La habitación fría
El sueño
se para
en la noche sobre
el suelo y la silla sin pintar.
El perro está
profundamente dormido
y
no lo moverán
Y desde el
techo
la oscuridad inclina
una intensa llama.
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2016/12/yvor-winters-dos-poemas.html
Octubre
Las casas
están más desnudas
y nada
oscurece las colinas.
Octubre
llega y se va
y a la luz de la luna
espero el invierno.
El silencio
es como la luz de la luna
en una cosa:
que no esconde nada.
En el aeropuerto de san francisco
a
mi hija
Esta es la terminal: la luz
ofrece una visión perfecta, falsa y dura;
el metal destella, profundo y brillante.
Grandes aeroplanos esperan en la pista –
Están ya en la noche.
Y tú estás aquí a mi lado, pequeña.
contenida y frágil, y concentrada
en cosas que yo no recuerdo sino a medias-
sin embargo, yendo hacia dónde tú te inclinas.
Yo soy el pasado, y eso es todo.
Pero tú y yo en parte somos uno:
el cerebro atemorizado, la nerviosa voluntad,
el conocimiento de lo que debe ser hecho,
la pasión por adquirir la habilidad
para hacer frente a lo que te atreves a no evitar.
La lluvia de materia sobre el sentido
me destruye segundo a segundo. El marcador:
ocurrirá lo que deba ocurrir. El costo
es lo que uno pensó, y algo más-
la existencia y la inteligencia de uno.
Esta es la terminal, el corte.
Más allá de este punto, en líneas de aire,
tú tomas el camino que debes tomar.
Y yo quedo en la luz y miro fijamente –
En la luz, y nada más, despierto.
Tomado de:
https://www.isliada.org/poetas/yvor-winters/
Brisa inmóvil
Olas azules dentro de la piedra
se arremolinan como ágiles muñecas.
Emoción, ondulante, sola.
Rizadas alas fluyen más allá de los sentidos.
Ligeros puntos de vista,
manitas
amorosas y místicas,
El viento ha bebido
como el
agua engulle arenas cribadas.
La mariposa: sus alas
sienten el viento
tentativamente, como hombres agonizantes:
en su mente, no han pecado.
Balada
Me senté solo:
no sea que la mente falle
bajo el surco del día.
Me senté solo:
el vaivén de los hombres
falla, nunca permanece.
Me senté solo:
una brizna estaba pálida
como una mujer, muy lejos.
Dos Canciones de Advenimiento
I
Nuestras lágrimas, entre pálidas montañas, sobre el
desierto:
sordos susurros reptan a través de un antiguo caparazón.
II
El coyote, sobre delicados pies burlones,
se cierne en el amanecer del cañón, entre montañas.
Su voz corre salvaje en el valle del viento.
¡Escucha! ¡Escucha! Estoy por entrar en tu pensamiento.
Balada de los hombres
Como largas nubes
sobre la línea del cielo,
todo el día vienen a mí los hombres.
Me levanto, miro su costado
en un pensamiento eterno.
Y si hombres pasan,
lo hacen como las aves
con el cuello extendido hacia un lado.
Y, cuando pasan, sé que tú,
o ellos, o yo, hemos mentido.
Y toda mi vida,
y toda mi visión
se esparce como un océano verde.
Hay muerte en las mujeres paseando.
Así llego a ti.
Tomado de:
https://www.elipsis.ec/traducciones-1/cuatro-poemas-de-yvor-winters
Sir Gawaine y el Caballero Verde
verde reptil la garganta arrugada,
verde como una rama de tejo la barba;
Inclinó la cabeza, y así lo golpeé;
Luego, por un pensamiento, mi visión se aclaró.
La cabeza cayó limpia; se levantó y caminó;
Fijó sus dedos en el cabello;
La cabeza no se avergonzó y habló;
Entendí lo que debo atreverme.
Su carne, cortada, se levantó y creció.
Me pidió que esperara la ronda de la estación,
y luego, cuando tuviera nuevas fuerzas,
que lo encontrara en su tierra natal.
El año declinó; y en su torre
pasé con alegría un próspero yule;
Y ya sea despierto o dormido,
viví alborotado como un tonto.
Golpeó el bosque para traerme carne.
Su dama, como una enredadera del bosque,
Creció en mis brazos; el crecimiento fue dulce;
¡Y, sin embargo, qué fuerza irreflexiva era la mía!
Por práctica y convicción formada,
Con antigua terquedad arraigada,
Aunque su cuerpo se aferraba y pululaba,
Mi propia identidad permaneció.
Su belleza, ágil, profana, pura,
Tomó formas que nunca había conocido;
Y si alguna vez hubiera sido inseguro,
Habría injertado laurel en mi hueso.
Y luego, ya que había mantenido el fideicomiso,
Había amado a la dama, pero era cierto,
El caballero retuvo su empuje gigante
Y me dejó ir con lo que sabía.
Dejé la corteza verde y la sombra,
Donde el crecimiento era rápido, espeso y quieto;
Encontré un camino que habían hecho los hombres
Y descansé en una colina seca.
Yvor Winters, “Sir Gawaine y el Caballero Verde” de
Collected Poems. Reimpreso con el permiso de Ohio University Press, Athens,
Ohio.
Fuente: The Collected Poems of Yvor Winters (Swallow
Press, 1978)
Tomado de:
https://www.poetryoutloud.org/poem/sir-gawaine-and-the-green-knight/
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