jueves, 28 de marzo de 2024

POEMAS DE PAULO NUNES


Cumpleaños

Para Antonio e Lourdes

La ausencia aún es vida:

anda sobre suelo y agua,

come, por dentro, el pan

y a veces duerme, y sueña.

Otro día hay flores

nuevas sobre la pradera

y junto a las hierbas crece

el amor a la tierra y a la lluvia.

Un pájaro no canta;

nos basta tener oídos

y saber que él existe.

Y el mundo va, redondo.

Si por casualidad no coinciden

el infinito y lo eterno,

mano ausente sobre el hombro,

muerto el padre, el hijo lo engendra.

 

 

Preguntas sin eco

Más allá del cuerpo, que cupo

exacto en su cueva

¿dónde poner, en la vida, al muerto?

¿Dónde ponerlo, más allá de la foto

que va guardada en el bolsillo

junto al dinero y al hambre?

¿Dónde poner su cuerpo sin

y su carne insistente,

ballet de tantos recuerdos?

¿Dónde poner el alma, el yermo,

otra cualidad de sombra,

que nos persigue por dentro?

Más allá de la geografía,

¿con qué límites retener

los pasos idos e inquietos?

¿Y dónde guardar tantos gestos

libres de acontecimientos

que no merecen una película?

La ropa, después de la fiesta,

limpia, fue al guardarropa;

¿pero dónde guardar la fiesta?

¿En la calle, en la lluvia, al sol,?

en el lado izquierdo, en la boca,

en la oración, en el olvido?

 

 

Visita a un cuadro

Esta mano invisible

sin duda es la de Rembrandt,

lentamente mezclando

el cerco de la noche al brillo

de los ojos que resisten.

En un canto del universo

o ni tanto, en un canto

del cuarto en el que mal caben

una silla y una cama

que se observan mudamente,

sin firmar todavía

(vanidad, todo vanidad),

va el pintor dando el tono

escogiendo qué oscuro

combina con un suspiro;

qué nesga de luz perdura,

diamante entre carbonos,

pero húmeda, escurriéndose

por los dientes amarillos

a través de la boca cerrada.

En fin, qué poco de vida

sobre qué materia (¿muerta?)

mucho más allá del marco

nos dejará entrever

que todo es solo tinta,

indecisión entre colores

suscitando en el mismo lienzo

la belleza y la angustia,

y sobre ellas un barniz

que brilla según la hora,

como ahora en este cuadro

desgarrado del museo

en que un hombre es sostenido

por dios o por un clavo

y lentamente muere

apagando su llama

y en ella la última chance

de ver en la noche circundante

los rostros temblorosos

de las cosas perdiendo su dueño.

Pero la mano invisible

fija una perspectiva

y para siempre es visto

el crepitar de las sombras

y su ruido, cuando

los ojos entreabiertos

caminan por esta línea

y, olvidados del sol,

transmutan la luz eléctrica

en humilde luz de vela.

 

 

Instrucciones a un muerto

Mejor recostarse y cerrar los ojos,

pues tantas visitas es extenuante

(no querrás conversar con ninguna

si no las otras pronto harán fila).

Y, si vivir fue fingir, que aún lo sea:

no dejes traslucir en tu rostro

este cansancio de gente que llora

pero que, sin embargo, no perdió el almuerzo.

Ni dejes que el olor de estas flores muertas

combinado con el hedor de las cuatro velas

te, entre por las narices: no respires,

sobre todo, si existe el riesgo de estornudar.

Y, para la tranquilidad de todos, sigue sereno,

no enamores a la chica ni espantes a la mosca

y, más que paciencia, ten fe:

ya pronto apagarán la luz.

 

 

Zapatos

Tristes zapatos sin dueño,

pobre perro al pie del sepulcro,

pasan las horas brillando

y al mismo tiempo tan mudos

que, si nos observan, nos dejan

sin saber si sobreviven

o, como el olor que guardan,

no habrán muerto también.

Pobres zapatos sin rumbo.

Tal vez ya se ven olvidados,

de tan inútiles, en el fondo

como enterrados vivos.

En un paso vueltos trastes,

en la soledad en la que yacen

¿quién sabe si quieren gritar

y los cordones los amordazan?

 

 

Estrella enterrada

En el futuro no creerán

en lo que en el pasado aún no creían.

Dirán: eran poetas e inventaron

armas, barcos, canciones; después los dioses.

Y seguirán, proponiendo guerra y paz

al mismo tiempo. Y por saberlos frágiles,

brazos firmes en el timón; sobre las olas

cabellos al viento y, bellos, los ojos.

Pero, créannos, no son nuestros los movimientos.

Los dioses bailan con nuestros cuerpos.

 

 

Poema chino

En lo que es pájaro, volar.

En lo que es caballo, correr.

En lo que es tigre, saltar.

Y morir, en lo que es hombre

Tomado de:

https://lacolmena.uaemex.mx/article/download/15914/13274/

 

 

LOS NÚMEROS TENACES              

 

Ojeo una baraja de mi infancia.

Me entretengo fijándome en las cifras

que tan bien nos sabíamos entonces:

once rebotes Larry Bird; dos metros

con catorce del «Jefe» Robert Parish;

doce asistencias Earvin «Magic» Johnson

―juegan mis Lakers de amarillo y púrpura―;

y más de treinta puntos Michael Jordan.

El salto de Spud Webb―uno sesenta

y nueve, ya lo ves, y qué gigante―

e inquebrantable el pívot Patrick Ewing

(cómo iba yo a pensar que veinticinco

años después vendría a mí su imagen,

al pasar por la Séptima Avenida

junto al famoso «Garden» de los Knicks).

Y, claro está, los números tenaces

que hoy llaman la atención y que algo duelen:

tan solo Abdul-Jabbar ―cuarenta y uno―

me supera en edad. Qué raro es todo.

Qué pronto se hace tarde para el juego.

 

 

QUIZÁ TODO CONSISTA

 

Quizá todo consista, si me apuras,

en saber distinguir lo que no quieres,

en desechar sin miedo los absurdos,

en tratar de engañarte cuanto menos

mejor. Que las sirenas continúen

cantando lo que quieran para otros.

Ignóralas y simplemente deja

las cosas que no sirven a tu espalda,

abandonadas, muertas, y prosigue

sin perder ni un minuto hacia la orilla

de esa playa que sabes que te espera.

 

 

VERBIER

 

Una tarde de invierno, en Verbier, todos juntos,

dejábamos pasar lentamente las horas,

en una sobremesa de sol, gin-tonic, risas.

Teníamos enfrente, allá lejos, inquietas,

unas montañas llenas de los ecos del tiempo.

Miré el perfil radiante, las laderas, las cumbres,

donde a veces, de pronto, la nieve se hace sombra.

Recuerdo que alguien dijo:

«Las llaman las montañas de la muerte».

 

 

EL POETA VIO EL ROSTRO

 

El poeta vio el rostro de su padre

en el cristal sombrío reflejado.

También empiezo a no ser yo el que espera

en el espejo incierto, interrogante.

Mejor mi padre fuera y no el borroso,

desconocido afán de estar a tiempo.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-pablo-nunez/

 

 

******|||*|||******

 

 

 

“Está oscuro pero canto”

 

(Thiago de Mello)

 

 

 

Glaseada la canción de

 

Rasgo soportable.

 

Camino en la ciudad: se asoman barandillas. Ventanas selladas.

 

Todavía veo las calles por aquí.

 

La luna cruda crea

 

Tus espacios

 

Y las aceras florecen y (flo) ríen con tus rasguños

 

Y pinturas tontas

 

Hay un sol dentro de ti

 

Ver tu dedo en un jardín

 

Y los girasoles, girasoles, las once y otras flores en el balcón...

 

Esta canción es comunitaria.

 

Comunicación y pintura

 

Así que abre tu pecho

 

Y pintar y saltar por encima de la pared.

 

Que el mundo se vuelve más oscuro en ti

 

(1 de mayo de 2018)

 

 

El tiempo

 

|A Judinelli, mi padre|

 

 

 

el hombre camina

 

y tus pasos son frutos

 

el pie cae.

 

Delante de ti, a unos treinta metros, un anciano,

 

Flana frente a mis huellas.

 

Sí, un anciano mayor.

 

Tropieza al caminar.

 

Detrás de él, marchan el hijo y los hijos de los niños.

 

– casi bebés –

 

Corren y lo abanican con hojas de açaí.

 

La isla de Tenoné.

 

El tiempo es un carrusel infantil.

 

Y gira, iluminada pero silenciosa como una mariposa.

 

(agosto de 2017)

 

 

Poema marajoara de bisa

 

 

 

La bisabuela Aruan fue exiliada

 

de tus dioses

 

Y recibió el nombre de los jesuitas.

 

Olimpia, pero María.

 

Su sitio (quizás al suroeste de Arari)

 

Conectado a tierra en el exterior: suelo duro y seco.

 

En su puçá, la mujer de manos fuertes

 

Recibió agua bendita y una cruz de madera, pero los puso debajo de la red.

 

Llegó un dios de rostro dudoso,

 

pobre y con el cuerpo humillado;

 

La abuela – bisabuela, de hecho – estaba triste.

 

ya no tejo

 

ya no bordo

 

En las pajas de tucumã

 

Ya no podía fumar su tauary.

 

Ya no clamé a los espíritus del bosque

 

(Pero lo hizo, en secreto,

 

aunque los curas desconfiaban de todo porque cuando se quiere cazar el pájaro

 

no digas shoo)

 

Esta vez, María tartamudeó un amén borroso, luciendo perdida.

 

Al amanecer

 

vino un hombre

 

con sombrero portugués

 

colocado en tu pecho.

 

Habló en privado con

 

El Payaçu del pueblo.

 

 

Él, Manoel, recién llegado,

 

todavía sudando por la melaza

 

de sal en el aire del mar

 

Tomó a Olimpia de la mano y se casó.

 

la mujer del pelo piasava.

 

¿Qué decir?

 

No había (sólo) un linaje allí

 

Pero el brazo de una persona

 

quien vendría a plantar

 

El primer araçazeiro

 

En el lado izquierdo de un establo

 

en las afueras del Arsenal de la Armada.

Tomado de:

https://quatete.wordpress.com/2018/09/16/4-poemas-1-de-paulo-nunes/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario