Posición del poema
está sentado
tiene las rodillas plegadas
ve el mundo
ve flores de trébol blanco
ve un techo de tejas rojas
ve un trozo de cielo gris
no ve el mundo
él solo es el mundo
puede cambiar de sitio
puede levantarse
podría alejarse de su mesa
iría a la cocina
entre los cuchillos metálicos
entre los tenedores acerados
entre las cacerolas hirviendo
se cortaría una rebanada de mundo
mordería en el mundo con apetito
aquí ve el mundo con los dedos
cuenta el mundo sobre un teclado
escribe una partitura
la partitura se llama el mundo
es una partitura en sol menor
en cielo mayor en tejas sostenidas
en trébol blanco
en rodillas plegadas
las teclas del teclado son negras
no tecleéis las teclas por favor
el poema está sentado
el poema se está escribiendo
se prohíbe hablar al poema
«las hojas que caen lo hacen al lado del otoño rojizo
que las mira caer…»
JD
Arqueología del agua
Preludio
el agua es lo inaccesible de la tierra
el agua es el movimiento mismo de la tierra
es un cielo que se desplaza
es una trenza de lluvias viajeras
la tierra se baña en el agua
la tierra es una bañista totalmente desnuda
la tierra se refleja
el agua es un sol líquido
el agua no brilla
el agua es la transparencia de la tierra
la tierra en el agua se aclara
el agua es donde se hace visible la transparencia
la inmovilidad de la vida se coagula
el hombre es un jalón para el agua
el hombre es un pez inmóvil que contempla como pasan
las
escamas del agua
el agua pesca al hombre
el agua arroja al hombre a la orilla
la línea del agua devuelve al hombre a la orilla
no es ni siquiera un cebo para el agua
con el hombre solo se consigue una fritura mediocre
el agua deja al hombre para el fuego
la tierra es un pequeño infierno para el hombre
el agua no prende
el agua no se propaga
el agua avanza
el avance del hombre regula el avance del agua
avanza a vapor
avanzar a vapor de agua
lo que avanza en el avance no es el hombre
lo que avanza en el avance del agua no es el agua
el hombre avanza con su movimiento
el movimiento borra el avance
el avance del hombre es inmóvil
el agua se desplaza
el agua es el desplazamiento
el agua corre dentro de la boca
el agua corre hasta la desembocadura
la geografía es un cuerpo ahogado
la geografía es un cuerpo sumergido
la geografía es un cuerpo diseminado en miles de
bocas
la tierra es un cuerpo
la tierra habla
la tierra es parlanchina
la tierra dice que las fuentes balbucean
la tierra dice que las fuentes son la infancia de un
río
el rio no tiene edad
el agua es la que no tiene edad
no existe una arqueología del agua
no existen sedimentos líquidos
el agua deposita la tierra
el agua acarrea la historia de la tierra
el agua se libera del paso de la historia
la historia del agua se hace aluvial
el agua se marca por su conversión en arcilla
el agua recubre sus crecidas
el agua no envejece
el agua es la juventud de la tierra
el agua es el alma de la tierra
las bocas exhalan el agua
el agua sube al cielo
el agua vuelve a bajar en lluvias
las lluvias se trenzan
el cielo resbala por la pendiente de la tierra
el cielo resbala líquido en el sentido de la tierra
el hombre se acuesta cerca del agua
el hombre se mide con la juventud del agua
el hombre mide su medida con su medición del avance
del agua
se refleja en el agua
se refleja en la reflexión de la tierra
se refleja en la transparencia de la tierra
el agua es un pliegue
el agua es un plegamiento invisible
el agua es pliegue en el sentido de la longitud de la
tierra
el agua es el pliegue de la tierra cuando se
despliega
el agua es el pliegue del tiempo cuando se evade
el agua es el pliegue de los días cuando se expande
el hombre ocupa el pliegue del agua
el hombre ocupa el pliegue del despliegue de la
tierra
el hombre ocupa el pliegue de la transparencia
ya no hay más que un solo río
ya no hay más que la sencillez del pliegue del agua.
De: Arqueología del Agua
Antología 1988-2001 – Edición bilingüe
Edición, versión y notas de Miguel Veyrat.
Editorial Libros del Aire – Colección: Jardín Cerrado
2011©
ISBN: 978-84-938154-8-6
Jacques Darras
Versión de Miguel Veyrat
Tomado de:
https://trianarts.com/jacques-darras-posicion-del-poema/#sthash.hFcR2uyN.dpbs
Carta a Elena (1)
La belleza es la realidad.
Lo inverso ya no es seguro.
La belleza no es reversible.
Ella es el tema absoluto.
Sólo nos tolera a ti o a mí.
Que somos sus servidores.
Sometiéndonos a nosotros mismos.
La belleza nos libera.
La belleza del amor es más
hermosa que la muerte.
La belleza del amor nos libera de la muerte.
*
Hace un instante estabas ante mí.
Tengo tu imagen ante mis ojos.
Cuando la convoco viene dócilmente.
No eres pasivamente pasiva.
Estás desnuda, eres la realidad.
Más allá de ti no hay nada.
Me lo susurro en voz baja.
Eres la oración unida a la adoración.
*
No hay otra religión.
No hay más vínculo que el de tus brazos.
Tus manos se posan en mis hombros.
Me mides con tus ojos risueños.
Que ríen desde sí mismos.
Tu boca está seria, tu boca se acerca.
Tomas mi boca, me das la tuya.
No hay otra religión del intercambio que el amor.
Las religiones son amor desnaturalizado.
Las religiones son una imitación del amor.
*
Coloco en mi frase tu desnudez.
Mira cómo tiembla, no puede ubicarse.
Tiembla la totalidad del mobiliario de mi frase.
Ya no hay pronombres que aguanten.
Se han alejado y nuestros cuerpos los borran.
Ya no eres tú, ya no soy yo.
Necesitaremos una gramática gigante.
Acoplaremos la frase de otra manera.
*
Mi frase habla sola.
Escucha, no dice gran cosa.
Resulta muy pobre de nombres, en sustantivos.
Es muy rica de entonación.
Es muy rica de entonación.
No, no lo entiendes, no puedes entenderlo.
La entonación es música.
Yo canto una musiquilla de desnudez.
*
Do la sol la, es inútil.
No resulta balbucear el solfeo.
Es una música que empieza en la respiración.
Es un lenguaje secreto un canturreo.
No, tampoco es eso.
Es una música de antes de las palabras.
Es una música de pequeñas y breves palabras.
Que se alargan, que se acortan.
Los suspiros se enuncian al tiempo que las notas.
Tampoco lleva pentagrama.
La música no se escribe se dice.
*
Para el ojo de la memoria es más fácil.
La seda del pincel acaricia y no se equivoca.
Coloca las sombras donde están las sombras.
Acoge la luz en los colores lisos.
El ojo junto al tacto son dos memorias unidas.
*
El ojo junto a la mano son el relieve de la memoria.
Te veo, te toco, me hago tu pintor.
Imagen y realidad están contiguas, las aproximo.
La belleza es la realidad más cercana a su imagen.
La belleza es el amor de la imagen por la realidad.
Se necesita delicadeza en el tocar, el ver.
Se necesita decisión en la belleza, cercanía.
Jacques Darras (Bernay-en-Ponthieu, Somme, 1939),
Arqueología del agua (Antología 1988-2001), Libros del Aire, Madrid, 2011
Traducción de Miguel Veyrat
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2012/02/jacques-darras-carta-elena.html?m=0
León Spilliaert [1] contesta a sus críticos
Desde que descubrí el Mar del Norte hago que
represente un papel retrospectivo.
Lo insinúo por doquier.
Lo hago deslizarse silencioso por mis recuerdos.
Lo hago penetrar muy lejos dentro de las tierras del
continente.
Me paseo permanentemente por la playa.
¿Me ven en la calle?
Soy yo, caminando por una acera parisiense, de Lille
o de Bruselas, avanzando de frente como lo hacen los paseantes naturales,
urbanista soñador que da la impresión de mirar ante sí mismo, de saber a dónde
va.
Es verdad, sé dónde voy.
Lo que no ven sin embargo, cómo podrían verlo, es
que, en el momento exacto en que me dispongo a cruzarme con ustedes, no les
saludaré, con perdón, no reconozco a nadie, soy distraído tengo siempre los
ojos en la lejanía, en el mismo segundo de nuestro encuentro, seré seguido por
el mar.
El mar me sigue, me acompaña, sí.
No pongan esos ojos.
Escúchenme, no me miren.
Escúchenme.
En plena multitud ciudadana, a mediodía, camina el
mar detrás de mí.
A veces se me adelanta.
Me supera, con una ola un poco más fuerte.
Apenas visible, la ola avanza, se aplana, se evapora.
Ligero chisporroteo.
Noto que me rodea, que me envuelve,
En plena ciudad.
Podrían ustedes, podríamos bañarnos todos en el mismo
elemento.
Con la condición de haber realizado el esfuerzo más
difícil, empezar volviendo al lugar de dónde venimos.
Todos venimos del agua.
Una ola nos lleva, se nos lleva, en un rompimiento
más o menos inmediato.
Más o menos concentrado en sí mismo.
Nuestra vida nuestro caminar son desarrollo de un
movimiento sobre uno mismo.
Déjense llevar en su camino por el agua que está
detrás de ustedes.
Dejen que los adelante.
Dejen que represente hasta el final su movimiento
acuático.
Dejen que los envuelva en alta mar.
Oh paradoja.
Es la pequeñísima Bélgica la que me dio ese sentido
del mar adentro.
De vecindad con la alta mar.
Ese sentido de desbordamiento inmediato.
Yo, en el marco, camino.
Me veo que, me ven que.
Estoy caminando.
En mi mirada se nota mi decisión.
¿Qué es lo que lleva mi mirada?
Mi cuerpo.
¿Y mi cuerpo?
El movimiento, la onda de movimiento que se crea con
mis pies.
¿No es acaso una imagen súbita, un cambio de pie,
como el que hacen los deportistas los poetas?
¡Por supuesto, una fingida imagen poética!
¡Naturalmente, un fallo del espíritu en el espacio!
Mejor materializarla, alargarla en el sentido de su
extensión, a ella.
A la ola de la marcha, hela aquí a mis pies, por
cierto.
Mírenla cómo sobrepasa al menos en un punto la punta de
mi zapato.
Las imágenes marinas siempre desbordan un poco.
Se extienden, no pueden abstenerse de progresar.
El mar no tiene frenos.
La luna, quizá.
A mí me gustan las lunas líquidas.
Luego avanzo por la calle como por la orilla de una
playa.
En Ostende, Knokke o de Panne.
¿Cómo se llama mi zapatero de olas? me preguntan.
¿Dónde podemos encontrar la misma marca?
Capto muy bien la sal de la ironía.
Déjenme darles su nombre, se llama Spilliaert.
León Spilliaert.
León es un nombre que da un poco de risa, ya lo sé.
Por qué no vemos ya el león en León, porque los
leones ya no están de moda, no lo sé.
Melenas de león melenas de olas, en las imágenes
también hay modas.
Hay asociaciones que ya no se pueden hacer.
La animalidad de la naturaleza continúa el artificio.
Hay que adaptar al paso de la moda el arte de
caminar.
¡Vean cómo tomé precauciones para salir del mar
inmediatamente!
Nada fácil tener buena facha ¿verdad?
Nada evidente colocar al Mar del Norte, y menos aún a
Bélgica, en el poema.
¿Atrevido, no?
Críticos de crines criterios arrastrándose por tierra
¿resulta o no moderno en vuestras playas?
Ellos: Vuestro Mar del Norte se remonta al menos a
1908, nos parece un poco superado descalzado.
Yo: El mar es una arruga sin arruga, las rocas se
erosionan, el mar no envejece.
Ellos: ¡Resulta glacial un Spilliaert, si me baño en
él, me pillo un catarro, brrr!
Yo: Recordad el <<Retour du Bain Volver del
Baño>>, con sus siete hombrecillos desnudos corriendo a calentarse sobre
la arena mientras gesticulan con los brazos, ese de ahí arriba, a la izquierda,
soy yo.
Ellos: ¿Qué edad tenía?
Yo: No había nacido aún, hay que creerme bajo
palabra.
Ellos: ¿Quiere usted inventar una nueva forma de
arte?
Yo: Sí, como marchamos hacia al mar la marcha de la
palabra, los elementos sólo están ahí para acompañarnos, apoyarnos, ponernos a
prueba.
Ellos: Ostende no ha aguantado mucho desde principios
de siglo.
Yo: Desde La Maya hasta La Haya, una sola línea de partición,
el mar la arena. Aquellos que saben instintivamente que una playa sube, que
este y oeste están a cada lado de una larga perpendicular Norte Sur y que el
horizonte es vertical, esos calzan el mismo número que Spilliaert.
[1] Pintor belga (1881-1946) que nació y vivió en
Ostende como Ensor. Pintaba visiones
nocturnas, playas desiertas, diques, plazas, llenas de soledad y melancolía con
una técnica que mezcla el guache, acuarela, tinta de china, lápices de colores,
pastel…Adicto a los círculos literarios simbolistas de su país, Hellens,
Verhaeren, Maeterlink fueron sus amigos.
Pictóricamente le influyeron Munch, Knopff y Degouve de Nuncques.
El país al final de mi jardín
Un país siempre es más que la suma de sus habitantes.
Un país es siempre la suma de sus sueños.
De sus habitantes mas sus sueños.
Permanentemente más allá de sí mismo, tras el
horizonte.
No existe una aritmética nacional, existe la
aritmética aproximativa.
Que ya está inventada. Se llama
<<literatura>>.
Los himnos nacionales son la literatura en harapos.
Se busca una bandera y se enjuga con ella una lágrima
en el ojo.
En Bélgica, todo el mundo usa el mismo pañuelo negro
amarillo y rojo.
Combina muy bien.
Yo detesto los himnos nacionales pero lloro al
escucharlos.
Me detesto por llorar al escucharlos.
Me detesto por ser belga cuando sueño con Bélgica
despierto.
Afortunadamente, no soy belga.
Por eso me sueno con mi pañuelo individual a grandes
cuadros.
Un pañuelo que se agita, más o menos sucio porque ya
está usado, puede servir como señal de paz.
¿Por qué me sucede soñar tanto con Bélgica?
Porque soy francés, mi sueño de Bélgica resulta ser
lo inmediato de mi sueño más cercano.
Bélgica empieza, empezaba al final de mi jardín.
Soñé mucho tiempo con el jardín de enfrente, el del
fondo, el de más allá del horizonte.
Cuando niño, el Norte me atraía.
El catastro de mi pueblo estaba dispuesto de tal modo
que la parte norte quedaba mucho más espectacularmente en declive, cubierta de
bosques y sotillos.
En el Norte, había un molino de piedra a caballo
sobre dos catastros.
Al Norte de mi catastro, la tierra formaba vallejos y
hoces que las liebres tomaban con las orejas gachas, para no alertar a los
cazadores de otoño.
Yo amaba un Norte liebre, Norte color de otoño, Norte
perdigón.
Bélgica, mi otoño permanente, habitual.
Nada hay de nostálgico en todo esto.
No, hay espino blanco en los campos, en primavera,
aquí como en cualquier parte.
El verano se nota sobre la arena entre De Panne
Knokke-le-Zout como en cualquier otra parte.
Ahumado, surcado por baches de agua reflejando las
nubes, un mar verde y aceitoso hacia adentro.
Si yo fuera un belga de las playas, hubiese soñado
sin duda con los acantilados de Dover, del Kent.
Habitamos en la geografía, y la parte de la geografía
que no habitamos de verdad, la soñamos.
Criaturas de espacios abiertos, sobre todo los niños,
tataranietos ellos de cazadores de la imaginación liebre.
Nuestro país, la entera suma de nuestras escapadas
por la imaginación, la suma de las veces que hemos huido perseguidos por los
plomos de la realidad.
Regreso una vez más a la carrera, depurada y
abstracta, como ensoñada en sí misma a medida que avanza.
Hablaré pues como soñador de la realidad.
La incomprensible gloria nacional está hecha del
sueño de los demás acerca de ella.
Existen invasiones múltiples multiseculares que sin
hacer ruido, de modo invisible, sirven para inflar nuevamente los sueños
nacionales de unos sobre otros.
Para ese tipo de invasiones sólo conozco un himno, el
poema.
El poema caminado, el poema hablado, el poema soñado.
Hay toda clase de nacionalidades poéticas que no han
sido aún repertoriadas.
Casi siempre son nacionalidades prestadas.
Entramos en un mundo de nacionalidades prestadas,
provisionales, clandestinas.
Los veteranos aduaneros se crispan y vuelven al
servicio activo, acechan el paso de la liebre,
arma y lágrima al hombro.
Aduaneros de otoño, que no ven pasar sino un sueño,
sino un color rojizo, que no ven pasar nada, que disparan al azar, a ojo de
buen cubero.
¿Qué tipo de zurrón para la liebre poética?
Ninguno, llevan todas unas redes demasiado amplias
para retener el otoño.
Me cruzo con mi heterónimo, heterónomo liebre belga.
Lleva una bandera francesa en su mirada, el envés de
la mía.
¡Una bandera primaveral, la hierba francesa es mucho
más tricolor!
Nos ignoramos orgullosamente.
He podido ver de refilón su carné de identidad, su
pasaporte, se llama Henri Michaux la liebre en cuestión.
Es una liebre de Namur a la que su catastro molestaba
enormemente.
Conozco muy bien la iglesia de San Juan de Namur.
Me gusta Namur como curiosidad, pero no estoy muy
seguro de que pudiera vivir allí, Namur es una ciudad perfecta para abrir la
imaginación.
Allí todos los hoteles se llaman Charles Baudelaire,
y al entrar se vuelve uno afásico.
Te dan una habitación sin preguntarte nada.
Habitación con escenas pastoriles Luis XVI en la
bóveda, pues uno es afásico pero no sexualmente inerte.
Afasia de lo alto solamente, recordad, no de los
bajos.
Cruzar una frontera es caer inmediatamente en la
sexualidad.
¿Deseáis una buena sexualidad del Norte con alfombra
de lana, ducha forestal o bañera multiposicional?
Charles eligió el Mosa por bañera, como buen esteta,
y el señor Turner durmió con su caballo en esta misma habitación.
Bélgica ¿Una cuadra?
Una cuadra pictórica, gallinero real, granja con
estiércol estercolero en posición automáticamente graciosa.
¡Tenemos purín surrealista corriente en todos los
pisos, ya voy, ya voy!
¿Qué pasa aquí, pero qué está sucediendo?
Iba a ahogarme en mi sueño, estoy desnudo en el agua
caliente, hay una mujer desnuda a mi lado sumergida en la misma agua, yo le
acaricio el extremo del seno derecho con la palma derecha, su pezón se yergue,
coloca su brazo en torno a mi cuello.
¡Aajjj! Cuánto me gusta el otoño en Bélgica.
Tomado de:
https://logotejnikimetafrasi.wordpress.com/2013/07/14/miguel-veyrat-traduce-a-jacques-darras-i/
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