Fin de caída
Si un
hombre cae de un avión en mitad de la noche
sólo Dios
puede recogerlo.
Dios se le
aparece en el cielo nocturno,
lo toca y
disuelve sus penurias.
Dios no
reclama su sangre
pues la
sangre no es el alma.
Dios no
acaricia sus miembros
pues el
hombre no es la carne.
Dios
desciende sobre él, alza su rostro y lo contempla.
A los ojos
de Dios, el hombre es un niño pequeño
que con
dificultad se alza en cuatro patas, quiere andar;
que se
siente alado y quiere volar.
El hombre
está aún confundido, no sabe
que flotar
es más grato que arrastrarse.
Dios
quiere acariciarle la cabeza
pero se
detiene,
no desea
intimidarlo
con señales
de amor.
Si un
hombre cae de un avión en mitad de la noche
solamente
Dios conoce cuál es el fin de la caída.
Traducción:
Gerardo Lewin
Tomado de:
http://decantasion.blogspot.com/2007/07/dalia-ravikovitz-fin-de-cada.html
ORGULLO
Incluso
las rocas se rompen, te digo,
y no por
la edad.
Durante
años se acuestan de espaldas
en el
calor y el frío,
tantos
años,
casi crea
la ilusión de calma.
No se
mueven, por lo que las grietas permanecen ocultas.
Una
especie de orgullo.
Los años
pasan sobre ellos mientras esperan.
Quien los
vaya a destrozar
aún no ha
venido.
Y así, el
musgo florece, las algas se
agitan,
el mar
revienta y retrocede,
y todavía
parecen inmóviles.
Hasta que
un pequeño sello llega a rozar contra las rocas,
va y
viene.
Y de
repente la roca tiene una herida abierta.
Te lo
dije, cuando las rocas se rompen, es una sorpresa.
Más aún,
gente.
© 1970,
Dahlia Ravikovitch
De: The
Third Book
Editor:
Hakibbutz Hameuchad, Tel Aviv, 1970
© Traducción: 1989, Chana Bloch y
Ariel Bloch
Tomado de:
https://www.poetryinternational.org/pi/poem/3359/auto/0/0/Dahlia-Ravikovitch/Pride/en/tile
Muñeca mecánica
Y esa
noche yo era una muñeca mecánica
y gire a
derecha e izquierda, a todos lados
y me caí
de bruces y me partí en pedazos,
y trataron
de unirme con manos hábiles.
Y luego
volví a ser una muñeca correcta
y Todos
mis modales fueron estudiados y conformes.
Pero para
entonces yo era un tipo diferente de muñeca
como una
ramita herida que cuelga de un zarcillo.
Y luego
fui a bailar al baile,
pero me
dejaron en compañía de gatos y perros
a pesar de
que todos mis pasos fueron medidos y modelados.
Y tenía el
pelo dorado y ojos azules
y tenía un
vestido del color de las flores del jardín
y un
sombrero de paja decorado con una cereza.
Traducido del hebreo original por
Karen Alkalay-Gut.
Una respuesta insatisfactoria a la pregunta
¿Qué
opinas del ****** del Primer Ministro?
Sí, ¿qué
opinas del ******
del Primer
Ministro?
Y que
sientes
¿Estás en
estado de shock
o
deprimido?
Se hizo
una pregunta.
¿Y
tartamudea
o no está
seguro de lo que sucederá,
o habla
con tal desconcierto
por el
futuro o el presente?
Se hizo
una pregunta.
¿Y quizás
te sientes estúpido
o sin un
punto de vista?
Responder.
Y
respondo:
todo lo
que dices es correcto
y eres una
persona querida.
Y quiero
agregar una cosa más:
el primer
ministro murió como un hombre feliz.
Paz al
polvo del primer ministro
Marido y
padre y algo más:
el hijo de
Rosa Roja.
Traducido del hebreo original por
Karen Alkalay-Gut.
El cuento del árabe que murió por fuego
Cuando el
fuego agarró su cuerpo, no sucedió gradualmente.
No había
una explosión de calor antes,
ni una ola
gigante de humo sofocante
y la
sensación de una habitación libre a la que uno quiere escapar.
El fuego
lo detuvo de inmediato
, no hay
metáforas para esto,
le quitó
la ropa que tenía
pegada a
la carne.
Los
nervios de la piel fueron los primeros en ser tocados.
El cabello
estaba consumido.
"¡Dios!
¡Están ardiendo!" él gritó.
Y eso es
todo lo que pudo hacer en defensa propia.
La carne
ya estaba ardiendo entre las tablas de la cabaña
que
alimentaron el fuego en la primera etapa.
Ya no
había conciencia en él.
El fuego
quemándole la carne
adormeció
su sentido del futuro.
y los
recuerdos de su familia
y de que
ya no tenía vínculos con su infancia
y no pidió
venganza, salvación
o ver el
amanecer del día siguiente.
Solo
quería dejar de arder.
Pero su
cuerpo apoyaba la conflagración
y estaba
como atado y encadenado,
y tampoco
pensaba en eso.
Y continuó
ardiendo por el poder de su cuerpo
hecho de
cabello, cera y tendones.
Y se quemó
mucho tiempo.
Y desde su
garganta
ya habían
cesado voces inhumanas emitidas por muchas de sus funciones humanas,
excepto
por el dolor que los nervios transmitían
en
impulsos eléctricos
al centro
del dolor en el cerebro,
y eso no
duró más de un día.
Y fue
bueno que su alma fuera liberada ese día
porque
merecía descansar.
Traducido del hebreo original por
Karen Alkalay-Gut.
Tomado de:
https://hellopoetry.com/poets/dahlia-ravikovitch/
SEGURAMENTE RECUERDAS
Después de
que todos se han ido
me quedo
sola entre los poemas.
Algunos
son míos,
otros
ajenos.
Los poemas
ajenos me gustan más.
Permanezco
en silencio
y el ahogo
abandona mi garganta.
Yo me
quedo,
a veces
quisiera que no se quedara nadie.
Debe de
ser agradable escribir versos.
Te sientas
en la habitación y es como si los muros crecieran,
los
colores se hacen más intensos,
un pañuelo
celeste se transforma en un profundo pozo.
Querrías
que no se quedara nadie.
No
comprendes qué pasa contigo,
es como si
pensaras en dos cosas a la vez.
Después
todo pasa y se transforma en cristal puro.
Más tarde
el amor.
Narciso se
adoraba.
Tonto es
aquel que no comprende que también amaba el río.
Estás
sentada sola,
el corazón
te duele pero no se parte.
Lentamente
se van borrando las desteñidas figuras,
luego se
van borrando los defectos.
Mas tarde
aparece el sol de medianoche
y
recuerdas aún las flores oscuras.
Quisieras
estar viva o muerta u otra cosa.
Tal vez
exista un país al que amas.
Tal vez
exista la palabra.
Tú
seguramente recuerdas.
Tonto el
que permite al sol ponerse a su gusto,
él siempre
consigue escapar a las islas del Oeste.
Hacia ti
vendrán el sol y la luna, el verano y el invierno,
tesoros
sin fin.
(en
“Poesía Hebrea Contemporánea”, La Semana Publicaciones, Jerusalén, 1987. Trad.
Arie Comey. En la foto, Dhalia Ravikovitch por Yael Rozen)
(Publicado
en Facebook por Jonio González)
Tomado de:
http://laeternamargarita.blogspot.com/2014/03/dahlia-ravikovitch.html
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