A un reloj
Con tu acompasado son
Marcando vas inclemente
De mi pobre corazón
La violenta pulsación....
Dichosa quien no te siente!
Funesto, funesto bien
Haces reloj…La venida
Marcas del ser a la vida,
Y así impasible también
La hora de la partida.
Anhelo
¡Oh! ¿Dónde está ese mundo que soñé
allá en los años de mi edad primera?
¿Dónde ese mundo que en mi mente orlé
de blancas flores…? ¡Todo fue quimera!
Hoy de mí misma nada me ha quedado,
pasaron ya mis horas de ventura,
y sólo tengo un corazón llagado
y un alma ahogada en llanto y amargura.
¿Por qué tan pronto la ilusión pasé?
¿Por qué en quebranto se trocó mi risa
y mi sueño fugaz se disipó
cual leve nube al soplo de la brisa…?
Vuelve a mis ojos óptica ilusión,
vuelve, esperanza, a amenizar mi vida,
vuelve, amistad, sublime inspiración…
yo quiero dicha aun cuando sea mentida.
Quejas
¡Y amarle pude…Al sol de la existencia
Se abría apenas soñadora el alma….
Perdió mi pobre corazón su calma
Desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
Como música blanda y deliciosa;
Subió a mi rostro el tinte de la rosa;
Como la hoja en el árbol vacilé.
Su imagen en el sueño me acosaba
Siempre halagüeña, siempre enamorada:
Mil veces sorprendiste, madre amada,
En mi boca un suspiro abrasador;
Y era él quien arrancaba de mi pecho,
El, la fascinación de mis sentidos;
El, ideal de mis sueños más queridos;
El, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí, el campo placentero
En vez de flores me obsequiaba abrojos:
Sin él eran sombríos a mis ojos
Del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida aprisionada;
Era el centro de mi alma el amor suyo;
Era mi aspiración, era mi orgullo....
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?
No es mío ya su amor, que a otra prefiere;
Sus caricias son frías como el hielo.
Es mentira su fe, finge desvelo....
Mas no me engañará con su ficción....
¡Y amarle pude delirante, loca!!!
¡No! mi altivez no sufre su maltrato;
Y si a olvidar no alcanzas al ingrato
¡Te arrancaré del pecho, corazón!
A la misma amiga
Ninfa del Guayas
¡Encantador!
De tus abriles
En el albor,
Cuando regreses
A la mansión,
Donde te espera
Todo el amor
De los que hoy ruegan
Por tí al Señor;
Cuando más tarde
Vengan en pos
De los placeres
Que apuras hoy,
Los tiernos goces
Y la emoción
Con que las madres
Amamos ¡Oh!
A los pedazos
Del corazón;
No olvides, Carmen,
No olvides, no!
A tu Dolores
Por otro amor!
A mis enemigos
¿Qué os hice yo, mujer desventurada
Que en mi rostro, traidores, escupís
De la infame calumnia la ponzoña
Y así matáis a mi alma juvenil?
¿Qué sombra os puede hacer una insensata
Que arroja de los vientos al confín
Los lamentos de su alma atribulada
Y el llanto de sus ojos ¡ay de mí!
Envidiáis, envidiáis que sus aromas
Le dé a las brisas mansas el jazmín?
Envidiáis que los pájaros entonen
Sus himnos cuando el sol viene a lucir?
¡No! no os burléis de mí sino del cielo....
Que, al hacerme tan triste e infeliz,
Me dió para endulzar mi desventura
De ardiente inspiración rayo gentil.
Por qué, por qué queréis que yo sofoque
Lo que en mi pensamiento osa vivir?
Por qué matáis para la dicha mi alma?
Por qué ¡cobardes a traición! me herís?
No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil....
Me marcáis con el sello de la impura....
Ay! nada! nada! respetáis en mí!
La noche y mi dolor
El negro manto que la noche umbría
Tiende en el mundo a descansar convida,
Su cuerpo extiende ya en la tierra fría
Cansado el pobre y su dolor olvida.
También el rico en su mullida cama
Duerme soñando avaro sus riquezas,
Duerme el guerrero y en su ensueño exclama:
Soy invencible y grandes mis proesas.
Duerme el pastor feliz en su cabaña
Y el marino tranquilo en su bajel;
A éste no altera la ambición ni saña
El mar no inquieta el reposar de aquel.
Duerme la fiera en lóbrega espesura,
Duerme el ave en las ramas guarecida,
Duerme el reptil en su morada impura,
Como el insecto en su mansión florida.
Duerme el viento.... la brisa silenciosa
Gime apenas las flores cariciando;
Todo entre sombras a la par reposa,
Aquí durmiendo más allá soñando.
Tú, dulce amiga, que talvez un día
Al contemplar la luna misteriosa,
Exaltabas tu ardiente fantasía
Derramando una lágrima amorosa.
Duerme también tranquila y descansada
Cual marino calmada la tormenta,
Así olvidando la inquietud pasada
Mientras tu amiga su dolor lamenta.
Déjame que hoy en soledad contemple
De mi vida las flores deshojadas;
Hoy no hay mentira que mi dolor temple,
Murieron ya mis fábulas soñadas.
Tomado de:
A Carmen
Menos bella que tú, Carmela mía,
¡Vaya esa flor a ornar tu cabellera!
Yo misma la he cogido en la pradera
Y cariñosa mi alma te la envía.
Cuando seca y marchita caiga un día
No la arrojas, por Dios, a la ribera;
Guárdala cual memoria lisonjera
De la dulce amistad que nos unía
A la misma amiga
Ninfas del Guayas
Encantador!
De tus abriles
En el albor,
Cuando regreses
A la mansión,
Donde te espera
Todo el amor
De los que hoy ruegan
Por ti al Señor;
Cuando más tarde
Vengan en pos
De los placeres
Que apuras hoy,
Los tiernos goces
Y la emoción
Con que las madres
Amamos ¡oh!
A los pedazos del corazón;
No olvides, Carmen,
No olvides, no!
A tu Dolores
Por otro amor!
¡Quejas!
¡Y amarle pude!...Al sol de la existencia
Se abría apenas soñadora el alma…
Perdió mi pobre corazón su calma
Desde el fatal instante en que le hallé
Sus palabras sonaron en mi oído
Como música y deliciosa;
Subió mi rostro el tinte de la rosa;
Como la hoja en el árbol vacilé.
Su imagen en el sueño me acosaba
Siempre halagüeña, siempre enamorada
Mil veces sorprendiste, siempre enamorada;
En mi boca un suspiro abrasador;
Y era él quien lo arrancaba de mi pecho,
Él, la fascinación de mis sentidos,
Él, ideal de mis sueños más queridos,
Él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí, el campo placentero
En vez de flores me obsequiaba abrojos;
Sin él eran sombríos a mis ojos
Del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida aprisionaba
Era el centro de mi alma el amor suyo
Era mi aspiración, era mi orgullo…
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?
No es mío ya su amor, que a otra prefiere
Sus caricias son frías como el hielo.
Es mentira su fe, finge desvelo…
Mas no me engañará con su ficción…
¡Y amarle pude delirante, loca!!!
¡No! Mi altivez no sufre su maltrato;
Y si a olvidar no alcanzas al ingrato
¡Te arrancaré del pecho, corazón!
A mis enemigos
¿Qué os hice yo, mujer desventurada
Que en mi rostro, traidores, escupís
De la infame calumnia la ponzoña
Y así matáis a mi lama juvenil?
¿Qué sombra os puede hacer una insensata
Que arroja de los vientos al confín
Los lamentos de sus ojos? ¡Ay de mí!
Envidiáis, envidiáis que sus aromas
Le dé a las brisas mansas el jazmín?
Envidiáis que los pájaros entonen
Sus himnos cunado el sol viene a lucir?
¡No! ¡No os burláis de mí sino del cielo,
Que al hacerme tan triste e infeliz,
Me dio para endulzar mi desventura
De ardiente inspiración rayo gentil!
¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque
Lo que en mi pensamiento osa vivir?
¿Por qué matáis para la dicha de mi alma?
¿Por qué ¡cobardes! A traición herís?
No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil…
Me marcáis con el sello de la impura…
¡Ay! Nada! Nada! Respetáis en mí!
Tomado de:
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