jueves, 25 de abril de 2019

POEMAS DE SEVERO SARDUY


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(25 de febrero de 1937, Camagüey, Cuba - 8 de junio de 1993, París, Francia)


Que se quede el infinito sin estrellas...


Que se quede el infinito sin estrellas,
que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
un planeta en su abismo y en las huellas
             
del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil. Paradojas bellas
             
que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo futuro.
Universo del pensamiento puro:
             
un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.
             

Omítemela más que lo omitido...

Omítemela más que lo omitido
cuando alcanza y define su aporía,
enciende en el reverso de su día
un planeta en la noche del sentido.

A pulso no: que no disfruta herido,
por flecha berniniana o por manía
de brusquedad, el templo humedecido
(de Venus, el segundo). Ya algún día

lubricantes o medios naturales
pondrás entre los bordes con taimada
prudencia, o con cautela ensalivada

que atenúen la quema de tu entrada:
pues de amor y de ardor en los anales
de la historia la nupcia está cifrada.

Orquestra tântrica

Cootie Williams a la trompeta-fémur.
Joe Nanton al trombón: para obtener un buen wa-wa
orine en la boca de cobre
Johnny Hodges al sax alto: un gran lama, sí señor. Quién si no
podría expulsar por la boca
el aire aspirado por el ano?
Harry Carney al saxo barítono, un gran lama, sí señor. Quién si no
podría expulsar por el ano
el aire aspirado por la boca?
Sonny Greer al drum: los tamborines:
cráneos de niño serruchados por la mitad
cuero de yack legítimo.
Duke al piano em llamas.
con el trombón de Benny Morton
y la trompeta de Dizzy Gillespie
probado por expertos catadores
com suor negro
droga
en la cala de un barco
danza
en un barco de ruedas
otra vez fetiche
de tan sofisticada
tan de oro e dobles arabescos
de piedras y plumas incrustada dios
cubo de marfil puntos negros dado
una trompeta oxidada

Páginas en blanco

La raya negra y el battello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
Estamos todos.



Qué se hicieron los cantantes

¿Qué se hicieron los cantantes?

¿Qué se hicieron los cantantes,
los reyes, los Matamoros
de dril nevado y los oros
de las barajas de antes?
¿Quién las tardes del Cervantes
recuerda, y aquel grabado
del Diario, desdibujado,
y los bailables de Sagua?

(Las guitarras llenas de agua
están, y el tambor rajado.)



Sexteto habanero (IV)

¿Los dioses
se fueron, se quedaron,
murieron con Beny Moré
ellos que con él alucinaban,
o habitan aún las orquestas habaneras,
las trompetas como dos lluvias de flechas,
los cascabeles roncos,
y las tardes de músicos y monos?

Entrando en Tí, Cabeza Con Cabeza

TranslateEntrando en ti, cabeza con cabeza,
pelo con pelo, boca contra boca:
el aire que respiras -la fijeza
del recuerdo-, respiro y en la poca

luz de la tarde -rayo que no cesa
entre los huesos abrasados- toca
los bordes de tu cuerpo; luz que apresa
la forma. Ya su cénit la convoca

a otro vacío donde su blancura
borra, marca de arena, tu figura.
El día devorando de sonidos

quema, de trecho en trecho, su espesura
y vuelca de ceniza la textura
en la noche voraz de los sentidos.

El Émbolo Brillante y Engrasado

TranslateEl émbolo brillante y engrasado
embiste jubiloso la ranura
y derrama su blanca quemadura
más abrasante cuanto más pausado.

Un testigo fugaz y disfrazado
ensaliva y escruta la abertura
que el volumen dilata y que sutura
su propia lava. Y en el ovalado

mercurio tangencial sobre la alfombra
(la torre, embadurnada penetrando,
chorreando de su miel, saliendo, entrando)

descifra el ideograma de la sombra:
el pensamiento es ilusión: templando
viene despacio la que no se nombra.

El mar con destructora música invocando la helada quietud...


El mar con destructora música invocando la helada quietud, la ciudad que la luz
redescubre jubilosa. El ave gritando toscamente hacia un círculo que el agua desdibuja.
Todo su amplia vigilia lo gobierna -a tientas sus señales conjuro, sus palabras invoco-
menos el agua amenazando desde un duro jardín, menos el agua.
El hombre está solo frente a la luz soñada por Dios. Los gritos de los ángeles, las aguas
de la tierra por él han sido nombradas. He aquí que él se descubre soñado y acepta su señal:
la furia de los ángeles, la nada, el olvido de Dios.

El gamo


El gamo, contra el naranja
del bosque, pasa mojado,
veloz. El aire cuajado
añade al bosque una franja

de aros dispersos. En esos
Cartílagos de paisaje
se divide, o en el oleaje,
o en el jardín de sus huesos.

Flauta. Son. La madrugada...


Flauta. Son. La madrugada
se descompone en su prisma
de grises donde se abisma
el gris de tu voz rajada.
Blanco. La línea borrada
de una guitarra. Lo sabes:
corresponden con los graves
las diferentes texturas
del tres. El color sutura
y da el compás de las claves.


La letra con sangre entra...


                                             A Arturo Carrera

La letra con sangre entra
como el amor. Mas no dura
en el cuerpo la escritura,
ni con esa herida encuentra
paz el amante. Se adentra
en el cuerpo deseoso
y más aumenta su gozo
con su mal. Alegoría
de nuestra postrimería:
jeroglífico morboso.

No acudas a linimento...


No acudas a linimento,
alcanfor, miel o saliva,
que atenúen el momento
de más ardor. No se esquiva
con ardid, ni se deriva
esa quema: se convierte
en su contrario. Divierte
el placer así obtenido
por el sendero invertido:
más vida cuanto más muerte

No porfíes. No rememores...


No porfíes. No rememores
que no se olvida el olvido
ni su embriaguez: lo que ha sido,
es y será. Sinsabores,
dramas discretos y amores
sin nombre, van a la quema
final, como un torpe emblema
de eternidad. No perdura
más que el goce y la textura
de un instante: ése es mi lema.

Se esforzaba. Su jadeo...


Se esforzaba. Su jadeo
ante el jardín clausurado
era el de un ciervo asustado.
La furia -más que el deseo-
de penetrar, era el reo
que lo impedía... Que ejerza,
según la torre se tuerza,
jaque anexo, desviada,
y cifre, en esa morada:
"más vale maña que fuerza".

Tanto arder, tanto valor...


Tanto arder, tanto valor
tanto ataque y retirada
ante ese umbral en que nada
alivia más el dolor
que su incremento. O mejor:
hay un punto en que el exceso
-y que mediten en eso
los mesurados- bascula
en su contrario. Calcula:
ir más allá es un regreso.

Tu cuerpo se recortaba...


Tu cuerpo se recortaba
contra la persiana oscura
trazando una línea pura
-la del torso- que ondulaba
con tus gestos. La chilaba
-una línea paralela-
en el espejo, una vela
y la curva de una fruta
eran la doble voluta
que estructuraba la tela.



 Ya lo ves, de aquella brasa...


Ya lo ves, de aquella brasa
cuyo ardor te calcinó,
saciado, sólo quedó
dispersa ceniza escasa.
Muda inconstancia que abraza
el aparente sentido
del cuerpo obscuro y prohibido
-o del tuyo en el espejo
de la otra piel-. No me quejo
de arder. Ni de haber ardido.

Big bang


Las galaxias parecen alejarse unas de otras a velocidades
            considerables.
Las más lejanas huyen con la aceleración de doscientos
            treinta mil kilómetros por segundo,
próxima a la de la luz.
el universo se hincha.
Asistimos al resultado de una gigantesca explosión.

Black and white


La raya negra y el batello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
Estamos todos

Harley Red


El sueño no:
la pérdida.
El blanco roedor,
que ciega.
Pierdo pie. Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.

Isabel La Católica


El coro de sopranos pintarrajeados
entona tu loa:

            "Te comiste un Zohar
            te comiste un Corán."

Y de tu mano de azogue
bendijiste las cabezas cortadas con tu mano de azufre
y plantaste jazmines en ellas.

Te goteaba la rodilla de San Ignacio,
diste el zapatazo de Santa Teresa.

Te retorciste toda, te rompiste los huesos,
pintada de oro, incrustada tu piel de joyas diminutas
para formar la inicial de un evangelio.

Saltaban a tu alrededor
-cofias de ojillos verdosos-
tus hidrocéfalos, tus mongoles,
tus negros y eunucos:

            "Te comiste un Zohar
            te comiste un Corán."

Que ardas per secula seculorum,
con tus biblias y tus brújulas.

L'enfant a l'oie


La menta y las alhajas funerarias, el gallo blanco y
            los últimos children pets. Combate cernido:
la música del río respirante, arrastrando hierros;
de las grúas mohosas el estrépito y el verde de la herrumbre
van creciendo entre cacharros y laterío.

Ya donde el sueño de los hermafroditas y el coro.
El niño le retuerce el cuello. El agua sube.

Cada uno en su río.

La cuarta noche


Oye, qué acordeones falsos.
La lucidez, el muro blanco,

(la voz gangosa del disco)
rayado, un leopardo arisco
preso entre los hilos rojos.
(las agujas de sus ojos

me miran). La hoja en blanco,
la mano que escribe, temblando

Páginas en blanco


Cuadros de Franz Kline:



1. wax wing


No hay silencio
sino
cuando el Otro
habla
(Blanco no:
colores que se escapan
por los bordes).
Ahora
que el poema está escrito.
La página vacía.

2. shenandoah wall


La pared cruje.
Grieta en lo blanco.
Allá va, desunido,
el cuarto.
Detrás del tragaluz
un rostro, otro,
mirándose,
mirándonos.

3. étude pour crow dancer


Un cubo despegado.
Pegada la oreja a la pared.
Oye.
Algo va a romperse. Algo
crece.
Lo que en el muro
hierve.

4. harley red


El sueño no:
la pérdida.
El blanco roedor,
que ciega.
Pierdo pie. Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.

5. zinc door


Abierta, no,
entrejunta.
Esa ranura mira.
Detrás de lo blanco,
blanco.
Ahora el silencio.
Las paredes se cuartean.
El cuarto desmoronado,
navega. Y ese brillo.
La puerta transparente.

6. black and white


La raya negra y el battello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
Estamos todos.

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