martes, 10 de febrero de 2015

SOBRE LA NECESIDAD DE DESARMAR LAS PALABRAS Y DESMOVILIZAR LOS DISCURSOS

SOBRE LA NECESIDAD DE DESARMAR LAS PALABRAS Y DESMOVILIZAR LOS DISCURSOS
Notas en aras de la construcción de la paz

Desarmar las palabras…

La verdad, si deseamos realmente crear un ambiente propicio para lo que, ojalá llegue, la firma de un acuerdo de paz, es necesario que de la mano vayamos cambiando, o mejor, modulando las palabras, para así crear un ambiente propicio para el debate civilizado de las ideas.

Y, no solo en los medios de comunicación, donde día a día hemos visto, como el nivel de pasión y polarización alrededor de los temas de paz y en general de los temas políticos, no solo ha venido en un escalonamiento, que en algunos momentos cumbres han terminado en demandas y contra-demandas, nada democrático, y, todo por supuesto aun más preocupante, pues la palabra tiene una capacidad, tanto de ser generadora de paz, como de ser propiciadora de conflicto. La palabra, como elemento casi mágico, puede sacar lo mejor de las personas, como también desatar un monstruo.

Para todos, y para todas las vertientes políticas con asiento en nuestra sociedad, y con una gran convicción, estimo necesario que desde ahora iniciemos algo así como una campaña desde nosotros mismos, para desarmar la palabra, entendido esto como despojarla en lo posible de cualquier intento de convertirla en instrumento de odio.

Esto no solo en el ámbito político, sino como una constante en nuestro diario vivir, y no quiero con esto invocar el anacrónico manual de  Carreño, no, solo hago un llamado, a que desde nuestra intimidad, nuestro núcleo familiar iniciemos una suerte de cruzada, aunque no me guste para nada el término, en donde retomemos la palabra como instrumento de comunicación y acercamiento y le demos la dignidad que merece, y desde nuestra casa misma hagamos de ella un instrumento de afecto, una herramienta más para consolidar desde la base misma un nuevo dialogo, un dialogo en donde la palabra recobre su esencia comunicadora y no la usemos como arma de guerra, cuantas veces no dejamos sino dolor a los demás, cuantos estudiantes jóvenes no han abandonado sus estudios, y hasta se han quitado la vida, por la mala utilización de la palabra, y ¿hasta cuándo vamos a seguirla maltratando? y ¿haciendo de esta herramienta un arma de destrucción masiva?

Desmovilizar el discurso
Así, así como muchos combatientes se han desmovilizado, así mismo es necesario que algunos políticos, también desmovilicen el discurso, todo esto es necesario para crear un mejor ambiente para un posible inicio del cambio de un país azotado por un intenso conflicto armado, a un país en reconstrucción y reconciliación, pues los discursos cargados de politiquería, y que defienden a ultranza su ideología, y que no permiten el libre debate de las ideas y la discusión, está visto que generan un ambiente enrarecido para el discurso de la paz, y esto ocurre desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, y como la misma historia lo ha dejado en claro y la experiencia del hombre lo ha sufrido, las extremas solo causan dolor y violencia, y en el fondo son lo mismo, no porque sean similares sino porque son tan represivas y castrantes como su antagonista

Para que Colombia inicie bien su proceso de paz, que no es en sí el momento de la firma de los acuerdos en la Habana, porque a decir verdad, este es apenas un primer paso; pues es la primera puntada, y la necesaria,  en medio del conflicto, las pérdidas tanto humanas como económicas han golpeado bastante a la nación, y espero no errar del todo, que la inversión social, o eso nos han dicho, y el desarrollo han quedado en un segundo lugar, puesto que el gasto militar ha ido absorbiendo grandes sumas del fisco nacional. Y este ha sido el discurso que durante décadas nos han repetido y que de buena fe y de manera inocente he decidido creer.
Esperamos, creo, todos, que esos discursos cargados de odios y en muchos casos, de una manera de justificar a los actores violentos, inicie un tránsito hacia un discurso más cercano a la reconciliación y el reconocimiento del otro, y al reconocer al otro, validar su discurso diferente y su postura política antagónica.

Porque con el advenimiento de la paz viene la necesidad de darle cabida a los diferentes discursos y tendencias políticas, de lo contrario nos exponemos a un nuevo levantamiento y a un recrudecimiento de la violencia, pues cuando desconocemos y atacamos al contrario, solo podemos esperar la misma respuesta, y esto es la semilla de la guerra, así pues a moderar los discursos y no descalificar al otro, tanto en política como en la cotidianidad.

Si es verdad, que estamos cansados de la guerra, entonces estaremos dispuestos a ceder en nuestro discurso y a no ser tan cerrados y permitir el desarrollo de la discusión, la cual es constructiva y necesaria para evitar los escenarios violentos que hemos vivido a lo largo de nuestra historia.


Ojalá aprendamos que la guerra no es lo normal, que lo normal es disentir y hallar soluciones y no asesinar al contrario. Como siempre, reitero es una opinión, a los estudiosos les queda dictar cátedra, esto es una mera opinión de un ciudadano cansado del belicismo de los discursos y de una guerra que perdió su rumbo.

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