martes, 3 de febrero de 2015

POEMAS DE ROQUE DALTON

Roque Dalton
Antología poética
 

(La presente compilación y selección de poemas de Roque Dalton ha sido realizada por el poeta salvadoreño André Cruchaga)
 
De: Poemas sueltos.
 
AÍDA FUSILEMOS LA NOCHE*
 
Aída fusilemos la noche
Y la terrible
Miseria colectiva.
Aquí tenemos estas cuatro manos
Y tenemos mi voz.
Nos respaldan tus ojos
Y tu suave
Manera de ir queriéndome.
Nos respalda esa sangre proyectada
Hasta el cuerpo del hijo.
Nos respalda esta atmósfera
Este pan cotidiano
Y estas cuatro paredes
Que tutelan los besos.
Rompamos Aída esta tormenta amarga.
Hay que construir pañuelos con luceros
Para secar las lágrimas del hombre.
Hay que llevar al niño
A su música antigua.
Hay que volver a fabricar muñecas
Y hay que sembrar maíz en las ciudades.
Hay que dinamitar los rascacielos
Y dar lugar para que ascienda el trigo.
Hay que hacer instrumentos de labranza
Con los buses urbanos.
Aída, fusilemos la noche
Y esa horrible bandera.
Aída fusilemos la noche
Y los negros cañones
Y las bombas atómicas;
Fusilemos el odio
Y la terrible
Miseria colectiva.
* Diario Latino, 28 de enero de 1956.
 
 
 
EL ÁNGEL Y LA SED*
 
Ven, ven ven como el carbón
Extinto oscuro
Que encierra una muerte.
Vicente Aleixandre.
 
I
Tus pasos y otra ruta.
Mi corazón estático.
Mis detenidos pasos
Sobre mi corazón estático.
¿Qué más para el dolor corporizado
acompañando la profunda sal
de mis impulsos?
No somos ya el hermoso ayer
Ni la total entrega...
 
II
He llorado por hombre
Y por la lejana pureza de tus labios.
Dulce la tarde nueva de amanecer sin ti,
Mas con tu luz y tu temblor
Entre la algarabía silenciosa de mis manos,
Dulce la soledad en que te invoca mi alma
Dulce la clara fiebre que deshojo, dulce, amada, la lágrima,
Han constituido para mis tormentas
La piedra soportal y el agua fresca,
Y el desnudo puñal
Y el ciego tigre hambriento
Destruyendo la flor
Que no renace en mi pecho.
Viña del Mar,
¿recuerdas?
El mar helado y negro,
El viento y sus caballos asesinando el alba
Y el pequeño silencio de la vida
En esa arena pura
Y los dos besos últimos
¿Por qué no he de llorarte,
segadora de mi ansia,
ola total del insurrecto mar que desperdicio,
desde el árbol de sangre
con que ahora camino?
*Antología de la poesía Centroamericana. Lima: Editorial Latinoamericana. S/f
 
 
 
 
 
Del libro: Poemas de la cárcel.
 
RECUERDOS.
 
La celda es oscura y silenciosa...
¡Ah, la luz de tus ojos; ah, tu voz!
 
La celda es húmeda y fría...
¡Ah, el calor de tu cuerpo entre las sábanas!
 
La celda es dura, hiriente...
¡Ah, tus manos de pájaro y caricia!
 
La celda es maloliente...
¡Ah, el olor de tu paso en las mañanas!
 
La celda es solitaria...
¡Ah, tu abrazo!
 
 
De: El Mar*
 
A Tati, Meri, Margarita, con quienes compartí una ola...
 
I
Hay grandes piedras en tu oscuridad tempestuosa
Grandes piedras con sus fechas lavadas por tu sombra
Porque hasta el sol del día cómese tu sombra
Cruje en tu frío despidiéndose del aire
Que no se atreve a penetrarte
 
Oh mar donde los desesperados pueden dormir
Arrullados por explosiones impasibles
Alfabeto del vértigo paisaje diluido que los muros embisten
Las gaviotas y la espuma de los peces son tu primavera
Tu furia es una pirámide verde
Una resurrección del fuego más agudo tu clima
Tu mejor huella sería un caracol
Caminando con pasos de nido el desierto
 
(Amé siempre esas poblaciones disímiles
al parecer robadas de las manos del mar
pequeñas villas junto a la arena
puertos escandalosos en la ebriedad del salitre
caseríos tiritando entre la niebla llena de corales
grandes ciudades titánicas frente a las tempestades humilladas
aldeas de pescadores ciegos bajo un faro de aceite
factorías acechantes entre los manglares con un largo cuchillo
 
Valparaíso como una gran cascada en suspenso
Manta Puná puertos del Ecuador que me negaron las hojas
Buenaventura aromática como un gran sexo sucio
Panamá con los ojos punzados por la depravación
Cartagena siempre aguardando a los piratas hambrienta
Willemstadt náufrago en los dominios del petróleo
Tenerife y su dulce copa de vino
Barcelona bostezando entre los Bancos y los carabineros
Nápoles bellamente tumefacta
Génova Leningrado Sochi La Guaira Buenos Aires
Montevideo como una margarita
Puerto Limón Corinto
Acajutla en una lenta playa de mi patria
Todos mirándose en el espejo grave que surcan los delfines
Apartando con un sable veloz
Las infinitas espigas de esmeralda)
*Colección Laura, La Habana, 1962.
 
 
 
 
 
 
Del libro: El Turno del ofendido
 
VI*
En esta hora el odio es impalpable olvidado
 
Hundido mansamente salvo me siento ―disgregué la saliva―
El aposento de la fatalidad apaciguada
Espera en todas las esquinas
En todas las habitaciones llenas de ojos cuadrados
Despóticos anidados en mi nuca
 
¿Qué hacer con esta cicatriz que se alza
de mi pecho aullando
como un vertiginoso éxodo de perdonados?
 
¿Es que tendré que huir al fin
por cualquier puerta inmóvil
desde cualquier torre inconclusa
hacia la primera música desenterrada que me dé su palabra?
Arrodílleme ayer y todos los cuchillos encallaron en mi espalda
Callé toda la vida que viví
Y me arrastraron sobre las filosas piedras estancadas
Di la mano sonriendo para siempre
Y hundiéndome en la única pira que permanece
 
Por eso me desvelo como las semillas
Para decir que es amable
Cierto
Bello
Insondablemente bello
Caer quedarse renacer en la noche
Lavar las manos en la noche
Metérsela bajo la piel jadeante
Incendiarla negramente en el pecho
Copular con ella como con un pantano dulce
Beberla como un tatuaje para el corazón
*22 de junio, México.
 
 
POR EL OJO DE LA LLAVE
 
Los mercados como un revuelto mar de grillos enemigos
Las manos de la desnuda estrujando la arena sin preguntar quién la cabalga
El pequeño coro de viejos fumando silenciosos ante el volcán dormido
Los ojos de los lagos sirviendo como casas a la luz
Los cementerios desperezándose al sol como gordos lagartos
Los niños panzudos en los barrios del lodo
Apedreando barquitos de papel y pájaros desde detrás de sus mocos
Los desocupados extendiendo la playa de piojos que tienen por camisa
Los homosexuales hurgando entre las piernas de los jóvenes
En los cines con olor a iglesia orinada
Los borrachos militantes de la desesperación
Lanzando el grito hediendo de hueca furia en medio de la noche
Los jirones del hambre que dejan los robafrutas
En las púas que guardan la tierra prisionera y la arboleda y el aire
 
 
LO QUE ME DIJO UN LOCO
 
Me contaste que tu padre era un pequeño mar.
Que los ángeles son unos estupidillos
Pero por las noches hacen mucho daño con sus uñas de cola de cometa.
 
Me contaste que en tu casa la lluvia naufraga
Y tus hermanas castran furiosas los almendros.
 
Me contaste que los sedientos son la gran esperanza.
 
Que silbar en los parques es confesarse impotente
De recuperar el vino de las palabras que uno doce de niño.
 
Me contaste que la mujer gorda te era desconocida
Y que por eso odiabas los gestos de su espalda.
 
Me contaste que era mejor no salir a la calle
Porque a cierta edad es obtuso hacer víctimas.
 
Me contaste que hay algo que llama luz
Imposible de explicar con las manos.
 
Me contaste que los árboles no son los principales enemigos
Y que no debería nada de lo que hablan desde el otro lado de las rejas..
 
 
 
LOS BURÓCRATAS
 
Los burócratas nadan en un mar de aburrimiento tempestuoso.
 
Desde el horror de sus bostezos son los primeros asesinos de la tortura
Terminan por enfermarse del hígado y mueren aferrados a los teléfonos
Con los ojos amarillos fijos en el reloj.
 
Los burócratas tienen linda letra y se compran corbatas
Sufren síncopes al comprobar que sus hijas se masturban
Deben al sastre acaparan los bares
Leen el Reader Digest y los poemas de amor de Neruda
Asisten a la ópera italiana se persignan
Firman los pliegos nítidos del anticomunismo
Los hunde el adulterio se suicidan sin arrogancia
Tienen fe en el deporte se avergüenzan
Se avergüenzan a mares
De que su padre sea un carpintero.
 
 
PARA SECAR TUS LÁGRIMAS
 
Como el duro asesino vuelve al lugar del crimen
Para percatarse del último panorama de su muerto.
 
Como la primavera vuelve desde las fauces del invierno
Con la vida en las manos de una flor inconclusa.
 
Como el perro del ciego vuelve después del golpe
Con los huesos abiertos a la luz del mendrugo.
 
Como la noche vuelve con sus negruras nuevas
Dejando al día roto con sus lanzas de hielo.
 
Como el peor hijo pródigo vuelve desde las calles
A la tranquila mesa y a los viejos aromas.
 
Herido con la herida más amplia y navegable.
Sediento con la sed más hija de la arena.
 
Así vuelvo a ti.
 
 
LOS CONSEJOS
 
―Solamente el asombro me mantiene la vida―
me decía aquel viejo con los ojos a cuestas.
 
―Al asombro me aferro como el peor ahogado,
el cobarde que araña las mejillas del agua.
 
Que el asombro te guíe como tu padre cuando
Caminabas de niño por los parques floreados.
 
Que el asombro te guarde de ser muerto en la sombra.
Que el asombro te libre del orín de los días.
 
Sólo el asombro enseña los coros del silencio.
Sólo el asombro entrega la verdad de las cosas.
 
Sólo el asombro limpia la mirada del muerto.
 
 
 
PALABRAS FRENTE AL MAR
A Roberto Fernández retamar
 
I
Vientre de la tormenta y de la sal
Universo del pez refugio de la espuma
Sostén del cielo que desde la arena contemplamos
En las súbitas tardes de venerar el suicidio
 
Tienen múltiples ojos dedos hirientes
Como verdísimas ratas haladas
Contra nosotros los descalzos y los desollados
Contra nosotros los que aún debemos la última hazaña
Y nos acercamos a ti audaces y miedosos
Como a la orilla del relámpago
 
Derrama tu encrespada gordura en los barcos
Cóbrate los cadáveres de las bailarinas viajeras
Pisa las playas oscuras de otros lados del mundo
Y déjanos en paz con nuestro inválido molusco de cada día
 
Oh mar que sea el amor cósmico entre nosotros
Hasta que nos hundamos diseminados
En los caminos de las cenicientas estrellas
 
II
Recordando a Yeats                                        
 
 
Me levantaré, timonel, e iré contigo al mar
A sus fosforescencias nupciales arrebatadas al fondo de la noche.
 
(En su jardín de flores ahogadas
danza secretamente el último guardafaros
orgulloso de las saladas piedras en las orilla.)
 
iré contigo, timonel memorable,
hacia donde el aroma de la tiniebla muestra su gran agujero de yodo.
 
(En su gran barricada de coral eleva sus vástagos la tenue astilla
que rasgó la pupila de la última tortuga gigante.)
 
vamos, timonel del dulce terror,
sea el mar nuestro epitafio inacabable,
sea nuestro guía más ancho,
alfombra cruda poblada de estrellas para el alma neutral.
 
(Un claro delfín de aluminio...)
 
 
 
 
 
De el libro: Los testimonios
 
 
BORRACHO DE TIJUANA*
 
Yo soy el mismo de ayer el que no gime
Entre los dientes del coyote
El que descuartizado se sonríe
Pero que exige su cortejo y su fecha
Cuando le toca la ternura
 
Yo estuve ahí la luna lo diría las luciérnagas
Cada uno de mis poros
Fue un ojo herido por el humo del copal
Nada me arrebataron sin matarme
Y fui el ciego ambulante
Tocando el mapa de las hojas
 
El General Villa me despidió era el polvo aplastado
Después de darme unas monedas
Me vio partir moqueando sin decirme nada
Y por si alguno se inquietó con mi silencio
Diré que mi alma está en cuclillas
Desde entonces no mato bien
 
La niebla de repente me atonta
Toda la vieja niebla
Se quita el gran sombrero se acomoda
Entonces no sé si me vanaglorio
O si es cierto el flechazo que soporto
A pura sangre y dientes apretados
A puro chínguese alguien olvidando el escudo
Sólo el avance contra el golpe queda
 
Yo soy el mismo siempre el macheteado
A la orilla del potro el muchachito
Feroz a quien le hiede el nombre y qué me importa
El que conserva la guitarra
Abofeteando a la hembra la guitarra
Y a la sangre arruinada
Que es una mancha que me corre adentro
Tengo otras cosas que contar
El fango enseña mucho
Numerosas infamias nos regala para adornar el estandarte
El disminuido espejo que te escupe la cara
 
Amo creo a mi patria hasta matar
Hueso perfecto espero desnudar por gracia de los cuervos
La única ceremonia es el silencio
La única
*México–La Habana, septiembre 1961–marzo 1962
 
 
 
 
 
De: Recreaciones libres
 
EL NAHUAL
 
Triste estoy   mis ojos
Se extravían sin lágrimas ya
Agazapados huyéndole al sol
Bajo el amate oscuro
 
Cuando de niño me llevó al monte el hechicero
Para escoger un anual que protegiera mi paso por el mundo
Ningún animal quiso llegar para adoptarme
Ni la chiltota  fruta que vuela
Ni la danta  silenciosa sombra de los ríos
Ni el pezote
Ni la urraca
Ni el jabalí
 
Y ahora he crecido  mi corazón
Palpita bajo la piel fuertemente
Hora siento que es ya de tener hijos ―cogollos de la carne―
Mi piel apetece con fiebre temblorosa los cauces de la mujer
 
Para ello he venido aquí a esta soledad
Y he agotado mis músculos saltando
Furiosamente  corriendo como un loco
Invocando entre resoplidos el sueño
 
No quería por anual al cantil o lagarto
A la lenta tortuga sagrada o clase alguna de culebra
 
Bello soy y nobles conservo para los dioses
El rostro y el corazón
 
 
LA SIGUANABA
 
La que tenía los ojos como el agua profunda
Que se viste de negro con las piedras del fondo de la poza
La que tenía la piel apetecible
Como la pulpa del níspero que mece al aire su miel entre los pájaros
La que tenía en la saliva el fuego de los peces
Límpido pedernal del beso casto
Para los climas del único lecho permitido
Sihuélut
Choza y palacio hizo su cuerpo
De espíritus indignos
Oidor y conversador hizo su corazón
De negras lenguas invisibles
Exagerado y ávido hizo su anhelo
De placeres vecinos del asco.
 
Abandonó su marido y su hijo
―Cipitín éste, el del ombligo como una piedrecita de cacao―
y dedicóse a vivir al pie de la lascivia
al lado de las palabras que causan dolor.
Iracundo su ánimo lejos sus previsiones del orden de los dioses
Hechizó a ese hombre que la quiso entre todos
Que hizo posible un día el florecimiento de su vientre
Poniéndole abejas furiosas en el cerebro
Que dejaron la tenue tela de su razón
Agujereada como una red de mar.
 
Tlaloc ha puesto en ella sus ojos iracundos
 
 
 
 
 
Del libro: Los Pequeños infiernos.
 
II
DESPERTARES
 
Sólo nadar en mamá era fácil
La pereza de la mañana era nuestra Torre de David
Relojes como el gran loro invisible en la techumbre de la selva
Irrumpían volviendo luciérnagas
La espada del primer rayo de luz
Y uno se rascaba como guitarra
Dejando entrar por la ventana la profecía
Reclamaba el insecto verde ayer
Añoraba el cadáver del último globo
Oteaba el tumulto fantasmal
De los cien soldaditos descabezados
Rodeándonos sin tregua
Contra cada gota de la habitación
Muebles como cordilleras con fama
De condenación en extrañas comarcas
Paredes amoratadas por sus mutuos mensajes
Techo que comenzó en la fiebre
Y se mantuvo ahí aplastado
Contra el cielo que debemos buscar en la calle
Sobresalto diario de no hallarnos bañados
Por los juguetes del amanecer de Reyes
Sol en ocasiones coronado por los pájaros
Preparándonos la vacación del rezo
Plática pálida de la Virgen María
Emergiendo de pétalos de mayo y violines
Con una varita mágica que comenzaba a germinar
Y hacía pensar en no sé cuál raíz catastrófica
(Querida mamá querida Genoveva buenos días
yo llego hasta donde llega mi nariz
hasta donde estornudar es hacerse polvo de agua
porque de agua es la cuerda de horca de la ducha
voy pues hasta la orgía de jabón
en cuerpo que aún no echa esas barbas
medianoche mojada sobre un tambor de cemento
como un cuchillo negro en el rango de un oso amarillo
la blancura es culpable confabulada
sólo que se deja ver
 
perdónenme queridas
esto es como la última riqueza del avaro robado)
 
 
 
 
 
Del libro: Taberna y otros lugares
 
EL ALMA NACIONAL*
 
Patria dispersa: caes
Como una pastillita de veneno en mis horas.
¿Quién eres tú, poblada de amos,
Como la perra que se rasca junto a los mismos árboles
Que mea? ¿Quién soportó tus símbolos,
Tus gestos de doncella con olor a caoba,
Sabiéndote arrasada por la baba del crápula?
¿A quién no tienes harto con tu timidez?
¿A quién aún convences de tributo y vigilia?
¿Cómo te llamas,si, despedazada,
Eres todo el azar agónico en los charcos?
¿Quién eres,
Sino este mico armado y numerado,
Pastor de llaves y odios, que me alumbra la cara?
Ya me bastas, mi bella
Madre durmiente que haces heder la noche de las cárceles:
Ahora me corroen los deberes del acecho
Que hacen del hijo bueno un desertor,
Del pavito coqueto un pobre desvelado,
Del pan de Dios un asaltante hambriento.
*Penitenciaría Central, octubre de 1960.
 
 
 
 
EL PRIMOGÉNITO
 
Yo en cambio lloro por mi alma:
Mi alma es vaporosa cuando bebo solo:
Los escombros de mi alma son traicionados por su dueño
Para los testimonios de esta máquina implacable.
Y eso,
Mientras sobre mis hombros cae ―con infinita lentitud―
La ceniza amarilla de mis antepasados.
 
No sabemos lo que hemos perdido, oh correligionarios
En esto de la marca de Caín; pero
Tiene que ser la ley o la plegaria, con toda seguridad.
Debería mejor hablar de la niebla en tono undívago,
Hacer un recuerdo leve de las cosas de nuestra vida interior
(por encima
Y muy lejos de los hombres que engullen
Embutidos demasiado grasosos
Y que son tan torpes para el asesinato
O para el primer acto en la noche amorosa).
 
Ah, mínima, intrusa ciudad que cuelga de mi ventana
Como un ahorcado.
 
 
II
PREPARAR LA PRÓXIMA HORA*
 
No quería pensar en el destino. Por alguna razón lo
Asociado a olvidados tapices de vergüenza y majestad
Donde el rostro impasible
(como el de Selassie)
Luchase por imponerme una marca eterna. Sólo el aire
Absurdo de frío en este mi país-sartén, aplaude
Hasta llegar al corazón en esta hora. Oh asalto,
Oh palabras que ya no pronunciaré igualmente,
Sitio de comisiones para los abuelos que regresan.
 
Esta mañana el vigilante trajo tan sólo sobras
Para mí ―no ha sufrido, el pobre―
Que con la niebla han dado nombre al día.
 
Son trozos muertos de sal de algún marisco muerto,
Tortillas de maíz atacadas con esa vieja furia
Sin más lugares tibios que vejar,
Restos de un arroz bronco como de tres abanderados soberbios
Ocupados en perdonar vidas de corderos y crudas lógicas.
 
La pared está llena de fechas que cargo zozobrante,
Piezas de la fatiga final, desnuda, que gritan y que son peores
Testigos de algo que ni mis lágrimas borrarán el miedo.
 
He orado (soy Fausto), me he dado besos en las manos,
Me he dicho ancianamente
Haciendo rebotar el aliento en un rincón helado de la celda:
“pobrecito olvidado, pobrecito,
Con la mayor parte de la muerte a tu cargo,
Mientras en algún lugar del mundo alguien desnuda bellas armas
O canta himnos de rebelión que sus mujeres prefieren a las joyas
Tú escuchas marimbas de miel
Después de ser escupidos por un déspota de provincia,
Sientes el rumor de tus uñas
Creciendo contra la piel del zapato,
Hueles mal (esto lo ampliaré en otra parte),
Tratas de hallar una señal que diga “vivirás”
Aun en una mariposa o un hato de tempestades…”
Aleluya estricta, bien gritada ante las estrellas imposibles,
Qué bella viene de pronto la cólera:
Filo inmenso, cuánto vales a mi alma,
Homenaje a los sacrificados sin bellos puntos finales,
Cólera, cólera, oh madre preciosa, justa raíz de sed,
Has llegado…
 
En el patio lejano la luz del sol
Será como una gata blanca. ¿Estoy acaso listo
Para dejarme ver la cara en la próxima hora del agua?
Sí. Pediré un cigarrillo.
*13 de septiembre
 
 
 
 
 
 
Del libro: EL AMOR ME CAE MÁS MAL QUE LA PRIMAVERA
 
ZDENA*
 
Como Antífona eres, o quizás no,
Quizás es sólo una manera pomposa de limitarte.
En  todo caso, como las mujeres de Hemingway,
Más propia para novia de un piloto
De Air France.
 
¿Qué haces, pues, junto al pobre poeta
De quien ni siquiera eres el –gran-amor-de-la-vida,
A quien realmente no conoces,
Aunque debes oído decir
Que sienta bien su compañía?
 
El podría decirte que desnuda lo asustas,
Que antes de poseerte precisa preguntarte, como Manuel Galich:
“¿Esto es lo mío?”
Y que sólo te ama
Cuando la voz burlona de su dios le dice:
“sí, anda, tonto”.
 
El es quien considera que Malraux
Es hoy un escritor de segundo orden,
Que Sastre no está mal
Y que Durrell se marchitó en manos de los agentes enemigos.
Y, olvídate,
El poeta jamás te comprará collares:
Te romperá muchas medias, eso sí,
Te obligará a gastar la ropa que menos te gusta
Y hasta te insultará y te golpeará
Y te obligará luego a ayudarlo
Con el remordimiento.
 
Ay, muchacha,
De seguro que tú eras para otro,
En alguna parte alguien cometió un error estupendo:
El poeta no tiene más remedio
Que rendirse a la felicidad,
Llamarte (por no dejar) “mi bestia espléndida”
E incorporarte a su dolorosa cultura,
Como los pajarracos de la noche abren su nido
Al ave del paraíso.
*Mayo, 1965.
 
 
 
 
 
CORTAZARIANA
 
Oliendo a leche como una sala-cuna de Baltimore
Con el ritmo de una prostituta balinesa
O el de un gol de Pelé pintado por Chagall
Camina a la orilla del mar
Mi poetisa joven 1969
 
¿Qué esplendor el de sus equivocaciones
al citar a Michaux!
Su luz
Que hizo a Vallejo autor de Residencia en la Tierra
Es el vientre en que ahora descanso
Y al que los diccionarios geográficos
Llaman tan duramente “trópico”.
 
Dejando aparte toda hipocresía cultural
Confieso mis intenciones únicas a su respecto:
Verla desnuda
Y retilar su murta.
 
 
 
ARTE POÉTICA
 
Poesía
Perdóname por haberte ayudado a comprender
Que no estás hecha sólo de palabras.
 
 
LA VIOLENCIA AQUÍ
 
A José David Escobar Galindo
a) “Perra de Hielo”
 
 
En El Salvador la violencia no será tan sólo
La partera de la historia.
 
Será también la mamá del niño-pueblo,
Para decirlo con una figura
Apartada por completo de todo paternalismo.
 
Y como hay que ver la casa pobre
La clase de barrio marginal
Donde ha nacido y vive el niño pueblo
Esta activa mamá deberá ser también
La lavandera de la historia
La aplanchadora de la historia
La que busca el pan nuestro de cada día
De la historia
La fiera que defiende el nido de sus cachorros
Y no sólo la barrendera de la historia
Sino también el Tren de Aseo de la Historia
Y el chofer de bulldozer de la Historia.
 
Porque si no
El niño-pueblo seguirá chulón
Apuñalado por los ladrones más condecorados
Ahogado por tanta basura y tanta mierda
En esta patria totalmente a orillas del Acelhuate
Sin poder echar abajo el gran barrio-fuerteza cuzcatleco
Sin poder aplanarle de una vez las cuestas y los baches
Y dejar listo el espacio
Para que vengan los albañiles y los carpinteros
A parar las nuevas casas.


Copyrigh© todos los derechos reservados por la familia del autor
 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario