunst.blogspot.com/2014/03/leonor-garcia-hernando-me-curo-de-ti.html
Tangos del orfelinato
No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles.
Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad.
C. P. CAVAFIS
si el desastre fuese pudoroso conmigo,
yo sería. pudorosa con él, supongo
pero siendo así las cosas, yo también soy lujosa.
Tener y no tener sería la novela de mi
pasión rota de lencería, inundada puntilla del
corazón,
Tener y no tener
si esa rubia de peinado violento sonriera
con menos placer, la vida sería, en fin, menos
canalla
la camisa que la cubre de seda blanca no mejora un
paisaje de lenta desviación
y al fondo del mostrador, rancio, con anillo de
sello en el
anular que se hunde en ceniza, un hombre mira a su
acompañante
Mejilla a mejilla sería la novela de mi
pasión
cheek to cheek cantaría mi novela la
voz de Sarah.
caricia de tu mano breve
el placer, el desdén, el vínculo perverso que
retiene a los
desdichados en la pecera del abrazo
breve
el clima de la fiesta se pierde como aguas de riego
entre las
franjas del balcón.
La fiesta se apagaba
era el vientre de un insecto luminoso que se sostuvo
un
instante en el aire que encierran las manos de un
niño
breve Tangos del orfelinato.
el cabello cortado a navajazos sobre la
frente
y el largo paredón de la curtiembre para que los
ojos
miren agrandados en la delgadez del rostro
sombra de las niñas expósitas sobre los pómulos
soy la que mira con insistencia caer los granos de
sal
sobre la babosa que se disuelve en las baldosas del
patio
auyentar con la mano esos rotos
mechones que molestan la frente
soy la dejada con una manta en los hombros la tocada
por la sospecha
me querías pecadora? Yo te daré indo-
lencia semejante al destierro.
__esa blanda extensión de campo se ve
desde la curva de la ruta
murmurada en ajustados labios, estas palabras que a
nadie atraen, que nada piden como otra respiración.
Un alambre corta la planicie delgado arpón clavado
en
un horizonte esquivo temblores en un páramo errado.
Se escucha rasante el quejido de los motores,
exigidos
por una velocidad que es pánico
el pedregullo salta en la banquina escasa magros
fuegos
de artificio que se extinguen en lo que tarda un
camión en
recorrer la curva con su acoplado de bestias para
entregar
a los matarifes
una palabra murmurada en ajustados labios
pronto la sombra apretará la tierra
desaparecerá el campo y las tenues flores de alfalfa
en la
intemperie cenizas que el viento afloja
bocina atónita en el desvío de un muelle de cal
¿seré tan triste como esa palabra que en
mi boca se retuerce como un lagarto blanco?
rosa de piedra en la boca de un lastimado
cenizas en la curva.
y ella dijo: __ avanzar en la noche de
pasillos circulares con una vela en la mano.
A veces, un escalón de piedra me hacía tropezar
hongos
de un rosa viejo, cicatrices
y después esa carpa de lona junto a las vías, un
llanto de
animales atados, la ráfaga con un quejido de ruedas
girantes en carriles helados.
La noche era hundida como un balde en un pozo.
Temblorosa llama. Las gotas de sebo impregnaban el
vestido de viyela gris
era triste entonces?. Era descalza en un
corredor con su extrema claraboya cayendo en el
descampado?.
Supongo la mirada extraviada en una noche al fin
plana
sobre el pastizal
y el miedo como una respiración en la nuca rapada
Atardecía cuando me cortaron la trenza. Cayó
circular
al canasto.
el devoto paso de los animales a las
aguas.
En plástica humillación, ese recorrido elude todo
infierno.
Ellos están mansos en su olfato. Conocen su deseo
como
nosotros las marcas de la frente
una tensión de bestias en el polvo
y las lenguas pesadas, entregadas al paisaje que
aguarda.
La huérfana soy yo entre los animales
que embisten empecinados.
La huérfana soy yo sin mandato que
termine con la sed
soy la que está en el fuego de la estampida.
quizás en mi monedero sostenga,
remota, un arma pequeña, de dama, adornada con
incrustaciones de nácar
un instrumento cursi para matar.
un vestido de viyela opaca, con pespun-
tes en los puños y el cuello que cae en envejecidos
pétalos
bordeando la garganta. En la pechera también
pespuntes
y botones de un menguado azul.
Para ese tablero agrio de escarcha
un derramado vestido en patios de invierno.
nada palpita en esta franja que la desidia
absorbe
una película que el ácido impregna
revelaciones en un ámbito negro
y después ese tiempo de convalecencia
el pabellón con una suave fila de camas de hierro
frente a
largos ventanales
ir hasta los vidrios con un rengueante
camisón de franela cubriendo el deterioro
el campo es una helada curva hacia la ruta, el
plateado
sonido de los álamos, portones movibles que separan
camiones tapados con lona, cortezas empalidecidas
por la
cal, las líneas de alambre manchadas de ligustro
paisaje blanco espuma de la peste
el cartel de chapa se agita en la intemperie, como
la
bandera de una patria se desparrama para cubrir el
cuerpo de sus tullidos
un amargo olor quemado desprende la
estufa con velas de loza entristecidas por el humo
las sábanas se derraman en los mosaicos
sin orden. El ventanal dilata un páramo de arcilla
empapada. Dibujos de agua adornan la tierra fría
ventanal de La Matanza
tengo mi zapato en la mano
de cordones apretando el cuero, de alta suela negra:
un zapato de invierno.
la taza debe parecer excesivamente
blanca en contraste con la boca pintada -- No
deberíamos
acercarnos a objetos tan nítidos
envuelta la garganta por un extenso
pañuelo de gasa, todo rostro es más plácido y se
esfuma
como una lancha en esa agua extrema donde el cielo
deja
de fluir
no deberíamos acercarnos a objetos tan
nítidos
una taza un sobre en el que la lengua impone un
poder; las uñas esmaltadas de rojo y tres desnudas
cebollas en el mármol
no deberíamos acercarnos a esa brus-
quedad del objeto que satura como un golpe
no deberíamos ser honestos en el terror.
Mejor palidecer como esa línea de álamos en la
tormenta.
Mejor estar callada mientras la fiebre unta las
sienes con
grasa de ciervo
mejor esperar a que las hojas del nogal apacigüen el
sende-
ro de piedras rojas. Parques con una pálida herida
de
mármol pierden su agua rara, lastimosa hundimientos
en la frondosa oscuridad.
no deberíamos acercarnos a objetos tan
nítidos.
Zonas que no conocen piedad.
ortigas quiere la desilusión ortigas en
canastos con tierra removida y la boca de mi padre
hablando de los muebles de entre los que me sacó
"un remate, decía, de muebles rotos, sucios,
desclavados. Ahí estabas dormida y te compré"
_ ¿cuantas monedas, papá, quitaste de tu chaleco
para mí,
por mí?
"pocas, hija, pocas"
_ ¿debo entonces unas monedas eternas?
el murió hace ya 6 años. Un hombre
viejo, rencoroso. Pasaba días sin afeitarse.
como si un hombre entrara a una habitación
y encontrase el brillo de un animal hundido entre
bambúes agudos
y la respiración de lo que sufre fuese el deshacerse
de un
papel que el fuego consume entre los dedos
y la mujer __ese animal enfermo__ pidiese agua con
los
labios abiertos hacia la noche que es tinta en los
vidrios de
la ventana
como si un hombre entrase y cerrara tras
de sí la puerta.
El hombre se completa afirmándose en una herida que
sabe vulgar
la susurrante erótica es sólo ese estorbo entre
bambúes.
un cuerpo lastimado está tendido, boca
abajo, sobre mi pecho. Un calor de sangre se derrama
en
mis piernas el calor de un cuerpo que olvidó la
vanidad y sólo descansa
el desdén muerde del corazón como de
una escudilla el perro de la casa. La rotura que la
lluvia
hizo en el techo está sobre mis ojos
si se dilata luz que el foco arroja, ya no
tendré verdad, ni mentira
el pudor requiere de tenues construcciones.
de aquel hombre no le creo la herida.
Cuando la cicatriz estire una línea de escurridizos
bordes
llameantes
tampoco creeré su herida.
¿por qué confiar?. Si yo hubiese sido así
lastimada, a nadie le daría una verdad
ni daría dátiles. No le daría nada a nadie.
los desesperados no son confiables. Sería
un idiota el que arriesgara por mí su moneda. Sería
un
encandilado por el quejido por el frenesí del que
ruega
calmantes con labios blancos.
no hay gloria ninguna en la mutilación
ya no creo en heridas. No creo en la sangre
derramada.
El viento se retuerce entre altos pastos. Los
jugadores de
cartas miran sus diamantes y saben que es poco.
Las aguas turbulentas golpean ventanas opacas, de
vidrios empañados por un aliento roto y esa mirada
desvalida del que perdió, se entierra en mi garganta
como
una respiración intrusa.
de su herida no es cierto el tajo ni el
olor de la gangrena ni la navaja que como un pez
sutil,
ha quedado en el acuario negro de mosaicos.
Sólo esa manera de aproximar el cuerpo
al lavatorio, de raspar con una esponja la falta,
tiene algo
de verdad
y no es amor lo que pierde la herida,
no es la fatalidad de una pasión insensata.
Es sólo sangre.
El gesto que con la mano en alto, los dedos
molestando
el aire, dice adiós
es el gesto de las mutaciones
devorado por la intensidad de los aviones que cruzan
la
pista.
N No volveremos a estrecharnos las cabezas desnudas
bajo la ráfaga.
N No volveremos.
Somos el desesperado giro del insecto tocado por el
veneno.
y ella dijo: __sueño y desorden. La noche
me da estos frutos porosos.
No me quejo del azar.
No me quejo del llanto de los animales atados,
ni del hambre de la noche que come los objetos y los
hace
carne de su oscuridad
y ella dijo: __se supone que hay algo
pesado en mi corazón.
Mis piernas son blancas, sin solear y de una pereza
que es
la turbia apariencia de la sangre.
Se me supone iluminada de frialdad y de astucia;
en el desorden pero estéril,
acabada por un aprendiz que hizo lo que pudo.
y ella dijo: __no verás las hiedras de la
inquietud,
ni de las piernas ese luto de medias retornar su
lento flujo
hacia los tobillos
del corazón su aspecto de cuchara de alpaca no será
para
que te ofrezcas como un moho
ni dejaré el cabello caído como otro rastro de
sangre en la
madera.
y ella dijo: __la puerta se cierra con sólo
empujarla
creo, no te hablé del entierro la bandera de ébano
cruzada en la frente
del pantano no te hablé. Y es mucho escuchar una
memo-
ria completa de fango ese gotear de abandonado
patio, ese deambular de araña delgada en un pozo
del entierro recuerdo la botella lacrada
envuelta en telas flojas y el pequeño cajón de
madera de
sauce. No es mucho para celebrar palabras de la
ciénaga inundada boca que oprimen los labios raros
del amante
con sólo empujarla __dijo__ la puerta se cierra.
estoy rota de asperezas. Conocer la
trampa adelgaza los tobillos en la maleza. La
belleza del
iluso es promiscua entre dientes. La sangre confunde
se vive de devoraciones. Se vive de pobres
resultados
si la tensión entre sorpresa y desilusión
fuese otra, ¿qué haríamos recorriendo el cementerio
de
automóviles?
Paseamos entre el engarce lujoso de viejas
carrocerías,
cuerpos que la velocidad arrojó entre chatarras
flores
consagradas de herrumbre y menstruación blancos
crecimientos de corpiños y faros pedazos de lo que
el
clima agotó.
Sin responsabilidad se podría repetir la historia
del
crecimiento desde la medias embebidas en callejones
de
adobe y lluvia.
y ella dijo: __ todavía rastreo la rotonda
donde se desmayaban los ómnibus, sus macabros olores
a
comida y abandono y la triste acumulación de diarios
junto a la chapa.
Nacimos para retroceder hasta este lugar de encono.
Algo del humillado deslizarse del escarabajo sobre
acumulaciones de turba.
Esa musiquita que supura el altoparlante del parque,
me puso enferma estoy de tobillos torcidos, de
lenguaje
errado y vamos hacia la intensidad de una pared que
fue
azul y ahora es ceniza fría
el relato de estas heridas
unos pocos objetos devorados con nosotros; amantes y
escombros
y crónicas de los cuerpos desnudos en las zanjas.
y ella dijo: __mira el desorden en el
espejo. Es mi rostro ese paisaje de arcillas
húmedas, esa
confusión de ramajes en la niebla.
Quítame ese miriñaque bajo la camisa de viyela gris
quítame el deseo los amargos brotes del ligustro
quítame los párpados y que la tierra pese sobre los
ojos
hartos
__ y después nena ¿vas a callarte?
y ella dijo: después si me quitas el deber
de apartar los labios y respirar,
si me quitas el orgullo de la frente,
si me deshaces como a una rosa manoseada por un
enano,
si me haces daño sí, por favor, repite ese bolero
quítame la vida huérfana y todavía arrastraré mi
mano para que la sientas fría sobre tu vientre.
y ella dijo: __ no la dejes pensar
permite que la caja negra se hunda en aguas
no la dejes arrimarse a las palabras como a
un terreno anegado.
Ellos tienen el cierre de las braguetas abiertos y
pierden
credenciales con números errados
¿qué juego están haciendo?
no se llevan las avispas que andan en los frutales
y los muñecos de felpa no duermen en los parabrisas
reventados
está anocheciendo en Austria pero ella no
debe pensar; no debe abrigar sospechas sobre
botellas
caídas en el mármol
y ella dijo: __ son pasajeros en un taxi. No la
dejes hablar.
Ellos protegen su locura con bocas vestidas
¿quién es ella para olfatear al animal que se
agita?
los desolados arriman sus frentes en el va-
cío
y la vida es esa cruel mirada femenina sobre las
manos
que tiemblan.
(Fragmento)
Tomado de:
http://www.elortiba.org/old/leonor.html
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