CUANDO YO ME HAYA IDO, ESTA ARPA QUE SUENA
Cuando yo me haya ido, esta arpa que suena
con las notas profundas de las viejas pasiones,
enmudecida y rota, colgando de una lápida,
quedará en mi sepulcro. Cuando al llegar la noche,
la brisa se haga dueña de su armazón en ruinas,
buscará en él la música de los tiempos pasados
y querrá que de nuevo su canción acompañe.
Pero en vano la brisa rozará con su soplo
las cuerdas oxidadas. Muda, igual que la forma
que yace bajo tierra, dormirá eternamente.
¡Oh, Memoria, bendito por siempre tu consuelo!
Viértelo junto a mí como si fuera el bálsamo
que conservan las rosas aun después de marchitas.
OLVIDARÉ TUS OJOS CARGADOS DE TERNURA
Olvidaré tus ojos cargados de ternura;
tu voz que me llenaba de dulces emociones;
tus promesas perdidas en este laberinto;
la presión turbadora de tu mano, tan suave,
y hasta lo más querido: el intercambio diario
de nuestros pensamientos, que tanto nos unía,
pues los dos corazones fundían en una mente
sin miedo ni esperanza más que en nosotros mismos.
Olvidaré las flores con las que me adornaba.
¿No son ya flores muertas las que ayer te ofrecí?
Olvidaré la cuenta de las horas del día.
Aunque sea de noche, tú no regresarás.
Pero, si he de olvidarme incluso de tu amor,
quiero cerrar los ojos, anegados de lágrimas
desde el amanecer, y buscar el reposo
para mi pensamiento que la tumba le brinda.
Quién fuera como aquella que, transformada en árbol,
ya no puede llorar ni seguir lamentándose,
o aquella solitaria que, temblando de frío,
siente que arde su pecho al volverse de piedra.
Quién pudiese beber el agua del Leteo,
que aniquila igualmente la tristeza y la dicha.
Aunque puede que ni ella, al cabo, me sirviese.
Esperanza, amor, tú, ¿cómo voy a olvidaros?
TRISTEMENTE ARRASTRADOS POR LAS OLAS
Tristemente arrastrados por las olas,
escucha los susurros de esas voces
que salen de las tumbas y me dicen:
«Mucho tiempo llevamos esperándote.
Corre ya sin demora a nuestra casa».
Y la voz del que es dueño de mi vida,
la voz que en cuanto oí empecé a adorar,
sin cesar me repite: «¡Ven conmigo!
Ya no puedes quedarte, oh, dulce novia mía,
sin tenerme a tu lado en nuestra casa.
Sombrío fue este mundo para ti
hasta que me escuchaste, como en éxtasis,
llamarte. ¡Ven conmigo! ¡Ven conmigo!
Alegremente, entonces, huimos juntos
y cruzamos el mar buscando nuestra casa.
Constancia y amor fueron, de ese modo,
nuestra única fiesta de boda y bienvenida.
¡Qué pronto se marcharon esos tiempos
y llegó el día del forzoso adiós!
El mar y la tormenta me trajeron
aquí, y tú tan lejos te quedaste…
Pero ven ya conmigo, pues la vida
es un sueño febril, querida Mary.
Cruza ya el turbio río que lleva hasta mi casa.
Ya nunca más las penas del amor
humano te pondrán de nuevo a prueba.
¿Por qué tardas? Ya nunca construirás
en el sereno bosque nuestra casa».
VEN A VERME EN MIS SUEÑOS, AMOR MÍO
Ven a verme en mis sueños, amor mío.
No habría para mí mayor regalo.
Ven, mi amor, con la luz de las estrellas
y acaricia mis ojos con tus besos.
Así fue, según fábulas antiguas,
cómo Amor visitó a una joven griega
hasta que ella rompió el sagrado hechizo
y vio desvanecida su esperanza.
El dulce sueño velará mi vista;
la lámpara de Psique se hará sombra
cuando, entre las visiones de la noche,
vengas a renovar así tus votos.
Ven a verme en mis sueños, amor mío.
No habría para mí mayor regalo.
Ven, mi amor, con la luz de las estrellas
y acaricia mis ojos con tus besos.
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Autora: Mary Shelley. Traductora: Victoria León. Título:
Poemas. Editorial: Visor Libros. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa
del Libro.
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-mary-shelley/
Tu sol sigue brillando, hermosa Italia
Tu sol sigue brillando, hermosa Italia,
igual que cuando, pródigo, esperanzas y dichas
sobre mí derramaba. Guardan tus bellos campos
las sagradas cenizas del que se fue tan pronto.
Junto a su humilde lecho, deseo descansar.
Tomado de:
https://elcuadernodigital.com/2021/12/08/mary-shelley-poeta/
Ausencia
Ah, él se ha ido, y yo estoy sola;
¡Qué oscuro y lúgubre parece el momento!
Así es, cuando el alegre sol flota en el viento,
la noche se precipita sobre el clima oriental.
¿No hay una estrella que alumbre la noche,
un suave crepúsculo que acaso calme mi pecho?
Sí, la memoria arroja su mágica luz,
agradable como el occidente dorado del cielo.
Y la esperanza del amanecer —¡Oh! más brillante
que las nubes que arden en el Este;
más bienvenido que la estrella de la mañana,
es el querido pensamiento—: ¡él regresará!
Cuando ya no esté.
Cuando ya no esté, el arpa que suena
con profundos tonos de pasión,
colgará sin melodías, con cuerdas vacías,
sobre mi montículo sepulcral;
luego, cuando la brisa de la noche
robe su marco solitario y arruinado,
buscará la música que antaño
recibirá sus murmullos.
Pero en vano los vientos de la noche respirarán
sobre cada cuerda que se desmorona.
Muda, como la forma que duerme debajo,
descansará esa lira rota.
¡Oh memoria! Sea tu bendita unción,
derramada entonces en torno a mi lecho,
como el bálsamo que atormenta el pecho
de la rosa, cuando su flor ha muerto.
Tomado de:
https://elespejogotico.blogspot.com/2018/02/cuando-ya-no-este-mary-shelley-poema-y.html
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