lunes, 18 de abril de 2022

POEMAS DE RAÚL RIVERO

 



Propiedad privada

Esta mujer es mía

mi instinto de animal

no me permite prestársela a un amigo.

No la comparto

ignoro si me presento ahora

como un monstruo ante ustedes

pero no cedo, no la doy

no le permito que entregue a nadie más

su corazón que a mí.

 

Esta mujer es mía

míos son sus afectos y sus lágrimas

su amor, su juventud

su carne, su tristeza

sus desesperaciones, sus manías

sus malas noches, sus dolores

sus amarguras y sus sufrimientos.

 

Esta mujer es mía

no la comparto

no la entrego

la defiendo de extraños

la resguardo de cataclismos y epidemias

la alimento y alimento a sus hijos

la abrigo y la poseo

le canto y la fecundo.

 

Ésta es la realidad.

Juzgadme con mesura

profundizando bien sobre estas cosas

y vamos todos a firmar este poema

en La Habana

en la década del 70

en medio de una lucha feroz por ser mejores

porque más nadie escriba nunca esta mujer es mía

como si fuera un libro o una lámpara.

 

Firmemos, ayúdenme a testimoniar este momento

queridos contemporáneos míos.

 

 

ADIVINANZA PARA MI HIJA

Con María Karla

 

¿En que se parece la libertad

a un atardecer?

No sé.

Yo ha veces confundo

la caída de la noche

con la entrada del día

y hay un instante

uno solo

en el que nadie sabe

si viene o se va la luz.

He visto tres mil 227 atardeceres.

Nací en el otoño

a mediados de los ochenta.

No puedo hacer comparaciones.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/raul-rivero/ 

 

 

ORDEN DE REGISTRO

 

 

 

¿Qué buscan en mi casa

 

estos señores?

 

 

 

Qué hace ese oficial

 

leyendo la hoja de papel

 

en la que he escrito

 

las palabras "ambición': "liviana" y "quebradiza"?

 

 

 

¿Qué barrunto de conspiración

 

le anuncia la foto sin dedicatoria

 

de mi padre en guayabera (lacito negro)

 

en los predios del Capitolio Nacional?

 

 

 

¿Cómo interpreta mis certificados de divorcio?

 

 

 

¿Adónde lo llevarán sus técnicas de acoso

 

cuando lean las décimas

 

y descubra las heridas de la guerra

 

de mi bisabuelo?

 

 

 

Ocho policías

 

revisan los textos y dibujos de mis hijas

 

se infiltran en mis redes afectivas

 

y quieren saber dónde duerme Andreíta

 

y qué tiene que ver su asma

 

con mis carpetas.

 

 

 

Quieren el código de un mensaje de Zucu

 

y en la parte superior

 

de un texto críptico (aquí una leve sonrisa triunfal del camarada):

 

 

 

"Castillos con caja de música. No dejo salir

 

al niño con el Coco. Yeni"

 

 

 

Vino un especialista en intersticios

 

un crítico literario con rango de cabo interino

 

que auscultó a punta de pistola

 

los lomos de los libras de poesía.

 

 

 

Ocho policías

 

en mi casa

 

con una orden de registro

 

una operación limpia

 

una victoria plena

 

de la vanguardia del proletariado

 

que confiscó mi máquina Cónsul

 

ciento cuarenta y dos páginas en blanco

 

y una papelería triste y personal

 

que era lo más perecedero

 

que tenía ese verano.

 

 

CORREO ELECTRÓNICO

 

 

 

Frente a ti todo lo que queda decir se congelaba.

 

 

 

En vez de en un portal abierto de La Habana

 

me hallé en una abadía.

 

 

 

No fue una aventura, no.

 

Para mí era un reencuentro

 

el hallazgo tardío

 

de sentimientos que habían muerto en un cautiverio.

 

 

 

Esta es sólo una nota

 

una reseña superficial

 

que no tiene información profunda.

 

 

 

Las palabras se quedan en el brocal del pozo.

 

 

 

Estoy ocultando muchas cosas que me duelen.

 

 

 

 

 

Extraídos de ALFORJA – REVISTA DE POESIA, XXVII, Invierno 2003. p. 40-41.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/cuba/raul_rivero_castaneda.html

 

 

Plegaria tardía

Dios te salve María López

y otras hierbas del patio

de la vileza en la vejez

y te dé fuerzas para zafarte el nudo.

Dios te salve María

de las tentaciones y los vicios

y te veas libre del odio

de la envidia

y del silencio.

Dios te salve del suplicio

de los malos versos

y de la prosa de ferretería

y te propicie un espejo indulgente

para que te hagas una mujer conforme

con la fealdad y con las medianías.

Dios te salve, María López

porque tú sola

ya no puedes.

 

 

Poema para localizarme

 

Escríbeme una nota que me hable

del azar, de tu cara, y de las venas

una nota de duelo, de regreso

desde las catedrales de las penas.

Que diga confusión y firmamento

indemne, encadenada y presunción.

Un manuscrito que he esperado siempre

una escaleta de arrepentimiento

un dolor que me toque y que me asalte.

Un llanto relativo que me empañe

los ojos tristes y los espejuelos.

Una reseña del amor perdido

la crónica letal de esos que fuimos

las palabras finales con el mapa

(la cruz de tinta que señala el sitio)

donde abriste la tumba en la que vivo.

Tomado de:

https://www.poeticous.com/raul-rivero?locale=es

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario