Apóstrofe
No soy más que una llama, un grito, y fuego y sed.
Por las angostas hondonadas de mi corazón se lanza el
tiempo
como agua oscura, raudo, violento, inadvertido,
y arde en mi cuerpo un signo: la caducidad.
Pero tú eres el redondo espejo por el que resbalan
los crecidos arroyos de la vida
tras cuyo fondo áureo y abundante
las cosas que murieron radiantes resucitan.
En mí arde y se extingue lo mejor. Una estrella alocada
que cae en un abismo de azules noches de verano,
pero la imagen de tus días está en alto y distante,
señal eterna, situada como protección alrededor de tu
destino.
Versión de Ernst Edmund Keil
"Tres poetas expresionistas alemanes"
Ediciones Hiperión 1998
Crepúsculo
Pesado cayó el crepúsculo sobre las callejas de la
ciudad.
Sobre el gris de las tejas de adobe y las torres
esbeltas,
sobre la suciedad y el polvo de la gran ciudad, su
placer, su pesar y su mentira
con implacabilidad majestuosa.
Arrancados de piedras gigantes, los bloques de nubes se
oscurecían
incubándose, con rigidez... Y había en el aire
como una obcecación enloquecida, un encresparse que no
muere-
al oeste, distante, el día agonizaba.
Entre los castaños pardos del otoño chisporroteaba la
tormenta nocturna,
como cuando los mundos se despiertan despabilados
para la última y sangrienta batalla decisiva.
Terquedad en el corazón y sueños salvajes de lucha y
desamparo y triunfo arrollador,
me apoyaba en la verja de hierro de mi balcón y veía
el lamer de mil fuegos y las rojas barbas temblar,
ví aún una vez más al coloso herido alzar la bandera
llameante.
Una vez más aún martillear la vieja canción salvaje de
los héroes
en un torbellino de acordes-
y desmoronarse
y retumbar
sordamente a lo lejos...
Un chirriar de carros en la calle. Música. Canturrean
soldados.
Sobresaltado, me estremezco-
sobre las torres y tejados ruge la noche.
Versión de Vicente Forés
"Tres poetas expresionistas alemanes"
Ediciones Hiperión 1998
En estas noches
En estas noches mi sangre siente frío, amada, por tu
cuerpo.
Ah, mi ansia es como un agua oscurecida que retiene las
puertas de una esclusa,
descansando con la tranquilidad de mediodía,
inmóvil, acechando, ansiosa de estallar. Tormenta de
verano
pesadamente retenida en foscos nubarrones.
¿Cuándo caerás, rayo, a quien golpea y carga con placer,
a quien
desencadena como balsa,
que abres de par en par los muslos prietos de la presa?
Quiero
llevarteconmigo sobre las almohadas como gavilla de
nacientes tréboles
en la tierra mullida. Yo soy el jardinero
que te tiende con suavidad. Nube que te rocía
y el aire que te envuelve.
En tu tierra deseo plantar mi fervor delirante
Y al florecer con ansia resucitar sobre tu cuerpo.
Versión de Jenaro Talens
"Tres poetas expresionistas alemanes" Ediciones
Hiperión 1998
Noche de solsticio
Febriles se agachan los arbustos
en el goteo de velos marrones y en el mecer
de mariposas nocturnas en torno a ardientes trepadoras.
Ahora atizamos en las llamas las hojas secas y amarillas
y hacemos fiesta contoneándonos en bailes perdidos
y canciones que refluyen con el tibio olor,
la huidiza ebriedad de las ascuas de estío
y muchachas de pelo suave trenzado con coronas
y reflejando palidez en el destello flotante
esparcen ardiendo la oscura adormidera y los claveles
macilentos.
Y temblando sentimos cómo la noche se marchita.
Y más salvajes brillan los fuegos en la oscuridad.
Versión de Vicente Forés
"Tres poetas expresionistas alemanes" Ediciones Hiperión 1998
Poema IV
Ardo entonces durante noches para purificarme,
y siento enarbolados sobre mi cuerpo el látigo y la
vara:
deseo liberarme por completo de mi propio ser
hasta haberme vertido en todo el mundo.
Deseo con tanto dolor alimentar mi cuerpo
que los males del mundo mi circunden como las estrellas-
En la sangre y martirio del pesar instigado
se realiza el amor, se libera el espíritu.
Tomado de:
http://amediavoz.com/stadler.htm
Alocución
Soy solamente llama, sed, grito e incendio.
Por las estrechas hondonadas de mi alma se dispara el
tiempo
como un agua oscura, viva, veloz, desconocida.
En mi cuerpo arde una señal: lo perecedero.
Tú eres en cambio el espejo, sobre cuya redondez
los grandes arroyos de la vida pasan,
tras cuyo fondo de oro del que todo brota,
las cosas muertas se levantan con un resplandor.
Lo mejor de mí arde y se apaga -una extraviada estrella
que cae en el abismo de azules noches de verano-
pero la imagen de tus días, muy alta y muy remota,
es eterna señal que tu destino ampara.
Pequeña ciudad
Las muchas callejuelas, que cruzan la extensa calle
principal,
corren hacia lo verde. Por todas partes comienza el
campo
Por todas partes fluye a chorros el cielo y el olor de
los árboles y el fuerte aroma de los cultivos.
Por todas partes se extingue la ciudad en una húmeda
magnificencia de praderas. Y de los bajos tejados oscila la montaña sobre la
que trepan los viñedos, que con claros rodrigones brillan al sol.
Encima, sin embargo, un pinar se cierra: choca
como una muralla oscura y amplia contra la roja alegría
de la iglesia de asperón.
Al anochecer, cuando las fábricas cierran, la calle
principal está llena de gente,
que anda lentamente o permanece parada en el medio.
Está ennegrecida por el trabajo y el hollín de las
máquinas. Pero sus ojos llevan
todavía terrones, la fuerza tenaz del suelo y la solemne
luz de los campos.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2019/07/poesia-alemana-ernst-stadler/
Viaje por el puente del Rin en Colonia por la noche
El tren expreso avanza a tientas y avanza en la
oscuridad.
Ninguna estrella quiere dar un paso adelante. El mundo
entero es solo un pozo de minas estrecho
rodeado por la noche
Donde de vez en cuando los sitios de trabajo hechos de
luz azul rasgan horizontes repentinos: rueda de fuego
De globos de luz, techos, chimeneas, humeantes,
corriendo ... solo por segundos ...
Y nuevamente todo es negro. Como si nos dirigiéramos a
nuestro turno a través de las entrañas de la noche.
Ahora las luces vienen tambaleándose ... perdidas,
inconsolablemente aisladas ... más ... se acumulan ...
y se condensan.
Esqueletos de fachadas grises yacen expuestos,
palideciendo en el crepúsculo, muertos - algo
debe estar viniendo ... oh, puedo sentirlo pesado
en mi cerebro. Una constricción canta en mi sangre.
Entonces, de repente, el suelo
Ruge como un océano:
Estamos volando, elevados, regiamente a través del aire
arrebatado por la noche, muy por encima del río.
Oh curva de un millón de luces, centinela silencioso
Ante cuyo desfile resplandeciente bajan las pesadas
aguas.
¡Fila interminable publicada en saludo por la noche!
¡Atacando como antorchas! ¡Qué alegría! ¡Saludos de
barcos sobre mares azules! ¡Festival estrellado!
¡Lleno, empujado allí con ojos claros! a donde la ciudad
con sus últimas casas
despide a su huésped.
Y luego las largas soledades. Bancos desnudos. Quietud.
Noche. Reflexión.
Contemplación. Comunión. Y resplandece e impulsa hacia
las últimas cosas, las
bendiciones. A la fiesta de la concepción. A la lujuria.
A la oración. Al océano. Hasta la
extinción.
Tomado de:
https://peterln.wordpress.com/2020/02/23/ernst-stadler-two-poems/
Marchando (1913)
Hubo un tiempo antes, cuando las fanfarrias destrozaron
sangrientamente
mi propio cerebro impaciente, de
modo que, alzándose como un caballo, mordió salvajemente
las riendas.
Entonces las panderetas dieron la alarma en todos los
caminos
y una lluvia de balas pareció la música más hermosa de
la tierra.
Entonces, de repente, la vida se detuvo. Diferentes
caminos
conducían entre los árboles viejos.
Las habitaciones eran tentadoras. Era dulce demorarse y
dulce
descansar a gusto,
Y, desencadenar mi cuerpo de la realidad, como una vieja
y
polvorienta armadura,
Anidar voluptuosamente en el suelo de la suave
hora del sueño .
Pero entonces una mañana a través del aire brumoso rodó
el eco de la corneta .
Duro, agudo, silbando como una estocada de espada. Como
si de repente
en la oscuridad las luces hubieran comenzado a brillar.
Como si, a través del amanecer cubierto de tiendas, los
golpes de las trompetas hubieran despertado a
las fuerzas durmientes, los
soldados que estaban despiertos se levantaron de un
salto, atacaron sus tiendas y
amarraron afanosamente sus caballos.
Estaba encerrado en líneas como tablillas que se
lanzaban hacia la
mañana, con fuego en el casco y el estribo,
Adelante, con batalla en mi sangre y en mis ojos, y con
las
riendas levantadas.
Quizás por la noche, las marchas de la victoria jugarían
alrededor de mi cabeza.
Quizás todos estaríamos en algún lugar, tendidos entre
los muertos.
Pero antes del alcance y antes del hundimiento,
Nuestros ojos verían su plenitud de mundo y sol, y lo
asimilarían, resplandeciendo y bebiendo.
Poema © Reproducido con el amable permiso de Jeremy
Adler, de la traducción de Jeremy Adler
Tomado de:
https://www.poetrybyheart.org.uk/poems/setting-out/
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