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Triste y contrita por mis graves faltas
y por mi desvarío largo y leve,
y por haber gastado el tiempo breve
de la vida fugaz en amor vano,
a ti, Señor, que ablandas corazones,
y vuelves cálida la nieve helada,
y alivias la pesada y dura carga
de quien se enciende en tu ardor sagrado,
recurro; y ruego que me des tu mano
y me saques del mar, del cual yo sola
no podría salir si lo intentase.
Tú quisiste, Señor, morir por todos,
tú salvaste a la humanidad entera;
dulce Señor, ¡no dejes que me muera!
32
Yo te lo juro, Amor, por tus saetas
y por tu antorcha poderosa y santa:
aunque arda el corazón y se deshaga,
y me hieran las flechas, no me importa.
Busca por el pasado y el futuro,
y elige la mujer que tú prefieras,
no hubo ni habrá amante que sintiera
llamas tan vivas, dardos tan agudos;
porque nace una fuerza de esta pena,
que supera al dolor y que lo engaña,
al punto que no duele, o no se siente.
Lo que me mortifica en cuerpo y alma,
el miedo que me empuja hacia la muerte
es que mi fuego sea llamarada.
78
Amor, cubre los ojos que me ataron
para que nunca vean la belleza,
la buena educación, la cortesía
de las mujeres bellas que hay en Francia;
que mi vida, que ahora es dulce y grata,
no se llene de llanto y aspereza
porque desprecio todo en este mundo,
excepto por su luz clara y serena.
Y si él encuentra, por azar, alguna
que sea digna de su amor y encienda
su corazón con fuerza y con constancia,
hiérelo con el plomo de tu flecha,
o dame muerte con tu flecha de oro,
que no quiero vivir de esa manera.
5
A menudo comparo a mi señor
con el cielo. Es el sol su bello rostro;
las estrellas, sus ojos; y cuando habla
suena la música del dios de Delos.
La tempestad, la lluvia, el trueno, el hielo
son su cólera, cuando se enfurece;
el tiempo calmo y claro es cuando quiere
rasgar, amable, el velo de su furia.
La primavera, el retoñar de flores,
es cuando hace aflorar mis esperanzas,
prometiendo que así serán mis días.
Llega el horrible invierno cuando cambia
y amenaza con irse y olvidarme,
privarme de mis bienes más preciados.
Tomado de:
http://hablardepoesia-numeros.com.ar/numero-24/gaspara-stampa-siete-sonetos/
Soneto CCVIII
El amor me convirtió en fuego vivo,
como una nueva salamandra en el mundo,
como el animal menos raro
que en el mismo lugar nace y muere.
Todo mi placer y deleite
es vivir ardiendo y no sentir dolor,
sin preocuparme de quien me conduce
si tienes o no piedad de mí.
Sólo el primer ardor se extinguió
fue otro para incendiar el amor, aún más vivo
y más grande que todos los que he probado.
no me arrepiento de arder de Amor,
si alguien vuelve a robarme el corazón
te saciarás de mi ardor.
Tomado de:
https://www.jessicaiancoski.com/post/gaspara-stampa-soneto-ccviii
escarcha 08
Si yo, que soy una mujer abyecta y de baja cuna,
puedo llevar dentro de mí tan alto fuego,
¿por qué no he de poseer al menos un poco
de poder poético para contarlo al mundo?
Si el Amor, con un pedernal tan nuevo e inaudito,
me elevó donde nunca pude trepar,
¿por qué no puedo yo, de una manera inusitada,
hacer que el dolor y la pluma sean iguales en mí mismo?
Si el Amor no puede hacer esto por la fuerza de la
naturaleza,
Tal vez como por un milagro pueda
Pasar y reventar toda medida común.
Cómo puede ser eso, no puedo explicarlo bien
. Sin embargo, siento, debido a mi gran fortuna,
Mi corazón impreso con un estilo nuevo y fuerte.
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por el propietario. proporcionado sin cargo con fines educativos
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