lunes, 7 de noviembre de 2022

POEMAS DE OSIP MANDELSTAM


El sonido sordo y cauteloso del fruto...

 

El sonido sordo y cauteloso del fruto

Que cae del árbol,

En medio de una incesante melodía

Del profundo silencio del bosque...

 

1908

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

En el corazón del siglo soy un ser confuso...

 

En el corazón del siglo soy un ser confuso

Y el tiempo aleja cada vez más el objetivo

Y el fresno cansado del bordón

Y el miserable verdín del cobre.

 

14 de diciembre de 1936

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

Hay turpiales en los bosques, y una única medida...

 

Hay turpiales en los bosques, y una única medida

En la permanencia de las voces y en los versos melodiosos.

Pero sólo una vez al año en la naturaleza sucede

El desborde de lo estable, como en la métrica de Hornero.

 

Este día ha abierto sus puertas a la pausa:

Desde la mañana hay quietud y largos y difíciles momentos

El ganado pasta, mientras la pereza divina

Extrae de la caña de la riqueza de sus notas.

 

1914

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

La concha

 

Tal vez no me necesites,

Noche; de la vorágine mundial

Yo fui lanzado a tu orilla

Como una concha sin perlas.

 

Indiferente, tú espumas las olas

Y cantas tercamente,

Pero llegará el día en que amarás

La inútil mentira de la concha.

 

Tú te acuestas a su lado en la arena,

Te vistes con su casulla

Y con ella construyes una gran campana

Irrompible entre las olas.

 

Y a las paredes de la frágil concha,

Como a la casa del corazón vacío,

Las llenarás con murmullos de espuma,

Con viento, bruma y lluvia...

 

1911

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

La tristeza inexpresiva...

 

La tristeza inexpresiva

Abrió sus dos ojos enormes,

El florero al despertar

Del cristal arrojó las flores.

 

Todo el cuarto se invadió

De una lánguida -¡dulce medicina!

Este reino tan pequeño

Tanto sueño ha devorado.

 

Un poco de vino rojo,

-Otro poco de sol de mayo-

Y rompiendo un delgado bizcocho

La blancura de dedos finos.

 

1909

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

Leer sólo libros infantiles...

 

Leer sólo libros infantiles,

Acariciar sólo pensamientos incautos,

Disipar todo lo que huela a solemne,

Sublevarse contra la honda tristeza.

 

Yo estoy mortalmente cansado de la vida,

No admito nada de ella,

Pero aún así amo esta pobre tierra

Porque no conozco otra.

 

De niño, en un jardín remoto, solía mecerme

Sobre un columpio de madera sencilla,

Y recuerdo los altos y oscuros abetos

En medio del delirio brumoso.

 

1908

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

¿Qué calle es ésta?...

 

¿Qué calle es ésta?

La calle Mandelstam.

Qué apellido más espantoso:

Si no lo aireas

Suena curvo y no recto.

 

Poco en él es lineal

Más bien de carácter sombrío

Y es por eso que esta calle

O, mejor, este foso

Lleva el nombre

De ese tal Mandelstam.

 

Abril de 1935    Voronezh

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

¿Qué puedo hacer con este cuerpo mío irrepetible...

 

¿Qué puedo hacer con este cuerpo mío irrepetible,

que me ha sido dado?

¿A quién, dime, debo agradecer,

por la apacible alegría de respirar y vivir?

 

Yo soy el jardinero y soy la flor,

En la mazmorra del mundo no estoy solo.

 

En la eternidad del cristal ya se ha esparcido

Mi aliento y mi calor.

 

En él está impreso un signo,

Irreconocible hasta hace poco tiempo.

 

Ojalá la bruma se diluya en los instantes

Para que no borre el signo amado.

 

1909

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

Regresa pronto a mí...

 

Regresa pronto a mí

Sin ti me asalta el miedo

Nunca antes como ahora

Tan profunda yo te sentí.

Todo cuanto yo quiero

Lo veo en realidad.

Ya no siento celos

Sin embargo, te llamo.

 

1920

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

Tu rostro...

 

Tu rostro

Es lo más tierno entre lo tierno,

Tu mano

Es lo más blanco entre lo blanco,

Estás lejos

De todo mundo

Y todo es inevitablemente tuyo.

 

Inevitable

Es tu tristeza

Y la calidez

De los dedos de tus manos,

Y el sonido apacible

De tus palabras

Joviales,

Y la lejanía

De tus ojos.

 

1909

 

Versión de Jorge Bustamante García

 

 

Yo he regresado a mi ciudad, que conozco...

 

Yo he regresado a mi ciudad, que conozco

       hasta las lágrimas,

Hasta las venas, hasta las inflamadas glándulas

       de los niños.

 

Tu regresaste también, así que bébete

       aprisa

El aceite de los faros fluviales

       de Leningrado.

Reconoce pronto el pequeño día decembrino,

Cuando la yema se mezcla a la brea

       funesta.

 

Petersburgo, todavía no quiero morir.

Tú tienes mis números telefónicos.

 

Petersburgo, yo aún tengo las direcciones

En las que podré hallar las voces de los muertos.

 

Vivo en la escalera falsa, y en la sien

Me golpea profunda una campanilla agitada.

 

Y toda la noche, sin descanso, espero la visita anhelada

Moviendo los grilletes de las puertas.

 

Versión de Jorge Bustamante García

Tomado de:

http://amediavoz.com/mandelstam.htm

 

 

CUADERNOS DE VORÓNESH (1935-1937)

 

XXIX

 

Yo estoy en el corazón del siglo.

 

El camino no es claro,

 

la meta con el tiempo está distante:

 

y del báculo el fresno fatigado,

 

y la herrumbre del bronce mendicante.

 

(1936).

 

 

 

XLVI

 

Aún no te has muerto. Aún no estás solo,

 

mientras que con la amiga miseranda

 

gozas de la grandeza de los llanos,

 

de la niebla, del frío, de la nevada.

 

 

 

En lujosa pobreza y en potente miseria

 

vive tranquilo y sin cuidado.

 

benditos sean los días y las noches

 

y la faena de dulce voz sin pecado.

 

 

 

Desdichado aquel a quien asusta

 

cual su sombra un ladrido y el viento dobla,

 

y deplorable aquel que, medio muerto,

 

a una sombra pide limosna.

 

(1937)

 

 

 

XLVII

 

Estoy solo y le miro a la helada a la cara:

 

no va ella a ningún sitio ni vengo yo de parte alguna,

 

y se plancha, se pliega sin arrugas

 

todo el milagro que alienta en la llanura.

 

 

 

Y parpadea el sol en una miseria almidonada.

 

Su parpadeo es tranquilo y alegre.

 

Hectáreas de bosque, casi como aquellas… Y cruje

 

En los ojos la nieve como un pan limpio, inocente

 

(1937)

Tomado de:

https://cesurauia.wordpress.com/2014/02/17/osip-mandelstam-seleccion-de-poemas/

 

 

El decembrista

 

 

—¡Que el senado pagano sea testigo!—

¡Estos hechos no mueren!

Encendió la pipa y se abrochó la blusa.

Al lado juegan al ajedrez.

 

 

Trocó su sueño ambicioso por una cabaña

en los sórdidos confines de Siberia

y una pipa adornada en su boca mordaz,

que clamó la verdad en el mundo de la pena.

 

 

Chapotearon por vez primera las barcas germana

Europa lloraba cautiva,

y las negras cuadrigas se encrespaban

en las vueltas triunfales.

 

 

En los vasos flambeaba a menudo el ponche azul.

Y con el gran rumor del samovar

en voz muy baja hablaba la amiga renana,

guitarra amante de la libertad.

 

 

—¡Aún suscita vivas voces

la dulce libertad del ciudadano!

Pero los ciegos cielos no quieren sacrificios:

son más seguros el trabajo y la constancia.

 

 

Todo se ha enredado, y no hay nadie a quien decir

que el frío poco a poco invade todo.

Todo se ha enredado, y es dulce repetir:

Rusia, Leteo, Lorelei.

 

1917

 

 

Tristia

 

 

 

Estudié la ciencia de la despedida

en las calvas quejas de la noche.

Rumian los bueyes y la espera se alarga,

la última hora de las vigilias de la ciudad.

Sigo el rito de esta noche del gallo,

cuando, tras llevar una penosa carga,

los ojos llorosos miraron a lo lejos,

y lágrimas de mujer se mezclaron con el canto de

    las musas.

 

 

¿Quién puede saber al oír la palabra «despedida»

qué separación nos aguarda?

¿Qué nos anuncia el canto del gallo

cuando la llama arde en la Acrópolis?

Y en la aurora de una nueva vida,

cuando en el zaguán perezosamente rumia el buey,

¿por qué el gallo, heraldo de la nueva vida,

en la muralla de la ciudad agita sus alas?

 

 

Y yo amo el hilo de la costumbre,

se desliza la canoa, susurra el huso.

Mira: a nuestro encuentro, como pluma de cisne

vuela ya, descalza, Delia.

¡Oh, mísera trama de nuestra vida,

donde es tan pobre el lenguaje de la alegría!

Todo pasó antes, todo se repetirá de nuevo.

Y sólo nos es dulce el instante del

   reconocimiento.

 

 

Que así sea: una figura transparente

yace inmaculada en el plato,

como la piel tersa de una ardilla.

Una muchacha, inclinada hacia la cera, la

   contempla.

 

 

No nos toca adivinar la suerte del Erebo.

Para las mujeres es cera lo que para los hombres

   es cobre.

A nosotros sólo en las batallas nos habla el

   destino,

y a ellas, les es dado morir leyendo el futuro.

 

1918

 

 

En los pétreos contrafuertes del Pireo...

 

 

En los pétreos contrafuertes del Pireo

formaron las Musas el primer corro,

para que, como abejas, los líricos ciegos

miel de Jonia nos regalaran.

Y de la burilada frente de la doncella

un frío sublime descendió

para revelar a los biznietos lejanos

las dulces tumbas del archipiélago.

 

 

Se apresura la primavera a pisar los prados de Hélade.

Calzó Safo sus mejores sandalias,

y a martillazos las cigarras cincelan,

como canta la canción, una sortija.

Un recio carpintero hizo la casa,

para la boda degollaron todos los gallos.

 

 

Y la lenta tortuga-lira

a duras penas, sin dedos, se arrastra,

al sol de Epiro se tumba

y sigilosamente su dorado vientre calienta.

¿Quién la acariciará?

¿Quién la hará dormir?

En sueños espera a Terprandro,

presintiendo acaso el asalto de sus secos dedos.

 

 

De la fría fuente abreva la encina,

la hierba desnuda rumorea,

y para deleite de las avispas exhala la pulmonaria.

Dónde estáis, islas sagradas,

donde no se come pan partido,

y sólo hay miel, vino y leche,

donde la ruidosa labor no aflige al cielo,

y la rueda suavemente gira.

 

1919

 

 

Hacia la tierra vacía, cojeando sin querer...

 

           

 

               I

 

 

 Hacia la tierra vacía, cojeando sin querer,

con desigual y dulce paso

ella camina, adelantándose apenas

a su rápida amiga y al joven que le lleva un año.

La arrastra la libertad oprimida

del defecto que la anima.

Y parece que una clara sospecha

no quiere detenerse a su paso.

Esta temprana primavera

es para nosotros madre

de un cuerpo muerto.

Y todo va a comenzar eternamente.

 

            

 

             II

 

 

Hay mujeres que nacieron en una húmeda tierra.

Cada uno de sus pasos es un sollozo sonoro,

y su vocación, acompañar a los muertos

y ser las primeras en saludar a los que resucitan.

Pedirles caricias es un crimen

y separarse de ellas, imposible.

Hoy ángel y mañana gusano en una tumba

y pasado mañana sólo un contorno difuso.

Lo que fue un paso se hace inaccesible.

Las flores son inmortales. El cielo, denso.

Y el futuro, sólo una promesa.

 

 

 

 4 de mayo de 1937

 

Traducción de Jesús García Gabaldón

(De Tristia y otros poemas, 1998).

Tomado de:

https://el-placard.blogspot.com/2010/12/poemas-de-osip-mandelstam.html

 

 

«Poema»

(sin título)

 

Vivimos insensibles, al suelo bajo nuestros pies,

Nuestras voces a diez pasos no se oyen.

Pero cuando a medias a hablar nos atrevemos

Al montañés del Kremlin siempre mencionamos.

Sus dedos gordos parecen grasientos gusanos,

Como pesas certeras las palabras de su boca caen.

Aletea la risa bajo sus bigotes de cucaracha

Y relucen brillantes las cañas de sus botas.

Una chusma de jefes de cuellos flacos lo rodea,

infrahombres con los que él se divierte y juega.

Uno silba, otro maúlla, otro gime,

Sólo él parlotea y dictamina.

Forja ukase tras ukase como herraduras

A uno en la ingle golpea, a otro en la frente, en el ojo, en la ceja,

Y cada ejecución es un bendito don

Que regocija el ancho pecho del Osseta.

Tomado de:

https://trianarts.com/osip-mandelstam-poema-sin-titulo/#sthash.h6kU97V5.dpbs

 

 

EPIGRAMA CONTRA STALIN

 

 

 

Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,

 

nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.

 

La más breve de las pláticas

 

gravita, quejosa, al montañés del Kremlin.

 

Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,

 

y sus palabras como pesados martillos, certeras.

 

Sus bigotes de cucaracha parecen reír

 

y relumbran las cañas de sus botas.

 

 

 

Entre una chusma de caciques de cuello extrafino

 

él juega con los favores de estas cuasipersonas.

 

Uno silba, otro maúlla, aquel gime, el otro llora;

 

sólo él campea tonante y los tutea.

 

Como herraduras forja un decreto tras otro:

 

A uno al bajo vientre, al otro en la frente, al tercero en la ceja,

[al cuarto en el ojo.

 

Toda ejecución es para él un festejo

 

que alegra su amplio pecho de oseta.

 

 

 

Noviembre de 1933

Tomado de:

https://letraslibres.com/revista-mexico/sobre-un-poema-de-osip-mandelstam/

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