lunes, 14 de marzo de 2022

POEMAS DE EDUARDO CHICHARRO

 



Carta de noche a Carlos

 

 

 

Carlos yo te escribo trece trenes

 

trinos trece te estremece

 

y te envío mecedoras

 

a tu casa.

 

Que tu casa es una cosa

 

que no pasa.

 

En el filo sutilísimo te escribo

 

del estribo.

 

Puesto el pie en el mismo digo

 

como sigo por el hilo de tu higo

 

en el higo sutilísimo que sigo.

 

De mi casa a la tu casa sigo sigo

 

enviando mecedoras rutilantes.

 

Por la noche duermo, sueño, como, orino,

 

sueño papa manos pone tuyos hombros

 

cara tiene nívea cera transparente

 

gesto ambiguo de sus labios mucho temo

 

pasan cabras por sus ojos, dame leche

 

y en un coche pon la estrecha remolacha

 

por los siglos de los siglos que me orino.

 

Pasan ciervos por mis ojos

 

luchan truchas en mi lecho

 

por debajo pasa el grajo, por la orilla la abubilla.

 

Que mis huesos son de corcho sueño a veces

 

y las heces que vomito son como oro.

 

Un gigante se aparece cada noche

 

y me dice cada cosa cada cosa,

 

cada cosa que no entiendo va y me dice.

 

No me llama por mi nombre el gigante ese

 

ni me tira de la oreja.

 

Te pregunto Carlos ahora por qué escribo

 

y te envío mecedoras.

 

Si te cuento lo que sueño no entristezco

 

a ningún amigo bueno que me escucha

 

por lo menos así pienso entumecido

 

ya a las puertas de esta noche.

 

¿Qué me espera? ¿Quién se agita en la penumbra

 

que los párpados me cierra suavemente?

 

He aquí pues que vuelvo al sueño como un guante

 

del conejo que hay delante de mi fuente.

 

Guardo un trozo de casulla del gigante

 

pongo botas quito mantas cuelgo abrigos

 

traigo trapos y amontono las almohadas.

 

En un hoyo me cobijo, me hago el muerto

 

y en espera de que el sueño llegue aúllo.

 

Vuelve el viento, la casulla, la osamenta,

 

el gigante, el calcetín y la abubilla.

 

Mientras tanto, Carlos, rápido te envío mecedoras.

 

¿Las entiendes? ¿Tú las ves que te las mando?

 

Si entre tanto te lo cuento estáte atento

 

al bicho ese que se sube por las barbas

 

es un tanto alocadillo y come mucho.

 

Al abrigo de la noria está la liebre

 

el molino escupe hileras de cipreses

 

el anciano da patadas al pesebre

 

el obispo zurce el culo de la avispa

 

y en el mango de la escoba vive el piojo.

 

¿No ves Carlos por la noche tú también,

 

un portero con al hombro una escopeta?

 

¿Tiene una hija ese portero tú también?,

 

con la mano me hace señas y me enseña

 

una cosa mucilaginosa. ¿A ti no?

 

¿He de decir que me canso, que de cansar estoy vivo?

 

¿O he de decir que me vivo, que de vivir estoy canso?

 

Let me I write you, my dear.

 

Digo que me digas que digo

 

a estas cuatro paredes mi pena

 

mi congoja de hombre destartalado.

 

¿Soy yo cura, ámbito habito

 

o es el hábito del obispo

 

que hace al monje o no lo hace?

 

Sigo enviándote mecedoras,

 

cuídalas, límpialas, pómpalas,

 

góndolas, lámparas, ordéñalas,

 

albérgalas en tu pecho

 

que el sultán viejo lo dice:

 

si el refrán mata a la rata

 

pon tu casa enjalbegada

 

que a decir viene lo mismo.

 

 

 

Elementos fantasmagóricos del paisaje

 

 

Mira el buey redondo y alto

 

lo más romo de la encina

 

y el labriego sentencioso

 

corta el pan con sus dos manos.

 

 

 

Cosas vagan necesario

 

vive el astro en la campiña

 

sobre el suelo y el escombro

 

y el tritón invertebrado.

 

 

 

En el aire está exhalando

 

muerta serpiente de espina

 

aire muerto. Rinde el lobo

 

doble culto al fiel rebaño.

 

 

 

Ve el pastor quieto a su lado

 

un gran ángel de rodillas,

 

con el brazo forma un codo

 

al enseñarle los prados.

 

 

 

Pisa el buey con su pie plano

 

la seriedad de ceniza

 

del ángel, mientras el lobo

 

se ha convertido en milano.

 

 

 

1944

Tomado de:

https://antoncastro.blogia.com/2017/092702-dos-poemas-de-eduardo-chicharro.php

 

Resurrección

 

"Ya surge el alba intacta

de sus pupilas muertas

incierta temblorosa

en el aire de espera.

Ved sus crines que alarga

el dedo del destino,

guedejas descompuestas

que su descanso ensancha. "

Tomado de:

https://www.epdlp.com/texto.php?id2=10292

 

 

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