Estudio oftalmológico
Este estudio analiza el compuesto insólito
de córnea y coroides, retina e iris
que hierve entre los pliegues de tus párpados
quemándome:
Tus ojos son dos faros
Desamortajan la noche, entre ráfagas de niebla
Ciego, zarandeado por las olas, me acerco
Tus ojos son luciérnagas
aprisionadas en la jaula de mis manos
Zumban, y echan chispas
Tus ojos son canicas
que guardé, de niño, en mi mesa de noche
entre una concha y un caballito de mar
Tus ojos son dos platillos volantes
aterrizando en el planeta de mi conciencia
Son chocolates Ferrero Rocher
derritiéndose en la punta de mi lengua
Tus ojos son dos huevos de colibrí
coronados con una gota de rocío
Tus ojos son bolas de lotería
que tocan una vez por vida
con el guiño de su complicidad
Son pozos cavados en medio de la nada
Desde el fondo alguien grita
“No te asomes al brocal: huye”
Son dos de esas balas mortíferas
que estallan en contacto con la carne
Tus ojos son la esperanza
que el amante despechado
deja caer en una fuente
Tus ojos son cuevas
en que entra con paso vacilante el espeleólogo
con su pica, sus ilusiones, su linterna
Tus ojos son dos bolas de billar
chocando contra los míos
en carambolas de consecuencias imprevisibles
Tus ojos son dos óbolos
que Caronte no aceptará jamás
HOMO SAPIENS
Es el buitre ave rapacísima, y carnicera: y aún dice
Eliano, que desean tanto comer de los cuerpos de los hombres muertos, que
adivinan muchos días antes, cuando ha de haber mortandad; y así suelen ir en
seguimiento de los ejércitos, y es señal que se han de encontrar, y matarse
mucha gente.
F. Marcuello, Historia natural y moral de las aves,
1617
1
Ruge el horizonte. Se oyen los tambores
de la primera guerra del milenio, o es acaso
la fermentación de la lava subterránea
una primera sacudida sísmica del suelo
o el trueno de unas nubes negras que se apilan
como torres sobre la tierra seca
2
Ruge el horizonte su larga amenaza
La oigo en la radio, retumba a través
de la prosa seca de los periódicos
Pasa una misión de aviones invisibles
Los veo en primera página, van
y vuelven, repartiendo paz
entre los pueblos
3
En algo se asemeja este nuevo milenio
al que ayer despedimos entre lágrimas
Este hombre, por ejemplo –que se ve en la foto–
ha perdido su casa, sus hijos, su mujer
ha perdido la mitad de su cara
Perturba su fealdad
4
Ruge el horizonte y el ruido atrae
grandes bandadas de aves carroñeras
–empezará muy pronto el festín–
Y detrás de los aviones y las aves
los que ganan su pan de cada día con la muerte
Y detrás de la mesa del comedor, nosotros
5
Observen
los
enjambres de moscas que dan vueltas en torno a ese muerto
Calculen
la
cantidad de cadáveres que caben en la pantalla
¿Cuántos litros de lágrimas se lloran en el transcurso
de los telediarios?
6
Por todas partes charcos de lágrimas
Aguas que no saciarán la sed
del que avanza a gatas sobre el pasto ensangrentado
Debajo de los párpados una pinza se aprieta
Las escamas del ojo se descascaran en el llanto
Es el llanto de un sueño irrisorio
el que llora el triunfador
ante los estertores del vencido
Víctima y verdugo, cielo, monte y árbol astillado:
en el campo de batalla lloran todos
7
Pero ríense y se alimentan
los cuervos, los chacales, las hienas, las urracas
Ríense, se limpian la saliva de las bocas
los perros asilvestrados, las ratas, los gusanos
Ríense y se alimentan, sobre todo, los buitres
Ríense a carcajadas y a más no poder
Se ríen y nosotros también nos reímos
8
Es una gran risa planetaria, la nuestra
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2021/09/poesia-en-espanol-niall-binns/
Todos los ladrones están enamorados de Rosita, y yo también
Recuerdo que andaba a tropezones por un callejón oscuro
Zigzagueaba de sombra en sombra, dándome golpes
simétricos
contra uno y otro lado del callejón
Avanzaba y retrocedía por el aire esponjoso
Era como si me empujara desde dentro una fuerza
diabólica que yo no conocía
o como si resbalara sobre el suelo salpicado de un
matadero en desuso
o incluso como si hubiera bebido una botella y media de
whisky
(efectivamente, había bebido una botella y media de
whisky)
Llegué pronto al lugar que buscaba
Aquí, me dije, vive la mujer que yo quiero
y me senté a la sombra de un gato negro
que merodeaba por allí con malas intenciones
Enfocado por la luz de la luna llena
el gato se empeñaba en restregarse contra mi abrigo
como si yo fuese su amo
– No soy tu amo, gato negro –, le dije
rogándole por favor que se largara de allí
Me arañó la cara con cariño torpemente expresado
antes de desaparecer detrás del muro de un cementerio
cercano
La sangre empezó a deslizarse por mis mejillas
y me provocaba una extraña sensación de bienestar
Me senté en el umbral del bloque de apartamentos
donde vivía la mujer que yo quería
beodo como Propercio u Ovidio o cualquier otro poeta
romano y enamorado
y entonces me puse a entonar la canción más triste de
este mundo
– Todos los ladrones están enamorados de Rosita, canté,
y yo también
Todos los cirujanos están enamorados de Rosita, y yo
también
Todos los vendedores ambulantes están enamorados de
Rosita, y yo también, etc.
Entonces oí abrirse centenares de ventanas
y de pronto empezó a caer encima de mi cabeza
una lluvia espesa de gruesas lágrimas saladas
Todas las señoritas, las solteronas, las viudas y las
engañadas
que vivían en el bloque de apartamentos
derramaron sobre mí su infelicidad
hechizadas por mi serenata
embelesadas por mi canción rompe-corazones
Clic Clic Clic sonaban sus corazones
y me percaté con cierta compasión, pero sobre todo con
una gran indiferencia
de sus roncos estertores
– Mi canto no es para ustedes –, les dije
mirando hacia arriba
donde las persianas del apartamento de Rosita
permanecían herméticamente cerradas
– Ay luna luna luna luna –, canté
La luna me alumbraba con su luz enfermiza
redonda como un queso carcomido
– Luna luna luna luna –, canté
En ese momento la penúltima de las señoritas moribundas
se puso a ulular como una poseída, o quizá como la
propia Sibila
y a declamar profecías disparatadas acerca de mi futuro
Hablaba por ejemplo del fracaso sin fin de mis anhelos
y anunciaba que me moriría en el abandono, mi cadáver
“carroña de los buitres”
Yo, desde luego, escuchaba estas cosas con ligereza e
incluso con sorna desprecio
Pero he aquí que los escupitajos de su maldición
los insultos que llovían de esa boca, ese oráculo
agonizante
se internaron en mis ojos incrédulos y corrieron
–para mi gran sorpresa y desconcierto–
un velo de ceguera sobre mis observaciones
y sobre el bloque de apartamentos ante el cual me
encontraba sentado
Sin embargo, y a pesar de semejantes desventuras
no desistí de cantar las melodías más trágicas de mi
invención
Ay Rosa Rosa Rosita Rosita, cantaba
derritiéndome en el charco de mis lágrimas borrachas
Cucarachas
Es una escena que vuelve con empeño a la memoria
Es una pensión desventilada y sin luz
con paredes reventadas, y un calor rayando en la locura
Es la ciudad de Valladolid, en el Yucatán, en México
Y es el año 85, el mes de agosto
una mañana sofocante y un cuerpo empantanado
en el charco de un colchón prehistórico
Recién despierto, chorreando sudor
con la cabeza entumecida de cerveza
con un peso nocturno de cebolla y chile en la boca
este cuerpo (tan mío) se levantó de la cama
hizo sus primeros pasos titubeantes del día
hacia la puerta del baño, y entonces vio
(es una escena que vuelve con asco a la memoria)
frente a frente, pecho a pecho
ceremoniosamente instaladas sobre las cerdas del
cepillo de dientes
dos cucarachas
Se miraban, embelesadas
Temblaban sus antenas, se tocaban las antenas:
estremecidas
Chupaban las huellas de la pasta de dientes
drogadas, supongo, por el sabor a menta
(como nosotros mascamos chicle de menta
para que sepan mejor nuestros besos)
o por un sobrecogedor amor de insectos
que nosotros ni podemos concebir
En su tranquilidad, en la ondulación pausada de sus
antenas
sentí una extraña armonía
Las aplasté en el lavabo con una barra de jabón
Tiré a la basura el cepillo de dientes
Con obtusos dedos me hurgué las muelas
Embadurné con colgate mis rancias encías
Hice gárgaras de agua espumeante de menta
Nada podía con la agria pesadez
Y ahora me digo, recordando la escena
que después del apocalipsis, tal vez sea igual:
dos cucarachas instaladas con la misma armonía
frente a frente, pecho a pecho, estremecidas
sobre humeantes cadáveres humanos
Y me pregunto también
cuando tiemblan mis antenas y el bárbaro anhelo me
enfurece
cuando cuatro piernas y cuatro brazos sacuden su torpe
agonía
me pregunto entonces
si no brota ya, subyacente, la semilla
de un pequeño, banal apocalipsis casero
burla de la armonía de esas dos cucarachas
que encontré y destrocé un día en Valladolid
frente a frente, pecho a pecho
sobándose las antenas
Christmas Story
Yo compro el pavo, el oporto y el pudding
Tú el mazapán, el marisco, el turrón
Compro crackers, mince pies, mantequilla de brandy
salsa de pan, y de arándano agrio
Tú compras polvorones, nueces y chocolate
y una ristra de luces navideñas
Paso toda una tarde en Marks & Spencers
Tú vas y vienes por El Corte Inglés
Compro un compact de Carlos Núñez para mis padres
Tú una botella de champán para los tuyos
Compro media docena de botellas de Rioja
La tarjeta visa arde entre tus manos
Compro media docena de paquetes
de media docena de latas de guinness
Tú acumulas boletos de lotería:
en vano
Y entrando
en el salón nos detenemos
y nos
besamos largamente bajo el muérdago
Desempaquetamos comida, empaquetamos regalos
Tú pelas las patatas, y limpias el marisco
la lechuga, las coles de Bruselas
Yo sepulto un penique en el pudding
– Si te toca el penique
tendrás suerte en el año (no te rías de mí)
Tú pones el mantel especial, con las velas
rojas, los crackers y las nueces
Por el culo del pavo yo introduzco el relleno
de albaricoque, almendra y tomillo
– La comida inglesa es una mierda, te ríes
– La cocina española no existe, te contesto
casi. Pero no: me controlo: es Navidad
Tú pones un cassette de villancicos
Y al
volver al salón nos detenemos
y nos
besamos anchamente bajo el muérdago
Dedicas una tarde a poner el Belén
Yo a decorar el árbol: pongo una estrella arriba
Un ángel ha perdido la cabeza, te quejas
Con ternura lo entierras en el heno
Los pastores despiertan: uno apunta
a la estrella de plástico en mi árbol
Cuando vas al servicio, desalojo al bebé
y recuesto en el pesebre a un burro
Extravío a los reyes por el cuarto
En un sillón, Melchor; Baltasar, con el cactus
Gaspar en un estante, con gesto de suicida
De vuelta en el salón, rompes a llorar
Muerto de la risa, me tildas de insensible
Te he faltado el respeto, a tu fe, tu cultura
Estoy hasta el culo de católicos; tú
estás harta, me dices, de mi vacío
– And so, canta John Lennon, this is Christmas
y en efecto – What have we done?, mi amor
te pregunto.
Tú te encoges
de hombros
Y al salir
del salón apenas nos detenemos
nos
rozamos los labios bajo el muérdago
Yo sirvo el pavo, el oporto y el pudding
el marisco, las coles de Bruselas, la salsa
de pan, el mazapán, el turrón, las patatas
los polvorones, nueces, mantequilla de brandy
el rioja, mince pies y la salsa de agrio arándano
Te tocó a ti el penique en el pudding
Me tocó a mí el fregar los platos, la cocina
Tomamos café en el sofá, tú quieres
que salgamos con tus amigos. Es
Noche Buena: celebremos. Pero yo
sólo pienso, de repente, en mi casa, navidades
de ayer: I was dreaming
of a White Christmas, unas pascuas blancas…
Desapareces de pronto, te disfrazas
de Papá Noel, y bajas, roja, riéndote
me rellenas de tontas baratijas
la media que colgué
al pie de la falsa chimenea, como en broma
Te sientas en mis rodillas, bella, barbuda
– Felices Pascuas, me susurras
Y al salir
del salón nos detenemos
y nos
mordemos lentamente bajo el muérdago
Tú estás harta del pavo, del oporto y el pudding
Simplemente pensar en el turrón da náuseas
Relleno bolsa tras bolsa de basura con restos
de marisco, pedazos de patatas, coles
paquetes vacíos, latas estrujadas
salsa de pan ya tiesa, papel de chocolate
huesos de pavo, cáscaras de nueces
Me dan risa tus gases; te asquean los míos
En voz baja cantas Noche de Paz
A voz en cuello aúllo We Three Kings, y de pronto
“Navidad Navidad” y todo el retintín
de Dulce Navidad, corean tus sobrinos
encantadores, ¡qué sorpresa!, por su teléfono móvil
– Merry Christmas!, ¡les grito, and a Happy New Year!
Para ti, sin embargo, es como hablarte en chino
Tú te arrancas la barba blanca de Santa Claus
Brilla tanto tu cara como el traje
Hay trozos de algodón pegados a tu piel
Tienes las manos negras. – Con carbón, dices: Coal!
Echado en el sofá, como si no existieras
paso de ti y todo, olímpicamente
Me atiborro de latas de cerveza
me atiborro
de latas de cerveza
Y cuando
dan las doce, al irnos a dormir
no nos
detenemos
nos
evitamos para siempre bajo el muérdago
Despedida
a Gonzalo Santelices
(1961-1997)
y con tanta película y tanta noticia
y tanto espanto
el horror de cada hora a flor de lo insensible
cómo no verte entonces Gonzalo
en el instante mismo del impacto
y el puteo bien chileno o quién sabe si castizo
y qué pensamiento en la mujer que querías en el hijo
que colmaban –con la poesía– tu conversar
y cómo no ver los ojos y las gafas
congelados, o en cámara lenta
no verlos eternizados
bajo la máscara del horror
y ya no habrá recitales ni publicaciones ni premios
ni trifulcas poéticas ni lecturas deslumbrantes
ni el suplemento literario de los sábados
sólo el momento eterno del horror
y quién sabe qué maniobra impotente
formulándose tras las gafas estrelladas
y ya no habrá comidas ni risas ni proyectos
ni homenajes a nadie ni noticias de Chile
ni un maldito trozo de ternera
atrapado entre los dientes
Tomado de:
https://www.revistalecturas.cl/niall-binns-poesia/
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