sábado, 11 de junio de 2022

POEMAS DE JORGE EDUARDO EIELSON


Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

 

Penetro tu cuerpo tu cuerpo

De carne penetro me hundo

Entre tu lengua y tu mirada pura

Primero con mis ojos

Con mi corazón con mis labios

Luego con mi soledad

Con mis huesos con mi glande

Entro y salgo de tu cuerpo

Como si fuera un espejo

Atravieso pelos y quejidos

No sé cuál es tu piel y cuál la mía

Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo

Tu sangre brilla en mis arterias

Semejante a un lucero

Mis brazos y tus brazos son los brazos

De una estrella que se multiplica

Y que nos llena de ternura

Somos un animal que se enamora

Mitad ceniza mitad latido

Un puñado de tierra que respira

De incandescentes materias

Que jadean y que gozan

Y que jamás reposan

 

De "Ceremonia solitaria” Roma, 1964

 

 

Columna al otoño

 

Se pierde el tiempo, las sedosas sombras

Que ruedan entre esferas de esmeralda

Hacia la muerte. Frente al otoño

Respiro como un ángel, escucho el silbido

De las flores vivas, veo grandes cielos,

Y corrientes frías de olvidados rostros

Pasan por mi frente. Yo sé bien,

Corazón mío, gorgona púrpura y girante,

Cómo es de oscura tu sonrisa y cómo se agita

Tu corona de gusanos en la sombra. Rey vulnerado

Por las detonaciones lilas del otoño,

Heme aquí, transido ante los fuegos estelares,

Mirando cómo arden en una azul columna,

Agreste y solitaria, mi corazón, los árboles y el viento.

 

De "Doble diamante" Lima, 1942

 

 

Cuerpo enamorado

 

Miro mi sexo con ternura

Toco la punta de mi cuerpo enamorado

Y no soy yo que veo sino el otro

El mismo mono milenario

Que se refleja en el remanso y ríe

Amo el espejo en que contemplo

Mi espesa barba y mi tristeza

Mis pantalones grises y la lluvia

Miro mi sexo con ternura

Mi glande puro y mis testículos

Repletos de amargura

Y no soy yo que sufre sino el otro

El mismo mono milenario

Que se refleja en el espejo y llora

 

De "Noche oscura del cuerpo” Roma, 1955

 

 

Doble diamante

 

¿Conoces tu cuerpo          esfera de la noche

esfera de la noche

Huracán solar        conoces tu cuerpo

Conoces tu cuerpo      conoces

Tu admirable cabeza tus piernas moviendo

El centro miserable

De mis ojos de oro

Mis ojos de oro de mirarte

De oro de soñarte

De llorarte?

 

¿Conoces tu cuerpo

Fuerza de los años

Calor de los planetas?

 

¡Ah criatura! Tu desnudez me ahoga

Tus zapatos me queman

Días imantados son mis noches

Vacío       colmo encontrado     asilo frío. Contigo

Los astros me aburren

Las especies lloran

Muero     me levanto     clamo     vuelvo a morir

Clamando grito    entre ramas orino y fumo     caigo

Como un rayo fácilmente en tu garganta. Contigo

Sólo silencio     placa de horrores    sedimentos

Cascada inmóvil    piedra cerrada

Abismos de oro nos persiguen

Rabiosos amigos

 

A través de rayos    cantos    blasfemias

Soles y serpientes mundos de vidrio

Pomos perdidos

Amaneceres con lluvia       lluvia de sangre

Temperatura y tristeza.

 

¡Ah misteriosa! Odio tu cabeza pura

Imbécil terciopelo tigre de las alturas

Odio el círculo salado

En que te pienso oculta

Odio el peso de los días

Los pulpos que me beben gota a gota

Bebiéndote a la vez ¡somos rocío!

Los pulpos luminosos que gobiernas

Los cedros empapados por tu aliento

Los siglos de hermosura en que agonizo

La luna y mis deseos de matar

La imagen de tus labios frescos     los ríos y los montes

Los pasos encantados de mi mano

En tu garganta.

¡Ah mis 30 000 flores vivas

Suave ejército vespertino batallón perfumado!

 

Rotación de mi cuerpo

Hazme volver a mi cuerpo

Destrúyeme los ojos en el acto

Las uñas y los dientes sobre el fruto

Conviérteme en silencio.

 

Deja rodar mis lágrimas en cambio

Sobre el espejo que adoro

Sobre la viva  atroz  remota  clara

Desnudez que me disuelve

Sobre el diamante igual que me aniquila

sobre tantísimo cielo y tanta perfección enemiga

Sobre tanta inútil hermosura

Tanto fuego planetario

Tanto deseo mío.

 

De "Doble diamante" Lima, 1942

 

 

En el corazón del otoño

 

Este taller dorado, señora,

Si usted suelta sus cabellos,

Su corsé, sus abundantes senos,

Arderá. La Muerte vestida,

Calavera de viejo sombrero,

Con plumas de pato en la nuca,

Vendrá, si usted llora, señora,

Desnuda en el bosque, si llora.

Hermosa señora, qué viento,

Qué viejo ya el día, las flores,

La cera y el vino, sus ojos, señora.

Este taller dorado, señora, es el otoño.

 

De "Doble diamante"    Lima, 1947

 

 

Escribo algo...

 

Escribo algo

algo todavía

algo más aún

añado palabras pájaros

hojas secas viento

borro palabras nuevamente

borro pájaros hojas secas viento

escribo algo todavía

palabras

 

De "Mutatis mutandis" 1967

 

 

Esposa mía sepultada

 

Encerrado en tu sombra, en tu santa sombra,

Con el agua en las rodillas, te pregunto

¿Es el peso del manzano, claveteado de estrellas,

Sobre mi corazón oscuro, o eres tú, cabeza

Fugitiva de las horas, novia mía enterrada,

La que arrastras tu cabellera incesante

¿Cómo una botella rota, por entre mi sangre?

Yo no sé, señora mía, luto de mi amor,

Si eres tú la que reinas sobre tanta ceniza,

O si es sólo tu sombra, tu velo de novia en el aire,

-Poblado de perlas, naves y calaveras-

El que inunda mi alcoba, igual que un océano.

 

De "Reinos” Lima, 1945

 

 

Genitales bajo el vino

 

Áyeme tierra, así, escribiendo así,

En la espesura de pámpanos dormido:

Mi pecho frío junto a mis intestinos

Se ha cuajado. Mis dedos alhajados

Buscan el Árbol de la Noche, clavan

Sus uñas de imprenta en los racimos

De la Vida y de la Muerte. Áyeme tierra

De grandes frutos áureos y serpientes,

Luciérnaga entre muros de papiro,

Negro universo del quinqué y el sexo,

Justicia del gusano, mal Paraíso.

Mírame tierra, así escribiendo, así

Desnudo, Adán poeta, quieto y triste,

En esqueleto, sierpe y uva convertido.

 

De "Reinos"    Lima, 1945

 

 

Impromptu

 

éste es tu cuerpo o nada

una nube o una rueda

un caballo o cinco dedos

qué alegría estoy vivo

o la lluvia

un ruido de tijeras

cuatro pasos un silbido

un grito    una habitación

otro grito

un cometa en el cielo

un cuchillo en la boca

dos ojos abiertos una esfera

dos ojos más

siete brazos    una mano

tres o cuatro tigres

una cabeza rubia

un beso de mamá

cuarenta espejos rotos

cuarenta tíos carlos

un teléfono sonando

un cadáver en el suelo

un señor aburrido

una historia cualquiera

un teléfono sonando

tres o cuatro tigres

qué tarde me acuesto

estoy solo

una palabra u otra

no importa qué cosa

un teléfono sonando

un cadáver en el suelo

una raza de perro

un perfume de francia

etcétera    etcétera

 

De "Tema y variaciones" Ginebra, 1950

 

 

Nocturno terrenal

 

                                                                              Te he buscado, Tesoro,

                                                    he cavado en las noches profundas.

                                                                                      Rainer Maria Rilke

 

Amo cierta sombra y cierta luz que muy juntas, creo yo, azulan

Las casas profundas de los muertos, amo la llama

Y el cabo de la sangre, porque juntas son el mundo

Y hacen de mí un muro que separa la noche del día.

 

He visto los rojos campos labrados por el cielo azul,

La antigua naturaleza desflecada y húmeda

De vino, de rocío, mortalmente hecha con racimos

De amor, tal un lecho donde ardiera lo deseado,

Pero debajo de todo, siempre despierta, un agua pura

Pensando por nosotros contra un árbol de dolor.

 

Y las cosas cuya última luciérnaga ha volado

Con nuestro último sueño, que tienen todavía, como un templo

Majestuoso, el gran consuelo de su polvo donde nada

Ni nadie ha osado penetrar sino los muertos.

Amo todavía aquello que habla lejos, como los astros

De terciopelo, al oído del viento, aun las rosas y la luz

Y todo lo que igual a una plaga, inextinguible pero real

Transcurre entre los hombres y agita su plumaje.

Fosforescencia, día esmeralda de las tumbas,

Sólo tus ojos adivino adorados por lagartos y raíces,

Y tras de ellos casas y crepúsculos, altas montañas

Destronadas contra cielos de nieve en un soplo;

Todo bajo el musgo de sus ojos, blanco Amante,

De cuyo seno mana una leche antigua a cada fruto.

Yo amo por ello este hundido bosque, de brillantes hojas

Donde reposa, inmemorial, el Gran Sol de los Tiempos.

 

De "Reinos"    Lima, 1945

 

 

Oda al invierno

 

El invierno es todo frutas y linternas

Olvidadas y esqueletos santos de palomas

En el bosque. El invierno besa, enamorado,

Los labios gloriosos de la vid con sus labios

De granizo, y se duerme sobre ella.

El invierno puede venir un día, blandamente,

Por el valle y, cual un fósforo en la mano,

Llevarse una vida a su ciudad como un ladrón.

El invierno enjoya al hombre tristemente,

El invierno lava tumbas de monarcas

Y mendigos, y corona el áureo y viejo otoño

Con un rayo de ceniza en la cabeza. Respetad

Al invierno, la antigüedad de sus plantas,

Su cetro de rocío en la espesura; respetad

Los rostros eternos de los árboles y el viento

En su dominio, cuando cesa todo en torno

Y él se inclina, carcomido y sonoro, como un piano

En un estanque o como un muerto en una tumba.

 

De "Reinos"    Lima, 1945

 

 

Perdido a tus pies

 

Maldita noche, el fuego de la luna,

El tiempo que se esconde entre las hojas,

Los pájaros, el sol que sucede

A tu garganta oscura. ¿Es también

Tu mano temblorosa la que cruza

Sobre esta página estrellada?

¿Es tu cuerpo mortal en la floresta

El que reposa humeando, fatigado,

Como un arma que dispara terciopelo?

Enamorado, inerte, como una pluma

Pronta a caer en el vacío, escucho

Los silenciosos pasos de la luna

Entre el boscaje, lejanas y altas

Velocidades, ruidos que adivino,

Diamantes en marcha y lineales

Vientos en perpetua rotación.

 

De "Doble diamante" Lima, 1947

 

 

Retrato

 

Cuanto puede el aire es

Mostrarnos su semblante

De planeta vencido,

Quizás servirte de espejo

Cuando te desnudas

O tomar, sombríamente,

Tu lugar cuando respiro.

 

De "Doble diamante” Lima, 1947

 

 

Smoking car

 

un cigarrillo y tus dos ojos

y los días y las noches sin cesar

fumando el mismo cigarrillo

igual a cualquier otro

o al mismo de ayer

con el que quisiste morir un día

esperando vivir otra vez

sin saber que un cigarrillo

igual a otro cigarrillo

no es bastante

ni millares y millares

de cerillas son bastantes

ni tus ojos ni mis ojos

ni las noches ni los días

ni millares y millares

de los mismos cigarrillos

son bastante

para vivir un día

 

De "Tema y variaciones" 1950

Tomado de:

http://amediavoz.com/eielson.htm

 

 

 

PARQUE PARA UN HOMBRE DORMIDO

 

Cerebro de la noche, ojo dorado

De cascabel que tiemblas en el pino, escuchad:

Yo soy el que llora y escribe en el invierno.

 

Palomas y níveas gradas húndense en mi memoria,

Y ante mi cabeza de sangre pensando

Moradas de piedra abren sus plumas, estremecidas.

Aún caído, entre begonias de hielo, muevo

El hacha de la lluvia y blandos frutos

Y hojas desveladas hiélanse a mi golpe.

Amo mi cráneo como un balcón

Doblado sobre un negro precipicio del Señor.

 

Labro los astros a mi lado ¡oh noche!

Y en la mesa de las tierras el poema

Que rueda entre los muertos y, encendido, los corona.

Pues por todo va mi sombra tal la gloria

De hueso, cera y humus que me postra, majestuoso,

Sobre el bello césped, en los dioses abrasado.

 

Amo así este cráneo en su ceniza, como al mundo

En cuyos fríos parques la eternidad es el mismo

Hombre de mármol que vela en una ventana

O que se tiende, oscuro y sin amor, sobre la yerba.

 

 

VALLE GIULIA

 

a giuseppe ungaretti

 

a dónde quiere llegar ese hom

bre con su bastón que

se quiebra siempre se quie

bra al doblar una esqui

na

extremidades de plomo ante escaleras

que surgen diariamente

de un huevo fragilísimo

y vuelven al huevo

fragilísimo

cabeza de reptil poeta

amarillo

exagerado de pájaro amarillo

que atraviesa el comedor y la cocina

o silba por las calles día y noche

pues tal es su alegría

que empieza a derramar el vino

en la vereda

a declamar sus versos

en el techo

indeseable reptil amarillo

(dicen los vecinos asustados)

extremidades de plomo cierto

no de pájaro

quien puede ser sino el fantoche

del amarillo mes de abril

en valle giulia

bastón inútil que se quie

bra en cada esqui

na

muy serenamente ya

su cuerpo

sube al cielo convertido

en un reptil alado que se aleja

en una pompa de jabón que no se quie

que no se quie

que no se quie

bra

 

 

 

VIA DELLA CROCE

 

frecuentemente

cuando estoy sentado

en una silla

y estoy solo

y no he dormido

ni comido ni bebido

ni amado

tengo la impresión

de caer en un abismo

amarrado a mis vestidos

y mi silla

y de irme muriendo suavemente

acariciando mis vestidos

y mi silla

tengo la impresión

de caer en un abismo

y de improviso asistir

a una remota fiesta

en el fondo de una estrella

y de bailar en ella

tiernamente

con mi silla

Tomado de:

http://sol-negro.blogspot.com/2020/04/7-poemas-de-jorge-eduardo-eielson.html

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