domingo, 11 de octubre de 2015

POEMAS DE REMY DE GOURMONT

Gourmont



Catalina

Catalina:
Heroína de la contemplación
que sabías mirar el sueño cara a cara;
Catalina, con furia por el diablo asaltada,
como el mar bate el pecho de la playa inocente;
Catalina, amiga personal de Nuestro Señor:
(Jesús la visitaba familiarmente
y venía a cantar el salterio con ella);
Catalina, en la frente diadema purpurina;
Catalina: vaso de lágrimas, vaso de gracia, vaso de sueños,
Santa Catalina:
Protege nuestras almas errantes por los sueños.
Versión de Eduardo Carranza


De  "Simone":

La Iglesia

Simone, me parece bien. Los ruidos de la noche
son dulces cual un cántico cantado por niños;
la oscura iglesia semeja un viejo «manor»;
las rosas tienen un grave aroma de amor e incienso.

Me parece bien, iremos muy serios, lentamente
nos saludará la gente que regresa de los prados.
Abriré la valla a tu paso
y el perro nos seguirá un buen rato con sus ojos tristes

Mientras tú reces, yo soñaré en los hombres .
que construyeron estos muros, el campanario, la torre,
la pesada nave semejante a una bestia de carga,
cargada con el peso de nuestros pecados cotidianos.

Cuando regresemos, Simone, será noche cerrada;
semejaremos fantasmas bajo los abetos,
pensaremos en Dios, en nosotros, en muchas cosas;
en el perro que nos aguarda, en las rosas del jardín.
Versión de L. S.

La nieve


Simone, la nieve es blanca como tu cuello,
Simone, la nieve es blanca como tus rodillas,

Simone, tu mano está fría como la nieve,
Simone, tu corazón está frío como la nieve.

La nieve no se funde más que a un beso de fuego;
tu corazón no se funde más' que a un beso de adiós.

La nieve está triste sobre la rama de los pinos,
tu frente está triste bajo tu pelo castaño.

Simone, tu hermana la nieve duerme en el patio,
Simone, tú eres mi nieve y mi amor.

Versión de L. S.



María

Dulzura y amargura de los besos
en las barcas del Nilo;
María de Egipto, túnica del sol
y velo azul que rozan los dedos de la noche,
los dedos de la brisa y el deseo,
viajera pobre, errando de un amor a otro amor
en la noche del Nilo enardecida
como una boca joven cuando besa;
María finalmente arrojada por el huracán
en la isla penitente,
María con los labios quemados
por el azufre del Jordán,
María por las arenas, María bajo las palmas,
María entre los leones;
María alimentada siete años
con un pan milagroso,
Santa María, quema nuestros corazones
en el fuego divino.
Versión de Eduardo Carranza




Margarita


Antes carne amorosa, antes dulce comarca
de placer;
y luego polvo bajo las sandalias
de San Francisco;
Margarita salvada de la carne
por el espanto de una carne adorada;
Margarita, con su nombre de cuatro pétalos
al pie de una santa higuera
y por tres años suspirante
en el limbo de la tristeza
y por tres años golpeando
en la puerta de la Santidad;
Margarita en una mortaja de oración y silencio;
Margarita cuya confesión
espantó la penumbra de las catedrales.
Oh Margarita, loca de Dios, pecadora arrepentida,
con el rostro pegado al suelo de la penitencia:
Santa Margarita, dobla hacia la tierra
nuestro orgullo.
Versión de Eduardo Carranza


 

Zita


Ojos dulces bajo la cofia,
pasos quedos y diligentes,
zuecos humilde,
corazón oloroso a pan de trigo
en el alba,
Zita cuyo oratorio era una cocina,
y que tenía por cocineros vestidos de blanco
a los ángeles del cielo;
Zita, amable reina en su reino humeante;
Zita: buen corazón, buen fuego, buena sopa,
albergue tibio y limpio;
Zita de manos rojas florecidas
de menta y de tomillo.
Santa Zita:
pon la mesa en donde se sienta el Amor.

Versión de Eduardo Carranza


Desde Palma de Mallorca,
en donde Lulio nació,
te dirijo este romance,
¡oh Remigio de Gourmont!
Va lleno de sal marina 
y va caliente de sol,
del sol que gozó Cartago
y que a Aníbal dio calor.
Llevan las gymnesias brisas
algo de azahar. Y son
para ti gratas, ilustre
nieto de conquistador.
Por tu sangre de Cortés
puedes ornar tu blasón
con signos que aquí en España
mejorará solo Dios.
Y pues de Cortés blasonas,
vaya esta salutación
llena de frases corteses
a tu hogar de sabidor.
Yo te recordé por Lulio,
a quien amas con razón,
pues no hay para seres tales
más que razonado amor.
De las plantas de Raimundo
tu herbario bien sabe el don,
si él tuvo antes don de lenguas,
don de lenguas tienes hoy.
Raimundo fue combativo;
tú lo eres en lo interior,
y si lapidado fue,
tú mereces el honor
de ser quemado en la hoguera
de la Santa Inquisición.
Aquí hay luz, vida. Hay un mar
de cobalto aquí, y un sol
que estimula entre las venas
sangre de pagano amor.
Aquí Simón estaría
bajo un toronjero en flor,
viendo las velas latinas
en la azulada visión.
Y tú tendrías la mente
en un eco, en una voz,
en un cangrejo, en la arena,
o en una constelación.



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