(17 de agosto de 1908, Lublin, Polonia - 8 de febrero de 1987, Inowrocław, Polonia)
Enterradme de pie
Oh, Señor, ¿adónde debo ir?
¿Qué puedo hacer?
¿Dónde puedo hallar
leyendas y canciones?
No voy hacia el bosque,
ya no encuentro ríos.
¡Oh bosque, padre mío,
mi negro padre!
El tiempo de los gitanos errantes
pasó hace ya mucho tiempo. Pero yo les veo,
son alegres,
fuertes y claros como el agua.
La oyes
correr
cuando quiere hablar.
Pero la pobre no tiene palabras…
… el agua no mira atrás.
Huye, corre, lejos, allá
donde ya nadie la verá
Nadie me comprende,
sólo el bosque y el río.
Aquello de lo que yo hablo
ha pasado ya, todo,
y todas las cosas se han ido con ello…
Y aquellos años de juventud.
LÁGRIMAS DE SANGRE
(Como sufrimos por culpa de los alemanes en 1943 y 1944)
En los bosques. Sin agua, sin fuego – mucha hambre.
¿Dónde podían dormir los niños? Sin tiendas.
No podíamos encender fuego por la noche.
Durante el día, el humo podía alertar a los alemanes.
¿Cómo vivir con los niños en el frío invierno?
Todos están descalzos…
Cuando nos querían asesinar,
primero nos obligaron a trabajos forzados.
Un alemán vino a vernos.
-- Tengo malas noticias para vosotros.
Quieren mataros esta noche.
No se lo digáis a nadie.
Yo también soy un Gitano moreno,
de vuestra sangre – es verdad.
Dios os ayude
en el negro bosque…
Habiendo dicho estas palabras,
él nos abrazó…
Durante dos o tres días sin comida.
Todos yendo a dormir hambrientos.
Incapaces de dormir,
mirando a las estrellas…
¡Dios, qué bonita es la vida!
Los alemanes no nos dejarán…
¡Ah, tú, mi pequeña estrella!
¡al amanecer que grande eres!
!Ciega a los alemanes!
Confúndelos,
llévalos por mal camino,
¡para que los niños Judíos y Gitanos puedan vivir!
Cuando el gran invierno venga,
¿qué hará una mujer gitana con su niño pequeño?
¿Dónde encontrará ropa?
Toda se ha convertido en harapos.
Se quieren morir.
Nadie lo sabe, sólo el cielo,
solo el río escucha nuestro lamento.
¿Cuyos ojos nos veían como enemigos?
¿Cuya boca nos maldijo?
No los escuches, Dios.
¡Escúchanos!
Una fría noche vino,
La vieja mujer Gitana cantó
Un cuento de hadas gitano:
El invierno dorado vendrá,
nieve, pequeña como las estrellas,
cubrirá la tierra, las manos.
Los ojos negros se congelarán,
los corazones morirán.
Tanta nieve caerá,
cubrirá el camino.
Solo se podía ver la Via Láctea en el cielo.
En esa noche de helada
una hija pequeña se muere,
y en cuatro días
su madre la entierra en la nieve
cuatro pequeñas canciones.
Sol, sin ti,
ver como una pequeña gitana se muere de frío
en el gran bosque.
Una vez, en casa, la luna se detuvo en la ventana,
no me dejaba dormir. Alguien miraba hacia el interior.
Yo pregunté -- ¡Quién está ahí?
-- Abre la puerta, mi negra Gitana.
Vi a una hermosa joven Judía,
temblando de frío,
buscando comida.
Pobrecita, mi pequeña.
Le di pan, todo lo que tenía, una camisa.
Nos olvidamos de que no muy lejos
estaba la policía.
Pero no vendrían esa noche.
Todos los pájaros
rezan por nuestros hijos,
por eso la gente malvada, víboras, no los matarán.
¡Ah, destino!
¡Mi desafortunada suerte!
La nieve caía tan espesa como hojas,
nos cerraba el camino,
tal era la nieve, que enterró las ruedas de los carros.
Había que pisar una huella,
empujar los carros detrás de los caballos.
¡Cuánta miseria y hambre!
¡Cuánto dolor y camino!
¡Cuántas afiladas piedras se clavaron en los pies!
¡Cuántas balas silbaron cerca de nuestros oídos!
Água, que corre
Hace mucho tiempo pasó el
tiempo
De los gitanos, que vagaban.
Y los vi:
Son ágiles como el agua,
Fuerte, clara,
Cuando fluye.
Y adivino que tal vez
Ella desea hablar.
Pobre, no sabe ninguna lengua,
Para ella hablar, para cantar.
Cada vez sólo gotea la plata,
Susurra como el corazón
El habla del agua.
Sólo el caballo que pasta en
la hierba
Permanece cerca
La escucha y entiende los
murmullos.
Pero ella no lo mira,
Huye, nada más lejos,
Porque los ojos no podían ver
El río, que corre.
Historieta gitana
Ella moldea una golondrina
Bajo mi ventana el nido,
Golondrina negra
Como la Ciganinha.
Ella nos apuntó buenos
caminos.
Ella vivió en establos y
casas.
Murió en un pantano.
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