(17 de abril de 1895, Giurgiu, Rumania - 6 de julio de 1964, Bucarest, Rumania)
Descenso
Una tristeza demora dentro de mí
como el otoño que se atrasa en los campos,
ningún beso pasa sobre mi alma,
ningún copo de nieve ha descendido a la
tierra.
La canción triste, la más triste,
llega con la campana del ocaso
lo entiendes en la voz estéril de los
gorriones
y responde desde la humildad de los
cencerros del ganado.
Es la vida entera que duele así,
diariamente sobre el campo de las estepas,
entre los árboles que no alcanzan el
cielo,
entre las aguas que siguen su lecho,
entre los rebaños que semejan su suerte en
los campos
entre las hojas que se agitan en el
viento.
Madrigal
Mi corazón es antiguo: un minuete
cautivo en el mecanismo de un juguete.
Lo escuchas e intentas escribirlo en su
propia suerte
aunque de otra manera: apagando su suspiro
vetusto.
Fijado en un pensamiento único,
la frágil canción da vueltas entre sus
arcos
y deja como seña, un vuelo detenido,
su propio orín en los dedos de arcilla.
Un polen de tormenta en los cinco pétalos
blancos,
sea, mi Señora, dulce su nimbo –
y perdona también al reloj desobediente
cuando llora todavía en tus manos.
Obsesión
Leitmotiv de mi organillo – Diana…
Suspiro enmohecido de la cañería amarilla,
un sueño marchito por entre mis cañas, -
tú flotas en el fondo de mis ojos
cerrados,
vuelves atada a la rueda del pensamiento,
tormento dentro de otro tormento, ritmo
dueño de la sangre.
El llamado venido desde las tinieblas
muerde en secreto su mordaza,
sobre mi frente el hacha interior se
agota,
en el alba toca el atardecer de la hoguera
apenas consumida,
toda la espera arroja nuevos sacrificios
sobre las ascuas.
Voy a conquistar tu sueño, Diana, desde
lejos,
como el guardabosques que inunda la selva
con su cuerno,
como el reloj a la sombra multiplicándose
en hojas de bronce,
como la serpiente que silba en la hierba,
azucena venenosa.
Sonámbula, tú resbalas sosegada sobre los
altos tejados,
pero heridos por ese grito, el paso y el
pensamiento
sobresaltan y te apartan en el desierto de
mi vida.
Alfabeto
El día termina
en tus ojos.
El día viene de
tus ojos.
El agua viene
de tu boca.
Las flores se
parecen a tus encías.
El aire es
joven en tu voz.
La primavera
viene de tu vestido.
Hiciste los
pájaros con tus manos.
La sombra se
esconde en el ángulo de tu cuerpo.
Las lágrimas
son luces para tu oreja.
La risa es una
canción para tus dientes.
La noche es un
hechizo de tu cabello.
Dormir es un
momento de tu seno.
La estrella del sueño
En la
profundidad del olvido no está,
y solo en el
sueño que penetras a
través del
sueño sin fondo y sin sueño,
me esperas en
el cansancio del pasado.
Una reunión
pensativa, un solo momento de la vida
en la trinchera
de los viejos tiempos, ha
significado tu
lugar para siempre
profundo, donde
el olvido no es.
Ha pasado mucho
tiempo desde entonces, y siempre estás cerca
de la fuente
clara y silenciosa en
que te hundes
con tu vieja sed
y miras los
ojos tristes.
Golpeando en la
cola,
eres la estrella
del sueño donde duerme mi agua
y te veo
joderme.
El día es
superfluo, la noche es luz
en lo profundo,
donde no hay olvido.
voluptas
Entre las
falsas Tanagres y las flores de lana persa
cuando duermes,
ánforas y sombras, en nichos,
a tu cuerpo, a
nadar, a nadar como a una isla
con cálidas y
perezosas callejuelas.
Olvidado, hojas
perennes de nuevos secretos,
descubrir otros
ángulos y otro perfume cuando caminas
en las formas,
inerte mis movimientos lenta y sin entusiasmo
en ti,
penetrado por un nimbo,
y el arte
conmovedor, extraño y sutil,
en los
callejones que se inclinan hacia abajo,
dirige la boca
hacia la flor inmaculada
que forma el
estigma del fósforo.
*
lee la
traducción al francés:
http://wp.me/p1pjp4-mf
Gracias por publicar estos poemas.
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