Que Dios, el solo vivo, no existiera,
O que, existiendo, sólo consistiera
En tierra, en agua, en fuego, en sombra, en viento.
Y que la muerte, oh estremecimiento,
Fuese el hueco sin luz de una escalera,
Un colosal vacío que se hundiera
En un silencio desolado, liento.
Entonces ¿para qué vivir, oh hijos
De madre, a qué vidrieras, crucifijos
Y todo lo demás? Basta la muerte.
Basta. Termina, oh Dios, de maltratarnos.
O si no, déjanos precipitarnos
Sobre Ti —ronco río que revierte.
Sola y lenta, iba mi alma.
No por el puente de hierro,
El de piedra es el que amaba.
A ratos miraba al cielo,
A ratos miraba al agua.
Por los puentes de Zamora,
Sola y lenta, iba mi alma.
Porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
Mortal, que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente. diente a diente,
Vos bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
Vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.
Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
A través de la sangre y de la nada.
Porque busco tu noche toda entera.
Porque quiero morir, morir contigo
Esta horrible tristeza enamorada
Que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.
Con la sangre hasta el borde de la boca,
Voy
Avanzando
Lentamente, con la sangre hasta el borde de los labios
Algunas veces,
Voy
Avanzando sobre este viejo suelo, sobre
La tierra hundida en sangre,
Voy
Avanzando lentamente, hundiendo los brazos
En sangre,
Algunas
Veces tragando sangre,
Voy sobre Europa
Como en la proa de un barco desmantelado
Que hace sangre,
Voy
Mirando, algunas veces,
Al cielo
Bajo,
Que refleja
La luz de la sangre roja derramada,
Avanzo
Muy
Penosamente, hundidos los brazos en espesa
Sangre,
Es
Como una esperma roja represada,
Mis pies
Pisan sangre de hombres vivos
Muertos,
Cortados de repente, heridos súbitos,
Niños
Con el pequeño corazón volcado, voy
Sumido en sangre
Salida,
Algunas veces
Sube hasta los ojos y no me deja ver,
No
Veo más que sangre,
Siempre
Sangre,
Sobre Europa no hay más que
Sangre.
Traigo una rosa en sangre entre las manos
Ensangrentadas. Porque es que no hay más
Que sangre,
Y una horrorosa sed
Dando gritos en medio de la sangre.
Besas besos de mar, a dentelladas.
Las manos en mis sienes y abismadas
nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes, sin dolerme,
a flor de labio, Y luego, mimadora,
la brizas y las rozas con tu beso.
bastará un beso, un beso que se llora
después, porque ¡oh, por qué! no basta eso.
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
Blas de Otero
Blas de Otero, 1951
Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.
ENCUESTA
Quiero encontrar, ando buscando la causa del sufrimiento.
La causa a secas del sufrimiento a veces
mojado en sangre, en lágrimas, y en seco
muchas más. La causa de las causas de las cosas
horribles que nos pasan a los hombres.
No a Juan de Yepes, a Blas de Otero, a Leon
Bloy, a César Vallejo, no, no busco eso,
qué va, ando buscando únicamente
la causa del sufrimiento
(del sufrimiento a secas),
la causa a secas del sufrimiento a veces...
Y siempre vuelta a empezar.
Me pregunto quién goza con que suframos los hombres.
Quién se afeita a favor del viento de la angustia.
Qué sucede en la sección de Inmortalidad
cuando según todas las pruebas nos morimos para siempre.
Sabemos poco en materia de sufrimiento.
Estamos muy orgullosos con nuestro orgullo,
pero si yo les arguyo con el sufrimiento no saben qué decirme.
Mire usted en la guía telefónica,
o en la Biblia, es fácil que allí encuentre algo.
Y agarro la biblia telefónica,
y agarro
con las dos manos la Guía de pecadores..., y se caen al suelo
todos los platos.
Desde los siete años
oyendo lo mismo a todas horas, cielo santo
santo, santo, como de Dios al fin obra maestra!
Pero, del sufrimiento, como el primer día:
mudos y flagelados a doble columna. Es horrible
Amo a Walt Whitman por su barba enorme
y por su hermoso verso dilatado.
Estoy de acuerdo con su voz, conforme
con su gran corazón desparramado.
Escucho a Nietzsche. Por las noches leo
un trozo vivo de Síls-Maria. Suena
a mar en sombra. Mas ¡qué buen mareo,
qué sombra tan espléndida, tan llena!
Huyo del hombre que vendió su hombría
y sueña con un dios que arrime el hombro
a la muerte. Sin Dios, él no podría
aupar un cielo sobre tanto escombro.
Pobres mortales. Tristes inmortales.
España, patria despeinada en llanto.
Ríos con llanto. Lágrimas caudales.
Este es el sitio donde sufro. Y canto
Podrá faltarme el aire,
el agua,
el pan,
sé que me faltarán.
El aire, que no es de nadie.
El agua, que es del sediento.
El pan... Sé que me faltarán.
La fe, jamás.
Cuanto menos aire, más.
Cuanto más sediento, más.
Ni más ni menos. Más
comido por el ansia hasta los tuetanos,
yo, tropel de esperanza y de fracasos,
estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado
de sombras y de suenos: me confieso
que soy un hombre en situacion de hablaros
de la vida. Peque. No me arrepiento.
Naci para narrar con estos labios
que barrera la muerte un dia de éstos,
esplendidas caidas en picado
del bello avion aquel de carne y hueso.
Alas arriba disparo los brazos,
alardeando de tan alto invento;
plumas de niquel. escribid despacio.
Helas aqui, hincadas en el suelo.
Este es mi sitio. Mi terreno. Campo
de aterrizaje de mis ansias. Cielo
al reves. Es mi sitio y no lo cambio
por ninguno. Cai. No me arrepiento.
Impetus nuevos naceran, mas altos.
Llegare por mis pies, para que os quiero?
a la patria del hombre: al cielo raso
de sombras esas y de sueños esos.
sonreían a todas las carteras,
y ellos, analfabetos v magnánimos,
las miraban por dentro, hacia las medias.
Oh cuánta sed, cuánto mendigo en faldas
de soledad. Ciudad llena de iglesias
y casas públicas, donde el hombre es harto
y el hambre se reparte a manos llenas.
Bendecida ciudad llena de manchas,
plagada de adulterios e indulgencias;
ciudad donde las almas son de barro
y el barro embarra todas las estrellas.
Laboriosa ciudad, salmo de fábricas
donde el hombre maldice, mientras rezan
los presidentes de Consejo.- oh altos
hornos, infiernos hondos en la niebla.
Las tres y cinco de la madrugada.
Puertas, puertas y puertas. Y más puertas.
Junto al Nervión un hombre está meando.
Pasan dos guardias en sus bicicletas.
Y voy mirando escaparates. Paca
y Luz. Hijos de tal. Medias de seda.
Devocionarios. Más devocionarios.
Libros de misa. Tules. Velos. Velas.
Y novenitas de la Inmaculada.
Arriba, es el jolgorio de las piernas
trenzadas. Oh ese barrio del escándalo...
Pero duermen tranquilas las doncellas.
Y voy silbando por la calle. Nada
me importas tú, ciudad donde naciera.
Ciudad donde, muy lejos, muy lejano,
se escucha el mar, la mar de Dios, inmensa.
voy a contar la historia de mí vida
en un abecedario ceniciento.
El país de los ricos rodeando mi cintura
y todo lo demás. Escribo y callo.
Yo nací de repente, no recuerdo
si era sol o era lluvia o era jueves.
Manos de lana me enredaran, madre.
Madeja arrebatada de tus brazos
blancos, hoy, me contemplo como un ciego,
oigo tus pasos en la niebla, vienen
a enhebrarme la vida destrozada.
Aquellos hombres me abrasaron, hablo
del hielo aquel de luto atormentado,
la derrota del niño y su caligrafía
triste, trémula flor desfigurada.
Madre, no me mandes más a coger miedo
Y, frío ante un pupitre con estampas.
Tú enciendes la verdad como una lágrima,
dame la mano, guárdame
en tu armario de luna y de manteles.
Esto es Madrid, me han dicho unas mujeres
arrodilladas en sus delantales,
éste es el sitio
donde enterraron un gran ramo verde
y donde está mi sangre reclinada.
Días de hambre, escándalos de hambre,
misteriosas sandalias
aliándose a las sombras del romero
y el laurel asesino. Escribo y callo.
Aquí junté la letra a la palabra,
la palabra al papel.
..............................Y esto es París,
me dijeron los ángeles, la gente
lo repetía, esto es París. Peut-étre,
allí sufrí las iras del espíritu
y tomé ejemplo de la torre Eiffel.
Esta es la historia de mi vida,
dije, y tampoco era. Escribo y callo.
En este Café
se sentaba don Antonio Machado.
Silencioso
y misterioso, se incorporó al pueblo,
blandió la pluma, sacudió
la ceniza,
y se fue ...
Las manos en mis sienes y abismadas
nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes, sin dolerme,
a flor de labio, Y luego, mimadora,
la brizas y las rozas con tu beso.
bastará un beso, un beso que se llora
después, porque ¡oh, por qué! no basta eso.
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
Blas de Otero
Blas de Otero, 1951
Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.
ENCUESTA
Quiero encontrar, ando buscando la causa del sufrimiento.
La causa a secas del sufrimiento a veces
mojado en sangre, en lágrimas, y en seco
muchas más. La causa de las causas de las cosas
horribles que nos pasan a los hombres.
No a Juan de Yepes, a Blas de Otero, a Leon
Bloy, a César Vallejo, no, no busco eso,
qué va, ando buscando únicamente
la causa del sufrimiento
(del sufrimiento a secas),
la causa a secas del sufrimiento a veces...
Y siempre vuelta a empezar.
Me pregunto quién goza con que suframos los hombres.
Quién se afeita a favor del viento de la angustia.
Qué sucede en la sección de Inmortalidad
cuando según todas las pruebas nos morimos para siempre.
Sabemos poco en materia de sufrimiento.
Estamos muy orgullosos con nuestro orgullo,
pero si yo les arguyo con el sufrimiento no saben qué decirme.
Mire usted en la guía telefónica,
o en la Biblia, es fácil que allí encuentre algo.
Y agarro la biblia telefónica,
y agarro
con las dos manos la Guía de pecadores..., y se caen al suelo
todos los platos.
Desde los siete años
oyendo lo mismo a todas horas, cielo santo
santo, santo, como de Dios al fin obra maestra!
Pero, del sufrimiento, como el primer día:
mudos y flagelados a doble columna. Es horrible
POSICIÓN
Amo a Walt Whitman por su barba enorme
y por su hermoso verso dilatado.
Estoy de acuerdo con su voz, conforme
con su gran corazón desparramado.
Escucho a Nietzsche. Por las noches leo
un trozo vivo de Síls-Maria. Suena
a mar en sombra. Mas ¡qué buen mareo,
qué sombra tan espléndida, tan llena!
Huyo del hombre que vendió su hombría
y sueña con un dios que arrime el hombro
a la muerte. Sin Dios, él no podría
aupar un cielo sobre tanto escombro.
Pobres mortales. Tristes inmortales.
España, patria despeinada en llanto.
Ríos con llanto. Lágrimas caudales.
Este es el sitio donde sufro. Y canto
EN LA INMENSA MAYORÍA
Podrá faltarme el aire,
el agua,
el pan,
sé que me faltarán.
El aire, que no es de nadie.
El agua, que es del sediento.
El pan... Sé que me faltarán.
La fe, jamás.
Cuanto menos aire, más.
Cuanto más sediento, más.
Ni más ni menos. Más
JUICIO FINAL
Yo, pecador, artista del pecado,comido por el ansia hasta los tuetanos,
yo, tropel de esperanza y de fracasos,
estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado
de sombras y de suenos: me confieso
que soy un hombre en situacion de hablaros
de la vida. Peque. No me arrepiento.
Naci para narrar con estos labios
que barrera la muerte un dia de éstos,
esplendidas caidas en picado
del bello avion aquel de carne y hueso.
Alas arriba disparo los brazos,
alardeando de tan alto invento;
plumas de niquel. escribid despacio.
Helas aqui, hincadas en el suelo.
Este es mi sitio. Mi terreno. Campo
de aterrizaje de mis ansias. Cielo
al reves. Es mi sitio y no lo cambio
por ninguno. Cai. No me arrepiento.
Impetus nuevos naceran, mas altos.
Llegare por mis pies, para que os quiero?
a la patria del hombre: al cielo raso
de sombras esas y de sueños esos.
MUY LEJOS
Unas mujeres, tristes y pintadas,sonreían a todas las carteras,
y ellos, analfabetos v magnánimos,
las miraban por dentro, hacia las medias.
Oh cuánta sed, cuánto mendigo en faldas
de soledad. Ciudad llena de iglesias
y casas públicas, donde el hombre es harto
y el hambre se reparte a manos llenas.
Bendecida ciudad llena de manchas,
plagada de adulterios e indulgencias;
ciudad donde las almas son de barro
y el barro embarra todas las estrellas.
Laboriosa ciudad, salmo de fábricas
donde el hombre maldice, mientras rezan
los presidentes de Consejo.- oh altos
hornos, infiernos hondos en la niebla.
Las tres y cinco de la madrugada.
Puertas, puertas y puertas. Y más puertas.
Junto al Nervión un hombre está meando.
Pasan dos guardias en sus bicicletas.
Y voy mirando escaparates. Paca
y Luz. Hijos de tal. Medias de seda.
Devocionarios. Más devocionarios.
Libros de misa. Tules. Velos. Velas.
Y novenitas de la Inmaculada.
Arriba, es el jolgorio de las piernas
trenzadas. Oh ese barrio del escándalo...
Pero duermen tranquilas las doncellas.
Y voy silbando por la calle. Nada
me importas tú, ciudad donde naciera.
Ciudad donde, muy lejos, muy lejano,
se escucha el mar, la mar de Dios, inmensa.
BIOTZ-BEGIETAN
Ahoravoy a contar la historia de mí vida
en un abecedario ceniciento.
El país de los ricos rodeando mi cintura
y todo lo demás. Escribo y callo.
Yo nací de repente, no recuerdo
si era sol o era lluvia o era jueves.
Manos de lana me enredaran, madre.
Madeja arrebatada de tus brazos
blancos, hoy, me contemplo como un ciego,
oigo tus pasos en la niebla, vienen
a enhebrarme la vida destrozada.
Aquellos hombres me abrasaron, hablo
del hielo aquel de luto atormentado,
la derrota del niño y su caligrafía
triste, trémula flor desfigurada.
Madre, no me mandes más a coger miedo
Y, frío ante un pupitre con estampas.
Tú enciendes la verdad como una lágrima,
dame la mano, guárdame
en tu armario de luna y de manteles.
Esto es Madrid, me han dicho unas mujeres
arrodilladas en sus delantales,
éste es el sitio
donde enterraron un gran ramo verde
y donde está mi sangre reclinada.
Días de hambre, escándalos de hambre,
misteriosas sandalias
aliándose a las sombras del romero
y el laurel asesino. Escribo y callo.
Aquí junté la letra a la palabra,
la palabra al papel.
..............................Y esto es París,
me dijeron los ángeles, la gente
lo repetía, esto es París. Peut-étre,
allí sufrí las iras del espíritu
y tomé ejemplo de la torre Eiffel.
Esta es la historia de mi vida,
dije, y tampoco era. Escribo y callo.
CON NOSOTROS
(Glorieta de Bilbao.)En este Café
se sentaba don Antonio Machado.
Silencioso
y misterioso, se incorporó al pueblo,
blandió la pluma, sacudió
la ceniza,
y se fue ...
CÁNTICO
Es a la inmensa mayoría, fronda
de turbias frentes y sufrientes pechos, a los que luchan contra Dios, dehechos de un solo golpe en su tiniebla honda.
A ti, y a ti, y a ti, tapia redonda
de un sol con sed, famélicos barbechos, a todos, oh sí, a todos van, derechos, estos poemas hechos carne y ronda.
Oídlos cual al mar. Muerden la mano
de quien la pasa por su sirviente lomo. Restalla al margen su bramar cercano
y se derrumban como un mar de plomo.
¡Ay, ese ángel fieramente humano corre a salvarnos, y no sabe cómo! |
HOMBRE
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando a Dios. Y su silencio, retumbando, ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos. Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos. ¡Ángel con grandes alas de cadenas! | ||||
---|---|---|---|---|---|
Hablamos de las cosas de este mundo.
Escribo con viento y tierra y agua y fuego. (Escribo hablando, escucheando, caminando.)
Es tan sencillo
ir por el campo, venir por la orilla del Arlanza, cruzar la plaza como quien no hace nada más que mirar el cielo, lo más hermoso son los hombres que parlan a la puerta de la taberna, sus solemnes manos que subrayan sus sílabas de tierra.
Ya sabes
lo que hay que hacer en este mundo: andar, como un arado, andar entre la tierra. |
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos, en tornos de cristal, ante la muerte. Y te expondrán, nos expondremos todos a ser trizados ¡zas! por una bala.
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos Y también por ti. (Aquí no se salva ni dios. Lo asesinaron.)
Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquel que dice: abel, abel, abel ... o yo, tú, él ...
Pero tú, Sancho Pueblo,
pronuncias anchas sílabas, permanentes palabras que no lleva el viento... | ||||
EN EL PRINCIPIO
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra. |
TARDE ES, AMOR . Estuviste" )
Volví la frente: Estabas. Estuviste
esperándome siempre. Detrás de una palabra maravillosa, siempre.
Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece. Cedes la luz, mueves la brisa de los atardeceres.
Volví la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre. Silenciosa, tejiendo (tarde es, Amor, ya tarde y peligroso.) y destejiendo nieve... |
- Imaginé mi horror por un momento
- Por los puentes de Zamora,
- Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
- Con la sangre hasta la cintura, algunas veces
Un relámpago apenas
Besas como si fuese a comerme.
me declaro vendido, sin vencerme
tiras de mi raíz, subes mi muerte
Oh Dios, oh Dios, si para verte
Blas de Otero (1916-1979)
A LA INMENSA MAYORÍA
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
Así es, así fue. Salió una noche
Tiendas de paz, brizados pabellones,
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
Yo doy todos mis versos por un hombre
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