Hijo mío, no me busques…
Hijo mío, no me busques. Todas las cosas
te van a hablar de mí con razón.
Cuando yo no sea más,
no digas: “Ya es tarde para mi madre”.
Sabes, yo voy a reír en las flores
y voy a cercar muchas veces
con las nubes y la lluvia los corrales
allí, donde una vez, pasé mis mediodías.
Si sufres, llámame por la noche,
y yo vendré al lado de tu corazón
aunque debería traspasar el horizonte
y también al mar con mis alas.
No tengas miedo de mi rostro cambiado.
No digas: “¡Mi mamá nunca fue así!”
Tú vas a reconocer mi voz de cuento
en los árboles delante de las ventanas.
Vas a comprender que soy yo por tantas señas,
cuando llegue hasta el lado de tu cama
y haré que el aire sea fresco,
bajando junto a ti todas las estrellas.
Tú vas a saber que mamá está cerca
también en la manera que tienen de callar todas las cosas
–
en el dolor y la inquietud del mañana –
y en el olor de la membrilla y del pan.
Vas a reconocerme y a sonreírme en tu sueño.
Y en cuanto a mí, cuando vea que el sol se levanta,
voy a llevar mis ángeles y a volar
por si acaso me asalta el temor de no devenir rocío y
morir…
Poema
Al principio fue la palabra AMOR.
Tu respiración llegaba a mi
rara, como un soplo de viento, y el viento mismo
se quedaba junto a nosotros como una respiración
misteriosa.
Yo recuerdo de aquellos tiempos solamente
los lugares ensombrecidos por donde pasábamos
y el cielo alto. Las otras cosas, si vienen,
las encuentro de pura casualidad, como te encuentro a ti;
para siempre el mismo reloj tocaba la hora…
Para siempre el mismo reloj tocaba la hora:
parece que todas las cosas del mundo tendrían
una única muerte en un sólo corazón.
En vano aparto la niebla diluida:
los árboles inclinan sus ramas encima de nosotros
y nos quedamos solos en la noche
en medio del agua que se desborda.
Al principio fue mi orilla, la tuya,
y entre nosotros EL AMOR, como un océano muerto.
Por primera vez el sol, mientras pasaba
del
uno
al otro
caí, pájaro de oro asesinado entre las olas.
Después, sin que lo supiéramos, seres rapaces
descendieron de las orillas, caminaron sobre las aguas.
Eso permaneció unos miles de años. Luego, finalmente,
criaturas marinas vinieron para morder en las orillas.
Ahora nuestra frontera mordida se parece al
perfil de los continentes; y las almas
a la flor inconstante hecha de la espuma del mar,
que el viento destruye o se seca sobre las rocas.
Al principio entre nosotros fue una sola palabra.
Ahora cientos de palabras muertas se animan
cuando tu respiración llega hasta mí,
rara, como un soplo de viento…
Interior
Mis días han pasado en esta casa
ociosos como las almohadas del canapé,
quietos como las niñas de los tiempos pasados.
Candil debajo del icono, tú ¿por qué tiemblas?
¡No sé a quién se parece la Madre de Dios!
Mamá, a veces, ella se parece a ti.
Las dos habéis tejido y lavado la ropa blanca,
y al anochecer os habéis acostado más tarde que todos…
Quiero los retratos y los rincones
en donde los silencios se esconden para ronronear
como gatos solitarios.
La casa se llena de vuelos y de cortinas sonámbulas…
Quisiera ir a buscar en la cómoda de madera
(donde la luz cae como un impulso)
naranjas y manzanas y encontrar en la ropa
los manos de una niña... matas delicadas …
Dios de las fronteras
Un Dios de las fronteras se queda entre nosotros,
el beso permanece en sus hombros
y yace allí, olvidado, pudriéndose como la manzana
que los dos un día mordimos.
Nos acordamos que fue amargo.
Sobre los senos de escarcha, después en las caderas
tu pelo centelleaba abundante con su llama,
así como lo veo sin cesar desde entonces.
Ahora tú estás tan lejos y todos los sueños son sólo
ceniza.
Una ola rica de humo y desastres
ava que corre, la losa donde nos sentamos.
Ahora comprendo que hasta el día de la muerte
el Dios de las fronteras nos separa,
de la edad del fuego, de los corazones y los astros.
Tomado de:
ÁRBOL DE DAMASCOS
Esta mañana me
despertó
un impaciente
rascado en la ventana,
los dedos-ramas
del damasco que
floreció durante la noche.
Al principio no lo
reconocí
entre el derroche
de tanto blanco y rosa
pensé que un ángel
se había abatido
rompiéndose un ala
en el árbol.
¿Podría ser el
damasco? Pensé.
Entonces molesto
por mi silencio
me tajeó la mejilla
con una rama floreciente.
Entonces lo vi.
el amigo de la
infancia que amaba.
Tomado de:
http://inutilesmisterios.blogspot.com/2018/11/seis-magnificas-poetas-rumanas.html
Sueño vegetal
Te dejaría, alma, despedida,
y un árbol fuera, quieto y contento,
con flores en lugar de pensamientos,
viviéndome sin bien ni mal la vida.
En algún bosque montañés, lejano,
cuando las aves se alegrarán más,
mi frente el sol rozara con su mano
y el cielo con sus lágrimas mi faz.
Y llegará la lluvia que lavare
el polvo de las penas que sufrí;
y libre de raíces, para mí
la noche hará zarcillos estelares.
La luna llena pesaré en balance -
curioso nido que enlazado aguanto;
de luz y savia embebido tanto,
que no habrá árbol que a mí me alcance.
Con un violín tocando en cada rama
celebraré la dicha de existir;
y el mágico concierto al concluir,
veré que el bosque acude y me aclama.
Tomado de:
NO SÉ CÓMO HA OCURRIDO
No sé cómo ha ocurrido.
La juventud se ha ido, se ha acabado.
El arco de mis cejas ha cedido.
Ya no es orgulloso y definido.
¿Dónde están mis preciados días,
y mi verano de trigo y achicoria?
No buscaré ni recordaré.
Todo era más bonito ayer.
La luz plana
no me seduce ni me engaña.
Todas las frutas que he anhelado
han madurado y en sueños florecido.
Así es. No sé cómo ha ocurrido.
La tierra es diminuta y el horizonte ha encogido.
No ocurren milagros ni caen estrellas,
como en las noches de mi adolescencia.
Magda Isanos
Poemas (1943)
Tomado de:
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