DIABLESA
Un Satanás de Amor?
¡Quiero ser…!
Incendiar en mis pupilas
en el áspide lloroso
de las tardes, para que te confieses conmigo…
en la serenata de un
suplicio. Cual castidades sin cielo…
Poseerte…
ser tu bandida, la
pirata de tus amores….
Mutilar la caricia de
tus huellas: como un Satanás de Amor.
Muchas veces me he
muerto en tus brazos, con la boca recelosa…
con el presentimiento
mortal de lo inevitable…
¡Excitaciones…!
porque tú eres la
borrasca de mis carnes núbiles…
¿Un Satanás de Amor?
mi cuerpo debió
ser…Ya te contaré las caricias íntimas.
OH MI CARNE DE SÁNDALO
Oh, mi carne de
sándalo, perfumada, tibia, divina. Se clava en tus excesos
con mordeduras
incitantes y te hace daño. ..Perdona el martirio de mi carne.
¡Sí, soy la novia sin
tímidos recatos!
La uva de tus
caricias se destila en mis venas, en la heroicidad de mis versos,
cual una reparación a
destiempo…
I seré como aquella
tarde. Cuando los dos juntos bebimos el asedio
de mis líneas…en la
cuenca de un Pecado Mortal.
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Lydia Dávila
(Ecuador, siglo XX). Se cree que nació en Quito, en las dos primeras décadas
del siglo XX, quizá contemporánea de César Dávila Andrade que nació en 1918.
Por los escasos datos que de Lydia Dávila existen, se podría decir que es una
poeta rarísima . De ella solo se conoce un solo libro, publicado en 1935 (a los
19 años); es un libro atípico y controvertido para la época.
Una mujer a los 19
años, a mediados de los años 30 escribiendo poesía erótica en una sociedad
conservadora y provinciana no deja de sorprender.
La capacidad de su
lenguaje, hace que en cada poema, sea posible atravesar lo sagrado y lo
cotidiano, con un ritmo potente, desde el universo erótico-amoroso. Los
registros literarios de su tiempo, así como los contemporáneos no tienen su
nombre.
No existe fotografía
de la poeta. La foto que acompaña los poemas es el beso de Agusto Rodin (1904),
una sensual escultura parte de su monumental diseño "Las Puertas del
Infierno" en homenaje al infierno de Dante.
Tomado de:
ÉXTASIS VIOLADORES
Has roto la penumbra
de mis otras horas…
Violaste las
entelequias de mi herida.
Para que se acueste
en mi remanso tu racha de besos madrugadores.
Te enervas de
alcaloides. Cerca de mis plantas hay una algarabía
de estertores: la
reliquia de mis senos desnudos.
Juegas en mi cuerpo
con tus dedos beodos. Has roto
la simetría de mis
líneas… y sorbes del licor añejo
sin genuflexiones de
Amor.
B O N U S T R A C K
Yo, Lydia: soy la
flor migratoria de unas cuantas
romerías en el camino.
Yo, Lydia: soy el
claro de luna que prendió
inquietudes
en tu sangre de
gitanos amores...
Yo, Lydia: soy la
casta visión de Sandor.
Por él soy infinita,
con tibieza de tarde y
desgarramiento de nieve.
Sabes? hay
enervaduras de carne en mis poemas
de hembra: hembra mala...
hembra buena. Me
tienta la nostalgia de sus ojos
enfermos
y es un pecado la
encarnación más perfecta de
mi deseo...
Yo, Lydia: asesino a
los minutos en locas
sensaciones...
Y, como Santa Teresa,
Kempis o Smiles, me apago
en una insatisfacción
el sagrario:
desvanecimientos eternos, vagidos en
floración,
vértigos en mi
sangre...
Yo, Lydia: soy la
mujer más bella. Si tú me vieras...!
En el vaso consagrado
de mi cuerpo se derramó
una greguería de
tentaciones.
Tomado de:
https://libroemmagunst.blogspot.com/2011/01/lydia-davila-extasis-violadores.html
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