(25 de febrero de 1937, Camagüey, Cuba - 8 de junio de 1993, París, Francia)
Que se quede el infinito sin estrellas...
Que se quede el
infinito sin estrellas,
que la curva
del tiempo se enderece.
Y pierda su
fulgor, cuando se mece
un planeta en
su abismo y en las huellas
del estallido
primordial. Aquellas
noticias
recibidas del comienzo
de las
galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz
fósil. Paradojas bellas
que anuncian
por venir lo transcurrido
y postulan
pasado lo futuro.
Universo del
pensamiento puro:
un espacio que
fluye como un río
y un tiempo sin
presente, opaco y frío.
El tiempo de la
espera y del olvido.
Omítemela más que lo omitido...
Omítemela más
que lo omitido
cuando alcanza
y define su aporía,
enciende en el
reverso de su día
un planeta en
la noche del sentido.
A pulso no: que
no disfruta herido,
por flecha
berniniana o por manía
de brusquedad,
el templo humedecido
(de Venus, el
segundo). Ya algún día
lubricantes o
medios naturales
pondrás entre
los bordes con taimada
prudencia, o
con cautela ensalivada
que atenúen la
quema de tu entrada:
pues de amor y
de ardor en los anales
de la historia
la nupcia está cifrada.
Orquestra tântrica
Cootie Williams
a la trompeta-fémur.
Joe Nanton al
trombón: para obtener un buen wa-wa
orine en la
boca de cobre
Johnny Hodges
al sax alto: un gran lama, sí señor. Quién si no
podría expulsar
por la boca
el aire
aspirado por el ano?
Harry Carney al
saxo barítono, un gran lama, sí señor. Quién si no
podría expulsar
por el ano
el aire
aspirado por la boca?
Sonny Greer al
drum: los tamborines:
cráneos de niño
serruchados por la mitad
cuero de yack
legítimo.
Duke al piano
em llamas.
con el trombón
de Benny Morton
y la trompeta
de Dizzy Gillespie
probado por
expertos catadores
com suor negro
droga
en la cala de
un barco
danza
en un barco de
ruedas
otra vez
fetiche
de tan
sofisticada
tan de oro e
dobles arabescos
de piedras y
plumas incrustada dios
cubo de marfil
puntos negros dado
una trompeta
oxidada
Páginas en blanco
La raya negra y
el battello,
el monte siamo
tutti,
el barco blanco
sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros
sobre la Salute.
Pase,
il fait beau
del otro lado
del otro lado,
digo,
del río.
Estamos todos.
Qué se hicieron los cantantes
¿Qué se
hicieron los cantantes?
¿Qué se
hicieron los cantantes,
los reyes, los
Matamoros
de dril nevado
y los oros
de las barajas
de antes?
¿Quién las
tardes del Cervantes
recuerda, y
aquel grabado
del Diario,
desdibujado,
y los bailables
de Sagua?
(Las guitarras
llenas de agua
están, y el
tambor rajado.)
Sexteto habanero (IV)
¿Los dioses
se fueron, se
quedaron,
murieron con
Beny Moré
ellos que con
él alucinaban,
o habitan aún
las orquestas habaneras,
las trompetas
como dos lluvias de flechas,
los cascabeles
roncos,
y las tardes de
músicos y monos?
Entrando en Tí, Cabeza Con Cabeza
TranslateEntrando
en ti, cabeza con cabeza,
pelo con pelo,
boca contra boca:
el aire que
respiras -la fijeza
del recuerdo-,
respiro y en la poca
luz de la tarde
-rayo que no cesa
entre los
huesos abrasados- toca
los bordes de
tu cuerpo; luz que apresa
la forma. Ya su
cénit la convoca
a otro vacío
donde su blancura
borra, marca de
arena, tu figura.
El día
devorando de sonidos
quema, de
trecho en trecho, su espesura
y vuelca de
ceniza la textura
en la noche
voraz de los sentidos.
El Émbolo Brillante y Engrasado
TranslateEl
émbolo brillante y engrasado
embiste
jubiloso la ranura
y derrama su
blanca quemadura
más abrasante
cuanto más pausado.
Un testigo
fugaz y disfrazado
ensaliva y
escruta la abertura
que el volumen
dilata y que sutura
su propia lava.
Y en el ovalado
mercurio
tangencial sobre la alfombra
(la torre,
embadurnada penetrando,
chorreando de
su miel, saliendo, entrando)
descifra el
ideograma de la sombra:
el pensamiento
es ilusión: templando
viene despacio
la que no se nombra.
El mar con destructora música invocando la helada quietud...
El mar con
destructora música invocando la helada quietud, la ciudad que la luz
redescubre
jubilosa. El ave gritando toscamente hacia un círculo que el agua desdibuja.
Todo su amplia
vigilia lo gobierna -a tientas sus señales conjuro, sus palabras invoco-
menos el agua
amenazando desde un duro jardín, menos el agua.
El hombre está
solo frente a la luz soñada por Dios. Los gritos de los ángeles, las aguas
de la tierra
por él han sido nombradas. He aquí que él se descubre soñado y acepta su señal:
la furia de los
ángeles, la nada, el olvido de Dios.
El gamo
El gamo, contra
el naranja
del bosque,
pasa mojado,
veloz. El aire
cuajado
añade al bosque
una franja
de aros
dispersos. En esos
Cartílagos de
paisaje
se divide, o en
el oleaje,
o en el jardín
de sus huesos.
Flauta. Son. La madrugada...
Flauta. Son. La
madrugada
se descompone
en su prisma
de grises donde
se abisma
el gris de tu
voz rajada.
Blanco. La
línea borrada
de una
guitarra. Lo sabes:
corresponden
con los graves
las diferentes
texturas
del tres. El
color sutura
y da el compás
de las claves.
La letra con sangre entra...
A
Arturo Carrera
La letra con
sangre entra
como el amor.
Mas no dura
en el cuerpo la
escritura,
ni con esa
herida encuentra
paz el amante.
Se adentra
en el cuerpo
deseoso
y más aumenta
su gozo
con su mal.
Alegoría
de nuestra
postrimería:
jeroglífico
morboso.
No acudas a linimento...
No acudas a
linimento,
alcanfor, miel
o saliva,
que atenúen el
momento
de más ardor.
No se esquiva
con ardid, ni
se deriva
esa quema: se
convierte
en su
contrario. Divierte
el placer así
obtenido
por el sendero
invertido:
más vida cuanto
más muerte
No porfíes. No rememores...
No porfíes. No
rememores
que no se
olvida el olvido
ni su
embriaguez: lo que ha sido,
es y será.
Sinsabores,
dramas
discretos y amores
sin nombre, van
a la quema
final, como un
torpe emblema
de eternidad.
No perdura
más que el goce
y la textura
de un instante:
ése es mi lema.
Se esforzaba. Su jadeo...
Se esforzaba.
Su jadeo
ante el jardín
clausurado
era el de un
ciervo asustado.
La furia -más
que el deseo-
de penetrar,
era el reo
que lo
impedía... Que ejerza,
según la torre
se tuerza,
jaque anexo,
desviada,
y cifre, en esa
morada:
"más vale
maña que fuerza".
Tanto arder, tanto valor...
Tanto arder,
tanto valor
tanto ataque y
retirada
ante ese umbral
en que nada
alivia más el
dolor
que su
incremento. O mejor:
hay un punto en
que el exceso
-y que mediten
en eso
los mesurados-
bascula
en su
contrario. Calcula:
ir más allá es
un regreso.
Tu cuerpo se recortaba...
Tu cuerpo se
recortaba
contra la
persiana oscura
trazando una línea
pura
-la del torso-
que ondulaba
con tus gestos.
La chilaba
-una línea
paralela-
en el espejo,
una vela
y la curva de
una fruta
eran la doble
voluta
que
estructuraba la tela.
Ya lo ves, de aquella brasa...
Ya lo ves, de
aquella brasa
cuyo ardor te
calcinó,
saciado, sólo
quedó
dispersa ceniza
escasa.
Muda
inconstancia que abraza
el aparente
sentido
del cuerpo
obscuro y prohibido
-o del tuyo en
el espejo
de la otra
piel-. No me quejo
de arder. Ni de
haber ardido.
Big bang
Las galaxias
parecen alejarse unas de otras a velocidades
considerables.
Las más lejanas
huyen con la aceleración de doscientos
treinta mil kilómetros por segundo,
próxima a la de
la luz.
el universo se
hincha.
Asistimos al
resultado de una gigantesca explosión.
Black and white
La raya negra y
el batello,
el monte siamo
tutti,
el barco blanco
sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros
sobre la Salute.
Pase,
il fait beau
del otro lado
del otro lado,
digo,
del río.
Estamos todos
Harley Red
El sueño no:
la pérdida.
El blanco
roedor,
que ciega.
Pierdo pie.
Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.
Isabel La Católica
El coro de
sopranos pintarrajeados
entona tu loa:
"Te comiste un Zohar
te comiste un Corán."
Y de tu mano de
azogue
bendijiste las
cabezas cortadas con tu mano de azufre
y plantaste
jazmines en ellas.
Te goteaba la
rodilla de San Ignacio,
diste el
zapatazo de Santa Teresa.
Te retorciste
toda, te rompiste los huesos,
pintada de oro,
incrustada tu piel de joyas diminutas
para formar la
inicial de un evangelio.
Saltaban a tu
alrededor
-cofias de
ojillos verdosos-
tus
hidrocéfalos, tus mongoles,
tus negros y
eunucos:
"Te comiste un Zohar
te comiste un Corán."
Que ardas per
secula seculorum,
con tus biblias
y tus brújulas.
L'enfant a l'oie
La menta y las
alhajas funerarias, el gallo blanco y
los últimos children pets. Combate
cernido:
la música del
río respirante, arrastrando hierros;
de las grúas
mohosas el estrépito y el verde de la herrumbre
van creciendo
entre cacharros y laterío.
Ya donde el
sueño de los hermafroditas y el coro.
El niño le
retuerce el cuello. El agua sube.
Cada uno en su
río.
La cuarta noche
Oye, qué
acordeones falsos.
La lucidez, el
muro blanco,
(la voz gangosa
del disco)
rayado, un
leopardo arisco
preso entre los
hilos rojos.
(las agujas de
sus ojos
me miran). La
hoja en blanco,
la mano que
escribe, temblando
Páginas en blanco
Cuadros de Franz Kline:
1. wax wing
No hay silencio
sino
cuando el Otro
habla
(Blanco no:
colores que se
escapan
por los
bordes).
Ahora
que el poema
está escrito.
La página
vacía.
2. shenandoah wall
La pared cruje.
Grieta en lo
blanco.
Allá va,
desunido,
el cuarto.
Detrás del
tragaluz
un rostro,
otro,
mirándose,
mirándonos.
3. étude pour crow dancer
Un cubo
despegado.
Pegada la oreja
a la pared.
Oye.
Algo va a
romperse. Algo
crece.
Lo que en el
muro
hierve.
4. harley red
El sueño no:
la pérdida.
El blanco
roedor,
que ciega.
Pierdo pie.
Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.
5. zinc door
Abierta, no,
entrejunta.
Esa ranura
mira.
Detrás de lo
blanco,
blanco.
Ahora el
silencio.
Las paredes se
cuartean.
El cuarto
desmoronado,
navega. Y ese
brillo.
La puerta
transparente.
6. black and white
La raya negra y
el battello,
el monte siamo
tutti,
el barco blanco
sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros
sobre la Salute.
Pase,
il fait beau
del otro lado
del otro lado,
digo,
del río.
Estamos todos.
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