IMPRESIONES EN LA PRISIÓN
To Huu: - Estos son ideas…
la vida en prisión, que solitaria;
el corazón ansioso, el oído expectante,
escucho emocionado el río de la vida
que fuera de aquí fluye con gran felicidad.
Aquí – el atardecer de luces en penumbra
Débil y blanquecina resbala en los barrotes.
Aquí – el frío glacial de los muros austeros.
Aquí – el siniestro claustro de madera de hierro.
El gorjeo del pájaro en el viento
que se levanta como la marea,
presuroso aletear de los murciélagos
de la noche que las alas agitan,
tañer de cascabeles del caballo
que piafa junto al pozo frío,
allá arriba, por la lejana senda
el chasquido de pantuflas que pasan…
¡Ah, cómo se desborda hoy la savia
en todas esas voces que son tan familiares!
Escucho el viento en la copa de árbol
sobre las ramas y las hojas,
escucho la amplia y saludable
pujanza de las cien especies.
Escucho vagamente que allá afuera
todo es apenas un suave murmullo
del mundo en medio del espacio inmenso
y se colma del néctar de la vida
que derraman las flores y as frutas
y del perfume de la libertad
que hay en cada una de las mil jornadas…
Todos estos milagros de mi alma
ingenua me hacen olvidar de súbito
en un breve minuto la existencia oprimida.
Fuera… ¡cuántos destinos prisioneros
son pisoteados en fosos sin fondo!
Yo, esta tarde, en prisión
con todo el rencor en mi corazón
soy solamente uno
entre la humanidad adolorida
soy solo un joven pájaro pequeño
encerrado en una jaula minúscula
metida dentro de una enorme jaula.
El sonido de un toque de corneta
A lo lejos me llega con el viento.
Celda Nº1 Prisión Thua Thien
19 de abril de 1939
SANGRE Y FLORES
Sed ardiente, cien años esperando
este día llega la alegría
se creería todo un sueño,
un cielo sereno de un azul increíble
y la tierra apacible del sueño de los niños.
El gran amor es más fuerte que el acero y fuego.
Este campo de batalla está en el corazón de los hombres.
Que importa sol o lluvia, la tierra es siempre bella y
redonda,
la vida nos quiere, nos hace falta vencer por ella.
Ningún dolor pertenece a un solo hombre.
Tal proeza, también, pertenece a la humanidad toda.
¡Oh Viet Nam! Esta sangre y estas flores,
¿acaso puedan dar más color y sabor a los días que
vendrán?
Las heridas se curan con dificultad,
la mitad de tu cuerpo sufre todavía ¡Oh país natal!
pero ya está llegando la primavera, estación de alegría.
Bosques y montañas han vuelto a encontrar el verde color
de la liberación,
Brotad, ¡oh olas del Mekong!
y barred el fango,
las alambradas que separan rostros y parten corazones.
Volvemos todos a encontrarnos juntos, hijos del país,
la sangre se ha mezclado con la sangre roja,
igual que el cinabrio puro.
¡Saigón! ¡Hue! Se acerca el día de los reencuentros.
Maravilloso esplendor, esto serán nuestros montes y ríos
reunidos.
28 de enero de 1973
CANTO DE OCTUBRE
En el tiempo en que tú
no estabas aún en este mundo,
la tierra siempre estaba llorando,
la humanidad no se había hecho hombre,
la noche milenaria, salvaje era.
Lágrimas, sudor y sangre,
por medida y medida
trocadas contra arroz enmohecido,
cogido grano a grano.
Luego que te has alzado
la tierra comienza a sonreír,
y la humanidad, luego de ese día,
canta el canto de octubre.
Los tristes ojos, semicerrados,
se abren como una aurora
ya vislumbra el porvenir,
y las manos se aferran de nuevo
a la roja bandera durante la larga noche.
1950
HIMNO A LA PRIMAVERA DEL AÑO 1961
Canto a la primavera
Del sesenta y un.
En la rama del jinjolero penden dorados frutos,
En la gota de rocío el sol refleja.
Mejor sol cuanto el invierno fue más duro.
Dulzura, sólo llegas en razón de amargura.
En el umbral del año una ola enturbia el alma.
Viene la primavera, ¡y qué efusión tan súbita!
El océano ruge allá en donde verdeaban las moreras
Estos versos de antaño que cristaliza aún el dolor
humano.
De la cresta de olas al abismo, un destino desdichado.
¡Oh To Nhu, las lágrimas lloran el sino de Kieu!
El alma de Nguyen Trai pasa errando
Con el ruido de la espada que blandió-
Y la voz de sus poemas que queja hasta desgarrar el
corazón…
Las voces del pasado, cantos de nuestros ancestros
Con ellas hoy celebro nuevamente a mi tierra.
En lo adelante tenemos un rincón del planeta,
Un pedazo de cielo, las montañas, las aguas.
La parte que llega es aún incompleta,
Pero ya para siempre nuestra bandera flota.
Viet Nam, pueblo heroico, has sabido mostrar
Cómo alcanzas con mano vacía la dignidad humana.
¡Alegría de vivir! La vida se nos abre y cada día
funciona
Como la nueva serie de nuestras tiendas
Llenas de cosas hechas por nuestras propias manos.
Hoy, venid al Mercado de las Flores, enamorados,
Y comprad algunos regalos para la boda.
Untuosa y fresca seda de Nam Dinh,
Peines de Hang Dao suaves para el cabello.
Claro que somos aún pobres, nada abundante,
Nuestras calles estrechas y los techos de paja,
Pero hay bastantes láminas de fiesta
Para que el Tet toda pared lo cante.
Para quién escribo este poema del año
Crece la noche… desciende el frío,
Suena Hanói… un pitazo por la estación-
Sale un expreso.
¿Un tren que corre o largo del camino del Sur?
¿Un tren? ¡No! Es mi corazón
que estalla¿ y se parte en dos!
Sé que eres fuerte, mi corazón,
¡No llorarás
pero cómo ardes!
El gran fuego atiza este fuego interior.
Desde hace días ando transido de nostalgia,
Distraído y turbado, sin sosiego posible.
Escucho la campana guerrera y los fusiles
Del Sur erguido, que llaman a las armas.
Mis tres niños dormitan desde hace largo rato.
¿Cuántos hay que nunca han conocido lecho?
El gallo cantó el alba.
Poema, toma impulso sobre tus alas fuego.
Un pájaro canta ante mi puerta,
Comienza un nuevo día de primavera,
Aurora quieta.
En la rama del jinjolero penden dorados frutos
Como la sencilla alegría, el pequeño sueño
Colocado ante los ojos de los hombres:
Paz.
Independencia
Prosperidad
Felicidad
Libertad
24 de enero de 1961
LOS QUE NO MUEREN
A mi amigo y hermano Nguyen Chi Dieu
Tú y yo entre los cuatros muros desnudos y fríos,
en silencio nos miramos. No son necesarias las palabras.
Tú oyes el otoño desatar las hojas,
retirar la savia de la vida.
Yo miro toda una primavera andar hacia nosotros,
tú eres un viejo marinero que conoce el timón;
y yo soy el joven compañero que acaba de coger el remo,
cercano uno del otro y sin embargo tan lejos,
entre nosotros dos toda la vastedad de este mar inmenso.
Tu barca ha pasado tantas veces las crestas de las olas
balanceada sobre el salado abismo,
el ala de la vieja vela antaño desafió orgullosa la
locura del viento.
Hoy, desgarrada, pende al mástil dislocado
y las planchas borrachas en otros tiempos del ritmo de
las olas
esta noche la tempestad las llevó sobre la arena
esta noche – sobre el promontorio de piedras solitarias.
De pie contemplo tu barca desnuda y muerta,
¡Cuantos días gloriosos en su casco!
¿Es que mueren, ¡Oh vosotros hombres de la tierra! las almas,
que han sufrido mucho, y dado antes de la hora
toda la sangre de su juventud para aportaros un nuevo
día?
No, no, no, tú no mueres en mi.
El sentido de tu vida ha hecho abrirse las flores, brotar
los nuevos retoños
en la cabeza y el corazón de los más desheredados.
Tú vives, en todas las fuerzas vivas,
de los árboles que en estos tiempos impulsan la savia al
extremo de sus ramas.
La aguja imantada que ha orientado toda tu vida,
la tengo yo ya en mi mano,
está trazado el rumbo, levanto el ancla y tomo el timón.
Mi barca se desliza alegremente entre mil y mil otras.
Qué importa que ese vaso mar esté sereno
o desmontado de olas rabiosas y crueles
yo continúo al timón hasta el día en que agotado,
una noche en vez y contra todo, como tú
volveré entre los restos, de planchas rotas
mientras que las otras barcas se deslizan hacia adelante.
Otoño de 1938
COMO EL PEZ EN EL AGUA
Dos jóvenes, un cuadro revolucionario y un combatiente,
se encuentran en camino de guerrilla, en un desfiladero.
Al encontrarnos por la primera vez:
¿Cuál es tu nombre y cuál el mío?
¿De dónde vienes tú? ¿De dónde llego yo?
Somos parientes y hermanos.
Una mirada sin palabras, basta,
los ojos buscan hablarse
nuestra ropa parda es del mismo origen,
habla queda de mutua estima.
Tu boca se entreabre como corola de frescor,
tu rostro enfermo encuentra sus colores,
el vasto campo en este décimo mes,
embalsama la más bella de las cosechas.
Allá lejos, en la aldea rodeada de verdes bambúes una
abuela mece al nietecillo, que se adormece contra su viejo seno:
pequeñín, que avs creciendo entre mis brazos,
tu padre se fue allá lejos, al frente,
y esta es la hora que aún no ha regresado,
tienes que ser bien manso,
mi pequeñín, duérmete,
tu mamá se fue para el mercado
a vender hojas de perfumado té,
tu mamá se fue al mercado
para vender legumbres,
tu papá se fue para combatir al enemigo,
y allá estará todavía por largo tiempo,
mientras tu madre en arrozales profundos,
seguirá trabajando día y noche.
¿Oíste, hermano combatiente?
Seguramente, en ciertos momentos,
tu corazón siente nostalgia,
fuerte – hermano, llenos de dulzura,
tus ojos fijan el lejano horizonte…
Este mediodía sobre el desfiladero,
con delicia gustamos por unos minutos
compartiendo unas briznas de tabaco fuerte,
tú lanzas una bocanada, yo lanzo otra bocanada.
Un instante después nos separamos,
tú vuelves al llano, yo a la montaña,
tu corazón y el mío,
están oprimidos por un gran sentimiento.
¡Oh! El pez en el agua…
1947
LA MARCHA DEL PRISIONERO
A Huynh Ngoe Hue
Pasamos por las calles de Qui Nhon al exilio,
¿por qué hoy nos parecen tan queridas las casas?
Vosotros que os cruzáis y mezcláis las pisadas
¿Por qué me parecéis mis antiguos amigos?
¡Ve despacio, camión, sólo algunos instantes,
si no, un día, tendré yo sed de todo esto!
Pero ya en el camino las casas se dispersan,
algunos transeúntes – sombras por los caminos-,
los verdes arrozales ondulan de nostalgia,
desde el campo en terraza surge una melopea en el sol de
la tarde,
lejanas las siluetas del pasado, a mis ojos
Las montañas se esfuman – tristes y solitarias.
La carretera sube hacia esa tierra extraña:
Kon Tum: desfiladero – montes, montes y montes-,
cantan pinos al borde del murmullo de arroyos,
¿a quién llamáis chillando, pájaros de la tarde?
Quisiera rugir para disipar la amargura,
mas mi rabia se ahoga en el viento que pasa.
Sube el camino hacía Dac Sut, hacia Dac Pao,
los pasos trepan cimas y torrentes,
los puentes suspendidos encima de los rápidos,
hay puestos fronterizos dispersos, solitarios,
el corazón transido de dolor, yo os recuerdo,
hermanos prisioneros que me habéis precedido.
Ay, aquí os ocultaron, queridos compañeros,
vuestros huesos lanzaron aquí entre la maleza,
el brazo del guardián se cansó del flagelo,
¡Vuestra sangre fue dicha para todos sus jefes!
¡Cada una de estas piedras es de sangre reseca,
cada trozo del puente, un trozo de cadáveres!
Vosotros, los primeros en andar el camino,
¡Sabed que andan los nuestros detrás de vuestras huellas!
La carretera trepa hacia el monte Dac Lay,
quiebra el silencio el canto de algún gallo salvaje,
en la bruma movida por el viento glacial
no pasa ningún pájaro – se sumen en las nubes
minúsculas aldeas, hay un puesto a lo lejos,
su bandera incolora desde las atalayas
lanza a mi corazón cenizas de la tarde.
¿Quién descifrar pudiera la fuerza de la cólera
en los ojos del preso que miran a lo lejos
las montañas hundidas en la neblina, decidme,
montañas, desde aquí hasta el llano allá abajo?
¡Cuántas leguas por medio – cuántas noches de marcha?
Enero de 1942
Tomado de:
https://poesiamaspoesia.com/122-poesia-mas-poesia-to-huu/
MAMÁ
Quién volvería a la aldea a decir a mi vieja
que esta noche su hijo lejano la recuerda.
¿Tienes frío, mamá? El viento de las cimas
no se termina nunca, ni la fría llovizna.
Te vas a cultivar el arroz en el fango,
las briznas de la siembra temblándote en los brazos.
Con cada una de ellas que hundes en la tierra
un pensamiento para tu hijo ya se eleva.
La llovizna ha calado tu sencillo vestido
y con cada gotica mi cariño ha crecido.
Si me quieres, viejita, si es que me oyes,
no te afanes por mí de día ni de noche.
Cientos de montes y arroyos he atravesado
y tú miles de penas has afrontado.
Mis diez años de guerra son muy poca cosa
ante tus sesenta de vida heroica.
Me voy lejos, al frente, para allí defenderos
a ti y a mi patria, las dos madres que tengo.
Por mí no te preocupes, ya que mucho me quieres,
¡que mi madre es madre de un combatiente!
Aunque lejos de ti, muy cerca estaré siempre,
junto a mis compañeros que me protegen.
Estamos unidos de corazón, mamá,
unos con otros, todos los hijos de Viet Nam.
Cada paso que doy tropiezo con la guerra,
pero mientras avanzo nuevas madres me llegan,
madres que me han curado como a sus propios hijos,
dado calor y ropa, un hogar y cariño.
Pero yo estoy curtido, ¡cuánto he crecido ya!
Y sólo me preocupo por ti, mi mamá.
Piensa en tu hijo, pero no te entristezcas;
echado el enemigo, pronto estaré de vuelta.
La madre de cabellos grises escuchaba
esa noche una voz silenciosa y lejana.
AVANZAMOS
Vamos a plena luz
por el camino.
En calma, sin ningún
sobresalto,
por el camino de ocho metros de ancho,
infinito,
que va de Bac Son a Dinh Ca,
de Dinh Ca a Thaí Nguyen,
del Noroeste a Dien Bien
de la Revolución al fin de la batalla.
¡Y que hoy vira hacia la nueva mar
de esta tierra roja, virgen, inmaculada!
¡Hermosa es esta patria amada!
Los bosques de palmas,
el té de las montañas,
las verdes llanuras perfumadas,
el Río Claro con sus mil llamas,
los remeros coreando aah... aah... aah...
¡Y la resaca oscilante de las olas
bajo las chalanas de Binh Ca!
Quién pasa por Phu Tho.
Quién baja hacia Trung Ha.
Quién vuelve a Hung Hoa.
Quién llega a la Zona Tres.
Quién vuelve a la Zona Cuatro.
Seguid el torrente de Libertad hacia la patria.
¡Ya el francés arrancó con fortines y postas!
El Río Rojo celebra el triunfo ola tras ola.
¿Va usted para Hanói? Coja puesto en mi barca
¡Así, pues, nueve años han pasado!
Tres mil días de lucha sin tregua.
Van fuertes mis rodillas, firmes mis piernas.
El otoño de agosto iluminado
extiende sobre uno su cielo espléndido,
una nube se escurre blandamente...
¡Qué día tan excelente!
Son nuestras las nubes, el cielo de la patria,
¡nuestra República Democrática!
La sombra enemiga se ha fugado.
Ved los soles de otoño y el agosto: ¡victoria!
¡Hacia la capital, que el Tío nos aguarda!
¡Tras los cabellos blancos, la bandera roja!
¡Madre, seca tus lágrimas!
El enemigo ha huido.
El bambú de la aldea
en el jardín, y el plátano,
renacerán;
volverán nuestros búfalos
por las costas y playas.
Diez veces más que antes de las matanzas
el llano cantará.
¿Hermanitos, ya vais a la escuela?
Nosotros os construiremos aulas nuevas
que no serán quemadas más,
vuestros cantos y juegos por la colina se abrirán
como un enjambre de pájaros en torno a la aldea.
Quién va al Sur del país,
hacia los brazos del Mekong;
quién entra en la ciudad Ho Chi Minh,
nombre glorioso en letras de oro constante;
quién regresa a la indómita Llanura de los Juncos,
nuestro bastión más alto, carne de nuestra carne,
tierra sagrada, enemigo sepulcro.
Quién llega a Phu Yen, Khan Hoa;
quién vuelve a Phan Rang, Phan Thiet;
quién sube al altiplano: Kontum, Darlac,
la extensa Zona Cinco, entraña nuestra, país querido;
quién vuelve a mi tierra natal,
el Río de los Perfumes, el Vado de Hat, la Playa de los
Pinos.
Quién va con los hermanos, quién va allá
a decir a la otra mitad de Viet Nam;
cada palmo de tierra es suelo de la patria,
¡la patria vietnamita, la República Democrática!
Somos hijos de un mismo padre, hermanos de sangre.
La carne siente cuando los huesos sufren,
el corazón está atado a la mente.
Tenemos tres pies
(¡sí, tres!).
Que el burro rebuzne
a más no poder,
que no nos incumbe.
Que vengan a hacer
fronteras, ¿y qué?
¡Junto a Ho Chi Minh
y siempre de pie
hasta ver el fin!
Sí, hemos crecido en medio de la guerra.
Los pies trabajadores de este pueblo de héroes
han perdido por siempre sus cadenas.
Los pies que, saliendo del fango, del carbón,
han andado hacia el sol de la Revolución.
Los pies de Ba To, Cao Lang, Hoc Mon,
que en Dien Bien hicieron temblar toda la tierra.
¡Los pies que han hundido a los Señores del Imperio
en el negro pantano de los tiempos!
Adelante, adelante, adelante,
firmes como de bronce, duros como de acero.
Somos miles, millares,
avanza nuestro ejército
largo como los ríos, como los montes alto.
Avanza nuestro cuerpo,
avanza como el inmenso Mar de China,
inmenso.
Adelante. La patria es de una pieza,
nadie la podrá destrozar.
De la Punta Camau a la Puerta de China
un mismo cielo sobre nuestras cabezas,
de Norte a Sur un sólo mar.
No hay paralelo para cada corazón,
en un mismo afecto por nuestro Tío Ho,
en un mismo amor por la misma capital,
en la misma esperanza por un sólo Viet Nam.
Tomado de:
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