(3 de marzo de 1906, Municipio de Perstorp -11 de diciembre de 1991, Solna, Suecia)
DE NOCHE AMO A ALGUIEN
De noche amo a alguien a quien nunca puedo
encontrar de día.
Ella lleva un incendio en los ojos, una tormenta en
el cabello
Lleva un vestido tenue sembrado de rosas
silvestres.
Rodea su propio valle con siete colinas.
Sonríe siempre a un espejo que nadie más puede ver.
Puede, igual que un dado, mostrar un ojo o seis.
Es una gravera que se desliza con un ramo de
amapolas en la cumbre.
Es Leda vadeando el cenagal en busca de su cisne.
Tiene una terraza que da al mar donde la veo muchas
noches
Con su vestido de fosforescencias marinas
Mientras las velas hundidas respiran en las
profundidades.
Ella dice: Llámame Noche, entonces encontrarás la
raíz del bien
Que por el día llaman el mal.
Se aleja vadeando, se aleja hasta donde nunca cesa
la marea.
Es ella a quien amo de noche pero nunca puedo
encontrar de día.
Whitman
Tú, el hermano de todos,
tú, el hombre de gran corazón,
tú, robusto caminante en la tormenta de la vida.
Nunca olvidaste esas mañanas de juventud
cuando salías de pesca con tus camaradas en un bote
en el mar:
el olor de las algas, ese ambiente en el agua
con gritos de bote a bote
y humo azul subiendo de los barcos —
¡ah, esa fuerte y hermosa camaradería entre
hombres!
Tú, amante de la vida,
para ti los días eran como frescas olas verdes:
decididas, llenas de alegría
dejabas que te cubrieran, que te alzaran, que te
elevaran,
que te lanzaran hacia adelante —
Caminante del alba,
ibas por el mundo
con un ondulante abrigo desabrochado
y tras de ti remolinos de viento;
cantabas
y tu canción perdura aún entre los montes, es como
un eco sobre los océanos:
tus huellas son profundas, indelebles en la tierra,
nos muestran el Camino,
y en ellas florece la luz.
Tomado de:
La urraca
el pájaro de mi temperamento racheado,
vuela girando como un helicóptero,
Una bola de alas en el viento.
La urraca, viuda alegre, riendo
a pesar de que ella no está dispuesta para jóvenes,
riendo
por los robos que ha cometido y los robos que está
planeando.
El pájaro blanco y negro del abedul,
en casa incluso en árboles que se paran negros en
la nieve.
Recolector sin cesta de sorbas del otoño,
con el pecho reluciente de acero como un cielo
invernal claro como la escarcha.
Granjas aunque ella ama aún más que el bosque,
vuela por el humo de la chimenea apestando a tocino
frito,
recoge un alfiler de seguridad tirado con el bebé
agua de baño
se sienta en la bomba de madera escuchando el
separador en
La cocina.
La urraca, muchacha astuta con cola meneando,
nunca completamente joven e inexperto,
más como una niña gitana con una moneda de plata en
la oreja,
fácilmente seducido en el último heno de fines de
invierno
cuando sus pies están fríos por la lluvia.
Aunque nunca una vieja bruja hosca como el cuervo
o ronco como el cuervo, el caballero errante,
con un cuchillo dentro de su abrigo y masticando su
respaldo.
No, lo más parecido a la pobre señorita vicaría
que baila en el hielo
a pesar de sus guantes andrajosos.
La urraca con manojo de ramitas y chirriante
batidora de leche,
revestido de clara de huevo soplada, sumergida en
alquitrán de las tuberías de drenaje,
donde ella abre su pico contra la muela
y se ríe burlonamente de los muchachos que trepan
arboles
Tomado de:
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