sábado, 13 de abril de 2019

POEMAS DE THOMAS MACGREEVY


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(26 de octubre de 1893, Tarbert, Irlanda - 16 de marzo de 1967, Dublín, Irlanda)


Homenaje a Hieronymus Bosch


Una mujer sin rostro entró en la luz;
Un niño, en un traje de norfolk de árbol marrón,
Sosteniéndose
Sin manos
Hasta su falda que parecía.

Ella se detuvo,
y él se detuvo,
y yo, aterrorizado, me detuve, mirando.

Entonces vi un grupo de figuras sombrías detrás de ella.

Era una mañana húmeda y salvaje,
pero el pequeño mundo seguía girando.

Sin labios, de alguna manera, lo abordó:
el libro debe abrirse
y el parque también.

Yo podría haber amordazado
Pero mis dientes castañetearon
Y vi que las palabras, mientras caían,
laicos, se retorcían, en el suelo.

Hubo una oleada de viento húmedo
y las figuras sombrías comenzaron a agitarse.
Cuando creí muerto,
filmé lentamente saliendo de su gran efigie en una tumba cercana.
Todos se estremecieron.
Se inclinó como para hablar con la mujer.
Pero el gobernador de la guardería voló del pozo de San Patricio,
confiscado por su amante.

Y, con la cabeza inclinada,
mirando por encima de sus gafas,
y rascando la grava con furia, Hissed - ¡
    Las palabras sonaron! Como balas,
    Hacia arriba, más allá de sus espectáculos No
digas nada, digo, no digas nada, ¡no digas nada!
Y el que parecía haber
vuelto a la vida , jadeó,
comenzó histéricamente, a reír y llorar,
y, con un gesto de impotencia y desesperación medio petulante,
volvió a filmar su efigie.

Muy por encima del Banco de Irlanda
, sonaba música sobrenatural,
Pasando hacia el oeste.

Luego, desde los desagües,
pequeñas ratas de aguas residuales se deslizaron.
Ellos numeraron cientos de cientos, decenas, miles.
Cada uno se inclinó obsequiosamente a las figuras sombrías.
Luego se giraron y se unieron en una danza estomacal con sus hermanos y hermanas.
Siendo una multitud, bailaban irregularmente.
Hubo risas de ratas, más profundas aquí y allá,
y ocasionalmente las ratas se pusieron histéricas.
Las figuras sombrías miraban agonizantes.
La mujer sin rostro dio un grito y se desplomó.
Las ratas bailaron sobre ella
Y en las palabras que se
arrastran Sonriendo.
El gobernador de la guardería voló de regreso al pozo.
Con la pequeña figura sin manos en la ropa de árbol marrón.

Exilio


Sabía que tu muerte era la mía
mas mi corazón te quería muerta.
Nos amamos con locura. Dolor
sentía al partir y miedo al verte

otra vez. Nos unía un falso lazo.
Dolían encuentros y despedidas.
Pudimos disfrutar de la inocencia
natural de nuestro amor. Cometimos

un error: presente o no, al otro siempre
atormentar pedía el corazón.
La muerte sola -senil, eso dices-
nos podrá apaciguar. Aquí la espero.

Golders Green


Un cadáver yacerá en la abadía de San Lachtin.
Muerto, ya no añorarás nuestra tierra,
ni la lluvia de sus bajos cielos grises;
otro, en algún sitio como este

para convertirse en minúsculas cenizas.
Qué sinsentido la esperanza de que halle
un momento de reposo en la tumba,
sople el viento desde donde sople.

Homenaje a Li Po


Combatí la fiebre,
compuse un poema,
creí poder dominar mi corazón, en exceso inmaduro:
hay que ser clásico.

Me dispuse entonces, sereno,
a gozar del claro día,
mas nos cruzamos de nuevo,
nos vimos de nuevo,

he vuelto a caer enfermo.

Invierno


En el agua plomiza de los cisnes
se asemejan a espectros hostiles
de reyes
ofendidos por nuestra presencia.

¿Y no tienen razón?
Si nuestros corazones moran entre los muertos,
¿como osamos
venir aquí
y no morir?

De Civitate Hominunm


Es la naturaleza muerta la que vive,
y no la carne viva.

Hay flores asesinas, blancas como vellones,
que se despliegan con primor
y envuelven a su piloto
quien, sobrevolando Gheluvelt,
hace un reconocimiento matinal,
todo él de seda y plata
en lo alto azul.

Oigo el zumbido de un motor
y nubes de humo blando que martillean el aire
al desplegarse las flores blancas como vellones.

No sabría decir con qué flor se ha quedado
pero de pronto se siente un temblor,
aparece un zigzag de trazos sobre lo azul
y él se desliza hasta
adentrarse en lo blanco,
una llama delicada,
una pincelada de naranja en el vestido de la mañana.

En voz baja, mi sargento dice: «¡Dios santo!
Qué muerte tan horrible».

El santo Dios no responde
aún.

Traducción: Luis Ingelmo

Nocturno de la presenciaautoevidente

B
Los afortunados Alpes inorgánicos crecen fríamente
A alturas por debajo de otras alturas de grandes y pequeñas estrellas
A patios bajo otras cortes

eso tieneCon muros de luz blanca.
los Alpeslas estrellas son sus aceras
El valle es un área
que un criado mirando
pero no veo los pies impecables en los pavimentos
Nor querubines alados en escorzo
À la Domenichino
B
o Boucher
B
Tampoco coches de Elías
G
o de Apolo
B
Dashing sobre o aparcado
veo los Alpes, hielo , estrellas y luz blanca
en un silencio alto y seco.

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