A una herida dale alas
Y ya que es obra de tus sueños ama tu herida
a tu propia herida no la niegues, déjala ser,
desnuda su resplandor desde la cima más alta.
A tu herida enséñale a volar, dale alas,
deja que su dolor beba
entre los senos del vacío, la leche de la nada.
Arte
Las palabras huyen de la servidumbre,
la lengua es la turbulencia de la materia insatisfecha.
En el silencio la palabra siembra, y desde su sombra
lanza raíces.
Si caminamos sentimos los abismos de la espiral del
vacío. Es de los altares
de la resignación de donde huimos.
El arte no es horror al vacío sino al tiempo baldío del
animal doméstico, esa
catalepsia de tiempo sepultado.
En la fijeza el aire no resuena, si habla o escribe el
satisfecho la poesía huye.
Si es por la exhibición la poesía no califica. La
pasarela es el atajo de los caballos
de feria.
La poesía restituye, es materia soluble, huye del
tiempo.
Así es el agua, no deja que el polvo levante su imperio.
El agua se desplaza,
no en el tiempo, no en el espacio, no entre la dura
materia.
Así es el agua, así son los árboles. No es hacia la
oscuridad y la muerte hacia
donde descienden los ríos.
No hay muerte, las raíces, el agua y las sombras buscan
su luz más íntima.
El vacío, la materia lo arrastra tras de sí.
Cuando la poesía huye deja en el vacío un árbol
plantado.
Llama antigua
La vida no se acomoda en este galpón en donde el tiempo
no cumple sus ciclos.
El deseo es placebo. No hay huellas, es un acto de fe
estar vivos.
Hay un plano donde las palabras dejan de nombrar, el
tiempo se
detiene y el mundo se nombra a sí mismo, y otro, en
donde la
indolencia no tiene esperanza ni en la muerte. No hay
esperanza
para quien no se rebela.
Aun la muerte tiene esperanza, aunque esta sea el vencer
a la vida,
pero los muertos vivos no tienen esperanza. Un muerto
vivo es un
silencio vacío, una vasija rota. Un muerto vivo es una
obra
abandonada.
La revelación es esta larga contienda entre la vida y la
muerte.
En la memoria vegetal existen las talas y los rebrotes.
Rebrotar en
los declives de la historia, propiciar el momento de los
nacimientos,
aunque llegue primero el desierto con su imagen
horizontal de la
muerte.
Un largo duelo es un tiempo sin alas, y los nacimientos
no ocurren si
la muerte se baña en oro. Somos nuestros reos, nuestros
propios
carceleros, somos la fuerza del abismo que nos lleva de
pies y
manos.
Es mejor ser la descendencia desobediente. Esta
geografía no nos
vea caminar, muertos entre los vivos. Y, aun así, la
vida hace rodar
su espiral de sentidos, aunque nos detengamos en la
fijeza, en esa
fisura en la mitad del concierto.
Queda el despojo, los fragmentos que no encuentran su
forma. La
vida no puede ser la huida permanente, esa persecución
continua de
una sombra. Desviar nuestros pasos de lo oscuro en medio
de esta
geografía de herrumbre. Todavía hay espera, aun en los
tiempos del
hambre y de la sed, y precisamente por ellas, vivimos la
espiral de
los ciclos.
Sobre este poema sobrevuela un Black Hawk
El fuego camina sobre el agua en una travesía a tres mil
grados k.
El elemento puede ser el número atómico 22, titanio
puro. Se
extrae por un rapto de tetracloruro y por el influjo del
carbono. A
esta amalgama se agrega sangre de indio, y así empieza
el
descenso del cuchillo sobre el mundo, el metal en la
forma de un
halcón.
Black Hawk es un indio del Mississippi, un jefe sauk. Su
gente,
dicen, es gente de fuego. Black Hawk ofrece el alimento
del
tabaco a los ingleses que los ingleses vuelven humo.
Asombrados
los minerales bajo la tierra preguntan si en Europa hay
vida antes
de la muerte.
Hoy ya sabemos cómo desintegrar las partes del todo, y
vemos
caer una lluvia roja sobre un río insepulto. Otros saben
cómo
fundir el nombre de un jefe indio al metal, y saben
convertir los
huesos de la cultura en armas de guerra.
Desde el cielo cobrizo desciende el dios de titanio, su
rumor seco
entre la selva del Amazonas anuncia el comienzo de un
tiempo
oscuro. Este viejo rumor viene de caza desde el antojo
de Europa
del siglo XV. Abre las aguas, quiebra la noche y los
mares
profundos.
Esta versión del fuego no es una danza ritual, no es el
fuego sauk,
es el fuego que camina sobre todos los siglos. Esta es
la muerte
mineral, es una prolongada historia clínica con pozos de
hemoglobina.
Este rumor en llamas trae una equis de huesos y un
documento
secreto. La tierra se estremece desde las praderas del
Norte
hasta la caída en las sombras de las selvas del Sur.
¿Y acaso lo esperado no era un tiempo de luces?
Detrás de los árboles un silencio nos llama, desde la
sombra,
desde el oscuro desdoblamiento del dolor.
¿A dónde creen ir los hombres y los animales?
Ya no sabemos qué parte de la oscuridad somos. Dirán que
la
selva es un vertedero de sepulcros, un útero verde, un
pantano de
ahogados suplicantes, ¿pero a dónde van sin sombras
estos
cuerpos?, ¿a dónde van estos fantasmas errantes?
¿Y si no hay muerte? ¿Y si la multitud de árboles y
hombres
talados son un mal sueño?
Del Atlántico desciende una noche que no es la noche, y
entre
humo y rapé nuestras voces preguntan: “y si no son estas
nuestras palabras, y si no es esta nuestra boca, si no
es este
nuestro cuerpo, ¿qué somos entonces?”
Los árboles caídos dicen que estamos muertos. A los
árboles
caídos les cortamos la lengua y siguen hablando, los
árboles
caídos dicen que somos presencias vacías, aire sin aire,
actos de
fe. Y ya nada pueden hacer los pájaros por nosotros.
Esta es la historia de la trasformación del nombre de un
indio del
Mississippi en el nombre de un arma de guerra, y del
indio mismo
convertido en metal. Ahora sobrevuela el verde del
Amazonas.
Esta es la historia del fuego que camina sobre las
aguas.
Sobre este poema sobrevuela un Black Hawk.
Tomado de:
https://cardenalrevista.com/2021/04/16/poesia-colombiana-actual-alvaro-marin/
SED ANTIGUA
La noche esculpe al hombre,
y sus dominios van más allá del perfil
veteado por la muerte; poca cosa es la herrumbre
a la muerte ante la noche que invade los salones
de una casa sin puertas.
Por la calle empinada descende
la sed antigua de la noche
y nadie ha dicho aún qué cosa es el hombre.
El linde está em su cueva, y el alma en su cárcel;
porque las brumas del alma saon como el puño de niebla
arrojado al rostro del ángel remiso.
Qu
Ahí está la planta, o el pequeño animal,
¿A qué han venido?
¿Qué busca el pequeno gusano en el estiércol?
¿Quién ha escuchado el pregón
de la flor que resiste sobre el hollín de las tejas?
Hay una mano que abre puertas de la noche,
otra que desata eslabones; algo nace,
algo muere. Todo es un viaje
y sólo nos es necesaria una canción,
porque la vida es un viaje huyendo.
Esto es solo un paraje;
en brazos de la noche; la nodriza de la leche parda.
Esta es la sangre, es la noche,
es la sangre negra de la noche, es el músculo azul
que se deslíe.
Esta es la noche y hay que beber su vino;
olvidar la ceniza y ungir las heridas,
como si pudieras sanarte, como si pudieras cerrar
la herida de la nada.
AZUL CON CUERVOS
Por la grieta del muro se desliza
el escorpión perseguido por su propio veneno,
una luna mortal ilumina el paso de un cravatillo,
y al amanecer
desde un azul intenso vendrá el sol;
el cuervo rojo, el planeador rapaz.
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/colombia/alvaro_marin.html
Escrito en piedra
En piedra escribo:
en el principio fue la música, después
vino la muerte.
Lo digo en memoria de los días talados.
En piedra escribo los nombres de la luz.
Con la sombra de mis palabras
dibujo sus manos y sus ojos de angustia.
En las ramas de mi memoria abrazo su música
y sus frutos de electricidad.
En los desfiladeros se suicidan los días,
y los árboles desde hace ya mucho tiempo
han dejado de dar sus frutos.
En piedra escribo la vida
como escribe el relámpago el regreso del agua.
Afirmo la vida, la antigua llama que ilumina mi propio abismo.
Magdalena
Del río, ayer grande y generoso, salen ahora las
canastillas
de mimbre ya sin peces: el mimbre solo como las
costillas
de la res bajo las alas negras de los samuros.
Oscuras alas cubren la ceiba que antes estaba cargada de
luz, hoy es un ramo de muertos.
Pájaros negros revuelan entre piedras negras,
y cuando llega la noche, la obsidiana de los reflejos
del río, corta el cuello del resplandor de la luna.
Nacido del sol el caballo del día desciende y en su
galope trae las manos rapaces de vengativos dioses.
Esta sangre reseca es nuestro verano, porque en el
invierno
la escorrentía mueve las grandes piedras y baja de las
altas montañas los gruesos árboles que se sumergen de pie
en el mar.
Y en las orillas el hombre es la espuma
de la creciente.
Destechado vive bajo la carpa de la noche
y tienen una niña que la luna no abraza,
un perro más oscuro que su sombra
y un destino arrojado a las brasas del sol.
Poema de las almas muertas
Cómo entender
Los prolongados silencios del árbol
Cómo discutir el monólogo del río
Cómo iluminar el resplandor de un incendio
Cómo leer la sangre abierta.
Cómo curar las heridas del día
Cómo leer las manchas del sol
Cómo cantar estas muertes.
Cómo entender al trastornado
Cómo curar los rostros del miedo
Cómo contarle al que pasa
Cómo hablarle al que pasa
Y cómo,
Si lo que pasa, lo que atraviesa esta noche
Son trescientas mil almas caídas en la guerra.
A una herida dale alas
Y ya que es obra de tus sueños ama tu herida.
A tu propia herida,
no la niegues, déjala ser.
Desnuda su resplandor desde la cima más alta.
A tu herida enséñale a volar, dale alas.
Deja que su dolor beba
entre los senos del vacío la leche de la nada.
Obús
En la mañana la artillería del sol lanza el obús que
ilumina los cuerpos de los hombres talados al anochecer, y sobre
la ceniza de los derrotados, los rifles levantan la
iglesia del odio.
Pero a la caída de un hombre
por más naturalidad que se imposte, siempre le sigue
un viento helado
y el luto de los árboles a la blanca orilla de luz.
La luz disuelta en un mar que arrastra las cañas, los
días
y los hombres tocados por los carboncillos de la
muerte.
Desiertos
Una caravana de desvencijadas carretas
viaja con la noticia: hay guerra en el desierto.
Los cuervos merodean en la arena enlutada,
el hambre es la guerra más lenta.
La muerte relumbra en las tinajas vacías
en los áridos pezones de las madres
del pueblo del desierto.
Poema de amor
Oscuras alas nos rozan, anoche
cayó un lamparón de sangre sobre la tierra
y la luz de las bombas
iluminó nuestros cuerpos dormidos.
Después de la guerra levantaremos la casa
y la sangre derramada
arrastrará los pájaros grises de la tormenta.
La historia es un país de estaciones,
después del oscuro invierno
pintaremos la casa; cuando en el cielo rojo
se oculten las máquinas de la sombra
enterraremos a nuestros muertos.
Pintaremos la casa,
y el olvido resanará las grietas.
En la noche volverán los amigos
a encender la hoguera de sus voces;
tu voz será una lámpara sobre las ruinas
y tus manos lavarán la sangre de la tierra.
Conjeturas sobre la falsa creación del hombre
Después de la caída al hombre todavía le quedan alas.
Algunas veces las mueve y todos lo rodeamos; es un rito, siempre que sus alas
se mueven lo observamos atentos, esperamos el momento de su levitación, pero
vuelve a caer... pesado sobre la dura tierra.
Recae luego insiste, rueda o se desliza hasta volver a
empezar el ascenso. Bordea la cima y vuelve a caer. Intenta algunas veces desde
la armazón de un pájaro mecánico, y vuelve y cae. No puede negar su vocación
terrestre.
Es falso que el hombre esté consumado, con la carcasa de
sus huesos no logra levantar un refugio para un ser diferenciado. En todo caso
el hombre aún no tiene siquiera la habilidad del escarabajo, sus alas rotas le
estorban para caminar, su peso muerto es su pesada y persistente sombra.
Tomado de:
https://meridiano75.blogspot.com/2016/11/nueve-poemas-del-libro-conjeturas-sobre.html
En blanco y negro
La luz se endurece en la piedra. Una piedra, sí,
un duro hueso de la tierra.
Y si no fuera por la luz este verano sería
de sangre. Y si no fuera por la luz
el invierno que viene sería un invierno de algas
muertas.
El día. Su iluminada concavidad electriza
el paso de nuestros pies felinos. La luz desnuda
nuestros cuerpos: la luz, el resplandor
de sus lanzas punza nuestras cabezas.
Y sin la noche la luna sería el frío rostro de la
venganza,
sin la noche no existiría el sonido
del piano ni la dulce melodía de las voces negras.
Sin la noche la vida sería gris, sin la noche el hombre
moriría en su primera noche.
Fundaciones
Sobre esta piedra levantaré mi casa, dice el hombre,
cuando observa la mole de piedra empinada.
Lleva a cuestas su casa igual que el animal de concha,
su casa sin puertas, sin aire donde trazar
las ventanas, sin tierra donde descansar
el aventado pie.
Cada vez que levanta los maderos que le sirven
de viga llega la tempestad, la inundación, el fuego
del rayo, o el fuego que la mano furtiva acerca al
pajonal de la casa.
En verdad nuestra casa siempre ha estado
en llamas, en el puro viento inmaterial, en el deseo
que nos impone el sueño de tener un lugar,
un abrigo bajo las estrellas, una pausa para los pies
cansados.
Nuestra historia es un relato de vientos
devastadores y veranos sangrantes.
Despeñaderos
La luz es también un lugar.
El lugar.
Cada forma busca su resolución.
Es fácil perderse en los despeñaderos.
Abajo el golpeteo del agua contra la tierra
reproduce el suicidio de las estrellas.
Sombras felinas
En el reflejo del agua
el pescador viste de esqueleto,
al fondo
el agua desdibuja las sombras ahogadas,
y a la orilla el musgo verdea sus lamas
de salitre y de fósforo.
Abajo se desliza un río serpiente
al fondo del resplandor de los huesos.
Entre algas oscuras se enluta el hombre,
en el reflejo del agua es pescador de sí mismo.
Y aunque su alma es hija de la felina sombra
igual será detenida por los arpones.
Esta es la verdadera herida: la ciudad
que expulsa sus mortíferas aguas
y el hombre que extrae en su red
sus propios restos mortales.
Salvaje
Todo ya está escrito en la memoria del árbol,
cualquier pino vencido es una revelación.
El principio es el árbol, la conciencia ocultada.
Otra ciencia reclama otra vigilia.
El árbol es un camino que se abre
en los sentidos despiertos, entre sus breñas
de luz asoman todas las fuerzas, los elementos.
La verdadera presencia es la presencia
del árbol, uno que fue lo dijo: “en el principio fue la
selva”.
Un lago profundo es oscuro, pero si cae la luz
en su centro el fondo se aclara para ver
lo que no ve la otra conciencia, fija en las
superficies.
Con la pupila expuesta a la oscuridad la visión
se agudiza, como en el silencio de la noche
el ojo del animal cazador.
Despertar es ver la realidad, clara pero
indomable, perturbadora y salvaje.
Balsa
La luz de la primera vigilia está hecha todavía
con materia del sueño. Luego aparece
la luz del fuego y desliza su llama
sobre la humedad de la mañana, como los pies
del que camina sobre las aguas.
Despertamos sobre la balsa de nuestros huesos, al pie
del fuego.
Arcaísmo
Para ver en la noche
llevamos piedras incrustadas
en el lugar de los ojos,
y de ofrenda
un collar de caninos.
A una vieja estrella
No encontrarás aquí tu vereda azul
ni tu espejo de agua.
Igual vestirás la máscara
o la fronda de un árbol,
tu presencia
nada agrega al silencio de la tarde rota.
El hombre es un puñado de polvo
en el vagón del tiempo,
y es una vieja estrella que se apaga.
Tomado de:
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