Tres ranas pasaron el vado,
Mi querida
Oliana,
Con agujas y un
dado,
Con hilo de
lana.
Es para la
túnica del rey,
Mi querida
Oliana,
Que ellas harán
con el dedo
Y con la lana.
Aquí llega el
verdugo,
Mi querida
Oliana,
Trayendo un gran
blusón
De gruesa
lana.
—Corten, cosan
la tela de Elbeuf,
Mi querida
Oliana.
¡Está llena de
sangre, pero es flamante
Y está hecha
de lana!
—¡No tocaremos
la sangre,
Mi querida
Oliana,
Más querríamos
pudrirnos por dentro
Como la lana!
Ya no hay más
rey, el rey ha muerto,
Mi querida
Oliana,
Y nosotros
compartiremos su suerte:
¡Corten la
lana!
Tomado de:
http://literaturafrancesatraducciones.blogspot.com/2013/06/un-poema-de-alfred-jarry.html
Bardos y cuerdas
Colección:
"La Revue blanche (revisión)"
El rey muerto, los veintiún disparos del bombardeo
Tonnent, señal de duelo, Place de la Concorde.
Silencio, alegre laúd, viola y arpa de
mandíbula : tendones en el ataúd la cuerda más macabra
Para acompañar el himno que eructa la bardo: El
cielo quiere la oración fúnebre por el exordio.
El incienso supera el olor de los hortelanos que el
bardo maritorne, un niño unta nada menos que un ord.
En las barreras del Louvre durmió, la guardia:
Los palacios son grandes puertos donde se acerca la
noche;
Córcega, Kamoulcke, kurdo, iroquesa y lombardo
El catafalco está rodeado por el depósito de chatarra de
la horda.
Su vigilia no habría
desairado al camarada: una sonrisa debe torcerse y una
boca mordida.
La hoja o el diente corta tanto como el arde de plomo:
pólvora de gorriones, pistolas place de la Concorde.
Un arma pálida, el dail no teme a la espingarde:
Tonne, señal de duelo; vibra, cordón macabro.
El suizo en la acera golpea la alabarda:
Señor, toma al difunto en tu misericordia.
1903
http://www.unjourunpoeme.fr/poeme/bardes-et-cordes
El baño del rey
Colección:
"La Revue blanche (revisión)"
Plata arrastrándose sobre un campo de vert, Dragón
fluido, al sol del Vístula se hincha.
Ahora el Rey de Polonia, ex Rey de Aragón, Se
apresura a su baño, muy desnudo, payasada poderosa.
Los compañeros eran una docena: no tiene parangón.
Su tocino tiembla con su caminar y la tierra con su
aliento;
Por cada uno de sus pasos su dedo patagónico
corta una zapatilla nueva en el hueco de la arena.
Y cubierto con su vientre así como con un escudo
Él va. La ilustre redundancia de su culo
Insuficiente afirma la vulgar ropa interior
Donde están retratados en oro, natural,
Desde atrás, una Piel Roja en el camino de la guerra
en su caballo, y al frente, la Torre Eiffel.
15 de febrero de 1903
La regularidad del santuario
Colección:
"Les Minutes des Sables memorial"
I
Santuario claro donde duerme mi casto y querido amor,
me refugio en tu sombra infinita y encantadora,
en el suelo de los sepulcros donde la tierra es carne
...
Pero sobre tu cuerpo frío traes tu mantis.
¡Sueño! sueña y descansa! Escucha, sonido de canción de
cuna,
Las vagas voces de las vírgenes vuelan al cielo en vano.
No han tejido el sudario de su hermana ...
Creced, dedos de cera y velas blanqueadoras,
¡Mano delgada y maldita donde la muerte amenaza!
¡Oh tiempo! ya no derrames la urna de las campanulas
en gotas pesadas ... De la llama que muerde
nace una nave ahogada en noches negras, vacías;
Entonces los pilares pulidos crecen como pinos,
Y las bengalas son puños de parricidas.
Y la llama temible oscila en las vidrieras pintadas
que arrojan sus hojas traslúcidas a la noche ...
El órgano suspira y retumba en su cuerno de metal.
Sonidos siniestros y apagados, voces como las
de los muertos que ruedan sin tregua en la corriente
subterránea…
Las sílfides hacen cantar claros los violonchelos.
Es la bola del abismo donde el amor no tiene fin;
Y la danza te ahoga en su tormentoso nicho.
La boca del sepulcro, aún abierta, tiene hambre;
Pero mi mano delgada muerde el mar de muaré malva ...
Entonces el delicioso entumecimiento de las tardes
Viene a poner su fuerte brazo sobre mi cuello; y rozan
contra mí
los vuelos lentos sobre los pesados muros
de los largos velos negros ...
Sólo las lámparas doradas abren sus ojos llorosos.
II
Atrapados
en las tranquilas aguas de granito gris,
navegamos por la laguna Dolente.
Nuestra góndola y sus luces doradas
duermen
lentamente.
Tarima
de un cielo finlandés ceniciento
donde las lúgubres riberas se pierden en la distancia,
ya
no oscuras, faroles pálidos,
nuestras
velas.
Nave
cuyo frente cae brusca y brevemente,
corta tus mástiles, tus velas, tramas negras;
se desliza sobre las olas marcescentes
sin
remos.
Luego,
en el aire frío como el fondo de un pozo,
el órgano acunándonos con su fanfarria.
La vidriera nos muestra, escudo,
su
faro.
Claro,
un vuelo de espíritus flota en el aire:
cuerpos aéreos transparentes, lienzos blancos, las
miradas inquietantes y veloces
de las
esfinges.
Y
la proyección de un tejo,
discos delgados, deslumbrar al techo limbo gris de
las colinas y los recuerdos semáforos,
azul
halos ...
La
góndola espectro que hala
la muerte bajo los puentes de piedra en forma de arco,
que ilumina tablero de bordado
de-
banco.
Rectos
al fondo, dormidos,
alzamos nuestros ojos muertos hacia los arquitrabes,
de los que las campanas derraman sus
lágrimas
graves.
http://www.unjourunpoeme.fr/poeme/la-regularite-de-la-chasse
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