Adiciones al Pasado
Las cartas
en la habitación de la viuda
En la
canasta de paja
En la cama
purgada del sueño
En la
intención de ayunar que acecha
En el aire
del pasillo.
Los
vegetales, comprados normalmente en la mañana
Los tickets,
El bus del
amanecer los martes
Las
almohadas
Las velas
La
indulgencia…, donde las frases sagradas están
Talladas
ostentosamente
En los
bajorrelieves
El borde del
aparador desde la rajadura en la puerta
La puerta
misma…donde los himnos reunidos
Revolotean
como pañuelos en la oscuridad de la llanura.
La sombra
del aire
La novela
que ella no ha vuelto a poner en el estante,
¡No puede
recordar!
Sus héroes
caen muertos a tierra
Ella los va
barriendo
Uno tras
otro
Con su
escoba, sus reproches, sus plegarias
Las cartas
quedan sin abrir
Los muertos
Regresan a
través de la grieta en la puerta
Para robar
La sabana
naranja
Y las mantas
Un Enemigo Baja por las Colinas
Mientras
desciende
Mientras lo
vemos descender
Mientras nos
deja entender que esta
A punto de
descender
Cauto y
silencioso
Su ilícita
presencia
Cuando
escucha cuidadoso entre los arbustos
Su miedo al
descender
El silencio
contenido
Que él no es
nosotros
No es aquí
Comienza la
muerte
Arranca una
flor
Solo una
flor
Sin mensaje alguno
que proponer
Ni bucaro
para ella
Desde la
colina
Puede ver
El punto de
control militar
Los
paracaidistas
Puede ver la
gente desesperada
Las laderas
de las montañas
El único
sendero
Donde sus
pies dejaran huellas en las piedras
En lodo y
agua
También
puede ver
Las bajas
desde las colinas
Dejadas
atrás con premura
La
equivocación de las sombras
Recuerda
Donde el
bigotudo enemigo
Se asemeja a
los árabes muertos aquí.
En las
laderas de las montañas
Las cuevas
parecerán todas apacibles
El camino
siempre parecerá el mismo.
Mientras
desciende
Las cuevas
en las montañas
Siguen
observando
Pestañean en
el frío.
La
Trinchera
Qué extraños
son los días de la sal
Es como si
fueran de otros
Y al igual
que una tragedia bien tramada
Traída
apenas a su fin
Comienzan a
respirar cuando los recordamos
Las
olvidadas colinas el tedio de las laderas
Las montañas
que aspiran hacia el oeste
Las errantes
caravanas de la muerte
La fe de los
muertos, completa.
Las manos
que emergen de la oscuridad
Para decirte
todo
La profunda
fraternidad que no conduce a la sabiduría
Las palabras
no más apropiadas a los lugares elevados
Extraños son
los días de la sal
Ahora solos
en el abismo
Esparcidos
como podridas semillas
Y mientras
ascendemos,
Porque eso
es todo lo que podemos hacer
Los días
ruedan hacia la distancia a nuestras espaldas
Abandonados
y nunca pueden regresar
Nuestra tez
oscura
Nuestros
intentos de dormir
Nombres,
títulos interminables
Dialectos
también
Proclamando
una campiña
Que ya no es
necesaria.
Qué extraños
son los días de la sal
No son
siquiera dignos de ser recordados.
La Prostituta del Campamento
Lo que se
proponen aquellos que visitan su casa
Es palpable
Tan puros,
tan altivos.
Los que se
quedaron hasta tarde en los campos
La
encontrarán colgando junto a los arbolitos
Los cinco
peldaños musgosos
Luego la
buganvilia junto a la puerta.
Sus
brazaletes resuenan en su sueño como un caballo fantasma
Sus ropas
interiores colorean sus sueños
Sus senos
bien trillados como el sendero hacia el molino
Sus movimientos
rituales entre la cama y la palangana
Cual canción
popular toda la ira.
La
naturaleza muerta en la pared
Las sábanas
y las dos almohadas
El aroma de
la colonia barata
Las uñas
tras la pared
Donde el
olor de sus ropas queda flotando
El jazmín más
allá de la ventana
Los torpes
retorcimientos de su cuerpo
La tensión
que llena su silencio
Las
intenciones de aquellos que pasan por su casa
El marchante
y el huésped,
Los
estudiantes, oficinistas y los pollos
Los
directores, los guardias y los perros,
Los
porteros, los gatos y los verduleros
Los padres y
los hijos
Todos
aquellos que han dejado su olor en su insomnio
Todos
estaban allí
Detrás de
los niños
El carromato
El ataúd
Tan puros,
acompañándola a su destino.
La Canción del Durmiente
Subo los
siete niveles
Del sueño
En el sueño
eres
Una elegía a
los que se fueron
Un icono de
censura
Subo
Los siete
niveles del sueño
Todos.
No pasa nada
Nada
termina.
Enciendo la
luz
Para que los
muertos
Puedan ver lo que estoy soñando.
Traducido
por May Jayyusi y Alan Brownjohn
For East-West Nexus/PROTA*
Beirut, agosto 1982
Cómo me
gustaría que no se hubiera muerto
en el último
ataque aéreo del miércoles
mientras
paseaba por Nazlat al-Bir –
mi amigo de
pelo rubio
tan rubio
como un nativo de las tierras bajas de Irak
Como una
mujer hechizada por su telar,
la guerra
estuvo todo el verano tejiendo su urdimbre y su trama.
¡Y esa
canción, oh Beirut!,
sonando en
todas las radios
en la casa
de mi padre en Al-Karama --
y
probablemente en nuestra vieja casa en Beit Jala
(la cual,
siempre que intento encontrarla en el amasijo del campo,
se niega a
ser encontrada).
Esa canción
cantaba lo que conocíamos –
cantaba
nuestras calles, estrechas y olvidadas,
nuestra
gente famélica en los suburbios creados por la guerra.
Pero la
canción no cantaba acerca de ese verano en Beirut,
no nos dijo nada de lo que venía—
aviones,
bombardeos, aniquilación…
La canción
se escuchaba mientras mi amigo de Irak—
quien pensó
que yo era de la campiña marroquí—
tropezó
sangrando hacia su muerte…
Su pelo
rubio nunca desaparecerá,
un rayo de luz se cauterizó en memoria.
Un Joven de
Al-Jaheer Expresa Sus Pesares…
(Bir Zeit,
1997)
Debo abandonar
esta ciudad:
una ciudad
donde el sol nunca me ilumina,
donde nunca
hay sombra,
una ciudad
sin bar donde ahogar todas mis penas,
un lugar
donde nadie sabe que existo!
debo seguir
adelante subrepticiamente
sin
remordimientos ni amarguras…
no tengo
sitio en las celebraciones oficiales
ni un puesto
para mí en los jardines
Esos pájaros
me han mostrado el camino
puede que no
tenga un caballo
pero no
tengo nada que temer
no hay muros
a mi alrededor…
Pero debo
irme ahora mismo…
debo lanzar
sus viejas leyes a los perros,
y restregar
sus tradiciones en el polvo,
entonces
escabullirme, al abrigo de la oscuridad…
Era de noche
la primera vez que llegué aquí
los días
antes de que mi cabello se volviera gris –
vine a dar
aquí y me mezclé,
desenraizada
cual planta doméstica en una bañera.
En aquellos
días mi paso era firme,
y mi voz
nunca vacilaba,
En aquellos
días nunca estaba en silencio…
Ahora estoy
exhausto de los chismes de este lugar,
Estoy
agotado por la corrupción,
por esas
mujeres obtusas, extremistas
por los
desfiles ebrios, ilusos de todas las noches,
por los
viejos balbuceantes, los fanáticos llorosos y arrepentidos…
debo irme!
Debo sacudir
de mis pies el polvo de esta ciudad…
Así que
mientras los pastores vuelven del pozo,
mientras los
ancianos indolentes vuelven reptando de sus madrigueras,
mientras los
predicadores brotan de la oscuridad,
y las
ventanas se cierran de golpe en la tormenta de arena,
para cuando
se estén revolcando en sus sueños,
y se hagan
borrosas las líneas
entre lo
sagrado y lo profano,
allí donde
el día se hace noche…
--estaré
lejos del otro lado del valle,
junto al
borde de los bosques de cedro, encima a la colina.
Guía
Nos señaló…
este camino.
Y
desapareció
en el
derrumbe de las casas
después de
la explosión
sus dedos en
la grieta en la pared
todavía
señalando:
por aquí…
por aquí.
Almohada
Habrá tiempo
todavía
para
decirle,
Madre,
buenas
noches,
regresé
con una bala
en la cabeza
he ahí mi
almohada
quiero
echarme
y descansar.
Si la guerra
alguna vez
toca la puerta,
diles: está
descansando.
*
Cuatro
hermanas de Zakaria
Cuatro
hermanas
suben solas
la colina
vestidas de
negro.
Cuatro
hermanas suspiran
de frente a
la espesura.
Cuatro
hermanas en la oscuridad
leen húmedas
letras.
Un tren que
venía
desde
Artouf* pasó
por detrás
del cartel.
Un caballo
que lleva
a una
muchacha de Zakaria*
relincha por
la llanura.
En el
desfiladero
las nubes
pasan lentas.
Cuatro
hermanas
de Zakaria,
solas
vestidas de
negro
en la
colina.
* Zakaria
and Artouf son dos aldeas palestinas en el área de Khalil (Hebron) cuyos
ocupantes fueron obligados a retirarse en 1948. Los poemas anteriores fueron
traducidos por Sargon Bouln, tomados de los poemas escogidos del autor,
´Tarteeb al-wasf´ (¨Poniendo en orden la descripción), Ramallah, 1998.
Reeditados aquí según lo publicado en Banipal 12.
*
Recordando a Fátima
Qué claro
era el cantar de los marroquíes que nadaban
en la
corriente del río antes del crepúsculo, las mujeres recostadas al puente
entre sus
niños y las canastas de verduras y tumbas de santos…
La lejana
Rabat con sus gentes donde al-Andalus se esconde,
Rabat,
siempre que digo que abandonaré sus salones, despliego ante mi voluntad
una manta y
ella despliega una manta
Oh Fátima
si sólo te
inclinaras hacia mí
o me
recordaras,
esa era la
canción del río,
temblaría mi
corazón
y me harías
feliz
y la gacela
en las colinas
hallaría el
camino…
pero Fátima
era sólo una canción
echada al
viento por los botes
y las
mujeres muertas sobre el puente
en las noches de Rabat.
Los Pájaros me siguen
En el año
dos mil o un poco antes, hubo quizás
un preludio
que me habitó, se parecía al verano
en los
cuartos de los solteros,
yo solía
hacerlo girar en mis conversaciones…
Como un paso
agradable sobre un borde de mármol o el polvillo
que dejan
atrás los cascos de las mulas
cuando por
suben la quebrada…
“…en mi casa
las mujeres
dan a luz anillos
y
desaparecen del mundo por detrás de la puerta,
he aquí el
paraíso de quien amo
y la
travesía
de quien vio…”
Un preludio
igual a otros preludios
que no pude
rescatar del balbuceo
Como un
pájaro de paja
me persigue…
Los Constructores de Cavafy
Tengo una
tonada en la melodía
a la que
nunca llegué
pero es mi
único tesoro
e
instrumento
Tiene la
probabilidad de la improvisación
la ternura
de los verbos
y la solidez
de la narración
Como si
secretos constructores que Cavafy hubiera despertado
estuvieran
horadando las colinas
y empezaran
a cavar junto a mi almohada!
Tallando en Madera
1
En la casa
del cactus
concluyo lo
que empecé
2
una novela
para la muerte y los muertos
y un
capítulo sobre cuestiones de pájaros
3
mi casa es
mi viaje y el viento es mi puerta
ventanas son
aquello que vi
4
perdí mi
fortuna
mas conservé
mi cacumen
5
un ciego con
visión junto al nido del halcón esculpe
mi soledad
para que yo sea amado por una variedad de selecciones
6
lisonjee a
las hienas y aparte de mí mismo
no confié en
nadie
7
no dejé
tierra adonde regresar
ni dejé
camino para llegar
8
en la casa
del cactus cuando llegué
tuve un
nombre completo
y manos
doradas
“y desligado
de la memoria
estuve”
El extraño en su icono
La
naturaleza que me ha dejado desesperado
se hizo
árida en los campos
mis hogares
abandonados en los recuerdos y las hazañas de otros
las
muchachas en el muelle
con malas
intenciones al esperar por mí
el sueño del
lobo en su páramo
la hiena que
me desea a mí y a su vecino
el ciprés
que tarjé
los caminos
que envolví
se hacen
distantes y símiles
mientras
olvido y recuerdo
yo, que
exageraba todo,
voy tan solo
como mi madre me parió
y me siento
en mi icono.
Antiguos Callejones
Aparte de
sus dedos, no pudo dormir
ella estaba
ahí suspendida en el recuerdo
remendando
sus sueños en la luz mortecina
mientras
una campana
encrespaba el sendero hacia su casa
una campana
paciente subiendo la cuesta
de basurero
y convento
Una campana
cojeaba tras la cerca
y el
cementerio musulmán
penetrando
en la privacidad de los genios y los muertos silentes
junto a las
fuentes en los boulevards de los pájaros
Una campana
para las mujeres extrañas
para los
pocos deseos y el verano
para los
viejos vestidos y libros escolares
y niños
muertos a la puerta de los áticos
Una campana
sube la colina detrás del tiempo antiguo
detrás de
los matorrales al pie de la ladera
donde los
perros viejos son remangados a la historia
y las casas
son congregadas en el aire paciente
Una campana
la llamaba por su nombre mientras subía
quizás para
ver su letra cursiva
sobre el
bosque de pinos
Una Foto de la Casa en Beit Jala
Tiene que
volver para cerrar esa ventana
no está del
todo claro
si es esto
lo que debe hacer,
las cosas no
están claras
dado que las
perdió,
y parece que
un hueco en algún lugar dentro de él
se ha
abierto
Cerrar las
grietas lo ha dejado exhausto
reparar las
cercas
pulir los
cristales
limpiar los
bordes
y observar
el polvo que, al parecer, desde que perdió las cosas,
atrae sus
recuerdos hacia el engaño y la astucia.
¡Y desde
aquí su infancia aparece como un truco!
inspeccionar
las puertas lo ha dejado totalmente exhausto
los
picaportes de las ventanas
la condición
de las plantas
y barrer el
polvo
que no ha
dejado de invadir
los cuartos,
las camas, sábanas, vasijas
y los marcos
de los cuadros en las paredes.
Desde que
las perdió se queda donde los amigos
que se han
vuelto menos
duerme en
sus camas
que se hacen
más estrechas
mientras que
el polvo mordisquea sus recuerdos “allá”
…debe
regresar a cerrar esa ventana
la ventana
del piso de arriba que suele olvidar
al final de
la escalera que lleva al tejado
Desde que
las perdió
camina sin
rumbo
y los
pequeños propósitos
diarios
tampoco están tan claros
Él No Estaba Durmiendo
Hay una
mujer inerme en su sueño
una reclusa
preocupada con simples pensamientos
y accesorios
inútiles
Una mujer
que penetra en su cuarto mientras él
dormita
escudriña su
corazón
exactamente,
ahí, su corazón
luego toma
una flor del búcaro
antes de que
él despierte para descubrir que falta una
Cuando se
queda dormido se encuentra vagando
en
interminables arcos
y caminos de
acuarela
fijados al
íntimo aroma de la ausencia de una mujer
como si él
estuviera paseándose
por los
recuerdos de las flores que faltan
Hoy
a las cinco
y treinta AM
ella se
detuvo tras el cristal
y lo miró en
los ojos
y él no
estaba durmiendo.
Pensó Por Mucho Tiempo Regresar Allí
Pensó volver
allí
donde la
dejó escuchando
con una
blusa azul y mangas cortas
Había un
hombre cruzando la calle sin mirar
mientras que
sus infidelidades estaban tras de él tropezando como un montón
de mujeres
obesas, mientras él bajaba los tres peldaños
con cuidado
de no chocar con el mimado florero
Pensó mucho
tiempo regresar
allí donde
la dejó escuchando
con ojos de
miel y un corazón de trébol
Unos pocos
muchachos se balanceaban intensamente
en el peral
del cual no tiene memoria
mientras
intentaba, en vano, distinguir los peldaños
y sacar de
en medio la buganvilia
Cuando, de
pronto, la campana sonó
la antigua
campana en la colina
la colina
que, desde aquella noche, ha cubierto la buganvilia,
en que los
once hermanos mataron
a su única
hermana.
Todo como era
¿Qué lo
llevó hasta allí
con un
tiempo tan helado?
Ni la
añoranza ni la curiosidad
sino tal vez
el miedo o quizás fuera
el frío en
la habitación
aunque todo pareciera
ser como era
tal como
escribiera en un viejo poema que no pudo acabar
“…Todo está
tan quieto como solía ser
cuando nos
fuimos a la guerra,
en la
infancia o antes,
quizás el
sol de aquellos años debilitó las blancas
cortinas y
redondeó
y pulió más
aún los guijarros del zaguán
o la hierba
se había hecho más alta
o se había
secado!
Los tres
espejos están tal como estaban
las sábanas
el anaquel
y la escoba
la foto de
familia
el Corán
forrado en piel
el rosario
de la difunta abuela
todo era
como si nada hubiera cambiado.
Tal vez
nosotros. nosotros que nos lanzamos a la guerra
desde la
campana escolar…”
Eso fue en
el verano de 1968 en Damasco, su madre aún vivía entonces y había en alguna
parte de aquel poema una apertura, más bien como un agujero que lo seguía,
lo escuchaba
tropezar detrás de él donde quiera que iba, especialmente hacia los ansiosos
finales en
sus sueños, e incluso allí, ellos, los muchachos, seguirían mirándolo fijamente
y enviando
sus gestos enigmáticos, los muchachos que no volvieron de las patrullas de
medianoche, y los muertos que volvieron a sentarse a las puertas de sus casas
Ahora siente
en él un sobresalto a través de esa apertura,
sin saber
exactamente dónde está y dónde está el poema, en su dolorosa inconclusión
Remojado de
paciencia
sobrecogido
de premura
pensó que
este tipo de artimaña
¡convendría
al final!
Podía
substituir la “abuela” con la “madre”
y observar
el estuco desintegrarse sobre la marquesina de la puerta
la silla al
revés
donde las
flores de malva tropiezan y se recuperan sin ser cuidadas
y la suave
luz atraviesa la ventana trasera
siempre en
el mismo lugar
Sólo el
jazmín continuo su ascensión, con los ojos puestos en el techo.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/84_85/zaqtan.html
La trinchera
Cuán
extraños son los días de sal
Es como si
hubiesen pertenecido a otros
Y como una
tragedia con buena trama
Justo cuando
los ponemos cerca
Empiezan a
respirar en cuanto los recordamos
Las colinas
olvidadas en el aburrimiento de las laderas
Las montañas
que aspiran hacia el oeste
Las errantes
caravanas de la muerte
La fe de los
muertos, todos completos.
Las manos
que emergen desde la oscuridad
Para
decírtelo todo
La profunda
fraternidad que no lleva a la sabiduría
Las palabras
ya no aptas para altos lugares.
Extraños son
los días de sal
Ahora solos
en el abismo
Despreciados
como semillas podridas
Y mientras
ascendemos,
Pues es todo
lo que podemos hacer
Los días se
deslizan tras de nosotros en la distancia,
Abandonados,
nunca podrán volver
Nuestras
oscuras complexiones
Nuestros
intentos por dormir
…Nombres,
títulos largos sin fin
Dialectos
también
Proclamando
un paisaje
Ya
innecesario.
Cuán
extraños son los dais de sal
Ni siquiera
valen lo suficiente para ser recordados.
Un joven hombre de Al-Jaheer expresa sus arrepentimientos
¡Debo dejar
este pueblo:
un pueblo
donde el sol nunca brilla para mí,
donde nunca
hay ninguna sombra,
un pueblo
sin bar en dónde ahogar mis penas,
un lugar
donde nadie sabe ni siquiera que existo!
Debo avanzar
subrepticiamente,
sin
arrepentimientos ni amargura…
No tengo un
lugar en las celebraciones oficiales,
ni en los
jardines un asiento propio.
Aquellas
aves me han mostrado el camino:
Puede que no
tenga un caballo
pero no
tengo nada que temer
y no hay
paredes a mi alrededor…
¡Pero debo
marcharme ya!
Debo arrojar
estas viejas leyes a los perros,
y restregar
estas tradiciones en el polvo,
luego
escabullirme, bajo el manto de la oscuridad…
Era de noche
la primera vez que llegué aquí –
aquellos
días antes de que mi cabello se tornara gris –
Yo
deambulaba en estas alturas a la deriva y confundido,
con tan
pocas raíces como una planta de casa en un florero.
En aquellos
días mi zancada era firme,
y mi voz
nunca titubeaba,
En aquellos
días nunca me sentí silencioso…
Ahora estoy exhausto
por los rumores de este lugar,
estoy
desgastado por la corrupción,
por aquellas
obtusas, exaltadas mujeres
por los
borrachos, extraviados desfiles de cada noche,
por los
balbucientes viejos, los fanáticos que se lamentan y arrepienten…
¡Debo salir!
Debo sacudir
de mis pies el polvo de este pueblo…
Así que
mientras los pastores regresan del pozo,
mientras los
indolentes ancianos se adentran en sus refugios,
mientras los
predicadores salen de la oscuridad,
y las viudas
se encierran entra la tormenta de arena,
al tiempo en
que todos estén revolcándose en sus sueños
y las líneas
se vuelvan borrosas
entre lo
sagrado y lo profano
donde el día
se vuelve noche…
-yo estaré
en el lado lejano del valle,
por el
límite de los bosques de cedro, en la cima de la colina.
Lobos
La partida
de las aves de su corazón
deja las
planicies blancas
donde la
historia es blanca
y el sueño
es blanco
y el
silencio es el ícono del que convoca.
Una
carcajada de arena brotará cuando se abra la puerta
desde el
ángulo del miedo, un himno
para el gran
invierno, y las voces
de aquellos
que partieron hace mucho saltarán como cigarras
cuando se
abra la puerta.
Espera,
espera un momento
por nosotros
para secar un momento
que hay en
nuestras huellas
un lamento
imprudente
y un pájaro
de cerámica…
y ten
cuidado de los collares en el techo
Por qué no
enciendes las luces
o sé feliz
mientras te sientas
y observas
las frutas en el suelo
Tu voz en mi
cuarto agota el silencio
el silencio
de las macetas
el silencio
de los estantes
el silencio
de escribir
el silencio
del relámpago
y el
silencio de la supervivencia
el cuál he
estado juntando por años
con la
paciencia de aquel que está sólo con el jardín en el verano
o aquel que
recupera ausencia
la ausencia
que nunca
para.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2015/10/poesia-palestina-ghassan-zaqtan/
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