viernes, 4 de noviembre de 2022

POEMAS DE ADAM ZAGAJEWSKI


A mí mismo en mis memorias

 

Fluye, fluye, nube gris,

se abre la flor de la peonía,

nada te une ya a esta tierra,

nada te une ya a este cielo.

 

Delira en la canícula el jardín,

un gato da bostezos en el porche.

Caminas por la calle de los tilos

en flor, de qué ciudad, lo ignoras,

 

en qué país, no lo recuerdas.

Brillan livianos los estorninos,

la noche se aproxima suavemente,

juegan al escondite los capullos de las rosas.

 

Eres tan sólo un sueño, una imagen,

sólo un anhelo eres.

Cuando te vayas, como las nubes,

se teñirá de bronce tu recuerdo.

 

Y rondarás los ríos

y las sombras de los árboles,

pero naufragarás en la tierra, en la tierra, en la tierra.

 

Versión de Elzbieta Bortkiewicz

 

 

Autorretrato

 

Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir

se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio siglo.

Vivo en ciudades ajenas y a veces converso

con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.

Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.

En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos.

El cuarto no tiene nombre.

Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos

tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender

a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo

captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos.

Me gusta dar largos paseos por las calles de París

y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,

la ira o el deseo; observar la moneda de plata

que pasa de mano en mano y lentamente pierde

su forma redonda (se borra el perfil del emperador).

A mi lado crecen árboles que no expresan nada,

salvo su verde perfección indiferente.

Aves negras caminan por los campos

siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.

Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.

Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,

y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos y casas

se difuminan como nubes con el buen tiempo.

A veces me dicen algo los cuadros en los museos

y la ironía se esfuma de repente.

Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.

Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.

Cada dos semanas me reúno con mis amigos,

de esta forma seguimos siendo fieles.

Mi país se liberó de un mal. Quisiera

que le siguiera aún otra liberación.

¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.

No soy hijo de la mar,

como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,

sino del aire, la menta y el violonchelo,

y no todos los caminos del alto mundo

se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,

a mí me pertenece.

 

Versión de Elzbieta Bortkiewicz

 

 

Canción del emigrado

 

En ciudades ajenas venimos al mundo

y las llamamos patria, mas breve es

el tiempo concedido para admirar sus muros y sus torres.

Caminamos de este a oeste, ante nosotros rueda

el gran aro del sol

ardiente, a través del cual, como en el circo,

salta ágilmente un león domado. En ciudades extrañas

contemplamos las obras de viejos maestros

y, sin asombro, en añejos cuadros vemos

nuestros propios rostros. Habíamos existido

antes, e incluso conocíamos el sufrimiento,

nos faltaban tan sólo las palabras. En la iglesia

ortodoxa de París los últimos rusos blancos,

encanecidos, rezan a Dios, varios lustros

más joven que ellos y, como ellos,

impotente. En ciudades ajenas

permaneceremos, como los árboles, como las piedras.

 

Versión de Elzbieta Bortkiewicz

Tomado de:

http://amediavoz.com/zagajewski.htm

 

 

En ningún lugar

 

Fue un día

 

en ningún lugar

 

al volver del entierro de mi

 

padre,

 

un día entre continentes, iba perdido por las calles

 

de Hyde Park escuchando retazos de voces americanas,

 

no pertenecía a ningún lugar, era libre,

 

pero si eso era la libertad, pensé, preferiría

 

ser cautivo de un buen rey, de un cálido emperador;

 

las hojas fluían a contracorriente del rojizo otoño,

 

el viento bostezaba como un perro cazador,

 

la cajera en el colmado, en ningún lugar

 

(le intrigaba mi acento), me preguntó de dónde era,

 

pero lo había olvidado, tenía ganas de hablarle

 

de la muerte de padre, pero pensé: ya soy

 

demasiado viejo para ser huérfano; vivía

 

en Hyde Park, en ningún lugar,

 

Donde la diversión viene a morir

como decían no sin envidia los estudiantes de otras

 

universidades,

 

era un lunes sin carácter, cobarde,

 

sin forma, un día sin inspiración, en ningún lugar, ni

 

siquiera el penar

 

había adoptado una forma radical, tenía la sensación

 

de que el mismo Chopin en un día como ése se limitaría,

 

en el mejor de los casos, a dar clases

 

a estudiantes aristocráticas, acaudaladas;

 

de repente me acordé de lo que había escrito de él

 

gottfried Benn, dermatólogo berlinés,

 

en uno de mis poemas preferidos:

 

«Cuando delacroix anunció su teoría,

 

él se quedó preocupado porque no podía

 

justificar sus nocturnos»,

 

estos versos, irónicos y tiernos a la vez,

 

siempre me colmaron de una felicidad

 

casi tan grande como la música de Chopin.

 

Una cosa sí sabía: tampoco hace falta justificar

 

la noche, ni el dolor, en ningún lugar.

 

 

 

(versión de Xavier Farré)

 

 

UN POEMA CHINO

 

 

Leo un poema chino

 

escrito hace mil años.

 

El autor habla de la lluvia

 

que cae toda la noche

 

sobre el techo de bambú de la barca,

 

y de la paz que finalmente

 

anidó en su corazón.

 

¿Será casualidad que vuelva a ser

 

noviembre, haya niebla

 

y una puesta de sol plomiza?

 

¿Será por azar

 

que otra vez alguien viva?

 

Los poetas dan mucha importancia

 

a los éxitos y a los premios,

 

pero otoño tras otoño los árboles

 

orgullosos van deshojándose

 

y si algo queda es el murmullo

 

delicado de la lluvia

 

en los poemas que no son

 

ni alegres ni tristes.

 

Tan sólo la pureza es invisible

 

y el atardecer, cuando luz y sombra

 

se olvidan de nosotros un momento,

 

ocupados en barajar secretos.

 

 

Lienzo

 

 

 

De pie, callado ante el cuadro sombrío,

 

ante el lienzo que hubiera podido tornarse

 

abrigo, camisa, bandera,

 

pero en cosmos se había convertido.

 

 

 

Permanecí en silencio,

 

colmado de encanto y rebelión, pensando

 

en el arte de pintar y el arte de vivir,

 

en tantos días fríos y vacíos,

 

 

 

en los momentos de impotencia

 

de mi imaginación,

 

que como el corazón de la campana

 

vive tan sólo en el balanceo,

 

 

 

golpeando lo que ama

 

y amando lo que golpea,

 

y pensé que este lienzo

 

también hubiera podido ser mortaja.

 

 

 

(versión de Elzbieta Bortkiewicz)

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/en-ningun-lugar-5-poemas-de-adam-zagajewski/

 

 

Amistades imposibles

 

Por ejemplo, con alguien que se ha ido,

 

que solo existe en el papel amarillento de las cartas.

 

O en largos paseos a pie cerca del agua,

 

cuya corriente arrastra en lo profundo

 

las tazas de porcelana y las conversaciones

 

sobre filosofía con un estudiante temeroso

 

o con el cartero.

 

Con un transeúnte de mirada altiva

 

que nunca llegarás a conocer.

 

Amistad con el mundo, cada vez más impecable

 

(si no fuera por el hedor acre de la sangre).

 

Con el anciano que saboreaba su café

 

en Saint Lazare, cuyo aspecto

 

te recordó de pronto a otra persona.

 

Rostros que pasaban sin cesar como relámpagos

 

en los trenes locales.

 

Y felices rostros de viajeros que tal vez

 

se dirigían a un baile esplendoroso

 

o a presenciar algún degollamiento.

 

Y amistad contigo mismo,

 

pues después de todo no posees

 

           [ni la más remota idea de quién eres.

 

 

El viejo Marx *

 

Trato de imaginar su último invierno,

 

en un Londres húmedo y glacial,

 

recibiendo los bruscos besos de la nieve

 

en las calles desiertas, las aguas turbias del Támesis,

 

las putas temblorosas de frío que encendían

 

                     [fogatas en el parque.

 

Los inmensos trenes que en algún lugar

 

                     [cruzaban la noche resoplando.

 

Los trabajadores que en el bar hablaron con tanta rapidez

 

que él no pudo entender ni una palabra.

 

Quizás Europa era más rica entonces y estaba en paz,

 

pero aún los belgas imponían tormentos en el Congo.

 

¿Y Rusia? ¿Y su tiranía? ¿Y Siberia?

 

Pasó noches enteras contemplando las ventanas cerradas.

 

No era capaz de concentrarse, volvió a leer viejos escritos,

 

releyó al joven Marx durante días enteros,

 

y admiró en secreto a aquel autor tan ambicioso.

 

Todavía sentía cierta fe en su fantástica visión,

 

pero había instantes en que la duda lo invadía

 

y pensaba que quizás lo único

 

que él había entregado al mundo

 

era una nueva forma de desesperanza;

 

entonces cerraba los ojos para ver solamente

 

la penumbra rojiza de sus párpados.

 

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* Zagajewski compuso dos versiones de este poema. Esta lleva en el título un número 2 entre paréntesis.

 

 

Old Marx (2)

 

I try to envision his last winter,

 

London, cold and damp, the snow’s curt kisses

 

on empty streets, the Thames’s black water,

 

chilled prostitutes lit bonfires in the park.

 

Vast locomotives sobbed somewhere in the night.

 

The workers spoke so quickly in the pub

 

that he couldn’t catch a single word.

 

Perhaps Europe was richer and at peace,

 

but the Belgians still tormented the Congo.

 

And Russia? Its tyranny? Siberia?

 

He spent evenings staring at the shutters.

 

He couldn’t concentrate, rewrote old work,

 

reread young Marx for days on end,

 

and secretly admired that ambitious author.

 

He still had faith in his fantastic vision,

 

but in moments of doubt

 

he worried that he’d given the world

 

just a new version of despair;

 

then he close his eyes and see nothing

 

but the scarlet darkness of his lids.

 

Víspera de Año Nuevo, 2004

 

Te has quedado en casa, y sigues escuchando

 

las grabaciones de Billie Holiday,

 

que canta y canta sin cesar,

 

con su melancolía y su voz adormilada.

 

Cuentas las horas que te faltan

 

para que llegue la medianoche.

 

¿Por qué los muertos cantan apaciblemente,

 

pero los vivos no podemos librarnos del pavor?

Tomado de:

https://www.insularismagazine.com/esp/reinaldo-garcia-ramos-tres-poemas-de-adam-zagajewski

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