martes, 29 de septiembre de 2020

POEMAS DE ROQUE VALLEJOS

(agosto de 1943 - 2 de abril de 2006, Asunción, Paraguay)



HAY VECES...

 

 

 

         para Augusto Roa Bastos

 

 

 

Hay veces en que nadie

 

recuerda

 

que existimos;

 

que La vida se encoge

 

y nos aprieta,

 

y que es difícil despertar

 

cada mañana

 

la sangre en nuestras venas.

 

 

 

Días de conservar

 

el esqueleto, doblados hacia adentro,

 

y de llorar a os curas

 

sobre estos mismos huesos,

 

de usar la propia piel

 

como mortaja, y decirle

 

a la vida que no estamos

 

y que vuelva otro día.

 

 

 

POEMA

 

A Francisco y Ricardo Mardones

 

 

En polvo que rodando

se hará hombre

para iniciar de nuevo

su jornada

sin nacer otra vez,

rumbo a otro cielo,

desde su alta mar de ceniza.

 

Extraña fundación, parto vacío, resucitado

sueño de la arcilla. Dios

consumido por el triste oficio

y ser la llama de su propia hoguera.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/paraguai/roque_vallejos.html

 

Poema No. 2

Hoy que he salido, para

buscarme adentro, hablarme,

conversarme, estar conmigo,

sentir sin soledad, toda

mi ausencia,

no me he hallado.

Hoy, que he bajado paso a paso,

mi vacío, y que no he encontrado

a nadie, que me ofrezca su mano,

que he pisado mi carne como una orilla ajen

no sé cómo no estoy, si no he salido.

 

Poema No. 9

Me preocupan los muertos

con su traje único,

esperando inútilmente

debajo de la tierra.

La muerte como un ancla

amarrando

sus carnes,

la eternidad como gusano

taladrando

sus huesos.

Seco su tiempo,

la noria mutilada,

debe pesar, tanto vacío

al hombro,

la agrimensura

triste

de nivelar las sombras,

y de medir en vano

la altura

de la muerte.

 

Frío el rincón. El muro

derribado. La desembocadura

de Dios, el litoral

del infierno.

El polvo. ha recobrado

de nuevo

su estatura.

La eternidad duerme otra vez.

La nada. empieza.

 

Poema No. 7

Hay veces en que nadie

recuerda

que existimos;

que la vida se encoge

y

nos aprieta,

y que es difícil despertar

cada mañana

1a sangre en nuestras venas

Días de conversar

al esqueleto, doblados hacia adentro;

y de llorar a oscuras

sobre estos mismos huesos,

de usar la propia piel

como mortaja, y

decirle

a la vida que no estamos,

y que vuelva otro día

 

Poema No. 3

Señor: el mundo está cansado.

La sombra crece. El sol se apaga.

El hombre está quedando sin orillas,

Señor, el hombre está llegando a nada.

El milagro, Señor, el cielo, el alma,

nada. Para morir no hace falta

haber nacido. Para vivir, Señor,

es necesario morir a cada rato.

Del libro, los Arcángeles Ebrios, Montevideo 1964.

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