POEMA YARAVI
¡Ay, amor!, dulce veneno,
ay, tema de mi delirio,
solicitado martirio
y de todos males lleno.
¡Ay, amor! lleno de insultos,
centro de angustias mortales,
donde los bienes son males
y los placeres tumultos.
¡Ay, amor! ladrón casero
de la quietud más estable.
¡Ay, amor, falso y mudable!
¡Ay, que por causa muero!
¡Ay, amor! glorioso infierno
y de infernales injurias,
león de celosas furias,
disfrazado de cordero.
¡Ay, amor!, pero ¿qué digo,
que conociendo quién eres,
abandonando placeres.
soy yo quien a ti te sigo?
FABULA LA BALLENA Y EL LOBO
Mirando con desprecio a cuantos peces
pueblan el ancho mar, una ballena
decía a boca llena:
"todo esto es pitijaya; en dos reveses
arrollaría estos bichos si quisiera
y me los tragaría en un instante.
Si el mentado elefante viviera,
me tragara también al elefante;
pues, bien visto si ensancho mi garguero
soy capaz de tragarme al mundo entero".
Tantas baladronadas
a todo pez tenían ya mohino,
hasta que un lobo callandito vino
por entre las oladas;
apenas anchovetas engullía,
y a todos avisó que la Señora
con toda su armazón nada valía.
Fabio, cuanta a tu amigo este pasaje;
dile que a nadie ultraje
exagerando su sin par talento;
no vaya a ser que un lobo halle sus tretas,
y nos haga saber en un momento
que no puede tragar sino anchovetas.
FABULA LAS ABEJAS
Días ha que leyendo un libro viejo
escrito por un hombre de consejo,
hallé un rasgo de historia
digno de encomendarse a la memoria.
El suceso, no hay duda, es muy extraño:
pero es preciso que se cuente este año.
Dicen que las abejas ab initio
no supieron portarse con juicio
y buen arreglo de hoy, ni lo pensaron;
pero aquellas catorce que lograron
en tiempo del diluvio entrar al arca,
curiosas observaron que el Patriarca
dispuso en ella todo cuanto había
con arte y simetría.
Aquí lobos voraces, allí ovejas:
más allá perros, gatos comadrejas,
elefantes, ratones y mosquitos...
en otra parte lindos pajaritos,
jilgueros, gallos, garzas, grullas, gansos;
en otra división trigo y garbanzos,
maíz, arroz, cebada...
¡qué cosa tan bien puesta y ordenada!
A todas agradó su providencia.
Juntándose por fin en conferencia,
dijo la más antigua: "Compañeras,
confieso la partida: muy groseras
en gobierno y costumbres hemos sido.
Nunca en comunidad hemos vivido:
nadie pensó sino en pasar el día.
tal vez no faltaría
quien desease el orden; pero en vano;
cobijada en la rama de un manzano.
O metida en las pajas de algún techo,
jamás hacía cosas de provecho,
ni era dable que a todas persuadiese.
Mas hoy, que este embarazo no se ofrece.
Y hemos de ser raíz de toda abeja,
yo como la más vieja
soy de sentir que luego que salgamos
una sola familia compongamos,
como que tienen fuerzas superiores,
miel y cera de flores exquisitas
cojan, en tanto que las viejecitas
ordenamos las cosas de gobierno.
Y para que este entable sea eterno
pondremos una maestra de novicias".
"¡Gran cosa! ¡Bueno!! ¡Albricias!".
Gritan todas; y el plan verificaron.
Mas vieron fenecer sus alegrías,
porque dijo de agravio en pocos días
la incauta juventud: "El remo todo
se nos carga, de modo
que ya nuestro vigor se debilita:
más de una hora de sueño se nos quita.
Como ellas tienen seca la cabeza,
nos despiertan temprano". "¡Qué simpleza
de muchacha!", dijo una mamantona
no hagas cuenta de ayer ni de mañana;
mañana mandará la que hoy se afana,
y mil males de ayer hoy no subsisten;
y por fin, males hay irremediables
que por un bien mayor son tolerables".
En reclamar no insisten:
a todas las convence con tal ciencia,
tanto acierto, energía y elocuencia,
que su error las menores conocieron
y sin más regañar se sometieron.
Ciudadanos: Dios sólo
puede mandar del uno al otro polo
sin defecto ninguno;
y así aquel importuno
que se lo quiera todo muy cumplido
en el nuevo gobierno establecido,
o algún descuido entre hombres no perdona,
relea el texto de la mamantona.
FABULA EL CANTERO Y EL ASNO
Nos dicen ciertas gentes
que es incapaz el indio;
yo voy a contestarles
con este cuentecito.
Baja una mañana
un cantero rollizo
repartiendo y lanzando
latigazos a gritos
sobre su infeliz tropa
de cargados borricos.
"¡Qué demonio de brutos!
¡Qué pachorra! ...me indigno!
Los caballos son otros,
tienen viveza y brío;
pero a estos no los mueve
ni el rigor más activo".
Así clamaba el hombre;
mas volviendo el hocico
el más martagón de ellos
en buena paz le dijo:
"¡tras cuernos palos! ¡Vaya!
nos tienes mal comidos
siempre bajo la carga,
¿y exiges así brío?
¿y con azote y palo
pretendes conducirnos?
¿y aún nos culpas de lerdos
estando en ti el motivo?
con comida y sin carga,
como se ve el rocino,
aprendiéramos luego
sus corbetas y brincos;
pero mientras subsista
nuestro infeliz destino,
¡bestia el que se alentara!
lluevan azotes: lindo;
sorna y cachaza y vamos,
para esto hemos nacido".
Un indio, si pudiera,
¿no dijera los mismo?
Tomado de:
https://diarioinca.com/poemas-de-mariano-melgar
Elegía I
¿Por qué a verte volví, Silvia querida?
¡Ay Triste! ¿Para qué? ¡Para trocarse
Mi dolor en más triste despedida!
Quiere en mi mal mi suerte deleitarse;
Me presenta más dulce el bien que pierdo:
¡Ay! ¡Bien que va tan pronto a disiparse!
¡Oh, memoria infeliz! ¡Triste recuerdo!
Te vi... ¡Que gloria! Pero, ¡dura pena!
Ya sufro el daño de que no hice acuerdo.
Mi amor ansioso, mi fatal cadena,
A ti me trajo con influjo fuerte.
Dije: "Ya soy feliz, mi dicha es plena".
Pero, ¡ay! de ti me arranca cruda suerte;
Este mi gran dolor, este es mi duelo;
En verte busqué vida y hallo muerte.
Mejor hubiera sido que este cielo
No volviera a mirar y sólo el llanto
Fuese en mi ausencia todo mi consuelo.
Cerca del ancho mar, ya mi quebranto
En lágrimas deshizo el triste pecho;
Ya pené, ya gemí, ya lloré tanto...
¿Para qué, pues, por verme satisfecho
Vine a hacer más agudos mis dolores
Y a herir de nuevo el corazón deshecho?
De mi ciego deseo los ardores
Volcánicos crecieron, de manera
Que víctima soy ya de sus furores.
¡Encumbradas montañas! ¿Quién me diera
La dicha de que al lado de mi dueño,
Cual vosotras inmóvil, subsistiera?
¡Triste de mí! Torrentes, con mal ceño
Romped todos los pasos de la tierra,
¡Piadosas acabad mi ansioso empeño!
Acaba, bravo mar, tu fuerte guerra;
Isla sin puerto vuelve las ciudades;
Y en una sola a mí con Silvia encierra.
¡Favor tinieblas, vientos, tempestades!
Pero vil globo, profanado suelo,
¿Es imposible que de mí te apiades?
¡Silvia! Silvia, tú, dime ¿a quién apelo?
No puede ser cruel quien todo cría:
Pongamos nuestras quejas en el cielo.
El sólo queda en tan horrible día.
Único asilo nuestro en tal tormento.
El sólo nos miró sin tiranía.
Si es necesario que fatal momento
Llegue... ¡Piadoso Cielo! en mi partida
Benigno mitigad mi sentimiento.
Lloro... No puedo más... Silvia querida,
Déjame que en torrentes de amargura
Saque del pecho mío el alma herida.
El negro luto de la noche oscura
Sea en mi llanto en solo compañero,
Ya que no resta más a mi ternura.
Tú, Cielo Santo, que mi amor sincero
Miras y mi dolor, dame esperanza
De que veré otra vez el bien que quiero.
En sola tu piedad tiene confianza
Mi perseguido amor... Silvia amorosa,
El Cielo nuestras dichas afianza.
Lloro, sí, pero mi alma así llorosa,
Unida a ti con plácida cadena,
En la dulce esperanza se reposa,
Y ya presiente el fin de nuestra pena.
¡OH DESGRACIADA EXISTENCIA...!
¡Oh desgraciada existencia,
Con amor lejos de amor!
¿Quien el bárbaro rigor
Podrá sufrir de una ausencia?
¿Para cuando la clemencia
Guardas, Dios tirano y ciego?
Si ves que no hallo sosiego,
Si ves que por mas quebranto
No logra mi eterno llanto
Apagar su dulce fuego?
Cuando ilumina el oriente
Febo con dorados rayos
Y de la noche desmayos
Se cuentan por occidente:
Cuando el velo transparente
De la esfera anuncia el día;
Cuando se ve la alegría
En zagales y pastores,
Renacen de mis amores
El tormento y pena miá.
¿Que luz habrá para mi
Cuando me faltan tus ojos?
¿Como no sentiré enojos,
Cuando estoy lejos de ti?
¿Como podre vivir, di,
En un eterno tormento,
Si eres tu mi pensamiento
Y compasión decidida:
Si eres vida de mi vida
Y el aliento de mi aliento?
¡Un terrible frenesí!
Que incomprensible lo infiero:
Pues si pienso en ti, yo muero;
Muero, si no pienso en ti.
Pendiente estaba de un si
Entre las sombras de un no.
Y cuando temía yo
Mortal o dulce sentencia,
Decreto el cielo la ausencia
Y a mis votos se negó.
Peor si el cielo en rigor
Libre nos dio el albedrío
¿Como quitara del mio
Ofrecerte un firma amor?
Que importa que el cruel horror
De la ausencia de mi suerte
Quiera privarme el quererte,
Si, siendo el amor, el alma
Vivirá sobre la muerte.
Tomado de:
https://www.buscapalabra.com/poetas.html?nombre=Mariano+Melgar
No nació la mujer para querida
No nació la mujer para querida,
por esquiva, por falsa y por mudable;
y porque es bella, débil, miserable,
no nació para ser aborrecida.
No nació para verse sometida,
porque tiene carácter indomable;
y pues prudencia en ella nunca es dable,
no nació para ser obedecida.
Porque es flaca no puede ser soltera,
porque es infiel no puede ser casada,
por mudable no es fácil que bien quiera,
Si no es, pues, para amar o ser amada,
sola o casada, súbdita o primera,
la mujer no ha nacido para nada.
Por no sé que capricho
Por no sé qué capricho
Filis juró olvidarme.
Pasados pocos días,
Hizo otra ves las paces.
Pero fue tan gustoso
Aquel feliz instante,
Que le digo mil veces:
«Filis, vuelve a olvidarme,
Con tal que a pocos días
Vuelvas a hacer las paces».
¡Ay, amor! Dulce veneno
¡Ay, amor!, dulce veneno,
ay, tema de mi delirio,
solicitado martirio
y de todos males lleno.
¡Ay, amor! lleno de insultos,
centro de angustias mortales,
donde los bienes son males
y los placeres tumultos.
¡Ay, amor! ladrón casero
de la quietud más estable.
¡Ay, amor, falso y mudable!
¡Ay, que por causa muero!
¡Ay, amor! glorioso infierno
y de infernales injurias,
león de celosas furias,
disfrazado de cordero.
¡Ay, amor!, pero ¿qué digo,
que conociendo quién eres,
abandonando placeres.
Soy yo quien a ti te sigo?
Tomado de:
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