sábado, 18 de junio de 2022

POEMAS DE GLAUCE BALDOVIN


De El rostro en la mano

 

 

 

La mano

 

 

 

La miro. Es mi mano.

 

Distinta a la imagen que culturalmente poseo:

 

larga, dedos puntiagudos

 

y en las articulaciones exactitud matemática

 

de acuerdo al ritmo de Mahler, Yupanqui, Xenakis.

 

 

 

Mi mano cuadrada. Plana.

 

No están en ella ni el monte de Júpiter ni el de Venus ni el de la Luna.

 

Sí el mapa de siete generaciones que me preceden:

 

guerreros, labradores, albañiles, truhanes, hilanderas, modistas

 

apretando el terrón el puñal la sangre

 

el pañuelo empapado de sudor

 

la humilde violeta

 

el dedal el huso la baraja.

 

 

 

Mírala, bruja de todo alquimería,

 

quiromántica.

 

Mi destino no está escrito en las líneas de la mano,

 

está en el Universo.

 

Lo rigen el tiempo y el espacio:

 

la gigantesca espiral de la Historia:

 

ese milagro.

 

 

 

 

De Paloma pantera

 

 

 

Al morir

 

con certeza mi hermana gemela me dejó su vida

 

prendida al ombligo

 

para que yo viviera por ella y por mí.

 

Este yugo que me unce

 

el peso de milenarias piedras sobre los hombros

 

y su voz      que es sólo un rumor

 

desvela a la paloma         a la pantera

 

a la locura que se viste de rojo y violeta

 

se restriega las manos mientras patina haciendo ochos sobre el piso

 

las paredes

 

el techo de la casa.

 

 

 

Yo miro aturdida

 

confundiendo mi cama con un tren que vuela enloquecido en busca del sol.

Tomado de:

https://www.eternacadencia.com.ar/blog/libreria/lecturas/item/tres-poemas-de-glauce-baldovin.html

 

XII

 

 

 

Es necesario Amigas

 

nos dice la Soledad

 

hacer un alto en el camino

 

-el lugar nos es propicio-

 

reflexionar sobre los senderos recorridos:

 

rectas   círculos concéntricos   quebradas   zigzagueantes

 

cardar el pasado

 

perfumar y ovillar la fibra que nos resta

 

y comenzar otra vez

 

como tantas veces comenzamos

 

pero ahora con un paso diferente

 

 una alegría serena   agridulce como las almendras

 

más la sabiduría que los años han ido acumulando.

 

 

XVIII

 

 

 

Por la mañana el sol entra a nuestra alcoba

 

Baña el macetero con potus   crotos   helechos

 

La máquina de coser de la abuela transformada en mesa

 

Donde están los diccionarios

 

-benditos compañeros de toda la vida-

 

y termina recostándose en nuestro lecho:

 

es naranjo   mandarino    limonero.

 

 

 

La Magia vuela por los rayos del sol   juega   danza.

 

De pronto abre el Pequeño Larousse ilustrado

 

Corre en mi busca y señala    CRIBAR.

 

Cribar   digo   cernir   tamizar.

 

Dejar pasar las sombras   quedarse con la luz

 

dejar pasar la mentira   la traición   la crueldad

 

retener la verdad

 

el amor

 

la ternura

 

el hechizo   las alas.

 

Dejar transitar las ansias de poder

 

-corruptas   perversas   genocidas-

 

 

 

Retener la porfía de luchar contra miedos

 

frustraciones

 

amargor

 

amenazas:

 

mantener el heroísmo de vivir cada día

 

levantando la palabra HERMANO

 

como sacramento y espada.

 

 

Sergio

 

 

 

Predestinado nació para la vida

 

para la filosofía y los viajes siderales

 

y con Heráclito empezó a construir su mundo

 

aquel río eterno que siendo el mismo cambia a cada instante.

 

Quiso la revolución de la alegría

 

del hombre conquistando el universo

 

y de las rosas.

 

Amaba al sol al mar a la pantera

 

Y nunca se atrevió a matar una serpiente

 

por más que su presencia lo erizara.

 

Fue su amor por todo lo que existe

 

por lo que palpita de una u otra forma.

 

Y en su joven sabiduría eligió como meta el pensamiento

 

Su esplendoroso rigor

 

El miedo a las contardicciones.

 

 

 

¿Hubiera sido poeta   filósofo o simplemente su oficio

 

un imprentero?

 

Nadie lo sabrá jamás. Le trizaron su tiempo

 

 

 

El silencio

 

 

 

El silencio es recordar nuestras voces

 

la tuya y la mía

 

hablando sobre el sol

 

los avatares de la humanidad

 

el amor

 

los barcos.

 

 

El milagro

 

 

 

Tantas veces quebré mi esqueleto tantas veces lo recompuse.

 

Sin saber anatomía fui dejando huesos en la tierra

 

Falanges fémur omóplatos crestas ilíacas vértebras.

 

No sé con los que cuento aún

 

Y sin embargo estoy de pie   cara al sol

 

sostenida por brisas arbotantes,

 

alimentándome con tu asombro

 

con cada una de tus palabras.

 

 

La opción

 

 

 

Es imposible negar esta tristeza

 

el esternón como quebrándose

 

el aire que no llega a los pulmones

 

y las ganas de no estar no saber

 

no haber estado nunca.

 

 

 

Pero es tan criminal como el crimen vivir en la tristeza

 

andar desparramándola

 

contagiándola como una peste

 

y aunque esté casi inválida mi voluntad

 

tendré que optar finalmente por la alegría o la muerte.

 

 

La alegría

 

 

 

Bajo el sublimado altar de la tristeza yace la alegría.

 

Postergada.

 

Olvidada.

 

Casi un estigma.

 

Hela aquí: junto al hombre que cruzamos en la calle

 

en el pan

 

el corazón del alcaucil, la cebolla, la manzana

 

la golondrina que huye   y retorna

 

la memoria

 

la canción que nos llega de lejos y cantamos.

 

La aurora, el crepúsculo, el rocío, la garúa.

 

El primer higo que ha madurado.

 

La noche que soñé que regresabas.

 

El gorrión que bajó a comer migas en mi patio.

 

 

La poesía sale de su oscuro rincón

 

me enfrenta

 

me mira desde sus ojos sin párpados

 

y me exige testimonio sobre el hambre

 

la persecución

 

el crimen.

 

 

 

Me conmina.

 

Me sentencia.

 

 

 

Y antes de esfumarse otra vez

 

deja en mis manos un afilado puñal de punta perfecta.

 

 

IX

 

 

 

El silencio es la violencia.

 

Pero más violencia es mezclar las palabras

 

confundirlas

 

trastocarlas

 

para que el silencio se vuelva error

 

y creamos que la paloma se transformará en dragón

 

y que aquel que se alimentó con nuestra sangre es el cordero.

 

 

La esperanza

 

 

 

Creo en la esperanza de los pueblos.

 

En la gran naranja jugosa del mañana,

 

 

 

mas no en la esperanza individual

 

cruel

 

prostituida

 

emponzoñada

 

sabedora de todos los disfraces: tórtola mensajera del amor

 

gallo de veleta que gira según las brisas arbotantes

 

 

 

un no me olvides brotando en la nuca una mano en espigas y mares

 

 

 

La esperanza es tan solo una araña sabia en las más oscuras cárcavas

 

mejor fortificadas

 

y en el veneno elaborado controlada con tal maestría

 

que sin matar perpetra la gran agonía:

 

inventa el milagro de la muerte y la resurrección cada vez con más dolor

 

con menos fuerzas

 

en un delirio que avanza en línea recta y se transforma en espiral

 

sin dirección.

 

Enloquecida.

Tomado de:

https://tallerigitur.com/poesia/poesia-argentina-glauce-baldovin-1928-1995-seleccion-de-marta-cwielong/2584/

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