NOCTURNO
Siempre he deseado perderme en la noche de los
puertos,
en donde las mujeres coleccionan ocasos,
en donde todo se balancea como las gaviotas.
En compañía del muchacho, que vino de Singapur
entraría en la Taberna del Oso Marino.
Ahí estaría el viejo Gluck con su pierna de palo,
El bribón de San Telmo y el golfo de Simbad.
Bebería con ellos largamente.
Las grandes arañas del calor moverían sus brazos-
Gluck, sonriendo,
mostraría un mapa con Eolos soplando
y contaría la historia del cofre de diamantes.
Después, en esos hoteles de los puertos
que gimen en la noche como los heridos de
Trafalgar,
me acostaría en la niebla como un barco,
me acostaría a amar hermosamente.
RÉPLICA A LA POESÍA
…tenía en la mano una piedra ardiendo,
y la aplicó sobre mi boca…
Isaías
Quiero comenzar condenando mis renglones
escrupulosos,
vengándome de la poesía manchada de pureza
como una doncella en la primera comunión de su
sangre;
algo se opone en mí a lo demasiado inteligible,
he dado claridad a lo que debe sumergirse
en las aguas delirantes de las especies,
donde flotan los primeros movimientos del corazón
en membranas de vidrio
y se llora ante el nacimiento de los párpados de
la aurora;
quiero hundirme en las armas invisibles del
lenguaje,
poseer la fuerza que únicamente se alcanza
con la visión que arde en el interior de los
símbolos;
abrir las palabras con un cuchillo afilado en la
tormenta,
extraer de sus cuerpos la luz que perdieron,
la música que olvidaron,
volver a producir con ellas la lluvia, el agua,
los colores;
soplar sobre un hermoso verbo circular del que
salieran plumas de fuego,
visitar a mi amada bajo la tierra,
besar la descomposición de sus labios hechos
raíces,
construir con ellos una habitación luminosa;
quiero bajar a lo más impenetrable de la materia
disgregada,
pintar las cuevas del silencio con bisontes y
demonios,
y luego comunicar a la rosa celeste de los cielos
lo que ocurre a sus espaldas cuando se embriagan
los centinelas del paraíso:
algo sometido a lavas destructoras y terribles
como en la noche de amor de dos gatos leprosos,
como un anciano atravesando el pensamiento de una
niña,
como una hermana apasionadamente enamorada de su
hermana;
crímenes deslumbrantes, parecidos a las llamas que
salen
de las cabelleras poseídas y del relincho del
caballo
y quienes le sacaran los ojos con el acero de la
locura;
para los culpables no es nada, simplemente una
satisfacción prometida;
pero ay de los crisantemos y los sauces,
ay del señor que colecciona paraguas y fantasmas,
y de la señorita ya madura que reza mientras se
baña,
y de los jueces que miden los actos con el rasero
de sus lenguas.
Hice muchos versos parecidos a la barbita de los
ángeles,
versos con abanicos, versos con crema,
versos con guantes hermanos de los
cisnes-primos-de-los-lirios
untados de tocador agradable y luna de limón;
luego practiqué los llamados versos comprometidos,
versos con sangre falsa tomada de las paredes,
versos con gritos imitando a los hambrientos,
ignorando que los hambrientos no hacen ruido,
llenos de sí mismos, vasos resplandecientes en el
humo de su humanidad;
después asistí a la misa de tres clásicos de las
rimas,
oficiada con labrados incensarios sonoros,
cantada en una lengua extraña a los buenos días
del campesino,
con mucha gente porque era misa importante,
llena de innumerables concesiones plenarias,
sancionada con la presencia del primer tambor de
la academia
y del excelentísimo doctor en imágenes
prefabricadas
y otros notables caballeros que gustan de las
sutilidades de la perla,
dejé constancia del alma con la calma y de la
ilusión de la razón,
di más importancia al esqueleto que al rubor de la
mejilla,
atormentado por la duda de quitar o poner una de
esas pestañas
que separan a las palabras para hacer una pausa,
cuando lo importante es la mancha total y
arrebatadora,
lo bello es la mariposa que se detiene a descansar
en la nariz absolutamente amorosa de una vaca,
la sorpresa es el asco del acostumbrado a los
perfumes,
cuando siente la emanación indecible y pacífica
que sale de los establos.
lo definitivo la explosión de los tuberculosos en
la miseria,
y no la risita del comején envidioso y estéril,
risita de la comadreja que se come el honor del
prójimo con una lechuga,
risita del que viene a cobrar la renta del
tugurio;
hago con todo eso un fardo de restos humanos y lo
tiro
donde nadie lo vea, como después de una
catástrofe,
y me limpio las manos con el ácido corrosivo de la
pasión
renacida de sus propias cenizas
con el filtro poderoso de la sinceridad cuando se
desnuda
ante los ojos vestidos de verde;
pisoteo la solemnidad alcanforada de las ocas,
adorno con desperdicios y cueros sucios la tienda
de los hipócritas,
lo agradable y bonito que gusta de los idiotas
de la ciudad ataviada para los bailes de caridad;
nada valen,
como no sea lo que se ofrece por acostarse con una
fuente pública.
Ay de mí, ay de mí,
dejé de creer en el crepúsculo rosa y en la
utilidad de las estaciones,
quisiera tener en mi jardín a un minotauro que se
alimentase con la hora del ángelus,
y a un niñito antes de nacer en una pecera con
burbujas,
y a la camiseta de silvestre revueltas colgada de
un alambre estereofónico;
ya no me atraen los sonidos amablemente exquisitos
de los instrumentos de labranza poético-musicales,
ya no creo en la gioconda ni en la colección de
abstracciones;
prefiero un sapo tullido a una elefante codorniz,
voy a hacer poemas para que sean apaleados,
expulsados de la ciudad como ratas inmundas;
voy a escribir poemas descompuestos, llenos de
granos en las manos,
capaces de levantar el clamor de las goteras
cívicas;
esos poemas existen, viven ocultos,
se llevan debajo de los trajes
como dos utensilios rotundos
en tal forma situados,
que aunque nos bañemos en las piscinas nadie los
nota;
será tal vez la inconformidad, el desprecio, la
ira,
será tal vez que me cansé de dar vueltas al
manubrio
para que bailen los miquitos en la esquina del
oprobio,
y me tiren monedas desde los balcones donde acaba de estrenarse un
adulterio,
frente a la plaza de las cotizaciones y los
lauros;
pero afirmo que en todo caso no servirán de nada,
ay de mí, ay de mí,
serán tirados como trapos con sangre,
o como los productos del amor antes de tiempo;
no servirán de nada,
como no sea para rascarnos el alma, esa pordiosera
esperando la visita de su capataz
que llega a visitarla por las noches disfrazado de
fascinación;
no servirán de nada,
como no sea para sacarnos con un alfiler pedacitos
del ser,
como hace el viejo gordo con un palillo de dientes
después de comer carne de puerco;
ay de mí,
me pondrán dentro de una empalizada de perros
rabiosos,
me señalarán con el índice que ellos usan para las
tumbas,
me lanzarán saliva hirviendo con alquitrán,
me dejarán caer en un pozo amarrado de los labios,
me tratarán como a un negro en un cabaret de
pelucas azules,
y todo porque mis versos no sirven,
no dicen lo que enamora a los floripondios debajo
de la luna,
no nacieron para ser aplaudidos como el líder de
sus intervenciones de gala;
ay de mí, no servirán de nada,
como no sea para cortarnos el sueño con la navaja
de van goh,
y oír el ruido que hacen los piojos cuando se
aplastan con las uñas,
y descubrir por la rendija que sirve de pasadizo
a los miedos de la noche y a las acechanzas del
día,
la aullante, la terrible, la inconmensurable
realidad de ser hombres.
Tomado de:
https://www.revistaaltazor.cl/alfredo-cardona-pena-2/
Amor, amo tus claras mocedades
Amor, amo tus claras mocedades,
amo, Amor, tu recinto, tu pie leve;
amo tu amor amante, que conmueve
el reino de las tiernas heredades.
Estoy amando el lirio que se atreve
a juntar dos esbeltas soledades,
al que ha sido, en la frente de la nieve,
esposo de las albas suavidades.
Te estoy amando, Amor, con el anhelo
de las torres que radian tus preguntas.
Te estoy amando, mido tu consuelo,
apresuro la herida de tus puntas
y bajo hasta las piedras de mi cielo
para mirar, Amor, tus almas juntas.
Vestida de luto
Su luto era la alfombra de una llama,
un nardo entre la noche su sonrisa.
Oh mágica visión, oh Mona Lisa
hecha de luz y doncellez en rama.
La vi como quien ángeles exclama,
como quien suelta alondras a la brisa;
bella, gentil, recóndita y sumisa,
tenía algo de luna y de retama.
La admiración, rindiéndole homenaje,
sin que la oyera murmuraba un rezo.
Y destacaban, en aquel paisaje
o antiguo medallón tácito al beso,
su blanca tez, lo negro de su traje,
y amor, amor entre los ojos preso.
Tomado de:
http://poesiabreve-briefpoetry.com/alfredocardona.html
A Mozart
NO sabemos cuándo comienzan a hacerse
las almas de los niños todavía en sus claustros.
No sabemos qué piensan los pájaros, si lloran,
si cuando duermen cobijados por estrellas
sueñan que están oyendo canciones de colores.
No sabemos en dónde quedaron sus tumbas,
los trajes de sus alas bordados por el iris.
Nadie sabe que un día la ceniza de tus vértebras,
ya súbdita del viento,
como un polen secreto cayó sobre las flores.
Sólo sabemos que la gracia y el encanto del mundo
vuelven a nacer cuando te oímos,
oh ángel transparente
sobre la Tierra derramando violines y cristales.
Tomado de:
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/cardona_pena_alfredo/a_mozart.htm
OBSERVEMOS A MONTAIGNE
Observemos
a Montaigne: está escribiendo
como si dibujara:
de pronto se detiene,
nos observa, sonríe, y continúa
escribiendo despacio o tachando
con rapidez, como hacen los pintores
a las sombras. Pero avanza impetuoso
al describir países, sus costumbres.
Pasan las guerras, caen las edades,
surgen otros atuendos. Y callado,
metido en sí,
vigente, llegará a nuevos siglos
trabajando. Mirad, ahora ha levantado
la vista, nos observa, sonríe. Luego
sigue siendo quien es. Y los Ensayos
forman ideas, citan, nos estudian, y conversan.
Tomado de:
1)EL ARCHAEOPTERIX
Se inició entre los árboles: lento, difícil,
arañando carbones con dedos de cuchillos.
Al llegar a la altura se cansó como un trueno.
Fue cuando sintió que de sus armaduras
salían vibraciones parecidas a látigos,
y que estas se iban transformando:
se abrían y cerraban como puertas metálicas
empapadas en gotas de diluvios.
Eran uñas de selva, gritos de terremotos,
preparaciones para abanicar oceanías.
Aulló, triunfal, la noche. Mas su enorme osamenta
cayó sobre los cráteres: imposible
sostener en el aire respiraciones de siglos.
Pero se habían iniciado las rutas, y allá...
2) ALAS
... Nacieron alas, brotaron espectáculos
de materiales flexibles, sonoros, plumas
que al tirarse al vacío sonaban como vidrios
quebrándose.
Amanecieron en las montañas, recogidas
en caos de vapores, temerosas, tiradas
como sábanas en desorden. Mas pronto alzaron
sus máquinas de tántalos animales
al cielo. y sacudiendo masas que dolían
surcaron por primera vez los reinos transparentes,
se movieron en densos tumultos suspendidos
con hélices de picos taladrando silencios.
Desde entonces el universo cambió,
hubo criaturas etéreas, y compactas
muchedumbres de garras viajaron hacia el canto.
3) PÁJAROS
Aparecieron, raros, silenciosos, cubiertos
de tempestades, no aptos para festejar todavía
el amanecer victorioso. pero se dedicaron
a trabajar la luz en sus cámaras óseas,
y estudiando la aurora para ensayar sus almas
pudieron ejercitar ascensiones,
dominar para siempre dominios intocables
y por fin derramar sobre todas las cosas
el misterioso poder del canto, sus éxtasis.
As{i, desc
endientes de peces profundos,
hijos de palpitaciones de monstruos,
los pájaros inundaron júbilos, lejanías,
mientras abajo iban amaneciendo los hombres,
raros, silenciosos, cubiertos aún por tempestades.
- - - - - - -
Tomado de:
http://muchacharecostada.blogspot.com/2009/12/cuatro-poemas-de-alfredo-cardona-pena.html
LOS ELECTROCUTADOS DEL ATOMO
A Stanley
Kurnik
Fueron sentados en un trono de odio,
sobre la silla oscura del relámpago.
Lo he de decir porque me quema el sueño
y por las sienes entra y me destroza
como una sangre con vidrios mordidos.
Es el vaho del miedo,
la conjuración de los aullidos esteparios,
la gran venda cayendo sobre el fiel.
Es la injusticia empapando a los justos
con una materia inflamable de alto voltaje.
Es una madre ardiendo y sin embargo tranquila,
su llanto es fuego y sube a la sonrisa
de los hijos, el día de la consumación.
Es un hombre como una catedral derrumbándose,
solo, en el interior llagado del escarnio.
Son los lobos, los lobos,
y todas las humillaciones,
comenzando por la de la Cruz.
Esto digo llenando mi boca de ceniza,
pero alguien me detiene:
"No escriba de estas cosas
-me dice con su mano de finísimo frío-,
haga sonetos como lindas pieles,
vuelva a la rosa pura y a la estrella."
Yo lo contemplo sin decirle nada,
pero el dolor y la vergüenza, juntos,
organizan mi voz como un arado.
Tomado de:
https://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/poemas/poesia.asp?id=19
No hay comentarios.:
Publicar un comentario