SOBRE
LA NECESIDAD DE DESARMAR LAS PALABRAS Y DESMOVILIZAR LOS DISCURSOS
Notas
en aras de la construcción de la paz
Desarmar las palabras…
La verdad, si deseamos
realmente crear un ambiente propicio para lo que, ojalá llegue, la
firma de un acuerdo de paz, es necesario que de la mano vayamos
cambiando, o mejor, modulando las palabras, para así crear un ambiente propicio
para el debate civilizado de las ideas.
Y, no solo en los medios de
comunicación, donde día a día hemos visto, como el nivel de pasión y
polarización alrededor de los temas de paz y en general de los temas políticos,
no solo ha venido en un escalonamiento, que en algunos momentos cumbres han
terminado en demandas y contra-demandas, nada democrático, y, todo por supuesto
aun más preocupante, pues la palabra tiene una capacidad, tanto de ser
generadora de paz, como de ser propiciadora de conflicto. La palabra, como
elemento casi mágico, puede sacar lo mejor de las personas, como también
desatar un monstruo.
Para todos, y para todas las
vertientes políticas con asiento en nuestra sociedad, y con una gran
convicción, estimo necesario que desde ahora iniciemos algo así como una
campaña desde nosotros mismos, para desarmar la palabra, entendido esto como
despojarla en lo posible de cualquier intento de convertirla en instrumento de odio.
Esto no solo en el ámbito
político, sino como una constante en nuestro diario vivir, y no quiero con esto
invocar el anacrónico manual de Carreño,
no, solo hago un llamado, a que desde nuestra intimidad, nuestro núcleo
familiar iniciemos una suerte de cruzada, aunque no me guste para nada el
término, en donde retomemos la palabra como instrumento de comunicación y
acercamiento y le demos la dignidad que merece, y desde nuestra casa misma
hagamos de ella un instrumento de afecto, una herramienta más para consolidar
desde la base misma un nuevo dialogo, un dialogo en donde la palabra recobre su
esencia comunicadora y no la usemos como arma de guerra, cuantas veces no
dejamos sino dolor a los demás, cuantos estudiantes jóvenes no han abandonado
sus estudios, y hasta se han quitado la vida, por la mala utilización de la
palabra, y ¿hasta cuándo vamos a seguirla maltratando? y ¿haciendo de esta
herramienta un arma de destrucción masiva?
Desmovilizar el discurso
Así, así como muchos
combatientes se han desmovilizado, así mismo es necesario que algunos
políticos, también desmovilicen el discurso, todo esto es necesario para crear
un mejor ambiente para un posible inicio del cambio de un país azotado por un
intenso conflicto armado, a un país en reconstrucción y reconciliación, pues
los discursos cargados de politiquería, y que defienden a ultranza su
ideología, y que no permiten el libre debate de las ideas y la discusión, está
visto que generan un ambiente enrarecido para el discurso de la paz, y esto
ocurre desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, y como la misma
historia lo ha dejado en claro y la experiencia del hombre lo ha sufrido, las
extremas solo causan dolor y violencia, y en el fondo son lo mismo, no porque
sean similares sino porque son tan represivas y castrantes como su antagonista
Para que Colombia inicie
bien su proceso de paz, que no es en sí el momento de la firma de los acuerdos
en la Habana, porque a decir verdad, este es apenas un primer paso; pues es la
primera puntada, y la necesaria, en
medio del conflicto, las pérdidas tanto humanas como económicas han golpeado
bastante a la nación, y espero no errar del todo, que la inversión social, o
eso nos han dicho, y el desarrollo han quedado en un segundo lugar, puesto que
el gasto militar ha ido absorbiendo grandes sumas del fisco nacional. Y este ha
sido el discurso que durante décadas nos han repetido y que de buena fe y de
manera inocente he decidido creer.
Esperamos, creo, todos, que
esos discursos cargados de odios y en muchos casos, de una manera de justificar
a los actores violentos, inicie un tránsito hacia un discurso más cercano a la
reconciliación y el reconocimiento del otro, y al reconocer al otro, validar su
discurso diferente y su postura política antagónica.
Porque con el advenimiento
de la paz viene la necesidad de darle cabida a los diferentes discursos y
tendencias políticas, de lo contrario nos exponemos a un nuevo levantamiento y
a un recrudecimiento de la violencia, pues cuando desconocemos y atacamos al
contrario, solo podemos esperar la misma respuesta, y esto es la semilla de la
guerra, así pues a moderar los discursos y no descalificar al otro, tanto en
política como en la cotidianidad.
Si es verdad, que estamos
cansados de la guerra, entonces estaremos dispuestos a ceder en nuestro
discurso y a no ser tan cerrados y permitir el desarrollo de la discusión, la
cual es constructiva y necesaria para evitar los escenarios violentos que hemos
vivido a lo largo de nuestra historia.
Ojalá aprendamos que la
guerra no es lo normal, que lo normal es disentir y hallar soluciones y no
asesinar al contrario. Como siempre, reitero es una opinión, a los estudiosos
les queda dictar cátedra, esto es una mera opinión de un ciudadano cansado del
belicismo de los discursos y de una guerra que perdió su rumbo.
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