domingo, 16 de octubre de 2016

POEMAS DE CORINA BRUNI


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( 1930, El Salvador)

 C  A  N  T  A  R  E  S   



-   I  -

Ya la Luna está cansada                       
de oír que la llamen “pálida”                  
los bardos, en sus poemas.                    
Por eso esta noche cálida                      
se ha asomado sonrosada
por el humo de las “quemas”.                                           
                                                               
Y, sin pena ni dolor,                               
el Sol se fumó los montes,                     
y alistó su bastidor                                  
para bordar horizontes.     
                      


-  II  -
Estrellita mañanera:
Allá, por mi primavera,                           
rememoro una canción                            
que decía: “Luna lunera…”                     

Hoy te digo mi oración:
Por favor, trata de ser                                       
como ella “cascabelera.”                                       
Que pare ya de llover;
que no me olvide un querer…
Y, como eres verdadera,
dame una amistad sincera
que me siga por doquier.



- III  -

Todos sentimos igual
cuando la pena es pareja.
El amor no es cosa nueva…,
el dolor es cosa vieja:

Y es que le duele al jazmín
lo que al girasol le aqueja.
Y es que atesora el clavel
lo que susurra la abeja.

El tiempo guarda en un cofre
llantos, sonrisas y quejas…
Y hay quien conserva una epístola
hasta que se torna añeja.


- IV -

Se me abrieron dos caminos:                       
un mañana y un ayer,                                   
y me quedé pensativa                                   
sin saber cuál escoger.   
                              
En los dos pensé cortar   
ilusiones y esperanzas                                   
entretejidas con flores;                                  
más a la distancia vi                                      
guijarros y sinsabores.
                                                                                     
Siguen mañana y ayer                                  
espiando por mi ventana.                               
Y aún no puedo distinguir                               
cuál de los dos es mañana!                      




- V -
Un ternero jugueteaba                                
en la campiña azulada…,                                
y un gatito ronroneaba                                .
desde buena madrugada.

Había un lucero observando                                             
el ordeño de las vacas,                                                       
entre el olor del  zacate                                                        
las verbenas y albahacas.

Al ensillar los caballos
con monturas y aparejos,
se oía el canto de los gallos
que el aire llevaba lejos…

Y yo te recuerdo allí
-en medio de todo eso-
y aunque quise, no mentí,
porque me sorbiste el seso!


 


- VI  -

Negros tenías los ojos,
y la piel color canela…,
y oscilaban tus antojos
como la luz de una vela.

Tus modales eran suaves,
tu sonrisa a flor de labio;
pasaste como las aves,
sin inferirme un agravio.

Había, en tu corazón,
una promesa de dicha,
mas, no sé por qué razón,
yo preferí la desdicha…    

Polvaredas de luz


Desde arriba,                            
Me queman las pupilas de las estrellas    
Y levantan                                
Polvaredas de luz en el espacio,          
Mientras viajan                          
Hacia                                    
Quién sabe qué destino inexorable.        
Aquí abajo,                              
Es la noche de sombras,                  
De gemidos…                              
De pechos enlutados                      
Que sirven                                
De insalubres y oscuros calabozos        
A tantos corazones angustiados.          
Aquí,                                    
Me siento como presa en una red          
Que se incrusta en mis carnes            
Poco a poco;                              
Mientras                                  
Desde arriba                              
?con chispeantes reflejos de topacio?    
Me queman las pupilas las estrellas,      
Y levantan                                
Polvaredas de luz en el espacio.      


¿Qué tal, cómo has estado?

“¿Qué tal, cómo has estado?”
El tono de tu voz, un tanto indiferente
heló mi corazón.
Subió mi pensamiento
por la cuesta empinada
del olvido y la ausencia…,
y me costó trabajo echar una mirada
a la curva vereda
que ya, para nosotros, permanece cerrada.
Ya más serena, al fin, 
te respondí:
“Muy bien, ¿y tú…, qué tal, cómo has estado?”
Y DESPACIO REGRESO
Se me nublan los ojos
al sentirte lejano…
Se me aturde la mente
al saberte imposible…,
y en las alas del tiempo
me remonto a los días
en que hilvanamos –juntos-
ilusiones sencillas.
Y regreso a las tardes,
iguales y tranquilas…
Y regreso a las horas
que ahora palpo vacías…
Y despacio,
muy despacio regreso
a los minutos todos de nuestras alegrías!

Busqué


Busqué, en la espesa niebla,
un rayo cristalino.
Laceraron mis pies 
las piedras del camino.
Rasgué la oscuridad
en busca del destino…,
y sólo hallé la nada.
Entonces -ya cansada-
quise oír el latido
de tu pecho de hombre;
y al hurgar en el fondo
de mi mente obcecada,
sentí que me quemaba el eco de tu nombre!



Maternidad

Niebla sin luz…,
y luz entre la niebla,
emergiendo en forma subrepticia;
existencia que brota -como gema-
del milagro que engendra una caricia.
El seno fecundado pone a prueba
la caricia,
que en feto se perfila…,
y se transmuta en lámpara votiva
en el instante en que la hora llega!


El calendario


Desprendo una hoja, cada día,
del calendario, que me mira atónito…,
y,
en el desgarre que mi impaciencia deja,
creo escuchar
del número que fue, una débil queja.
La culpa no es de nadie;
no del día que pasa…,
ni de la noche,
que transcurre
amparada en la luz ya mortecina
de una lámpara antigua…,
ni del mismo destino, quizá,
ni de la vida…
¿De quién será?_me digo,
mientras mis dedos
arrancan una hoja cada día…



Altibajos

Un día, risa loca…,
y otro, lágrimas;
sin que medien caricias ni querellas…
Son estados del alma
o de la mente,
que
-en forma ya consciente o subconsciente-
marcan el frágil rostro,
para siempre,
con el sello indeleble de sus huellas.




Nuevo año en el telar del tiempo

El tiempo teje…, y no cesa
un instante de tejer,
con los recuerdos de ayer
o el valor de una promesa.
Ahora ha desenrollado
su ovillo de lana verde,
para tejer –lentamente-
las emociones del año.
Y escogerá sentimientos
armoniosos o contrarios,
con que adornará muestrarios
para lanzar a los vientos.
Mas si hubiese terminado
el muestrario de mi vida,
no me sentiré aludida…,
y me quedaré abstraída
acariciando un verano.



Tu soledad


El eco de tu voz,
que me persigue en mis horas de insomnio,
es un lamento…
Y pienso:
“Quizá estás triste…,
quizá estás solo bajo el firmamento.”
Tu soledad se funde en mi presente.
Con las manos crispadas,
intento, en vano, atrapar el viento
que se lleva el eco de tu voz…
Y un suspiro me dice:
“No podrás; se disolvió…, lo siento!”


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