El tiempo de pasión
Es un ciprés que nace entre antiguos cipreses,
plantado por mis manos;
mirado y remirado por los ojos que lloran
en mi cara; los ojos que te amaron
cuando antiguos cipreses eran sólo columnas
de un gran cielo tranquilo.
Música de la Muerte redobla entre tu cuerpo
y mi cuerpo. Redobla entre tu sombra
y mi sombra.
Redobla en los confines del Amor y la Noche...
Música de la Muerte llora todas tus muertes;
va corriendo entre todas
las hojas de ciprés: dice tu muerte,
y llega hasta el recuerdo
de aquel gran mediodía
del arduo amor,
-¡un melodioso estar
Tú y yo, como dos rosas,
en un resplandor mágico
de largos oros! -
Estábamos envueltos en un aire de fuente
en primavera!
Tú y yo
¡ciegos al día
y a las estatuas frías!
¡Oídos impenetrables
a la lira del aire!
¡Sólo almas reposando
sobre el alma del sándalo!
Ahora estás muerto, Amor, bajo todas las rosas
tristes, ardientes, ávidas, que mi pasión
deshoja.
Y por mis sienes, como de una herida,
corre tu sangre, última flor de vida.
Ya llega a mi mejilla -sola flor sin espinas-
y canta su pasión, su vida herida.
Yo te he tendido, Amor, sobre las flores tiernas,
preso y libre de mí, nocturno y frío,
y desde mis abismos te remiro.
Ya estamos otra vez, como dos rosas,
junto a la más esbelta
fuente eterna de Amor. -Huyen redobles
de tu Muerte entre noche-.
¡Canta la fresca aurora!
Huyes de mis manos...
Huyes de mis manos,
forma del vaso sencillo y seguro:
- ¡pero desde el sueño te canto
como si tú también fueras sueño!
Huyes de mis manos
por caminos que ningún pájaro conoce;
y mi voz te persigue
heroica, como un secreto fino y terco.
¿Eres sólo una voz
callada y sin recuerdo?
¡Forma del vaso sencillo,
profunda como el sueño!...
La fuente
Entre árboles extáticos
y flores soñolientas,
cuando todos los astros del verano
caen sobre los jardines con ardiente cadencia
tus surtidores cantan
sobreviviendo!
Remotas aguas, columpiados barcos
descansan en tu dulce cara quieta.
Tus tranquilos mármoles
se dan al aire y sueñan
y la gran noche mágica
del jardín se levanta
para ver nuestro encuentro.
La muchedumbre de las fuentes canta
por esta sola boca tuya ¡Fuente!
Ya puedo amar sin vértigos
este espejo de sombras, este canto;
porque ciñes los mares de mi ser en la noche
y detienes el Tiempo!
La noche
I
Un alto mar de sombra ya invadió todo el Aire,
y en el gran sueño oscuro
relucen, solitarios,
los vastos ébanos con que el Amor talla
arcas insomnes de secretos pianos.
Bajo la noche
busco antiguas estatuas.
Exploro el hondo bosque donde el Recuerdo posa
su extraña mano de cautela y llama.
¿Son mis desconocidas gacelas ya dormidas
o son lentos follajes?
¿Es una cabellera perdida entre los tréboles
en la extensa morada de fragancias del Aire?
¡Soy yo, soy yo, yo misma
perdida entre los árboles,
sola entre oscuros árboles!
Soy yo, soy yo, yo misma
en cristal apagado
y dormidos esmaltes!
Dejo el bosque secreto, dejo el jardín sin
cisnes;
atravieso los muros invisibles del Aire,
y ya estoy en el ámbito
de la gran noche sola!
-Alguna de mis muertes se ha quedado llorándome!
II
Vienen las Soledades y juntas contemplamos:
Ya no hay más que la Noche
¡una gran flor de sombra
quieta bajo el rocío!
¡La Noche y yo -¡su llanto!-
Hasta que se despierta
la oscura flor... ¡Ya se truecan las lámparas!
¡Ya un aire de gacelas
se acerca a despertarme!
¡Los mares del Día cantan!
Las campanas del valle
Tiembla el aire, desata las fragancias
si cantan las campanas
llamando a los nostálgicos
seres del valle.
Son locas llamaradas
tendidas a una música lejana
que sólo en sueños viene
con acento velado
por un camino tierno de amapolas
y de lento descanso.
Cuando nos despertamos
a saber otra vez del destierro y las lágrimas
las campanas encienden el aire del desierto
y, también desterradas,
hacia las más lejanas campanas de aquel reino
cantan y cantan.
Los pianos
¿Qué piano me recuerdan
las nubes esta tarde?
Lejos de acantilados
en donde el mar se rompe
llorando!;
lejos de ciegas llamas
que una mano desata
para su muerte incauta,
ya no eres gris espada
ni violento relámpago!
¡Las nubes me hacen dulce
tu recuerdo en la tarde!
Como se planta un árbol
hoy dejo sobre el mundo
tu imagen:
Tú eres como los pianos
distantes en la tarde.
No acantilado: blanda
playa de seda y algas
a donde mi amor llega
cantando!
Las lentas melodías
a tu alrededor vagan,
como aquellas gaviotas
que se acercan a un barco
y le hacen una nueva
quilla blanda!
¿Qué piano me recuerdan
las nubes esta tarde?...
Tú eres como los pianos
y las nubes distantes!
Manos de amor
¡Qué cercanas, qué lejanas,
tu mano y mi mano juntas!
Me enloquezco cuando siento
que entre el amor de sus palmas
una mano taladrada
les separa los dos pulsos.
-Ya se acercan, ya están juntas,
como una flor con su tallo,
tu mano y mi mano juntas!
Quiero sentirles la sangre
junta;
¡las vivas raíces juntas!
¡Ay! Todavía las separa
el resplandor de una rosa
con su ser, que es, como el tuyo,
terrible, tierno, traslúcido!
Toda la noche tu mano,
convertida en una rosa,
fue sangre de sueño y flor
sobre el sueño de mi mano
silenciosa.
Melodía de los cisnes
Cisne tú, como cisnes de un olvidado lago
que se asoma al recuerdo con violetas tranquilas!
Viajas como los cisnes en que el Amor descansa
con una luz antigua
cuando somos el sueño de una sola flor sola,
Tú, Cisne de los cisnes
y Yo -tu melodía!
Ya el otoño se cierra con un oro sombrío...
Un gran pétalo solo
camina por el cielo de las flores dormidas.
Y cisnes del Recuerdo
hunden en el silencio de remotos jardines
su cuello y su concierto: su apagado abanico.
Sólo tú, extraño ser que me escondes los cisnes
quedas bajo la luna!
Y todas las violetas sumergidas se apoyan
sobre tu ser de cisne
sobre mi melodía!
No pasarás por el camino...
No pasarás por el camino
a la hora en que mis ojos te buscan,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz.
Mi corazón te esperará en la puerta de los días
¡pero no llegarás!
¡Y ha de cerrarse la oración en mi soledad!
¡No pasarás por el camino!
Pero yo he de esperarte otra vez,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz...
Nocturno herido
Mientras las nubes pasan sobre el tapiz antiguo
del tiempo herido
yo olvido el suave musgo y los pies vivos
porque tu ser tendido
yacente en mis rodillas
me atrae como la sed. Hacia tu muerte
como hacia el mar me inclino
y me busco en tu faz como en espejo
hasta que el día declina.
Duermo entre tus imágenes
redobladas y vivas
y la aurora sorprende un raro sueño:
Yo voy corriendo mi veloz carrera
sobre mármoles fríos.
Pasan las nubes... son veloces... miran
un ser yacente, un templo entre cipreses
por el agua del mar humedecidos.
Miran una gran fuente
plantada como un árbol
en medio de la tarde y el olvido...
Sola imagen tranquila
de tu muerte tendida en mis rodillas.
En fuente y ser de muertes yo me miro
y pasan nubes
sobre tu ser tendido,
sobre mi ser que el Tiempo no atraviesa,
sobre un tapiz de tiempo
que fuga y permanece;
sobre un césped de tiempo
donde la cruz de Amor se planta cada día
y mis pies silenciosos y desnudos caminan!
Porque me traían tu sueño...
Porque me traían tu sueño
yo amé los cielos de la tarde
y los árboles solos.
Y amé los mares en el alba
y las barcas abandonadas,
porque en ellas iba encontrando
¡tu recuerdo!
Ya sin los cielos de la tarde
ni los mares del alba
¡te tengo!
Libre de las imágenes
¡te tengo!
Porque ahora te amo
en esta soledad mía
sin recuerdos.
Recuerdo de violetas
Yo estoy dentro de un Mar donde los cantos viven
en tiniebla extasiados...
Llegan, me tocan, vagan
con alguna hoja náufraga
por otoños del Mar suavemente llevada
y juntos reposamos
sobre el gran sueño lento de las algas.
No recuerdo la orilla
de adiós y muerte y luces apagadas...
Sólo recuerdo el Aire separando
con sus secretos dedos
mis dolientes cabellos extraviados
cuando cruzábamos
el Aire y yo
-aire y cabellos vivos derramados-
por la gran Primavera
de ardientes vientos arduos;
cuando nos acercábamos
a una columna erguida,
con hiedra, con saetas,
con ser encadenado,
entre las casas muertas
en un día de violetas
sobre cara en dolor y párpados cerrados.
Todos los soñolientos seres del Mar se acercan
con apacibles manos a mis hambrientas manos.
Si levanto los párpados
veo el sueño de violetas:
Entre tú y yo se miran desde el Aire
asomadas al Agua
como un cielo cercano
sobre el gran Mar de Amor transfigurado.
Tomado de:
http://amediavoz.com/caceres.htm
Nocturno de cipreses
Aquí el ciprés de llama que alucina;
aquí el mar y la noche, y tú tendido
-otro mar, otro cielo aquí tendido…
¡Qué oscuro olor de noche y olas tristes!
.
Alrededor de los nocturnos riesgos
llorando oscuras lágrimas, perdido,
el escondido Amor, el dolorido,
vaga tanteando entre los cantos ciegos.
.
Ya retorna a los dentros… va cerrando
oscuras puertas que se están plegando
como la flor vencida de los libros!
.
Aquí estoy yo junto al otoño vivo!
Vengo a encerrar tu noche y tu desvelo
entre cipreses del Amor y el Sueño!
La infancia
Vuelve con pies descalzos en la hora silenciosa
en que yo
estoy dormida.
Trae aquel oro fino
de crisoles ardientes donde yo te aprendía
y siembra entre mis sueños
su extraña joyería.
El aire antiguo y nuevo
llega desde un columpio que entre flores
iba y venía;
de un aljibe sombrío
sostenido
por dulces azulejos del estío;
… ¡de un sueño que era ráfaga
helada del abismo!
Vuelve con pies descalzos … Si me encuentra
despierta
mis ojos le descubren la herida siempre abierta.
y todas mis heridas se miran en su herida
como en remoto espejo
donde sueñan por siempre las flores de mi vida.
A Teresa de Jesús
La muralla de plata
erguida sobre verde y gris misterio
de tierra castellana
te está cantando en Ávila.
.
Himno de piedra, levantada pausa
nos llama a un tiempo nuevo
en el que resplandecen
-desde ceñida heráldica-
tus lúcidas moradas.
.
Un cántico extasiado
de ruiseñor asoma
entre muros de piedra,
entre las frescas flores.
¡Ay, pasos! ¡Ay, castillos! ¡Ay, prisiones!
¡Ay, alegre concierto
del corazón abierto
el nervio tenso y el sereno verso!
.
¡Aprenda yo de ti, Santa Teresa,
la límpida mirada, el alma dócil
por saber cuando llega
en un aire de heráldica remota
sobre campos del cielo,
el extasiado vuelo
de secreta Paloma
envuelta en soledad y blanco fuego
Tomado de:
https://poetryalquimia.wordpress.com/2023/09/04/9-poemas-de-esther-de-caceres/
NO PASARÁS POR EL CAMINO....
No pasarás por el camino
a la hora en que mis ojos te buscan,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz.
Mi corazón te esperará en la puerta de los días
¡pero no llegarás!
¡Y ha de cerrarse la oración en mi soledad!
¡No pasarás por el camino!
Pero yo he de esperarte otra vez,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz...
TÚ HARÁS SUAVE MI SUEÑO...
Tú harás suave mi sueño
cuando todas mis ramas hayan sido cortadas
y no quede más que una
libertad sin recuerdos...
Llegará tu silencio!
Ya mi oído
no se inclina a los días ni a las noches,
ya la última esperanza se me borra en tu cielo...
¡Llegará tu silencio!
Mi alma sabe que un día
tú harás suave mi sueño...
EL ÁNGEL DEL JARDÍN
Cuando el verano sueña ardientes pausas
entre los árboles,
el ángel del jardín me acerca los jardines
y hace cantar el agua.
Las flores amanecen
porque aquel ángel pasa,
me acerca los jardines
ardientes pausas
pasa...
Él las mira; me mira...
¡todas las flores son una mirada
y ojos y rosas cruzan
su luz de alma!
Ángel, flores y yo sólo soñamos
el jardín de jardines
descendido hasta mí cuando en la tarde
este ángel canta.
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/uruguai/esther_de_caceres.html
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