(30 de septiembre de 1927, Nueva York, Nueva York, Estados Unidos - 15 de marzo de 2019, Haiku, Haiku-Pauwela, Hawái, Estados Unidos)
Los huesos de Palinuro le rezan a la estrella polar
Consuélanos. El
viento elige entre nosotros.
Nuestra
blancura es una estela nocturna desprolija.
Candor
solitario, sé constante en nosotros
los desolados
que brillamos sin señalar el rumbo.
Última mirada
Hasta las
palabras se van a un lugar más urbano
con la
esperanza de encontrar amigos
esperándolas
algunos de esos
amigos van a pensar que los árboles son agradables
casi como
nosotros
después de todo
y algunos de
esos amigos jamás se van a enterar de que existe un árbol
van a vivir en
un mundo sin una sola hoja
donde la lluvia
es una desgracia.
Hasta ahora
todos los idiomas cayeron
de hoja en hoja
y se fueron
como los rostros
se fueron como
los pórticos de piedra de las casitas
y el olor del
bosque
en el agua del
verano
Lugar
El último día
del mundo
yo quisiera
plantar un árbol
para qué
no por la fruta
un árbol frutal
no es lo que
plantaría
quiero un árbol
que esté
en la tierra
por primera vez
cuando caiga
el sol
y que el agua
le toque las
raíces
bajo la tierra
llena de muertos
y que las nubes
pasen
una por una
encima de sus
hojas
Luz resonante
Cuando estaba
aprendiendo a leer, me imaginaba
que los puentes
tenían algo que ver con los pájaros
y con lo que
parecían ser jaulas, pero yo sabía
que no eran,
debió haber sido otoño
cuando la luz
polvorienta destellaba desde los cables del tranvía
y esos lugares
anaranjados se incendiaban en las imágenes
De hecho ahora
es otoño días claros
no lejos del
mar con un vientito que husmea
el pasto seco
que ayer era verde
el maíz vacío
parado temblando y un plumón
de flores
fantasma velando los campos anónimos
y en todas
partes hay colores de los que no puedo
apartar la
vista, rojos incluso los arroyos anchos
el rojo es la
estación de los pájaros que migran
que vuelan de
noche sintiendo cómo gira la tierra
abajo y yo me
desperté en la ciudad al oír
las notas del
canto del chorlito una y otra vez
antes de
dormirme y acá lejos, río abajo
resonando en
grupo cerca de la costa
los puentes más
largos abrieron sus alas delicadas.
Recordando
Hay hilachas de
sonidos viejos que se oyen una y otra vez
frases de
Shakespeare o de Mozart las varas
finas de la
aurora dirigiendo
hacia la
oscuridad el paso de unos pocos
pájaros
migrantes en lo alto de la noche lejos de los rebaños antiguos
lejos del
reposo de las palabras lejos de los instrumentos
En cualquier momento
Cuánto hace que
está el día
cuando por fin
lo miro
con el tiempo
que me tomó
estar así
quieto en él
ahora en la luz
transparente
con el vuelo en
las voces
el principio en
las hojas
todo lo que
recuerdo
pero antes de
eso antes de mí
está el
presente a la velocidad de la luz
en la distancia
que soy
el que se queda
tratando de alcanzarlo
viendo cada vez
más rápido
de donde no
salió nunca
antes de que no
haya nada
la oscuridad
pensando la luz
Plazo
En el último
minuto espera una palabra
que antes nunca
se escuchó así y no
se repetirá ni
la recordarán jamás
una que siempre
fue una palabra doméstica
y se usó para
hablar de las repeticiones
simples de la
vida de todos los días
ni recién
elegida ni demasiado pensada
ni tema de
comentario posterior
quién hubiera
creído que era esa
diciéndose
desde el principio
en todos sus
usos y circunstancias
hasta
pronunciar por fin ese significado suyo por el cual
durante tanto
tiempo fue la única palabra
aunque ahora
parezca que podría haber sido cualquier otra
Abril
Cuando nos
hayamos ido la piedra dejará de cantar
abril abril
se hunde en la
arena de los nombres
los días que
vendrán
sin estrellas
ocultas
vos que podés
esperar ahí
vos que no
perdés nada
no sabés nada.
Ogros
Toda la noche
me estuvo despertando el ruido
de la llovizna
que caía suavemente
entre las hojas
del valle
quieto bajo la
ventana
y el de Paula,
dormida, acostada acá,
al lado mío y
el rumor
de los perros
junto a la cama
roncando como
pequeñas
olas que llegan
a la orilla Me
asombro de la
suerte
de este momento
en la oscuridad
total de este
favor no dicho
de esta paz que
se respira
mientras está y
después
pienso en los
farsantes del poder
que en este
momento urden
sus masacres en
mi nombre
¿De qué parte
de mí pudieron haber
salido?¿ de qué
se hicieron?¿ de mi
aversión?
¿dragando las profundidades
amargas de mi
vergüenza?
La habitación
Creo que todo
esto está en alguna parte de mí mismo
La habitación
fría sin luz hasta el amanecer
una quietud
como para asistir a la muerte
Y desde un
rincón los sonidos de un pajarito que intenta
volar de a
ratos unos pocos golpes en la oscuridad
se podría decir
que estaba muriéndose que es inmortal
Para la luz de septiembre
Cuando ya estás
acá
pareciera que
sos solamente
un nombre que
habla de vos
presente o no
y por ahora
parece que
todavía fueras
verano
el gran verano
conocido y
eterno
con una chispa
de bronce en
las mañanas heladas
y los últimos
pétalos amarillos
del gordolobo
aleteando
sobre las cañas
que se inclinan
sobre sus
sombras rotas
en el suelo
agrietado
pero ellos
saben
que viniste
los ramilletes
de la salvia
los pájaros que
susurran
sin saber dónde
esconderte
cómo guardarte
para después
a vos
que volás con
ellos
que no estás
adelante
ni atrás
que llegás
con las
ciruelas azules
que cayeron
durante la noche
perfectas bajo
el rocío
Separación
Tu ausencia me
traspasó
como un hilo a
una aguja.
Todo lo que
hago está cosido con su color.
Versiones en
castellano de Sandra Toro
Los animales
Todos estos
años detrás de las ventanas.
Con cruces
ciegas barriendo las mesas.
Y yo rastreando
el suelo vacío.
Animales que
nunca vi
Yo sin voz
Recordando
nombres para inventar para ellos.
¿Alguno de
ellos volverá?
Diciendo que si
Diciendo mira
con cuidado si
Nos reuniremos
de nuevo
PÁJARO DESCONOCIDO
De los días
secos a
través de las
hojas polvorientas a
lo largo del
valle,
esas pocas
notas nunca se
escucharon aquí
antes de que
una frase estriada
flotando sobre
su
secreto errante
de repente
brotara en
algún otro
lugar
y desapareciera
antes de que
caiga en
su propio eco.
un hueco a
través del aire
que está seco
como antes, de
donde
casi nadie
parece haberlo
notado
hasta ahora,
pero quien ahora
lo habría
escuchado
no es nativo
aquí, de lo
que podemos
estar
seguros.
tal vez vino
solo de algún
otro lugar ,
así que sigue
llamando a
nadie que esté
aquí
esperando ser
escuchado
por otro de su
propio
origen
improbable,
intentando una
vez más las mismas pocas
notas que
comenzaron la canción
de un oriolo
escuchada por última vez
hace años en
otra
existencia
allí.
va otra vez,
no le digas a
nadie que es aquí
extranjero como
nosotros,
que estamos
llenando los días
con un sonido
propio
Por el aniversario de mi muerte
Cada año, sin
saberlo, he pasado el día
Cuando los
últimos incendios agitarán a mí
Y el silencio se
establece
viajero
incansable
Al igual que el
rayo de una estrella sin luz
Entonces yo ya
no
me encuentro en
la vida como en una prenda extraña
sorprendido por
la la tierra
y el amor de
una mujer
y la vergüenza
de los hombres
como hoy,
escribiendo después de tres días de lluvia,
escuchar al
niño cantar y al caer cesar
y inclinarse
sin saber a qué
La velocidad de la luz
Tan gradual en
esos veranos era el paso
de la edad que
parecía que los largos días que se desarrollaban
cuando las
estrellas se desvanecían sobre las montañas no
nos
abandonaban, incluso cuando los pájaros se despertaban cantando al máximo y el
rocío
brillaba en las
telas. Una clara
apertura de la
mañana en el cielo era algo nuestro
que teníamos y
manteníamos, y que la luminosidad que no podíamos tocar
y el aire que
no podíamos contener se había convertido en nuestro objetivo todo el tiempo
y nunca se
iría, y que el eje
que hicimos No
se oía nada cuando el antiguo coche
tosió en el
establo del techador y lanzó el eco
en el carril y
el único tractor.
retumbaron en
el pueblo y entraron en sus
murmullos
oxidados antes de salir de la zona de
las palmaditas
de vaca y la sombra del árbol de lima
, no vimos que
las golondrinas parpadeaban y las chispas
de sus gritos
eran rápidas en los radios de la la
rueda hueca que
giraba y nos hacía girar nos llevó a
todos como uno
solo con los neumáticos de la furgoneta del panadero
donde las
ruedas de pan estaban apiladas como días en calendarios
que iban y
venían de una sola vez, no oímos
el borde de la
hora en lo que sea Decíamos
o tocábamos
todo el día, pensamos que estaba allí y nos quedábamos allí
hasta que la
tarde se alargó en su
esfera y las sombras
se extendían más y más.
por todo lo que
empezamos a escuchar por lo que
podría estar
escapando de nosotros y escuchamos fuertes voces tocando
el atardecer en
el pueblo llamando a sus animales a casa
y luego a los
murciélagos en la oscuridad y al silencio en su camino
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