martes, 25 de mayo de 2021

POEMAS DE ERNST MARIA RICHARD STADLER


(11 de agosto de 1883, Colmar, Francia - 30 de octubre de 1914, Zandvoorde, Zonnebeke, Bélgica)


Apóstrofe

 

No soy más que una llama, un grito, y fuego y sed.

Por las angostas hondonadas de mi corazón se lanza el tiempo

como agua oscura, raudo, violento, inadvertido,

y arde en mi cuerpo un signo: la caducidad.

 

Pero tú eres el redondo espejo por el que resbalan

los crecidos arroyos de la vida

tras cuyo fondo áureo y abundante

las cosas que murieron radiantes resucitan.

 

En mí arde y se extingue lo mejor. Una estrella alocada

que cae en un abismo de azules noches de verano,

pero la imagen de tus días está en alto y distante,

señal eterna, situada como protección alrededor de tu destino.

 

Versión de Ernst Edmund Keil

"Tres poetas expresionistas alemanes" Ediciones Hiperión 1998

 

Crepúsculo

 

Pesado cayó el crepúsculo sobre las callejas de la ciudad.

Sobre el gris de las tejas de adobe y las torres esbeltas,

sobre la suciedad y el polvo de la gran ciudad, su placer, su pesar y su mentira

con implacabilidad majestuosa.

 

Arrancados de piedras gigantes, los bloques de nubes se oscurecían

incubándose, con rigidez... Y había en el aire

como una obcecación enloquecida, un encresparse que no muere-

al oeste, distante, el día agonizaba.

 

Entre los castaños pardos del otoño chisporroteaba la tormenta nocturna,

como cuando los mundos se despiertan despabilados

para la última y sangrienta batalla decisiva.

 

Terquedad en el corazón y sueños salvajes de lucha y desamparo y triunfo arrollador,

me apoyaba en la verja de hierro de mi balcón y veía

el lamer de mil fuegos y las rojas barbas temblar,

ví aún una vez más al coloso herido alzar la bandera llameante.

 

Una vez más aún martillear la vieja canción salvaje de los héroes

en un torbellino de acordes-

y desmoronarse

y retumbar

sordamente a lo lejos...

Un chirriar de carros en la calle. Música. Canturrean soldados.

Sobresaltado, me estremezco-

sobre las torres y tejados ruge la noche.

 

Versión de Vicente Forés

"Tres poetas expresionistas alemanes" Ediciones Hiperión 1998

 

 

En estas noches

 

En estas noches mi sangre siente frío, amada, por tu cuerpo.

Ah, mi ansia es como un agua oscurecida que retiene las puertas de una esclusa,

descansando con la tranquilidad de mediodía,

inmóvil, acechando, ansiosa de estallar. Tormenta de verano

pesadamente retenida en foscos nubarrones.

¿Cuándo caerás, rayo, a quien golpea y carga con placer, a quien

            desencadena como balsa,

que abres de par en par los muslos prietos de la presa? Quiero

llevarteconmigo sobre las almohadas como gavilla de nacientes tréboles

en la tierra mullida. Yo soy el jardinero

que te tiende con suavidad. Nube que te rocía

y el aire que te envuelve.

En tu tierra deseo plantar mi fervor delirante

Y al florecer con ansia resucitar sobre tu cuerpo.

 

Versión de Jenaro Talens

"Tres poetas expresionistas alemanes" Ediciones Hiperión 1998

 

 

Noche de solsticio

 

 

Febriles se agachan los arbustos

en el goteo de velos marrones y en el mecer

de mariposas nocturnas en torno a ardientes trepadoras.

Ahora atizamos en las llamas las hojas secas y amarillas

 

y hacemos fiesta contoneándonos en bailes perdidos

y canciones que refluyen con el tibio olor,

la huidiza ebriedad de las ascuas de estío

y muchachas de pelo suave trenzado con coronas

 

y reflejando palidez en el destello flotante

esparcen ardiendo la oscura adormidera y los claveles macilentos.

Y temblando sentimos cómo la noche se marchita.

Y más salvajes brillan los fuegos en la oscuridad.

 

Versión de Vicente Forés

"Tres poetas expresionistas alemanes" Ediciones Hiperión 1998 

 

 

Poema  IV

 

Ardo entonces durante noches para purificarme,

y siento enarbolados sobre mi cuerpo el látigo y la vara:

deseo liberarme por completo de mi propio ser

hasta haberme vertido en todo el mundo.

Deseo con tanto dolor alimentar mi cuerpo

que los males del mundo mi circunden como las estrellas-

En la sangre y martirio del pesar instigado

se realiza el amor, se libera el espíritu.

Tomado de:

http://amediavoz.com/stadler.htm

 

Alocución

 

 

 

Soy solamente llama, sed, grito e incendio.

 

Por las estrechas hondonadas de mi alma se dispara el tiempo

 

como un agua oscura, viva, veloz, desconocida.

 

En mi cuerpo arde una señal: lo perecedero.

 

 

 

Tú eres en cambio el espejo, sobre cuya redondez

 

los grandes arroyos de la vida pasan,

 

tras cuyo fondo de oro del que todo brota,

 

las cosas muertas se levantan con un resplandor.

 

 

 

Lo mejor de mí arde y se apaga -una extraviada estrella

 

que cae en el abismo de azules noches de verano-

 

pero la imagen de tus días, muy alta y muy remota,

 

es eterna señal que tu destino ampara.



Pequeña ciudad 

 

 

Las muchas callejuelas, que cruzan la extensa calle principal,

 

corren hacia lo verde. Por todas partes comienza el campo

 

Por todas partes fluye a chorros el cielo y el olor de los árboles y el fuerte aroma de los cultivos.

 

Por todas partes se extingue la ciudad en una húmeda magnificencia de praderas. Y de los bajos tejados oscila la montaña sobre la que trepan los viñedos, que con claros rodrigones brillan al sol.

 

Encima, sin embargo, un pinar se cierra: choca

 

como una muralla oscura y amplia contra la roja alegría de la iglesia de asperón.

 

Al anochecer, cuando las fábricas cierran, la calle principal está llena de gente,

 

que anda lentamente o permanece parada en el medio.

 

Está ennegrecida por el trabajo y el hollín de las máquinas. Pero sus ojos llevan

 

todavía terrones, la fuerza tenaz del suelo y la solemne luz de los campos.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2019/07/poesia-alemana-ernst-stadler/

 

Viaje por el puente del Rin en Colonia por la noche

 

El tren expreso avanza a tientas y avanza en la oscuridad.

Ninguna estrella quiere dar un paso adelante. El mundo entero es solo un pozo de minas estrecho

rodeado por la noche

Donde de vez en cuando los sitios de trabajo hechos de luz azul rasgan horizontes repentinos: rueda de fuego

De globos de luz, techos, chimeneas, humeantes, corriendo ... solo por segundos ...

Y nuevamente todo es negro. Como si nos dirigiéramos a nuestro turno a través de las entrañas de la noche.

Ahora las luces vienen tambaleándose ... perdidas, inconsolablemente aisladas ... más ... se acumulan ...

y se condensan.

Esqueletos de fachadas grises yacen expuestos, palideciendo en el crepúsculo, muertos - algo

debe estar viniendo ... oh, puedo sentirlo pesado

en mi cerebro. Una constricción canta en mi sangre. Entonces, de repente, el suelo

Ruge como un océano:

Estamos volando, elevados, regiamente a través del aire arrebatado por la noche, muy por encima del río.

Oh curva de un millón de luces, centinela silencioso

Ante cuyo desfile resplandeciente bajan las pesadas aguas.

¡Fila interminable publicada en saludo por la noche!

¡Atacando como antorchas! ¡Qué alegría! ¡Saludos de barcos sobre mares azules! ¡Festival estrellado!

¡Lleno, empujado allí con ojos claros! a donde la ciudad con sus últimas casas

despide a su huésped.

Y luego las largas soledades. Bancos desnudos. Quietud. Noche. Reflexión.

Contemplación. Comunión. Y resplandece e impulsa hacia las últimas cosas, las

bendiciones. A la fiesta de la concepción. A la lujuria. A la oración. Al océano. Hasta la

extinción.

Tomado de:

https://peterln.wordpress.com/2020/02/23/ernst-stadler-two-poems/

 

Marchando (1913)

 

Hubo un tiempo antes, cuando las fanfarrias destrozaron sangrientamente

mi propio cerebro impaciente, de

modo que, alzándose como un caballo, mordió salvajemente

las riendas.

Entonces las panderetas dieron la alarma en todos los

caminos

y una lluvia de balas pareció la música más hermosa de la tierra.

Entonces, de repente, la vida se detuvo. Diferentes caminos

conducían entre los árboles viejos.

Las habitaciones eran tentadoras. Era dulce demorarse y dulce

descansar a gusto,

Y, desencadenar mi cuerpo de la realidad, como una vieja y

polvorienta armadura,

Anidar voluptuosamente en el suelo de la suave

hora del sueño .

Pero entonces una mañana a través del aire brumoso rodó

el eco de la corneta .

Duro, agudo, silbando como una estocada de espada. Como si de repente

en la oscuridad las luces hubieran comenzado a brillar.

Como si, a través del amanecer cubierto de tiendas, los golpes de las trompetas hubieran despertado a

las fuerzas durmientes, los

soldados que estaban despiertos se levantaron de un salto, atacaron sus tiendas y

amarraron afanosamente sus caballos.

Estaba encerrado en líneas como tablillas que se lanzaban hacia la

mañana, con fuego en el casco y el estribo,

Adelante, con batalla en mi sangre y en mis ojos, y con las

riendas levantadas.

Quizás por la noche, las marchas de la victoria jugarían

alrededor de mi cabeza.

Quizás todos estaríamos en algún lugar, tendidos entre

los muertos.

Pero antes del alcance y antes del hundimiento,

Nuestros ojos verían su plenitud de mundo y sol, y lo

asimilarían, resplandeciendo y bebiendo.

 

Poema © Reproducido con el amable permiso de Jeremy Adler, de la traducción de Jeremy Adler

Tomado de:

https://www.poetrybyheart.org.uk/poems/setting-out/

 

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