AUSCHWITZ ¿Y DESPUÉS?
El corazón, el cuerpo, las manos y los poemas
han sido gaseados en una tarde de marzo: destellos
concebidos en el despojo del poeta sin rosas.
*
El corazón estaba demasiado triste y los poemas
primaverales, demasiado joviales, y el amor cavilado
en la ruptura del dorso con la astucia del contagio.
*
Los desiertos se desarrollan y deposito guirnaldas,
nuestro amor era errante, pero tan sublime,
en la solercia de la palabra nunca se sabrá cuánto.
*
En el laberinto de sus témporas ni siquiera dios vio,
si hubiéramos visto su inigualable sombra,
no hubiera sido muerte alquímica bajo el escarnio.
*
“No habían podido”, pues él era ya en sí
el principio y el final de todo: la luminosa crueldad,
el más preciso y claro rasgo en las cenizas de la memoria.
EL BOTE DE LOS PECES
“El amor es una noche a la que se llega sólo”
después de la infancia ocultada en el follaje puro
y de la fimbria de un electrocardiograma.
*
Y no hay una aptitud clara, sino una isla,
y se encontrará ya disponible otra lengua
que asegura que jamás abandona la tierra
el perfume de la rosa de su perder,
tus anteados ojos y el lecho despojado
donde brota la fresca lágrima y la culpa pura.
*
En ocasión de la aurora todavía se asoma el azul
y como un halcón deleita al pájaro,
en nuestra distancia, aún somos un hondo cielo,
y en medio, la frecuencia cardíaca
que logremos ofrecer, la única lucidez
en caracteres ilegibles de sangre y saliva.
*
Y no hay virus o náufragos en el mediterráneo
que te cabalguen lejos de mi lengua
y “la boca besada es caliente de cuerdas y lazos”
y el gran mar sube al cielo a los pies del pescador.
*
Ahora, forajido, lo que sé del corazón es mirarlo
y sentirte, y de los huesos puros botan peces,
para que por ti me sostenga y tú te sostengas
por mí donde el carbón se vierte en el espacio angular.
LA TEXTURA DE LA TIERRA
Si dios detuviera la textura guarnecida de la tierra
embelesada de hombres y mujeres bajo el sol,
palabras encendidas, turbias inquietudes
del verbo en la lengua, del querer, y del bien querer,
alargaría esa textura bajo nuestra habla
adornada en la claridad divina del error y el pecado.
*
Pero, crédulo, poseo solamente la poesía;
ella es lo que alargo bajo nuestra habla.
La surca lentamente, tú eres la voz de mi poesía,
Esta pura naciente de palabra incorpórea.
*
“Si yo tuviera las telas bordadas de los cielos”, y dios
la textura guarnecida de la tierra, la poesía
serías tú, la bordadura del amor, y el centro del amor,
todo lo que hay de solícito “de oro y plata” en la figura
de la fe.
SOMOS HUÉRFANOS DE UNA GRAN HAMBRE
En el Senado
todos fallamos el elocuente discurso
de nuestros efímeros días,
el amor en los intersticios de la Polis,
en la historia que tras el crepúsculo
merecíamos tener en este purpúreo suelo,
y el panegírico del cuerpo
donde se derramaba el vino,
y el eco luminoso como la palabra radiante
en la sabiduría y gloria de Babilonia,
nos olvidamos por la nitidez de la hoja
de fausto “banquete para las aves de rapiña”,
nosotros, “¿los poetas en tiempos de indigencia?”
*
En el Senado
todos ignoramos la siderurgia del mal
de nuestras resplandecientes batallas,
la ceguera en la divinidad de los hombres,
de la voracidad que antes de la oscuridad
se desgasta bajo el tiempo del banquete,
y la extrema jactancia del narciso
en la cual desvive la inocencia de la belleza,
y la condena que nivela el golpe
sobre la renuncia pura de otras Grecias,
“en uno entre los más, en uno entre los que se” entregan,
nos deshacemos ante el polvo de las leyes
deportando héroes “como expolio para los perros”.
*
En el Senado
todos olvidamos el derrumbamiento del verbo
de mis perfumadas rosas y manos,
un poema deslumbrado entre tus senos,
del lugar de aquella fuente en tu cuerpo
sumergido hoy isla de bruma inaccesible,
y prosigo, prosiguiendo tú en mí
un poema o “idea de Polis rescatada”,
y no cuido de mensurar la culpa,
la mía, la tuya, la nuestra, bajo el corazón del ágora
“nosotros, los ateos, nosotros, los monoteístas,
nosotros”, alimentamos el incesto que me agita
“cargando un rescate inmensurable” y cruel.
*
En el Senado
ahora, la finura acumulada del lino
y del blando en dos frágiles mundos de cristal,
te lame el nombre, cada olor y memoria
circunscrita a una sola raíz de tristeza,
la mía que se esconde “bajo cada piedra”,
mi fulgor, el fulgor de las Grecias
donde siempre “puede esconderse un escorpión”.
*
En el Senado
se decide ahora si la cicuta
deberá ser el castigo, para mí que no te he olvidado,
si para aquella madre que enseguida olvidó el hijo
recién nacido, lanzándolo a la papelera
un fondo de cuerpo donde no subsiste suelo,
oh miserables ángeles desnudos
bajo un estrecho soplo, un frágil vuelo divino.
*
En el Senado
se excede el pudor de la orfandad
de palabra justa, y en rama de laurel
ardiendo está nuestro nombre
y aunque centelleando pujante el sol para ellos,
como usuarios de parca sabiduría
en anzuelos de añadiduras tan irrelevantes,
no entienden que “¿sin bárbaros qué será de nosotros?”.
AUTOPSICOGRAFÍA II
“Más alto todavía, siempre más alto”,
la alondra exhaló su mágico cantar
en la expuesta y febril colmena del poema.
*
La fingida tristeza retracta a la auténtica
con semejante maestría en su lengua de voces
“entreteniendo la razón”, que la distinción
presente entre lo fingido y lo auténtico
es ilícita, la fingida tristeza que se aferra
al pasadizo del poema es auténtica
y la auténtica es absolutamente fingida.
*
Pero, en ciertas verdades oscuras
donde medir la distinción “que se llama
corazón”, ¿cuál de las dos es la exactitud?
*
El tumulto es lejano en todas las lenguas
y en ninguna, “y así en los arroyos
de la rueda gira” tu triste ausencia, la única
y entera verdad, mi triste soledad.
FRONTERAS DE CUERPO VACÍO
Hay filamentos de acero impíos,
la tiniebla que brota recuerda un pez-araña
agonizando bajo los dientes del agua
y se entraña por los bordes de la nieve de mi cuerpo
desembocando en abismos en mi estómago.
*
Y disemina allí sus impías telas
―Dos telas de soledad. La mía
y la mía que heredé fermentada del amor,
las enigmáticas “declinaciones de ti” en mí,
y ahora el verbo es un virus en la peste del mundo.
*
Ahora llegado a la nada del todo de tu ausencia,
todavía “agarro la madrugada como si fuera
un niño” masticando las raíces
del último árbol que se frota al paladar del cielo
estéril de azul. Fronteras de cuerpo vacío.
(poemas en su idioma original, portugués)
Tomado de:
https://www.vallejoandcompany.com/la-siderurgia-del-mal-71-poemas-de-joao-rasteiro/
LIMPIEZAS
Serenamente, como si se parase todo el tiempo
del mundo y toda la luz del astro rey,
Jorge Luis Borges lavó toda la biblioteca
hundiendo los libros en agua de rosas blancas,
era tiempo de expurgar, del exilio de la polilla,
hay sin duda formas mucho peores
de desnudarnos de la inutilidad de los días
pasados en baladíes quimeras.
*
Ah, solo el libro “Historia universal de la infamia”
escapó al genocidio de las limpiezas
en esa nebulosa aurora del 6 de agosto de 1945
cuando en Buenos Aires aún se abría la noche
pues “los poetas, como los ciegos,
pueden ver en la oscuridad”.
A UN VIEJO CUERPO
a Manuel António Pina
Olvida “la rosa. Doquiera que esté”
oculta, el mundo ya renunció, solo
de la melancolía del ave vivirás
(tus libros, tus gatos, tus muertos:
la casa, la única herencia
del sagrado alfabeto anfibio),
el resto son los tajos de la bruma
que se abren al musgo: la lengua
deshabitada como dádiva. Despréciala
pues ella te oculta de la boca del sol,
extermínala, pues, la rosa de Provins,
el secreto radica en el corazón de la desnudez,
en la metáfora que te de mamar el pecado
que irrumpe del calor de las musas
en rosáceos pétalos fluctuantes. Oye,
olvídate de ella, “de ninguna palabra
y ningún recuerdo, ¿lo prometes?”
Tomado de:
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