De los sonidos
La música como un ladrido
miedo ante un pasillo
que a cada paso crece.
La música como una pérdida
un cuerpo que se descompone
huida entre miradas que condenan.
De la música
Nota que destroza toda armonía
que perturba la mañana
antes del bullicio y la mentira.
Templo profanado
creyentes que ofrendan su cuerpo
ante el silencio de su dios.
Tomado de:
https://www.otroparamo.com/web/articulo.php?ed=47&ar=148
POST-CASABLANCA
"En esas malas calles
debe haber un hombre
que no sea malo, que no
este manchado
ni tenga miedo."
RAYMOND CHANDLER
Ni tu mismo sabias
que la amabas tanto
y te quedaste solo
para oler en cada mujer
su aroma,
para ver sus lágrimas
cuando te ahogas en alcohol
cada diciembre.
Ahora sólo te queda una canción
y el remordimiento
de haber hecho lo correcto.
Son los aviones los que te enferman
sabes que de ellos bajará un día,
ya anciana, no tan bella
y con un premio Oscar en las manos.
PEQUEÑA AUTOBIOGRAFÍA
Te lo advierto
en mi vida no hay héroes
ni corceles
ni siquiera un malvado personaje
vestido de negro.
Todo es monótono
en el trabajo
con la familia
hasta las vacaciones son estándar
mis amantes se acomodan
a los cánones establecidos
y la rebeldía contra las instituciones
la práctico los viernes por la noche.
Como ves
la única aventura en mi vida
se lleva a cabo antes de dormir
cuando descargo mi ira
mi amor
y todo ese mugre diario
sobre el limpio cuerpo
de una hoja en blanco
al
perpetrar un poema.
Tomado de:
https://www.eldigoras.com/eom03/2003/aire24shg01.htm
Del bello dolor
Que misterio el de la palabra
el dolor encadenado resulta bello.
Ocultas las lágrimas
queda en la palabra
la carga del recuerdo
—pesado lastre de todos los días—.
Del libro: EL AMOR Y LA PALABRA
Días de mayo
a Ana Rossetti
Yo también te creí muerto corazón mío
te creí olvidado
extinto
no te esperaba tan cerca
que llegaras en un rostro que lee atentamente
la programación de un concierto.
Te esperaba entre maderos
bañado de rocas
y no frágil
cambiando de color al paso de las horas.
Te imaginaba colgado entre nubes
mirando ciudades sin ingresar en ellas
no como canto que despierta
como recuerdo que llega
para robarse la alegría.
Del
libro: ROSTRO QUE NO SENCUENTRA
Tomado de:
https://seshatediciones.wordpress.com/2016/09/29/3-poemas-de-saul-gomez-mantilla/
II
Cada una de las letras que forman este poema surge de un
encuentro con el pasado, con lo que se desea olvidar. Por ello, las acciones
que no tienen cabida en la palabra, se encuentran bajo estas líneas.
El poema es un canto al dolor, por ese pasado que fue
bloqueado, que se ha perdido a lo largo de los años y parece no volver.
En cada silencio de este poema, un niño huye y sueña, no desea
descansar, solo correr hasta allí, donde, tal vez por la distancia, olvide
quién es.
IV
Una mujer espera mientras desnuda una mandarina, al sabor de
cada mordida rememora su infancia. Recuerdos que llegan sin orden alguno, en
desbandada, uno tras otro, suscitados por un aroma.
Niños que corren por el campo, sin afanes ni automóviles,
movidos por el viento, detrás de un cometa o en busca de una rana. Para ellos
el tiempo era el juego de una tarde, la llamada para la cena.
El olor de la fruta trae consigo pasajes olvidados de una vida
que se esfuma. En esa banca, en la desolada tarde de un asilo, ella se
estremece al recordarse feliz; en qué momento, cómo, la vida se convirtió en
ese monótono paso de los soles.
Niños cuya felicidad era correr libres, sin más límites que su
propio cansancio y el llamado de sus padres, espantosa voz que marcaba la
rutina. Esa voz que era como un trueno, como el que ahora llama para anunciar
la noche.
VIII
Para hacer realidad mi obra, para acercarme al objeto de mi
escritura, debo sumergirme en el alcohol, pasar los días en la taberna y las
noches volcado sobre el papel.
La embriaguez permite dar vía libre a macabros sucesos, fuera
de toda moral y arrepentimiento, es el vino quien libera al poeta que vive en
mí.
Ya no importan amigos y familia cuando se acerca el final de
una novela, serán estos personajes los habitantes de mi hogar, compañeros entre
trago y trago, de este divagar entre las letras.
Con una mano escribo y con la otra bebo, una mano sostiene mi
vida y la otra me la quita, entre el delirio y el sueño, amanece, encuentro
junto a mí a estos extraños seres que me piden dar cuenta de su existencia.
XIII
Una hoja, río abajo, puede ser una señal para el hombre que
prepara la soga, que prueba el nudo antes de suspenderse sobre el mundo.
Tras la ventana, un globo que cae en medio de la noche, puede
ser para el niño que no puede conciliar el sueño, todo el espanto que escapa de
su imaginación.
Un bello sonido en medio del tumulto, la música de unas
palabras, un acento, puede ser la esperanza que aguarda el joven en espera de
su amada.
Una leve lluvia, en una tarde despoblada, puede hacer que los
ojos desesperados anuden el llanto, y viertan en los labios un salado amanecer.
Divino regalo para soportar la vida.
XVI
Todos los escritores tienen un nombre, Seymour, aquel
personaje solitario y analítico viene a ser, tarde o temprano, la imagen que
devela la escritura.
Sea en un diario, una novela o un poema, el ejercicio sobre el
lenguaje tiene un nombre propio que se desconoce, que surge de forma
imprevista, cuando al leer se manifiesta el ser que escribe.
Seymour lo sabía, por ello su silencio, su negativa a
publicar, a darse a otros ojos que juzgasen como mezquino, marginal,
desencajado, a quien se atreve a poner en palabras el alma oscura de los
hombres.
Cada escritor tiene un espejo, cada creador se ve reflejado en
otro, sabe que le ha sido confiado, según una labor, trazar un camino para
alguien que tomará aquella luz y la verterá sobre el papel.
XVII
El desastre de unos ojos que tiemblan
mientras el humo apaga una sonrisa.
Un tren tomado a última hora,
para tarde llegar, al reflejo del propio rostro.
XXXIV
La forma del poema devela al ser que lo escribe, más que su
contenido, más que sus palabras, es la imagen visual lo que queda en nosotros.
Esos caminos plagados de silencios, aquellos saltos y olvidos, llenan al
lector, cubren sus necesidades, sin que éste las perciba.
Un largo silencio entre palabra y palabra es un salto al fondo
del poema, un largo aliento para retomar la lectura, sumergirse en las
imágenes, ahogarse en aquellas páginas que como un espejo van develando un
rostro.
Al terminar el libro, entre tanto vacío, algo ha sido robado,
un verso, tal vez una palabra, ha sido tomada por la mirada.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/29/SaulGomezMantilla/
Ángel del abandono
Cae para ser cómplice
oculta dolor en su mirada.
Cae para no nombrar sus delirios
y hacer posible
todas las profecías.
Ángeles cotidianos
En los semáforos
en medio de
los juegos
estos
ángeles entregan su vuelo
como
único recuerdo
del paraíso abandonado.
Del descenso
Llora el
ángel caído
El incendio
de
sus
alas.
Tomado de:
https://revistas.uis.edu.co/index.php/revistacyp/article/view/7589/7821
Cotidiano
Sin pensarlo mucho se arrancó la piel del rostro, bebió su
sangre y contempló con agrado el resultado frente al espejo.
Quería que la gente
al verlo sintiera su dolor, exhibía sus dientes, les mostraba a sus amigos la
piel de su cara y éstos con cierto morbo la contemplaban.
Todo había
concluido, sin la poesía no tenía vida, a sus años lo único que aprendió fue a
leer y no dejó de hacerlo hasta hoy.
Sus gritos inundaban
la casa, él tomó la decisión de volverse loco, nada le importaba, deshojaba sus
libros, insultaba a sus amigos y su alimento era consumido por la angustia.
Su cuerpo famélico y
sin rostro no resistió el puñal que le atravesó las vísceras, la sangre cobijó
al cadáver y espera sepultarlo para salir a la calle al acecho de un nuevo
suicidio.
Del libro: Ideas de Viaje
El secreto que mi silencio guarda
a Carlos Andrés Sánchez
Villa
asesinado el 4 de mayo de 2020.
Cada mañana tu recuerdo llega y ayuda en las labores diarias,
tender la cama, barrer, hacer las compras. Caminas y nadie te ve, pero estas
allí, hablando del clima, de algún proyecto y una cita al caer la tarde.
Al regresar a casa,
en la noche, hay arrugas en la cama, la basura sin sacar, algún olvido en las
compras, y lo sé, fuiste tú, es tu forma de abrazarnos, de decirnos que sigues
aquí.
Que no importan las
balas, el dolor que nos atravesó aquella mañana, la oscuridad que nos tomó
cuando tu cuerpo fue sepultado. Aun lloramos tu ausencia, tu asesinato, por eso
llegas y el olvido es tu presencia, recuerdos sencillos que hablan de ti.
Estos recuerdos,
estas acciones tuyas, no las podrán matar, porque al regar las plantas, en un
sorbo de cerveza, en el calor y el naranja de la tarde, apareces, te instalas,
y en silencio contemplas nuestro rostro.
Todas las mañanas el
perro ladra y te despide; y el regresar a casa y ver cualquier objeto en el
piso, algo de desorden, es saber de ti. Entonces reacomodo las cosas, lo sé, de
algún modo te comunicas, nos hablas.
Así lo quiero creer,
lo necesito creer, eres tú, tu presencia, el secreto que mi silencio guarda.
Tomado de:
https://neotraba.com/una-ventana-inmensa-saul-gomez-mantilla/