Merlin
Querido mago en tu guarida
Oculta en el diamante
Del día ¿habrá un cantante
Cuya voz sea capaz
De borrar el rastro que Adán
Dejó en la tierra y en el mar?
¿O un corredor más rápido
Que la alargada sombra de los hombres
Que se abra paso en la memoria
Para colgar del árbol la manzana?
¿Nos mostrará tu magia
La novia que duerme en su habitación,
El día envuelto en un monte de nieve,
El tiempo recluido en su prisión?
La tierra difícil
Es una tierra difícil. Las cosas se malogran
Sin importar en ellas cuánto empeño pongamos.
El grano muere, la maleza crece con vigor
El sol, la lluvia, el frío están contra nosotros:
Se diría que el mal flota en el mismo aire.
En verano crecidas, en invierno sequías.
Nuestros campos: kilómetros de un suave polvo estéril.
En engañosos días grises que auguran agua
Preparamos los bueyes, salimos al arado
Envueltos de una nube ocre,
El polvo que se eleva y cae tras de nosotros
Asentándose lenta y dulcemente.
Esos días la propia tierra parece triste y sin sentido.
Y cuando el día siguiente el sol arde con fuerza
Apretamos los puños y pateamos el suelo enfurecidos.
Tenemos sueños raros: de pie al alba
Miramos la deriva plateada de los astros
Convertirse en una flota de mirlos.
Y una vez en la vida, a inicios del verano,
Cuando el campo está tierno, llegan hombres de afuera
Que pisan el maíz y matan nuestros animales.
Sabemos de estas cosas; y con suerte o gobierno
Las superamos o sufrimos si tenemos que hacerlo.
Somos un pueblo. Estirpe y lengua nos sostienen,
Los ritos y costumbres ancestrales, el techo y los
árboles,
Las canciones de nuestros triunfos y derrotas
(Fugaces por igual), continuidad del grupo y del fogón,
Nuestros nombres y vocación, el trabajo, el ocio y el
sueño
Y algo que fue vencido pero que aún resiste.
Todo esto nos sostiene. Sin embargo hay momentos
En que identidad, nombre y aun las manos nuestras
Que trabajan a ciegas, se nos tornan odiosas
Y con gusto nos libraríamos de su carga
Para ingresar en nuestra noche por la puerta del trigo
Y el leve velo de la hierba (dejando atrás
Nombre, cuerpo, país, lengua, vocación, fe)
Hasta reunirnos con el secreto de una tierra
Abierta por arados perdidos en el tiempo.
Hemos tenido horas así que dejamos atrás
Gracias a rostros de bondad, gestos de fe en el dolor,
Y honestidad, coraje, cortesía, fidelidad,
Y al amor que perdura una vida. Y a los campos,
El mercado, la granja y el granero; otoño y primavera
(Pues podemos amar el circuito inhumano
De estaciones errantes) y a los muertos
Que en nosotros –en su lugar– se alojan
Desconocidos y extrañados. Porque ¿cómo podríamos
Dar la espalda a la última, demorada mirada moribunda
Que vuelve del otro lado del tiempo?
¿Y cómo avergonzar a los que viven y ofender a los
muertos
Con este desaliento? ¿Cómo abstenernos del amor?
Es un país difícil, y es nuestro hogar.
El laberinto
Desde el día en que pude salir del laberinto,
Turbado por el eco de sus altos pasillos,
De tantos recovecos que temí
Encontrarme a mi mismo al doblar una esquina,
A mí o a mi fantasma, pues nada fue real
Una vez que dejó de crujir la hojarasca
Bajo el peso del toro caído a mi lado,
Y yo manchado en sangre, no podría decir si vivo o
muerto,
En el vacío del crepúsculo (¿era
Una sombra que busca su cuerpo en los caminos
Intrincados del Hades?) – desde que salí al mundo,
Y vi las breves flores en los campos antiguos,
Los renuevos brillantes de los árboles, las colinas, el
mar,
Y todo en movimiento bajo el cielo,
Pastores y rebaños, pájaros, y los jóvenes y ancianos
(Miré asombrado a jóvenes y ancianos,
Porque en el laberinto el tiempo no existía;
Me extravié, al parecer, más allá de estaciones y de
soles
Más allá del reposo, del tránsito, del cambio,
Ya que no podía decir, en fin,
Si estaba quieto o si me desplazaba; el laberinto mismo
Girando sobre su eje misterioso
Me arrastraba hacia su contrario dócilmente:
El adorable mundo) – desde que al fin salí,
Hay momentos en que aún escucho el eco
De mis pasos en esas galerías, y en que todo, las rutas
Que corren a lo largo del bullicio del mundo
Y se unen y separan, y salas que se abren
A otras salas –siempre una sala más–,
Y escaleras, pasajes y antecámaras
Que vacías esperan alguna gran audiencia,
La estela en el mar que se abre y se cierra,
Rastros indescifrables, escondidos,
Senderos en la tierra, túneles subterráneos,
Y en el aire la huella de los pájaros – todo
Parecía parte del gran laberinto. Y luego, de repente,
Me encuentro enceguecido, casi me echo a correr
Como si el laberinto me siguiera
Y fuera a darme alcance. Pero tranquilizándome
Me digo: “No te apures. No hace falta.
Te hallas en tierra firme, las rutas se abren libres
frente a ti.”
Y mi genio maligno se burla: “Es cierto, no te apures.
No hay necesidad de ello. Partir, permanecer,
Da igual en este mundo ya que no existe una salida,
No hay lugar adonde ir, y tu terminarás donde te
encuentras,
Sumergido en el centro del laberinto inacabable.”
Yo no puedo vivir si esto es verdad.
Es un mundo posible, tal vez; pero hay otro.
Ya que en un sueño o trance vi a los dioses
Cada uno sentado en la cima de sus islas-montañas
Mientras pequeños barcos navegan a sus pies,
Y en los puertos pululan multitudes,
Y los pastores llevan sus rebaños al campo,
Y prosiguen las fiestas, cumpleaños y nupcias,
La siembra y la cosecha, vida y muerte,
Todo aceptado y dentro de los planes,
Claro y seguro como en un sueño límpido.
Pero los dioses, como grandes nubes brillantes
Que flotan sobre el mar sereno,
Mantienen a través de los estrechos, en un tono
tranquilo,
Un infinito diálogo pacífico
Donde todo se trama y nuestras vidas
Son un profundo acorde en ese diálogo,
La entonación sencilla de palabras en orden,
Sílabas espontáneas que le dan cuerpo al mundo.
Este es el mundo real; lo toqué alguna vez
Y ahora lo recordaré por siempre.
Pero el engaño, el laberinto, el resto
Bruto de la simulación, las rutas
Que corren sin hallar nunca un final,
Por el error tapiadas; de todo ello no me habría
escapado
Si mi alma no tuviera alas de pájaro para volar.
Hondas como la vida son estas decepciones.
Anoche tuve un sueño: volvía al laberinto,
Y despertaba lejos. No reconocía el lugar.
Los ausentes
Ellos no están aquí. Y nosotros, nosotros somos Otros,
Marchamos sin estorbos bajo el sol
Que brilla tan sólo para nosotros.
Porque no están aquí
Y sabemos de ellos a través de la ausencia
Que se infiltra y nos cubre
Desde que aquí no están.
Ahora, en este reino de ocio veraniego
Donde extasiados por el sol soñamos
Y erramos olvidados de la luz
Y en el aire nos disipamos?
Es la ausencia quien nos acoge.
No tenemos contacto, nuestras almas
Vuelan hacia la ausencia en torno a nosotros
Porque somos los Otros.
Y lloramos a Aquéllos que no están con nosotros
Sin saber si nos duele o si es nuestro el dolor
Que sobrepasa todo pensamiento, memoria o duelo.
Lloramos por la pérdida de lo que no tuvimos,
Los anónimos, los desconocidos
Los que en su ausencia están siempre junto a nosotros
(Junto a nosotros, herederos, usurpadores
Que claman por el sol, por el reino del sol)
Sin saber que dolor y soledad
Traigan quizá una bendición sobre nosotros.
Tomado de:
http://hablardepoesia-numeros.com.ar/numero-22/edwin-muir-los-caballos-y-otros-poemas/
El interrogatorio
Podíamos cruzar el camino, pero dudamos,
Y después llegó la patrulla,
El líder, escrupuloso y resuelto,
Los hombres, rudos, indiferentes.
Mientras esperábamos ahí, de pie,
Comenzó el interrogatorio. Él dice
Suéltalo todo, quiénes, qué son,
De dónde vienen, con qué propósito,
Por qué país o bando luchan, a quién traicionan.
Pregunta tras pregunta.
De pie, hemos respondido todo, todo el día
Mirando hacia allá, entre los setos,
A las parejas de amantes desenfadados,
Tomados de la mano, perdidos entre las estrellas,
Tan cerca que les podíamos gritar. Aquí no podemos
elegir
La respuesta o la acción,
Aunque los amantes desenfadados sigan vagando por ahí
Y los campos sin pensamiento estén tan cerca.
Estamos en la mera orilla,
Casi sin fortaleza,
Y aun así el interrogatorio continua.
Traducción:
Pura López Colomé.
Tomado de:
Círculo y Cuadrado
'Te doy la mitad de mí;
No más, para que no sea
motivo de perjurio.
Por tu bien, por mi bien, ¿la
mitad tomarás?
'La mitad no tomaré ni daré,
porque el que da todo lo da.
A la mitad no puedes vivir;
Entonces deja que la barrera caiga,
en un círculo lo tienes todo '.
“Un burlador sabio y anciano
me dijo una vez: Cuidado con
el camino que no tiene esquina
donde puedes quedarte y mirar.
Elige el cuadrado.
Y deja que el círculo corra
Su carrera aburrida y febril.
Tú, querida, eres uno;
Muestra tu alma en tu rostro;
Mantén tu lugar.
Dar, pero tener algo que dar.
Ningún hombre puede quererte a todos.
Vive y aprende a vivir.
Cuando todas las barreras caen
, no eres nada en absoluto '.
El Encarnado
La marejada norteña sin viento, el grito de la gaviota,
y la iglesia de Calvin coronando la estéril brae.
Pienso en el sueño de Giotto el pastor toscano,
Cristo, hombre y criatura en su día interior.
¿Cómo pudo nuestra raza traicionar
La Imagen y el Encarnado deshacer a
Quién eligió esta forma y moda por nuestro bien?
El Verbo hecho carne aquí se hace palabra de nuevo.
Una palabra hecha palabra con floritura y arrogancia.
Mira allí al Rey Calvino con su pluma de hierro,
Y a Dios tres letras enojadas en un libro,
Y allí el gancho lógico
En el que el Misterio está empalado y doblado
en un argumento ideológico.
Hay un mejor evangelio en la lengua natural del hombre,
Y una visión más verdadera era suya fuera de la Ley
Quienes vieron el lado opuesto de la Cruz entre
los pueblos arcaicos en su antiguo temor,
Con ignorante asombro vieron
la cruz de madera en la ladera desnuda,
Sin saber que allí un Dios sufrió y murió.
La palabra descarnada, creciendo, nos derribará,
tanto el hombre cristiano como el pagano caerán,
Los augurios dicen, el blanco y el negro y el moreno,
El alegre y el triste, teórico, amante, todo
Invisiblemente caerá:
Calamidad abstracta, salvo por aquellos que pueden
construir su imperio frío sobre el hombre abstracto.
Una suave brisa se mueve y todos mis pensamientos se
llevan
lejos hacia el mar y se pierden. Sin embargo, yo se bien
La palabra incruenta luchará por sí misma.
Invisiblemente en el cerebro, los nervios y las células.
Las generaciones cuentan
Su historia personal: el Uno tiene que ir más
allá de los espejismos y la nieve asesina.
El niño muriendo
Universo amistoso y hostil,
guardo tus estrellas en mi bolso
y te digo adiós.
Que puedo dejarte, salir bastante,
salir, salir más allá de toda duda,
dice mi padre, es el milagro.
Eres tan grande y yo tan pequeño:
no soy nada, eres todo:
no siendo nada, puedo tomar este camino.
Oh, no necesito ni levantarme ni caer,
porque cuando no me mueva en absoluto
, estaré fuera de todo tu día.
Se dice que quedará algún recuerdo
en el otro lugar, hierba bajo la lluvia,
luz en la tierra, sol en el mar,
una gracia que revolotea, un rostro fantasma,
pero el mundo está fuera. No hay lugar
donde él y su fantasma puedan estar.
Padre, padre, temo este aire
soplado desde el otro lado de la desesperación
El frío rincón frío. ¿Qué casa, qué agarre,
qué mano hay? Miro y veo la
eternidad llena de Nada,
Y el gran mundo redondo se debilita y envejece.
Toma mi mano, oh, agárrala fuerte,
¡estoy cambiando! - hasta que al fin
mi mano en la tuya no cambiará más,
aunque la tuya cambie. Tú aquí, yo allí,
De la mano, desesperación de dos hojas,
no sabía que la muerte era tan extraña.
El buen hombre en el infierno
Si un buen hombre fuera alojado alguna vez en el
infierno
por un error necesario de las cualidades,
tal vez para probar la regla o avergonzar al diablo,
o decir la verdad que solo un extraño ve,
¿él, rindiéndose rápidamente al odio obvio,
llenaría la mitad de la eternidad con gritos y lágrimas,
o mirar junto a la pequeña puerta portuaria del infierno
Con paciencia durante los primeros diez mil años,
sintiendo la maldición subir lentamente a su garganta
que, pronunciada, lo condena a rescindir el mal sin
remedio,
obligando a su lengua de oración a correr de memoria, la
eternidad entera todavía ante él ?
¿Podría al fin, crecido fiel en su posición,
encender una pequeña esperanza en el infierno sin
esperanza,
y sembrar entre las malditas dudas de la condenación,
¿Ya que aquí alguien podría vivir y vivir bien?
Una duda del mal derribaría tal gracia,
abriría tal puerta y el Edén podría entrar, el
infierno sería un lugar como cualquier otro lugar,
y comenzarían el amor, el odio, la vida y la muerte.
Tomado de:
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