domingo, 22 de octubre de 2023

POEMAS DE FRANCISCO PINO


El soneto es tan ágil como un brinco...

 

El soneto es tan ágil como un brinco,

nadadora de noches perfumadas;

aquí, tu voz, tu risa, tus miradas,

esta rama de amor tejen espesa.

 

Desde el pálido gris a la frambuesa,

del cálido tabaco hojas doradas,

todas tus sombras rinden concentradas

aguas de una corriente que no cesa.

 

Oh lento surtidor que sombras mana,

tranquilas formas de figura humana,

en líquidos topacios ya resuelto.

 

Esta tu oscura piel de alga morena

cambia la espesa rama en fuerte vena,

y en yodo creces: surtidor esbelto.

 

 

En otro octubre

 

María, a nuestro lado, ¿qué rugía?

Luz de octubre encendía la mañana.

Mas luz de primavera en ti dormía,

y luz en mí, de primavera humana.

 

El Parque del Oeste en guerra ardía.

¿Qué importaba la muerte en tu ventana?

Amor era el fusil que pretendía

quitarnos vida con la más lozana.

 

¿Quién en la primavera, di, se muere?

¿Quién bajo de esta luz se moriría?

La muerte no era nada dentro y fuera.

 

Decías: Moriré por quien me quiere.

y yo: Por quien me quiere, repetía.

No hay muerte -ni aun muriendo- en primavera.

 

 

Esta tierra

 

No me busques en los montes

por altos que sean,

ni me busques en el mar

por grande que te parezca.

Búscame aquí, en esta tierra

llana, con puente y pinar,

con almena y agua lenta,

donde se escucha volar

aunque el sonido se pierda...

 

 

Esta vejez reposa...

 

Esta vejez reposa

sobre un aire de luna.

mónde huyeron los soles?

 

Apenas si se ve,

andas, ¿tropezarás?

Bien abiertos los ojos.

 

Esta vejez mil cimas,

subes, no llegas nunca.

Subir, ramo de rosas.

 

Esta vejez, mil simas,

bajas, ni te aproximas.

Bajar, un crisantemo.

 

Cimas, abismos llaman.

Quieres abrirles, mas

nunca encuentras las llaves.

 

Vejez, el detenerse

en el volar: vilano.

Que no le soplen nunca.

 

De "Claro decir" 2002

 

 

Generosa luz

 

¿Qué importa cuanto no es azul o rosa,

pequeño violeta o rojo suave?

¡Ay, lo que pasará, tal vuelo de ave,

conmueve la mirada más ansiosa;

 

lo que no volverá!... Tan nimia cosa

como el rubor de un rostro, que se sabe

que se habrá de olvidar, con la más grave

emoción sella el alma. ¡Oh generosa

 

luz del olvido y de la muerte: sombra

que da el volumen lírico a la vida,

nimiedad por la que el vivir asombra!

 

Di, en lo que ya no volverá ¿no anida

el porvenir más grato? ¿No se nombra

con lo que muere toda nuestra vida?

 

 

La cintura

 

Cicatriz de los hálitos; censura

como trémulo párpado; un rocío

del insomnio esculpido, tu cintura

de diminutas flores albedrío.

 

Es, tu cintura, tálamo de un río

exhausto en un suspiro sin holgura

-un gorjeo, una lágrima y un brío-

de minúsculos besos mordedura.

 

Su corriente me arrastra arrolladora,

nardo angustiado de sedosidades,

donde el pistilo es sol, dedal la aurora.

 

Son huellas de jilguero sus edades

y en un copo de nieve arde su flora

compuesta de rubor de eternidades.

 

 

La nariz

 

Aquí, sí, pulcritud de pulcritudes,

perfil al vuelo afin, nivel de ardides,

estás, oh mariposa que divides

cielos de nieve y rosas de laúdes.

 

Oh cuán lírica maga de altitudes

que fiel de reinas majestades mides,

oh muda augusta, en soledad, que impides

junto a ti, rosa impar, similitudes.

 

¡Ay, primorosa reina de jazmines

entre dos verdes fuegos encumbrada

a ser espada-atril de serafines,

 

símbolo de existir, nota encarnada,

la breve humana majestad defines,

dije de orgullo con revés de nada!

 

 

Las cejas

 

¿Quién ha escrito en tu frente esas leales

frases tan misteriosas, tan oscuras?

Fronteras para el nácar, nervaduras

de ónice en unos cielos aurorales.

 

¿Qué dicen, qué dirán esas geniales

de dos noches curvadas miniaturas?

Palabras bien trazadas, bien seguras

como dos de azabache arcos triunfales.

 

¿Firmas son o son sombras o son rejas?

Sólo sé que un dios niño entre esas cejas

se debate en prisión, ¡rejas morunas!

 

¿Qué firman? ¿Qué sombrean? ¿Qué aprisionan?

¡Qué importa! ¡Para el cielo que coronan,

blanco y verde, ellas son dos negras lunas!

 

 

Las huellas

 

¿Habrá algo más hermoso que quedarse sin huellas?

Sólo el pájaro sabe de esta gracia

y el horizonte aquel que de la luz se arranca

sin dolor, con un leve marcharse ajeno al tiempo,

 

al calendario triste que siempre deja huella.

Andar, andar, andar esperando que un día

la tierra no nos sienta; querer la lejanía

donde el hombre se evade de los ojos.

 

¿Así será la muerte? Si es así será dulce.

Diluirse en el aire, ser el después sin rastro

de una nube. Y andando seguir y ver la tierra,

al fin sin nuestras huellas, con nuestros propios ojos.

 

De "Cuaderno salvaje" 1983

 

 

Lenguaje

 

¿Dónde está la voz del aire?

Tú la escuchas. Es silencio.

Sus palabras son las nubes,

la luz y el viento sus verbos.

 

 

Los otros ojos

 

Mirar, pero no ver,

colocar otros ojos,

quizá los de aquel niño

que viejísimo mira.

 

Unos ojos perdidos

y hallados a diario

ciegos como ese río

que viejísimo mira.

 

Mirar es eso mismo,

un dolor, quizá un agua

que no ve y que, reciente,

qué viejísima mira.

 

De "Cuaderno salvaje" 1983

 

 

Los pies

 

Milagros de cristal, ciegos delirios

en rubios mares de fervor mojados,

rocíos de la aurora coagulados

en párpados de luz, silentes irios.

 

Broches del cielo, presurosos lirios

donde acaban dos ríos nacarados;

de plumas y de pétalos candados

para cerrar caricias y martirios.

 

Sellos blancos que firman tu figura,

llaves rosadas, rúbricas de albura:

¡oh dos recuerdos de ala disecados!

 

Aquí están, versos míos, rosas tuyas,

para siempre tenerte y que no huyas,

por la misma esperanza atenazados.

 

 

Metáfora imposible

 

Viene del paraíso

                    un pájaro sin cuerpo

 

                       llora

                vaho      vive

                                           cilicio

qué caer ay sin peso

                            da en la tierra

          inconcebible

                             víspera

 

esa luz que tú ves tan siempre sola

                            vestida

                                         (desnudísima)

presente terrenal paradisíaca

                                                     ave

                                          real gigante

            en qué nido pupila

                                           cabe

                                                  duérmese

 

 

No cabe historia

 

Has de quedar, así, dominadora

del tiempo y muy presente, aunque recuerde;

yo te digo, mujer, que no se pierde,

si fue de hermoso amor, ninguna aurora.

 

Como ahora has de quedar; no en otra hora;

los mismos años en tus ojos verdes;

las mismas primaveras que ahora muerdes

morderás para siempre como ahora

 

Porque la gloria de tu edad señala

como un ala en el aire, como un ala

un peligroso azar que no peligra.

 

No pienses que caerás en la memoria.

En gloria de verdad no cabe historia.

Juventud con amor jamás emigra.

 

 

No las oyes...

 

No las oyes

aunque corren...

 

(¿Llevan envueltos

sus pies en flores?)

 

No las oyes

aunque cantan...

 

(¿Llevas envuelta

su voz en alma?)

 

No las oyes

aunque gritan...

 

Callan sus lenguas.

¡Voz infinita!

 

 

Perdido

 

No sé de dónde venía,

ni nada me sostenía.

En sólo huir me entendía.

 

¿De un orto que no era un orto,

yo

remoto?

 

¿De una tierra, mas sin tierra,

yo,

una estela?

 

¿Aguilucho, mas sin nido,

yo,

perdido?

 

No s é de dónde venía,

ni nada me sostenía.

En sólo huir me entendía.

 

 

Perfección

 

Esa nube fue y se fue.

¡Qué limpio ha dejado el aire

la pureza de ese ser

que existió para negarse!

 

 

Ramo de lilas

 

           Me han traído unas lilas...

...son blancas... y dan tan hondo olor...

...me llevan hasta mi mujer ya muerta...

                ...las plantamos los dos juntos al fondo

                                           ...del jardín.

 

...Sobre mi mesa están ¡Qué camafeo!

                                     {unidas

                 ...                 {cortadas en un búcaro

                                     {dolidas

 

...penden, como ella misma, hacia el dolor...

...en mi dolor y el dolor

                                    ...del jardín...

 

...ya sin ellas..., ¡Sí, como ella, sí, este ramo!...

                      ...el amor que la tengo a lilas huele tanto...

...a las lilas que blancas plantamos los dos juntos...

                          ...para el recuerdo de hoy, el pulso

                                    ...del jardín...

 

De "Claro decir" 2002

 

 

Símbolo

 

Te adoro nube porque eres

símbolo mío en la tarde,

púrpura que acaba en nieve,

nieve que acaba en el aire...

¡nada entre tanto combate!

Sangre que afluye a las sienes,

sienes que en sueño se abaten...

- ¿Quién te venció sin rehenes?

 

 

Suite de amor

 

1. Amor naciendo

 

Arpa

deshojándose

 

 

2. Amor en concepción

 

Timbal

no hay clámides

 

 

3. Amor constante

 

Violín

¡qué estela!

 

 

4. Amor sin sol

 

Platillos

bodas blancos

 

 

5. Amor oscuro

 

Lira

clavicémbalos

 

 

6. Amor a tumba abierta

 

Su silencio

esa orquesta

 

 

7. Amor

 

Ese tobillo

el Himalaya

 

arrodillándose

 

con cítaras laúdes alabadle

 

De "Así que"   1987

 

 

Tiempo

 

Cielo,

pino,

agua,

Dios.

Cuatro

para

sólo

dos:

la

tarde

y

yo.

 

De "Versos para distraerme" 1982

 

 

Tiempo hacia el hombre

 

1. Tiempo-caricia

 

El dolor

                de una piedra

aún más hondo que un sueño

                quejido de unos siglos

                             bien tocados

                bien dormidos

                  el siempre es su deseo

le tienes en la mano

                                 piensas

                                       crees

 

2. Tiempo-susurro

 

Hora

las seis                      alcoba de la tarde

           se desnuda una diosa

             ¿lo sabían las hojas?

                    puntillas de ese cielo

piernas abajo líricas

                                       el eco

de un azul que se quita

         los oídos gozaban

el reloj                         sedas íntimas

                                                 ruidos

          de algunos hilos                     encajes

                            las enaguas

                    sí esas hojas

sabían                    lo sabían

 

                                            Recuento

 

Ay susurros en flor fru-frus de olimpo

unas piernas lascivas feminizan el tiempo

 

3. Tiempo-intimidad

 

Suavísimas miríadas

             de palabras

                     moviéndose

sin deslizar ideas

                    te dijeron su nombre

¿repetirle?

                      imposible

supiste que latían

                      el corazón

                              la casa

los enseres

                        la muerte

                            lo supiste

¿su nombre?           ¿quién lo oyó?

 

4. Tiempo-cerco

 

El laberinto ¿qué?

            moríase en estela

mas ¿salidas?                            ninguna

                         vagar vagar el mundo

                         mirar mirar el orbe

                                 el tímpano

                                 el tic tac

insistía la huella

                  un nido

                           una amalgama

tierra tiema ese pulso que caía

                                                    frenético

                                                    frenética

 

                El hombre estaba hecho

                                      evasivo estridente

                                                    áncora de sí mismo

en él mismo enterrada pero huía

                     gimiendo

 

De "Así que"   1987

 

 

Transmutación

 

Escarcha tuya

brasa

de pronto

siento

que me ha besado

tu muerte

soy

relámpago

Tomado de:

http://amediavoz.com/pino.htm

 

 

Tiempo

Cielo,

pino,

agua,

Dios.

Cuatro

para

sólo

dos:

la

tarde

y

yo.

Tomado de:

https://www.poeticous.com/francisco-pino?locale=es

 

 

Perfección

Esa nube fue y se fue.

¡Qué limpio ha dejado el aire

la pureza de ese ser

que existió para negarse!

 


Sima de amor

Resbalando por esta sima umbrosa,

yendo sin freno el pie tras la mirada,

la mano tanteando en piedra helada,

y presa la mirada en lumbre hermosa,

 

por esta sima voy. ¿Qué luz undosa

de antorchas te me muestra, mi ignorada?

¡Oh inofensiva unión y peligrosa

la de la llama a la pupila atada!

 

Todo al revés se ve, y a la deriva,

por esta oscuridad que luz trasciende

donde el misterio del amor estriba.

 

Y si la muerte siento que en mí prende,

también me gozo al verla ardiendo viva

si los caminos de tu alma enciende.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/francisco-pino/

 

 

EL MENDIGO

 

Algo se muestra claro, nítido: Pedir.

He de pedir.

Aprenderé a pedir.

Mi oración arrancará de Dios mi persona.

Mi figura será revelada por mi oración.

Sin que las figuras del retablo colaborasen para salir al alba, ¿salieron al alba?

Como las figuras salí.

Del mismo modo que las figuras que trabajó otra mano y dibujó la luz, yo salí sin mí a mí.

Solamente en la oración trabajo mi persona y fraguo mi figura.

El mendigo soy. Sólo soy cuando extiendo mi mano a tu dádiva.

Como el mendigo, mi tarea es pedir.

Pediré habitar en la casa de Yavé todos los días de mi vida.

 

 

ERRATAS FUNDAMENTALES

 

Méquina dalicada

máquina delicada

lo infernal celestial

el arúspice el nilo

 

de donde viene todo

adonde corre todo

el error el milagro

la espuma esa simiente

 

Justamente lo justo

la poesía siembra

cien mil niños un viejo

Sal la sal esa gracia

 

¡Dos erratas! ¿Edén?

un azul esa noche

el sembrado el barbecho

¡Máquina delicada!

 

el punto el corazón

redondez esa mota

el polvo y el ombligo

¡Méquina delicada!

 

 

EL PASEO CON MI HIJO

 

Porque

nunca más sentiré este pasado próximo

del paseo que tú y yo, hijo, por los pinos

acabamos de dar en la tarde de marzo

hundidos en la esencia del tomillo

y en el níscalo que crecen a la sombra dae los troncos robustos

me he venido a escribir.

 

Porque

se irá por el olvido, queriéndolo, esta dicha

que todavía siento de haber ido contigo,

viviendo entre los pinos, y en él perecerá

ella que sólo fuera de voz y de latidos

cima leve, levísima, más con fuerza sublime

me he venido a escribir.

 

Porque

si más fuerte que piedra pudo entonces alzar

lo más grande, la dicha de coincidir, difícil,

en el tiempo y en la sangre y el sitio, ese paseo

que dimos y ahora erige sólo ya a aquel suceso

de paz, como a otra paz, de desdén otro templo

mehe venido a escribir esta extrañeza, hijo.

 

 

A LA DERIVA

 

Flotar;

no se tiene la sensación de flotar.

Pero cuando recordamos fluidamente,

pero cuando no recordamos fluidamente;

en las horas en que dormidos;

allá, a la deriva,

allá, en la calma corriente de un río...

Nuevamente en la ribera, entre los verdes juncos descansa mi corazón.

¿Qué mano le acercará?

¿Qué mano se le acercará?

¿Por donde ha venido mi corazón?

Flotar...

Tomado de:

https://diarioinca.com/poemas-de-francisco-pino

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