lunes, 2 de febrero de 2015

Poemas de William Carlos Williams

Poemas de William Carlos Williams

RETRATO DE UNA DAMA.

Tus muslos son manzanos
cuyas flores tocan el cielo.
¿ Qué cielo ? El cielo
donde Watteau colgó el escarpín
de una dama. Tus rodillas
son una brisa del Sud, o
una ráfaga de nieve. ¡ Ajá ! ¿ qué
clase de hombre era Fragonard ?
...como si eso respondiera
algo. Ah, sí : debajo
de las rodillas, puesto que de este modo
iniciamos la canción, es
uno de esos blancos días de verano,
la alta hierba de tus tobillos
ondula sobre la playa.
¿ Qué playa ?
la arena se pega a mis labios
¿ Qué playa ?
¡ Ajá !, pétalos quizás. ¿ Cómo
podría saberlo ?
¿ Qué playa ? ¿ Qué playa ?
Dije pétalos de un manzano.
LA CARRETILLA ROJA

cuánto depende
de una
carretilla
roja
bruñida por el agua
de la lluvia
junto a los blancos
polluelos.

LA ACACIA EN FLOR.

Entre
la verde
rígida
vieja
brillante
quebrada
rama
llega
el blanco
suave
mayo
nuevamente
LAMENTO

Me llaman y voy.
Es un camino helado
después de medianoche, una nevisca
atrapada
en los tiesos carriles.
Se abre la puerta.
Sonrío, entro y
me sacudo el frío.
Hay una mujer corpulenta
de costado en la cama.
Está enferma,
acaso vomitando,
acaso esforzándose
para dar a luz
su décimo hijo. ¡Alegría ! ¡ Alegría !
¡ La noche es un cuarto
oscurecido para amantes,
a través de las persianas el sol
ha enviado una aguja dorada !
le aparto el pelo de los ojos
y contemplo su dolor
compadeciéndome.
LA CALLE SOLITARIA.

La escuela ha terminado. Hace excesivo
calor para vagabundear. Erran
en claros vestidos por las calles
para matar el tiempo.
Han crecido. Llevan
llamas rosadas en la mano derecha.
De blanco de la cabeza a los pies,
con oblicuas, perezosas mioradas;
en amarillas, sueltas telas,
cinturones y medias negras;
acariciando sus ávidas bocas
con palillos envueltos en azúcar rosada
_ cada una lo sostiene en la mano como un clavel _
suben por la calle solitaria.
CONSAGRACIÓN DE UN PEDAZO DE TIERRA.
Este pedazo de tierra
frente a las aguas de esta ensenada
consagra la viviente presencia
de Emily Dickinson Wellcome
que nació en Inglaterra, se casó,
perdió a su marido y con su hijo
de cinco años se embarcó
en un barco de dos mástiles, rumbo
a Nueva York, fue aventada hasta las Azores,
encalló en los bancos de la Isla del Fuego,
en una casa de huéspedes de Brooklin
encontró a su segundo marido,
se fue con él a Puerto Rico,
parió otros tres hijos, perdió
a su segundo marido, vivió
trabajosamente ocho años
en Santo Tomás y en Santo Domingo, siguió
a su hijo mayor a Nueva York, perdió
a su hija, a su "nene",
recogió a los chicos del hijo mayor
de su segundo matrimonio, los crió
__ quedaron huérfanos__ peleó
por ellos con la otra abuela
y las tías, los trajo aquí
verano tras verano y aquí se defendió
contra pícaros, tormentas, sol, fuego,
contra las moscas, contra
las muchachas que venían a husmear,
contra la sequía, la cizaña, las marejadas,
los vecinos, las comadrejas ladronas
de gallinas, contra
la flaqueza de sus propias manos
y la fuerza creciente
de los muchachos, contra el viento,
las piedras, los intrusos, las grietas,
contra su propia alma.
Desenyerbó esta tierra con sus manos,
tiranizó desde esta parcela, puso
como trapo al hijo mayor
hasta que no la compró, aquí
vivió quince años, aquí
alcanzó la soledad final y __
Si no puedes traer nada sino
tu osamenta: quédate afuera.
PARA DESPERTAR A UNA ANCIANA.
La vejez :
vuelo de pájaros
que pían
al rozar
pelados árboles
sobre la nieve tersa.
Los sacude
de aquí para allá
un viento oscuro__
¿ Y qué ?
Sobre varas ásperas
se posa la bandada,
la nieve
se cubre de cáscaras
de semillas,
un estridente
gorjeo de hartazgo
serena el viento.
Que la serpiente espere
" Que la serpiente espere bajo
su yerbal
y la escritura
sea de palabras lentas y rápidas, pronta
a morder, tranquilas en la espera,
insomnes,
- por la máscara reconciliar
a la gente con las piedras.
Compón. (No hay ideas
sino en las cosas). ¡Inventa!
Saxífraga es mi flor que parte
las rocas... "
Una mujer negra 
llevando un ramo de clavelones 
envueltos 
en un viejo periódico: 
los lleva rectos, 
con la cabeza descubierta, 
el volumen 
de sus muslos 
haciéndola balancearse 
conforme avanza 
mirando 
la vitrina de una tienda 
que queda en su camino. 
Qué es ella 
sino una embajadora 
de otro mundo 
un mundo de lindos clavelones 
de dos tonos 
que ella anuncia 
sin saber lo que hace 
más 
que caminar por las calles 
sosteniendo las flores rectas 
como una antorcha 
tan temprano en la mañana.

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