martes, 31 de octubre de 2023

POEMAS DE ANACLETO OLÓ MIBUY


Yo nací en mi tierra 

 

Yo nací allí:

allí donde el verdor primaveral

oscurece el color del rosal

y la noche entra callada

por las puertas falsas del bosque.

 

Nací allí chiquitín,

en una isla, sí,

del trineo mañanero,

en zumbidos de la tumba ronca;

rodeado de helechos verdes

en un lecho platanero.

 

Allí donde se alegra el sol,

y la luna enfría las noches

negras del cielo tropical;

allí donde los niños encharcan,

al molde, la tierra ecuatorial.

 

Nací allí, entre cantos

y fuentes de lágrimas;

entre ofidios inocentes

y paquidermos corpulentos,

en la frescura mansa de la selva.

 

Yo nací en ese pueblo

esculpido de ébano,

y rodeado de lagos misteriosos;

en la sombra de un árbol carposo,

vertí mi lágrima tierna.

 

Broté exuberante

en el misterio de tus máscaras

que guardan tu grandeza,

en la ternura de tus entrañas;

y sonreí, porque nací allí.

recogido entre pieles.

 

Unas manos negras y temblantes,

recogieron mi pequeñez en el silencio;

unos pechos humildes y palpitantes,

abrazaron el capullo de un amor,

mientras una antorcha lucía

y acariciaba mi rostro anónimo.

 

Entonces del más viejo recibí

la lanza combatiente y herí,

por la sangre de la tradición,

el triunfo de la opresión

con un suspiro sellado.

 

Unas mujeres entonaron

la danza que abrió mis ojos húmedos;

el canto que corearon las cascadas,

entre ríos y pantanos heroicos;

me abarcaron los bosques habitados,

y África me llamó el Sol.

 

No le niegues a la flor,

que abonó tu calor,

si te clama en fervor;

no le niegues posar

sobre la tierra que regué

con mi ternura al nacer;

y yo te hablaré en tu corazón.

Tomado de:

https://audiolibrosencastellano.com/anacleto-olo-mibuy/naci-mi-tierra

 

 

LA VOZ DE LOS OPRIMIDOS

 

Mis poesías serán leídas un día,

debajo de mis árboles,

sin techos ni barnices de aire.

 

Será la vieja acurrucada

con su cestón de memorias iletradas.

 

Leerán los árboles fingidos

de muertos injustos,

y la tierra se moverá espesando

la melancolía de un nuevo sol.

 

En las tumbas se alzarán

esqueletos de negros invisibles

sentados en su banco de condenados.

 

Entonces mi poesía acusará

pondrá en cada boca de hueso, la sentencia

y el látigo macabro de penitencia.

 

Se levantarán todos los muertos

y los huérfanos tullidos de miseria;

algún dedo de papel aplastado

señalará entre los vivos de la historia

el asesino de la Libertad.

 

Allí se leerá mi poesía fúnebre

y mis líneas de Libertad cruel,

cantarán las gestas sepultadas

en cada flor y en cada árbol.

 

Muertos y vivos de corazón arañado

de cualquier negra injusticia,

mis poesías llamarán a la resurrección

con la voz de los que no la tuvieron,

con la voz de los oprimidos.

 

Antología de la literatura guineana, 1984.

Tomado de:

https://poeticas.es/?p=3379

 

 

Al Río Mumu

 

Me encontraron verde;

y verde me sentí mustio

en la soledad de la tarde

mirando el sueño del río.

Río de olas tristes.

Tristezas ahogadas del día.

El río se duerme

en su melancolía,

sin vientos ni hombres.

Mi río azul se hizo verde

con su losa muda.

Se hizo vivo en la noche

mientras todo dormitaba.

Río Mumu, Río Mumu.

Testigo de infancias agitadas.

Corre, guardando aguas

en la alcoba de la tribu.

 

 

Mis Hijos

 

Todo está aquí, para esconder sus cejas

en la mente de la noche al fracaso del sol.

oscura, como el ébano

de tus bosques…

El sol se levanta cansado

de su alcoba de barro.

Todo está quieto Los pucheros se llenan

en la orilla de todas de lágrimas piadosas.

las esperanzas,

desplumando, con ansia, Porque todo está aquí

todas las frustraciones. En la quietud de los días,

sobornando lentamente

las hojas de la esperanza.

Todo duerme como el invierno dime que esas manos

seco del Ecuador, como las otras,

en una cama de polvo mis hermanos del aire

y gravillas rojas… y del cosmos,

Todo el cielo azul somos los dueños de mañana

se cubre todas las tardes sin la sombra de ayer. 

 

 

Padre:

 

Ha muerto un guineano más.

No importa sexo, tribu,

circunstancias, lugar.

Ha muerto. Guineano,

hermano, paisano

que se apaga en un día

-y como todos-

con la marea del exilio;

con la soga de la nostalgia.

Y… mueren para no volver

ni a Guinea ni a la miseria.

Y… mueren para no vivir

la vida que no viven,

mientras la noche

el exilio indefenso

la pena y el dolor,

se miran mutuamente

de invierno en invierno,

entre sonrisa y sonrisa.

Que Dios acoja a los que se van…

A los que se van sin despedirse,

nide sus padres muertos en Guinea,

ni de sus ríos y bosques…

Y que la muerte de los muertos

no viole la muerte de los vivos.

Tomado de:

https://birdlikecultura.wordpress.com/2015/02/07/anacleto-olo-mibuy-poeta-y-martir/

lunes, 30 de octubre de 2023

POEMAS DE LEONEL LIENLAF


Baile sagrado

El mar ha vuelto

elevándose grueso

sobre el solitario cerro tren-tren

y sobre las piedras

va dejando su palabra

 

Bailan las culebras,

allá arriba

esperando a la luna,

 

Bailan las olas allá abajo,

esperando el rocío de kai-kai.

 

Y el sol cae pesado

sobre su espalda

 

Tras la hilera de las piedras

kalfukura sueña

 

 

A pie

a la caída del sol

me descolgué

por la tierra de los árboles

quinquen

y el miedo de mi sombra se durmió

abrazado por el canto del estero.

 

 

 

Extiende su manta

la madrugada sobre el lago

un viento suave

me despierta

weyeltue

gritan los pájaros al amanecer

weyeltue

y mis sueños galopan

tras las montañas

 

Bajan gritando

Bajan gritando

ellos sobre los campos

silbando por los esteros

corro a ver a mi gente

a mi sangre

pero ya están tendidos

sobre el suelo

sobre ellos pasan los huincas

hiriendo de muerte la tierra

dividiendo mi corazón

 

Entré en busca de mi calor

A mi casa ardiendo

Brotó el estero de mis lágrimas lloviendo sobre mis pies

Ustedes ¿entienden mis lágrimas?

Escuchen al aire explicarlas

 

Están pasando los años,

Están pasando los nidos

Sobre el fuego

Está pasando la tierra

Y ya me estoy perdiendo entre las palabras

Escuchen hablar a mis lágrimas

 

 

Temuco-Ciudad

El río Cautín

en el medio

baja llorando

por Temuco

llora.

 

El cerro Ñielol

sentado mira

grandes casas

Casas que no son

de mapuches,

piensa.

 

Temuco-ciudad

debajo de ti

están durmiendo

mis antepasados.

 

Soñando en su sueño

están ellos

y corre en el río

su sangre.

 

 

Amanecer

Di vueltas en torno a mi vida

y me miré en una laguna,

más azul se puso entonces el

cielo

y a lo lejos

más roja aún se veía mi sangre.

Pero llega la mañana

y las diucas

me sobresaltan inquietándome.

 

 

Pasos sobre tu rostro

Madre, sobre tu rostro, con un

traje desconocido

apareció el murmullo del agua.

Todos los recuerdos presentes

envolvían ese sonido

y algo me miró.

Yo era un tronco formado

por miles de caras

que salían de tu rostro.

Por el tronco caminé a través

de cientos de generaciones

sufriendo, riendo,

y vi una cruz que me cortaba la

cabeza

y vi una espada que me bendecía

antes de mi muerte.

Soy el tronco, madre

el que arde

en el fuego de nuestra ruka.

 

 

Palabras dichas

"Es otra tu palabra"

me habló el copihue,

me habló la tierra.

Casi lloré.

"Tus lágrimas debes

dársela a las flores"

me habló el pájaro chucao.

 

 

Wüdko

Los pájaros wüdko

le contaron mis sueños a los

bosques

le dijeron que yo era el silencio

que los había despertado

y que me habían visto correr

detrás de mi sombra fugitiva.

 

Le contaron también a la noche

que me vieron dormir en el día

y que muchas veces mi canto

se perdía entre las espinas.

 

 

El sueño de Mañkean

Hace muchos pasos atrás

(cuando estos años aun no se soñaban)

bajaron mis pies en un segundo.

Bajaron un día

con el suave canto de la brisa

a buscar el beso de la piedra.

 

Cerca de la madre de las aguas

me miró la piedra en flor

y en el choque incesante de las olas

me abrazó su espíritu.

 

Acaricié entonces mi corazón

y encendí con fuego mi camino

para vigilar el sueño del sol

y el baile de las estrellas.

 

Mi risa es el sol del mediodía,

mis lágrimas las vertientes,

mi dormir es el descanso del amor

y mi despertar la vida de los peces.

 

Es así mi existir,

es así mi palabra

y las aguas me continúan cantando.

Tomado de:

https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/57_58/lienlaf.html

 

 

Niño

 

Hoy volví a ver de nuevo

las aguas del estero

(esas que algún día bebí)

corriendo

junto a los altos konkillos

donde me bañaba.

 

Ellas guardan mi cuerpo de

niño

ellas aun guardan al amigo

que invisiblemente jugaba

en la tarde,

con mis antiguos ensueños.

 

 

Transformación

 

La vida del árbol

invadió mi vida

comencé a sentirme árbol

y entendí su tristeza.

Empecé a llorar por mis hojas,

mis raíces,

mientras un ave

se dormía en mis ramas

esperando que el viento

dispersara sus alas.

Yo me sentía árbol

porque el árbol era mi vida.

 

 

Camino

 

He corrido a recoger en las llanuras,

en la playa,

en la montaña,

la expresión perdida de mis abuelos.

He corrido a rescatar

el silencio de mi pueblo

para guardarlo en el aliento

que resbala sobre mi cuerpo

latiendo,

haciendo vibrar mis venas

sobre el sol que se levanta

sobre las altas cordilleras

para que el espíritu sea viento

entre el vacío de las palabras.

 

He corrido a recoger el sueño

de mi pueblo

para que sea el aire respirable

de este mundo.

 

 

Estoy

 

Estoy suspendido en el aire

como el canto de los pájaros

como el olor de las flores

que llena los espacios.

Voy como agua

por este río de vida

hacia el gran mar de lo que

no tiene nombre.

 

Yo soy la visión

de los antiguos espíritus

que durmieron en estas pampas.

Soy el sueño de mi abuelo

que se durmió pensando

que algún día regresaría

a esta tierra amada.

 

Él se fue de viaje

más allá

del horizonte de los sueños.

 

 

Volveré

 

Volveré a decir que estoy vivo

que estoy cantando

cerca de una vertiente

¡Vertiente de sangre!

 

Le preguntaré al sol de dónde

viene

y si pasan los años repetiré

lo mismo.

 

Vengo de las tierras de Alepue, diré

avanzo, avanzo

quiero llegar muy lejos

más allá del umbral de las estrellas.

Tomado de:

https://www.angelfire.com/nj/poesia/etnica/lienlaf/lienlaf2.html

domingo, 29 de octubre de 2023

POEMAS DE MARUJA VIEIRA IN MEMORIAM

 

Luz de septiembre

En la luz de septiembre

estoy buscándote.

Era una madrugada de campanas

que me ilumina todavía el alma.

 

             

Todo el amor del mundo

inundaba tus ojos.

Era un claro septiembre              

de azahares.

 

             

Tu mano, firme y cálida,

en mi mano.

Tus labios en mi frente

¡y todo era tan frágil!

 

             

Como un hilo de sol              

entre la lluvia.

como el perfume

de una rosa blanca.

 

             

Sobre mi cobardía

y mi derrota

gira el mundo implacable.

 

             

Te seguiré buscando,

con el amor de siempre,

en mi septiembre

solitario.

 

 

Poema del amanecer

      

Es la hora de las campanas,

cuando se cierran los abismos.

 

             

Con la luz de la madrugada

vuelven al mundo los caminos.

 

             

Vuelve el murmullo de los      árboles,

el silencio de las espigas.

 

             

Vuelven las manos      lentamente,

hacia las páginas del libro.

 

             

Vuelve la realidad perfecta

de tu presencia sin olvido.

Tomado de:

https://www.poesiaspoemas.com/maruja-vieira

 

 

Luz de tu presencia

 

¿Tú venías buscándome desde playas y sierras?

¿Venías presintiéndome por todos los caminos?

¿Escuchabas mi voz en los ecos del viento

y tocabas mis manos en el agua del río?

 

Me hallaste en una tarde de soledad y música.

Suavemente llegabas con tu amor a mi vida.

Al fondo las montañas heridas por la lluvia

Y en medio de los muros la lámpara encendida.

 

Yo entendí tu presencia porque un fuego de angustia

destructor y quemante se apagó entre mis venas.

Porque el agua invasora de una inmensa amargura

desplegó hacia el olvido sus oscuras mareas.

 

Te di mi lejanía de bruma y de silencio

-la tienes en tus manos como una flor de sombra-,

en cambio tú me has dado tu claridad sonora

que resucita muros en mis ciudades rotas.

 


Más que nunca

Porque amarte es así de dulce y hondo

como esta fiel serenidad del agua

que corre por la acequia derramando

su amorosa ternura sobre el campo.

 

Te amo en este sitio de campanas y árboles,

en esta brisa, en estos jazmines y estas dalias.

La vida y su belleza me llegan claramente

cuando pienso en tus ojos bajo este cielo pálido.

 

Sobre la yerba limpia y húmeda mis pisadas

no se oyen, no interrumpen el canto de los pájaros.

Ya la niebla desciende con la luz de la tarde

y en tu ausencia y mi angustia más que nunca te amo.

 

 

Para ti no hay palabras

 

Para ti no hay palabras.

Hay sólo mudas páginas en blanco

y este lento caer

de las manos inútiles

que olvidaron y hallaron

letras

sueños

y árboles.

 

Hubo palabras antes.

Cuando el mar,

cuando el grito luminoso

de los últimos faros.

 

Para ti sólo hay tiempo,

no hay palabras.

Y el tiempo es infinito

ahora que te amo.

 

 

Raíz eterna

 

Tú eres más que un rostro,

más que un hermoso cuerpo.

 

Eres aquel murmullo del río entre la lluvia,

aquella forma vaga del monte tras la niebla.

 

Profundamente asidos al trémulo paisaje

del sitio de la vida donde habita el recuerdo.

 

Tú eres más que un nombre.

Más que un paso en la tierra.

 

Te cerca un bosque denso, de misteriosos árboles.

con pájaros errantes y canciones sin término.

 

Te guarda entre sus ramas de música, te encierra

lejos de la ceniza destructora del tiempo.

 

En ti el amor humano, de raíces eternas,

me ha entregado su clave profunda y verdadera.

 

 

Siempre

 

Siempre regresas.

Para ti no hay tiempo

ni tiene oscuros límites la tierra.

Siempre vuelves.

Y siempre estoy aquí, esperando tus manos,

llenándome de sueños como de lluvia un árbol.

No hay nada diferente. Todo es igual y puro

cuando vuelves.

No han pasado los días ni he sufrido. Estoy sola,

con el corazón limpio como una fuente nueva.

Tengo otra vez palabras y caminos

y contigo regresan las brisa y las estrellas.

Regresan las campanas y los pájaros,

me devuelves la música, el murmullo

de los ríos lejanos,

la claridad del monte,

la perfecta verdad de que te amo.

 

 

¿Sola?

 

Tus ojos

vinieron a mirarme

en esta hora

oscura y áspera.

Yo me creía sola

pero estabas aquí.

El amor

le arrancó tu mirada

a la muerte.

 

 

Tarde, flores y río

 

Amor mío...

Ruedan estas palabras

en mitad del estruendo

del agua.

Amor mío...

como antes

deja caer sus flores amarillas

el árbol, nuestro árbol.

 

Por la orilla del río

camino lentamente,

buscándote.

 

Estás aquí. Lo sé.

He venido con la certeza de encontrarte

en la huella de la luz

sobre la piedra,

en la canción lejana,

en la torre encendida

de la tarde.

 

Amor mío

distante.

 

 

Tiempo definido

 

Está bien que la vida de vez en cuando

nos despoje de todo.

En la oscuridad los ojos aprenden

a ver más claramente.

Cuando la soledad es el vacío intenso

del cuerpo y de las manos,

hay caminos abiertos hacia lo más profundo

y hacia lo más distante.

En el silencio las amadas voces

renuevan dulcemente sus palabras

y los muros custodian el rumor infinito

de los ausentes pasos.

Los labios que antes fueran

sitio de amor en las calladas tardes

aprenden la grandeza

de la canción rebelde y angustiada.

Hay un viento en suspenso sobre los altos árboles,

un repique de lluvia

sobre ruinas oscuras y humeantes,

un gesto en cada rostro

que dice de amargura y vencimiento.

 

Sigue un lento caer de horas inútiles,

desprendidas del tiempo,

y más allá de todo lo que formaba

el círculo pequeñito del mundo,

"aquel mundo cerrado, con sus vagas estrellas

y su bruma de sueño",

despierta inmensamente la herida voz del hombre

poblador de la tierra.

Antes estaban lejos, casi desconocidos,

el combate y el trueno.

Ahora corre la sangre por los cauces iguales

del odio y la esperanza,

sin que nada detenga la invasora corriente

de las fuerzas eternas.

 

 

Todavía

 

Todavía

la frágil quemadura de una lágrima

borra la luz del árbol.

 

Todavía

cerca del corazón se detiene la vida

cuando te nombra alguien.

 

Todavía

rueda el mundo al vacío

desprendido y errante.

 

Todavía

no encuentro las palabras

para decir la ausencia de tus manos.

 

todavía

te amo.

 

 

última llama

 

¿Por qué lloras?

 

Porque anoche a mi lámpara

la apagó un viento amargo.

 

¿Qué buscas en la sombra?

La sombra de unas manos,

unas manos desnudas que se alzan

contra vientos de fuego

y los enlazan

y retuercen sus uñas malhirientes.

Unas manos que nacen

en el cauce del río de la infancia

y crecen en los árboles

y vuelan con el ala de los pájaros.

 

¿Quién apagó tu lámpara?

 

No importa.

Hoy he vuelto a encenderla

con la última llama.

 

 

Yo te amo

 

La sombra. Y el camino interminable.

El vacío que imita la forma de tus brazos.

El monótono ruido de la lluvia en el aire.

 

Con la espiga y la estrella,

con la piedra y el árbol,

con todo lo que guarda la verdad de la tierra

esta noche te amo.

 

Por lo que vive y canta.

Por los campos arados.

Por la mano de un niño, por su llanto,

por su eterno milagro.

 

Te amo porque amas el sueño del futuro

y tiendes al espacio tu nombre como un arco.

Tomado de:

http://amediavoz.com/vieira.htm

 

 

Tus cartas

Sólo tengo tus cartas,

pero tener tus cartas

es dulce en esta niebla.

 

Es como andar contigo

por las calles

y decirte: Este parque

me vio jugar de niña;

esta casa fue nuestra.

 

Tus cartas solamente, no tus manos,

ni el color de tus ojos, ni tu frente;

pero con qué alegría

te estoy diciendo ahora

que mi ciudad es clara de azaleas,

alta y llena de nubes y de torres

y que te amo en ella!

 

 

Como el partir de un barco

Ya todo está más claro.

Como la tierra después de la lluvia

son los ojos después de las lágrimas.

 

El viento hace cantar una vez más los árboles,

pero en la madrugada

tienen distinta voz las antiguas campanas.

 

Partió un barco. El ancla la levaron

las manos más amadas.

 

Era un mar transparente, rumbo y ola,

donde flotaba un suave rostro pálido

y una playa del tiempo

que se quedaba atrás, con nuestro llanto.

 

Que se quedaba con nuestro silencio,

con nuestra música olvidada y quieta,

con los libros cerrados, con los cuartos vacíos,

con esta soledad que nos asalta

cuando despierta el día sobre lechos intactos.

 

Las horas vuelven otra vez, iguales.

Todavía hay caminos con rosales y pájaros.

Los niños ríen en la calle

y los viejos martillos clavan maderas nuevas.

 

La muerte en nuestra casa cumplió su fiel palabra.

Todo fue tan sencillo como el partir de un barco.

Tomado de:

https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/cinco-poemas-para-acercarse-al-mundo-poetico-de-maruja-vieira-820635

 

 

por la calle del pueblo

Es un pueblo pequeño.

En la iglesia hay un retablo

de arcángeles.

Volverá tu recuerdo

cuando en la madrugada la lluvia se detenga.

Y estarás como entonces

llenándome de rosas y de sol. En las piedras

de la calle, brillantes por el agua caída

será más luminosa la mano azul del día.

Pasarán los arcángeles antiguos de las horas

por el quieto camino.

Subirán las mujeres al pozo del milagro

para buscar el agua limpia de las leyendas.

Y la voz de los niños hará crecer el tiempo

como una ronda inquieta.

La montaña en la luz –flecha de la mañana–

se llevará tu rostro por un sueño de árboles.

Yo sentiré tu música desprenderse del aire

cuando muevan los cedros sus verdes campanarios.

Y ya no serás tu ni mi voz que te calla.

Serás aquel paisaje de enero, en la distancia.

 

 

todo lo que era mío

Todo lo que era mío.

La clara voz del padre y el eco de sus pasos

despertando la infancia.

Las manos de la madre

con su cálido estigma de ternura

sobre la tinta fresca de las cartas.

El rostro del hermano,

ya copiado en el hijo con ríos y cometas

y una lámpara nueva junto a la vieja lámpara.

Mis libros, mi silencio,

la armonía brumosa de las calles,

el parque con su yerba de domingo,

la puerta musical de Santa Eulalia.

La mano conocida, la palabra prevista,

la quietud del encuentro

con lluvia en los cristales.

Simple, sencillo, tierno,

todo lo que era mío se me quedó tan lejos!

 

 

el jardín de la muerte

La muerte es un jardín con rosas amarillas.

Siempre amanece o es el atardecer

color violeta.

No hay sol de mediodía quemante, hiriente.

En esa orilla de la noche el aire está poblado

de luciérnagas y estrellas.

Allá no estaré sola nunca. Alguien espera.

 

 

carolina cárdenas

Esta mujer fue humana, más humana que nadie.

A fuerza de estar viva se consumió en su llama.

No la conocí nunca y estoy junto a su nombre

mientras el llanto esculpe su misteriosa estatua.

He visto su recuerdo subir por las palabras

La voz se vuelve arcilla modelada en ternura.

Para hablar de sus manos todos bajan la frente:

“Vino… y estaba cerca, lejos, como las nubes...”

Pincel y tinta china, greda oscura y cristales.

Flores en la mañana lluviosa de la aldea.

Casi verdad su mundo –duendes, estrellas, sombras–

casi nada ¡y tan dulce! lo que nos deja el tiempo.

 

 

calendario incompleto

Abril. El viento apaga

la fogata amarilla de los lirios.

Mi corazón regresa del silencio.

Tu dulce, amargo amor, ha renacido.

Sin lugar en la tierra ni en tus ojos,

sin ti, sin mi, desnudo, solo, herido,

se levanta y nos llama, verdadero,

desterrado, infinito…

Viene mayo con sus noches de luna

y sus hogueras.

Viene con tu recuerdo.

Tu recuerdo es el río de la playa

–tibia espuma y arena–

tu recuerdo me toca las mejillas

con un roce de labios insistentes

¡y todo vuelve a ser amor y llamas

y espuma y olas verdes!

Otra vez tú me tiendes

tu lento cerco de diamantes.

Contigo estaba escrito

el nombre del amor sobre la tierra,

contigo, lluvia de la medianoche,

tierna raíz de astros.

Y caes y me envuelves.

Eres música, estás ciñéndome los pasos

y el mundo se me pierde

porque lo borras tú con la mano invisible

con que cierras jazmines y entreabres luciérnagas.

Yo te siento caer sobre el sueño de agosto,

lluvia de otra ciudad y este mismo recuerdo.

Tomado de:

https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/01/36-todoLoQueEraMio-MarujaVieira.pdf