lunes, 28 de marzo de 2022

POEMAS DE PERSIO FLACO

 



NI HE BEBIDO EN LA FUENTE CABALINA…

 

Ni he bebido en la fuente Cabalina,

ni he soñado jamás, que yo recuerde,

sobre la doble cumbre del Parnaso,

para súbito, así, surgir poeta.

A Pirene la pálida, a las diosas

del Helicón entrego a los varones

cuyos bustos rodea y acaricia

la trepadora hiedra, y yo presento,

poeta colegiado sólo a medias,

mis cantos a las fiestas de los vates.

¿Quién hizo articular al papagayo

su «¡Buenos días!», quién a las urracas

enseñó a remedar nuestros sonidos?

La rectora del arte, dadivosa

dispensadora del talento: el hambre,

maestra en imitar voces negadas.

Que si esperanza brilla de dinero

falaz, las poetisas y poetas

–urracas, cuervos– cantan, se diría

la ambrosía y el nectar de Pegaso.

 

Prólogo a las Sátiras. Traducción de Luis Alberto de Cuenca.

Tomado de:

https://poeticas.es/?p=128

 

Crepúsculo

Hipocrene, Parnaso, luces tibias

ayer, hoy fría sombra que se huye.

No os conozco, reposo cotidiano,

sueño, sed, desatino de los débiles.

La blancura de un lirio, la fragancia

de un perfume, su voz o sus tobillos.

Todo me está negado. Soy el viento

sin colegiar, la muerte de las aves.

Atardecí. La magia de los números,

el profetice naipe o la tristeza

de las viejas plegarias a los dioses.

Mi palacio se hundía, mi sonrisa

palidecía, mueca del silencio.

Desbócame, tiniebla trepadora,

hiende con tu locura mi locura,

decapita mi pérfida inocencia.

La huella de sus fustas. Era tarde...

Todo es recuerdo ya. La piel, los ojos.

La noche está conmigo, sus corceles,

la terrible pureza de su nada.

Tomado de:

https://franciscocenamor.blogspot.com/2015/01/poema-del-dia-crepusculo-de-persio-aulo.html

 

Mi Musa

Ni he bebido en la fuente Cabalina,

ni he soñado jamás, que yo recuerde,

sobre la doble cumbre del Parnaso,

para, súbito, así, surgir poeta.

A Pirene la pálida, a las diosas

del Helicón entrego a los varones

cuyos bustos rodea y acaricia

la trepadora hiedra, y yo presento,

poeta colegiado sólo a medias,

mis cantos a las fiestas de los vates.

¿Quién hizo articular al papagayo

su «¡Buenos días!», quién a las urracas

enseñó a remedar nuestros sonidos?

La rectora del arte, dadivosa

dispensadora del talento: el hambre,

maestra en imitar voces negadas.

Que si esperanza brilla de dinero

falaz, las poetisas y poetas

-urracas, cuervos- cantan, se diría

la ambrosía y el néctar de Pegaso.

Tomado de:

https://franciscocenamor.blogspot.com/2014/11/poema-del-dia-mi-musa-de-persio-aulo.html

 

SÁTIRA IV

 

         (Traducido por Martín Ramos)

 

 

 

        ¡Tú gobiernas la república, oh

ilustre discípulo de Pericles! (El sabio maestro De

barba intonsa, que expirando la copa

Propina de la cicuta, cree os habla).

¿En qué confías? Ya sabes, ¿tiene prudencia prematura

, dando paso a las cosas?

¿Conspirar al pueblo, acomodarlo, ya sabes,

levantando la diestra real, y emplear al mundo?

Después de que digas! Mis romanos, creo que

esto es bueno, eso es malo, eso es hermoso.

Sabes equilibrar los medios adecuados;

De los mares la regla falla o no,

¿ Formando la sentencia sin escrúpulos con Theta

fatal al depravado crimen? De esa belleza van todos

ocupados, ¿Por qué buscas el sufragio de la plebe

Atrae ahora? Hubieras hecho mejor, Co' hellebore,

para purgar tu locura, Para ti el Sumo Bueno en que

consiste? ¿Harto de vivir, de ungüentos delibut, Y al

sol el cuerpo anuncia mimoso? Eso es lo que te dice

esa vieja. De Dinómaques soy hermosa

descendencia,

 

 

Eructando de impostura, llenad vuestras mejillas:

En cuanto al conocimiento, estáis en el mismo estado que

el andrajoso Baucis, que predica a los sirvientes los

lascivos Basilios.

¡Nadie quiere ver en sus propios defectos!

¡Pero en la alforja se da cuenta de que alguien más la lleva!

Preguntas: ¿conoces los edificios de Vetídio?

¡Oh! tiene una hacienda entre los sabinos,

que una cometa nunca ve volar.

Es un avaro, infestado de sí mismo y de los dioses:

En las fiestas competitivas, dejando el arado,

Grita para abrir el vino de la olla vieja,

Diciendo: — Que me haga bien; —

 

 

Con cascara y sal se come una cebolla,

De migas y sartén no muere

Que rico aplauden mucho los criados;

De un mal vinagre, escurre las lías.

De fragante ungüento, tumbado al sol,

Si estás tranquilo,

vendrá un extraño que te descubrirá los podridos y los vicios

Sin compasión envilecen los más arcanos:

“Quien comete los actos más impuros;

De mujer perdida imitas el sexo:

De aceite fragante peinando tus barbas,

Solo quieres parecer un bebé.

Sin esta destreza, cien atletas,

Ni en el mundo las torcas y los arados

Bastan para cumplir tus votos”.

Nos duele, un lugar para ser herido.

Nos duele, un lugar para ser herido.

¡Tal es la suerte del mundo! ¡Así te vemos!

Herida escondida, tus entrañas te desgarran,

Pero el cinturón rico y ancho lo cubre de oro;

niega tu maldad; engañarte a ti mismo si puedes.

¡Si el barrio en tu alabanza hace lo mejor que puede!

Vil: si el color cambia, efectivo a la vista;

Si te rindes, vives en infame bajeza;

Si tanto oprimen tus deudores;

En vano obtendrás elogios del pueblo.

No seas impostor, y al vil sinvergüenza,

deja la alabanza infame: vuélvete a ti mismo,

y encontrarás cuán pobre eres de virtud.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/poesiamundialportugues/persio.html

 

 

 

 

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