sábado, 8 de mayo de 2021

POEMAS DE ÁLVARO MARÍN IN MEMORIAM

Manzanares, 1958 / Bogotá 2021 Colombia


A una herida dale alas

 

Y ya que es obra de tus sueños ama tu herida

a tu propia herida no la niegues, déjala ser,

desnuda su resplandor desde la cima más alta.

A tu herida enséñale a volar, dale alas,

deja que su dolor beba

entre los senos del vacío, la leche de la nada.

 

Arte

 

Las palabras huyen de la servidumbre,

la lengua es la turbulencia de la materia insatisfecha.

En el silencio la palabra siembra, y desde su sombra lanza raíces.

Si caminamos sentimos los abismos de la espiral del vacío. Es de los altares

de la resignación de donde huimos.

 

El arte no es horror al vacío sino al tiempo baldío del animal doméstico, esa

catalepsia de tiempo sepultado.

En la fijeza el aire no resuena, si habla o escribe el satisfecho la poesía huye.

Si es por la exhibición la poesía no califica. La pasarela es el atajo de los caballos

de feria.

La poesía restituye, es materia soluble, huye del tiempo.

 

Así es el agua, no deja que el polvo levante su imperio. El agua se desplaza,

no en el tiempo, no en el espacio, no entre la dura materia.

Así es el agua, así son los árboles. No es hacia la oscuridad y la muerte hacia

donde descienden los ríos.

No hay muerte, las raíces, el agua y las sombras buscan su luz más íntima.

El vacío, la materia lo arrastra tras de sí.

Cuando la poesía huye deja en el vacío un árbol plantado.

 

Llama antigua

 

La vida no se acomoda en este galpón en donde el tiempo

no cumple sus ciclos.

El deseo es placebo. No hay huellas, es un acto de fe estar vivos.

Hay un plano donde las palabras dejan de nombrar, el tiempo se

detiene y el mundo se nombra a sí mismo, y otro, en donde la

indolencia no tiene esperanza ni en la muerte. No hay esperanza

para quien no se rebela.

Aun la muerte tiene esperanza, aunque esta sea el vencer a la vida,

pero los muertos vivos no tienen esperanza. Un muerto vivo es un

silencio vacío, una vasija rota. Un muerto vivo es una obra

abandonada.

La revelación es esta larga contienda entre la vida y la muerte.

En la memoria vegetal existen las talas y los rebrotes. Rebrotar en

los declives de la historia, propiciar el momento de los nacimientos,

aunque llegue primero el desierto con su imagen horizontal de la

muerte.

Un largo duelo es un tiempo sin alas, y los nacimientos no ocurren si

la muerte se baña en oro. Somos nuestros reos, nuestros propios

carceleros, somos la fuerza del abismo que nos lleva de pies y

manos.

Es mejor ser la descendencia desobediente. Esta geografía no nos

vea caminar, muertos entre los vivos. Y, aun así, la vida hace rodar

su espiral de sentidos, aunque nos detengamos en la fijeza, en esa

fisura en la mitad del concierto.

Queda el despojo, los fragmentos que no encuentran su forma. La

vida no puede ser la huida permanente, esa persecución continua de

una sombra. Desviar nuestros pasos de lo oscuro en medio de esta

 

geografía de herrumbre. Todavía hay espera, aun en los tiempos del

hambre y de la sed, y precisamente por ellas, vivimos la espiral de

los ciclos.

 

Sobre este poema sobrevuela un Black Hawk

 

El fuego camina sobre el agua en una travesía a tres mil grados k.

El elemento puede ser el número atómico 22, titanio puro. Se

extrae por un rapto de tetracloruro y por el influjo del carbono. A

esta amalgama se agrega sangre de indio, y así empieza el

descenso del cuchillo sobre el mundo, el metal en la forma de un

halcón.

Black Hawk es un indio del Mississippi, un jefe sauk. Su gente,

dicen, es gente de fuego. Black Hawk ofrece el alimento del

tabaco a los ingleses que los ingleses vuelven humo. Asombrados

los minerales bajo la tierra preguntan si en Europa hay vida antes

de la muerte.

Hoy ya sabemos cómo desintegrar las partes del todo, y vemos

caer una lluvia roja sobre un río insepulto. Otros saben cómo

fundir el nombre de un jefe indio al metal, y saben convertir los

huesos de la cultura en armas de guerra.

Desde el cielo cobrizo desciende el dios de titanio, su rumor seco

entre la selva del Amazonas anuncia el comienzo de un tiempo

oscuro. Este viejo rumor viene de caza desde el antojo de Europa

del siglo XV. Abre las aguas, quiebra la noche y los mares

profundos.

Esta versión del fuego no es una danza ritual, no es el fuego sauk,

es el fuego que camina sobre todos los siglos. Esta es la muerte

mineral, es una prolongada historia clínica con pozos de

hemoglobina.

Este rumor en llamas trae una equis de huesos y un documento

secreto. La tierra se estremece desde las praderas del Norte

hasta la caída en las sombras de las selvas del Sur.

¿Y acaso lo esperado no era un tiempo de luces?

Detrás de los árboles un silencio nos llama, desde la sombra,

desde el oscuro desdoblamiento del dolor.

 

¿A dónde creen ir los hombres y los animales?

Ya no sabemos qué parte de la oscuridad somos. Dirán que la

selva es un vertedero de sepulcros, un útero verde, un pantano de

ahogados suplicantes, ¿pero a dónde van sin sombras estos

cuerpos?, ¿a dónde van estos fantasmas errantes?

¿Y si no hay muerte? ¿Y si la multitud de árboles y hombres

talados son un mal sueño?

Del Atlántico desciende una noche que no es la noche, y entre

humo y rapé nuestras voces preguntan: “y si no son estas

nuestras palabras, y si no es esta nuestra boca, si no es este

nuestro cuerpo, ¿qué somos entonces?”

Los árboles caídos dicen que estamos muertos. A los árboles

caídos les cortamos la lengua y siguen hablando, los árboles

caídos dicen que somos presencias vacías, aire sin aire, actos de

fe. Y ya nada pueden hacer los pájaros por nosotros.

 

Esta es la historia de la trasformación del nombre de un indio del

Mississippi en el nombre de un arma de guerra, y del indio mismo

convertido en metal. Ahora sobrevuela el verde del Amazonas.

 

Esta es la historia del fuego que camina sobre las aguas.

Sobre este poema sobrevuela un Black Hawk.

Tomado de:

https://cardenalrevista.com/2021/04/16/poesia-colombiana-actual-alvaro-marin/


SED ANTIGUA

 

La noche esculpe al hombre,

y sus dominios van más allá del perfil

veteado por la muerte; poca cosa es la herrumbre

a la muerte ante la noche que invade los salones

de una casa sin puertas.

 

Por la calle empinada descende

la sed antigua de la noche

y nadie ha dicho aún qué cosa es el hombre.

 

El linde está em su cueva, y el alma en su cárcel;

porque las brumas del alma saon como el puño de niebla

arrojado al rostro del ángel remiso.

Qu

Ahí está la planta, o el pequeño animal,

¿A qué han venido?

¿Qué busca el pequeno gusano en el estiércol?

¿Quién ha escuchado el pregón

de la flor que resiste sobre el hollín de las tejas?

 

Hay una mano que abre puertas de la noche,

otra que desata eslabones; algo nace,

algo muere. Todo es un viaje

y sólo nos es necesaria una canción,

porque la vida es un viaje huyendo.

 

Esto es solo un paraje;

en brazos de la noche; la nodriza de la leche parda.

Esta es la sangre, es la noche,

es la sangre negra de la noche, es el músculo azul

que se deslíe.

 

Esta es la noche y hay que beber su vino;

olvidar la ceniza y ungir las heridas,

como si pudieras sanarte, como si pudieras cerrar

la herida de la nada.

 

 

AZUL CON CUERVOS

 

 

Por la grieta del muro se desliza

el escorpión perseguido por su propio veneno,

una luna mortal ilumina el paso de un cravatillo,

y al amanecer

desde un azul intenso vendrá el sol;

el cuervo rojo, el planeador rapaz.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/colombia/alvaro_marin.html

 

 

Escrito en piedra

 

En piedra escribo: 

en el principio fue la música, después

vino la muerte.

Lo digo en memoria de los días talados.

 

En piedra escribo los nombres de la luz.

Con la sombra de mis palabras

dibujo sus manos y sus ojos de angustia.

En las ramas de mi memoria abrazo su música

y sus frutos de electricidad.

 

En los desfiladeros se suicidan los días, 

y los árboles desde hace ya mucho tiempo

han dejado de dar sus frutos.

 

En piedra escribo la vida

como escribe el relámpago el regreso del agua.

Afirmo la vida, la antigua llama que ilumina mi propio abismo.

 

 

Magdalena 

 

Del río, ayer grande y generoso, salen ahora las canastillas

de mimbre ya sin peces: el mimbre solo como las costillas

de la res bajo las alas negras de los samuros.

 

Oscuras alas cubren la ceiba que antes estaba cargada de luz, hoy es un ramo de muertos.

Pájaros negros revuelan entre piedras negras,

y cuando llega la noche, la obsidiana de los reflejos del río, corta el cuello del resplandor de la luna.

Nacido del sol el caballo del día desciende y en su galope trae las manos rapaces de vengativos dioses.

 

Esta sangre reseca es nuestro verano, porque en el invierno

la escorrentía mueve las grandes piedras y baja de las altas montañas los gruesos árboles que se sumergen de pie

en el mar.

 

Y en las orillas el hombre es la espuma

de la creciente.

Destechado vive bajo la carpa de la noche

y tienen una niña que la luna no abraza,

un perro más oscuro que su sombra

y un destino arrojado a las brasas del sol. 

 

Poema de las almas muertas 

 

Cómo entender

Los prolongados silencios del árbol

Cómo discutir el monólogo del río

Cómo iluminar el resplandor de un incendio

Cómo leer la sangre abierta.

 

Cómo curar las heridas del día 

Cómo leer las manchas del sol

Cómo cantar estas muertes.

 

Cómo entender al trastornado

Cómo curar los rostros del miedo

Cómo contarle al que pasa

Cómo hablarle al que pasa 

Y cómo,

Si lo que pasa, lo que atraviesa esta noche

Son trescientas mil almas caídas en la guerra. 

 

A una herida dale alas

 

Y ya que es obra de tus sueños ama tu herida.

A tu propia herida,

no la niegues, déjala ser.

Desnuda su resplandor desde la cima más alta.

A tu herida enséñale a volar, dale alas.

Deja que su dolor beba

entre los senos del vacío la leche de la nada.

 

Obús 

 

En la mañana la artillería del sol lanza el obús que ilumina los cuerpos de los hombres talados al anochecer, y sobre

la ceniza de los derrotados, los rifles levantan la iglesia del odio.

 

Pero a la caída de un hombre

por más naturalidad que se imposte, siempre le sigue

un viento helado

y el luto de los árboles a la blanca orilla de luz. 

 

La luz disuelta en un mar que arrastra las cañas, los días

y los hombres tocados por los carboncillos de la muerte.  

 

Desiertos

 

Una caravana de desvencijadas carretas

viaja con la noticia: hay guerra en el desierto.

Los cuervos merodean en la arena enlutada, 

el hambre es la guerra más lenta.

La muerte relumbra en las tinajas vacías

en los áridos pezones de las madres

del pueblo del desierto.

 

Poema de amor 

 

Oscuras alas nos rozan, anoche

cayó un lamparón de sangre sobre la tierra

y la luz de las bombas

iluminó nuestros cuerpos dormidos.

 

Después de la guerra levantaremos la casa

y la sangre derramada

arrastrará los pájaros grises de la tormenta.

 

La historia es un país de estaciones,

después del oscuro invierno

pintaremos la casa; cuando en el cielo rojo

se oculten las máquinas de la sombra

enterraremos a nuestros muertos.

 

Pintaremos la casa,

y el olvido resanará las grietas.

En la noche volverán los amigos

a encender la hoguera de sus voces;

tu voz será una lámpara sobre las ruinas

y tus manos lavarán la sangre de la tierra. 

 

Conjeturas sobre la falsa creación del hombre

 

 

Después de la caída al hombre todavía le quedan alas. Algunas veces las mueve y todos lo rodeamos; es un rito, siempre que sus alas se mueven lo observamos atentos, esperamos el momento de su levitación, pero vuelve a caer... pesado sobre la dura tierra.

 

Recae luego insiste, rueda o se desliza hasta volver a empezar el ascenso. Bordea la cima y vuelve a caer. Intenta algunas veces desde la armazón de un pájaro mecánico, y vuelve y cae. No puede negar su vocación terrestre. 

 

Es falso que el hombre esté consumado, con la carcasa de sus huesos no logra levantar un refugio para un ser diferenciado. En todo caso el hombre aún no tiene siquiera la habilidad del escarabajo, sus alas rotas le estorban para caminar, su peso muerto es su pesada y persistente sombra. 

Tomado de:

https://meridiano75.blogspot.com/2016/11/nueve-poemas-del-libro-conjeturas-sobre.html

 

En blanco y negro 

 

 

La luz se endurece en la piedra. Una piedra, sí­,

 

un duro hueso de la tierra.

 

Y si no fuera por la luz este verano serí­a

 

de sangre. Y si no fuera por la luz

 

el invierno que viene serí­a un invierno de algas muertas.

 

El dí­a. Su iluminada concavidad electriza

 

el paso de nuestros pies felinos. La luz desnuda

 

nuestros cuerpos: la luz, el resplandor

 

de sus lanzas punza nuestras cabezas.

 

 

 

Y sin la noche la luna serí­a el frí­o rostro de la venganza,

 

sin la noche no existirí­a el sonido

 

del piano ni la dulce melodí­a de las voces negras.

 

Sin la noche la vida serí­a gris, sin la noche el hombre

 

morirí­a en su primera noche.

 

 

Fundaciones

 

 

Sobre esta piedra levantaré mi casa, dice el hombre,

 

cuando observa la mole de piedra empinada.

 

Lleva a cuestas su casa igual que el animal de concha,

 

su casa sin puertas, sin aire donde trazar

 

las ventanas, sin tierra donde descansar

 

el aventado pie.

 

 

 

Cada vez que levanta los maderos que le sirven

 

de viga llega la tempestad, la inundación, el fuego

 

del rayo, o el fuego que la mano furtiva acerca al

 

pajonal de la casa.

 

En verdad nuestra casa siempre ha estado

 

en llamas, en el puro viento inmaterial, en el deseo

 

que nos impone el sueño de tener un lugar,

 

un abrigo bajo las estrellas, una pausa para los pies cansados.

 

Nuestra historia es un relato de vientos

 

devastadores y veranos sangrantes.

 

 

Despeñaderos

 

 

La luz es también un lugar.

 

El lugar.

 

Cada forma busca su resolución.

 

 

 

Es fácil perderse en los despeñaderos.

 

Abajo el golpeteo del agua contra la tierra

 

reproduce el suicidio de las estrellas.

 

 

Sombras felinas 

 

 

En el reflejo del agua

 

el pescador viste de esqueleto,

 

al fondo

 

el agua desdibuja las sombras ahogadas,

 

y a la orilla el musgo verdea sus lamas

 

de salitre y de fósforo.

 

Abajo se desliza un rí­o serpiente

 

al fondo del resplandor de los huesos.

 

 

 

Entre algas oscuras se enluta el hombre,

 

en el reflejo del agua es pescador de sí­ mismo.

 

Y aunque su alma es hija de la felina sombra

 

igual será detenida por los arpones.

 

 

 

Esta es la verdadera herida: la ciudad

 

que expulsa sus mortí­feras aguas

 

y el hombre que extrae en su red

 

sus propios restos mortales.

 

 

Salvaje

 

 

Todo ya está escrito en la memoria del árbol,

 

cualquier pino vencido es una revelación.

 

El principio es el árbol, la conciencia ocultada.

 

Otra ciencia reclama otra vigilia.

 

 

 

El árbol es un camino que se abre

 

en los sentidos despiertos, entre sus breñas

 

de luz asoman todas las fuerzas, los elementos.

 

La verdadera presencia es la presencia

 

del árbol, uno que fue lo dijo: “en el principio fue la selva”.

 

 

 

Un lago profundo es oscuro, pero si cae la luz

 

en su centro el fondo se aclara para ver

 

lo que no ve la otra conciencia, fija en las superficies.

 

 

 

Con la pupila expuesta a la oscuridad la visión

 

se agudiza, como en el silencio de la noche

 

el ojo del animal cazador.

 

Despertar es ver la realidad, clara pero

 

indomable, perturbadora y salvaje.

 

 

Balsa

 

La luz de la primera vigilia está hecha todaví­a

 

con materia del sueño. Luego aparece

 

la luz del fuego y desliza su llama

 

sobre la humedad de la mañana, como los pies

 

del que camina sobre las aguas.

 

Despertamos sobre la balsa de nuestros huesos, al pie del fuego.


 

Arcaí­smo

 

 

Para ver en la noche

 

llevamos piedras incrustadas

 

en el lugar de los ojos,

 

y de ofrenda

 

un collar de caninos.

 

A una vieja estrella 

 

 

No encontrarás aquí­ tu vereda azul

 

ni tu espejo de agua.

 

Igual vestirás la máscara

 

o la fronda de un árbol,

 

tu presencia

 

nada agrega al silencio de la tarde rota.

 

 

 

El hombre es un puñado de polvo

 

en el vagón del tiempo,

 

y es una vieja estrella que se apaga.

Tomado de:

https://www.otroparamo.com/web/articulo.php?ed=52&ar=100

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