LOS DATILES DE ARABIA
Sesenta mil entre un millón...
¿Y qué?
Si nosotros somos el pueblo de la espada,
el refugio del huésped,
albergue del vecino
cuando el Tiempo le acosa.
Así está bien:
En casa del estrecho caben mil.
En casa de tu primo, abierta a los senderos,
entran, amigo mío,
los extraños;
y la ración del caballero árabe puede saciar a dos.
¡Hártate, primo mío,
amigo mío!
* * *
Sesenta mil sin el millón...
¿Y qué?
-dijo cualquier locutor desvergonzado-
¡Beduinos del desierto,
con los ojos cegados como pozos de arena!
¡Qué pasa, si se vuelven
a sus dátiles árabes!
¡A sus tiendas!
¡Sus alacranes!
¡Y sus camellos!
CARTA DESDE EL ZOCO DE LOS CESANTES
Tal vez pierda, como pretendes, mi sustento.
Tal vez haya de poner a la venta mis ropas y mis muebles.
Tal vez tenga que trabajar como cantero,
como mozo de cuerda
o barrendero.
Tal vez sirva en los vertederos de las fábricas.
Tal vez por los corrales busque granos.
Tal vez vaya apagándome, famélico y desnudo.
¡Enemigo del sol!
Mas no transigiré.
Resistiré
hasta el último pulso de mis venas.
Tal vez me puedas arrancar hasta el último palmo de mis
tierras.
Tal vez mi mocedad alimente la cárcel.
Tal vez robes la herencia de mi abuelo:
los muebles,
las vajillas,
y los cántaros.
Tal vez quemes mis versos y mis libros.
Tal vez mi carne arrojes a los perros.
Tal vez en nuestra aldea permanezcas
como una espantosa pesadilla.
¡Enemigo del sol!
Mas no transigiré
Resistiré
hasta el último pulso de mis venas.
Tal vez apagues la antorcha de mi noche.
Tal vez me falte el beso de mi madre.
Tal vez insulte un niño, y una niña,
a mi pueblo y mi padre.
Tal vez mi historia la falsee un cobarde,
y transforme en arañas mis corderos.
Tal vez dejes privados a mis hijos de su traje de fiesta.
Tal vez a mis amigos les engañes con un rostro prestado.
Tal vez alces, rodeándome,
muros, muros y muros.
Y tal vez contra viles visiones crucifiques mis días.
¡Enemigo del sol!
Mas no transigiré.
Resistiré
hasta el último pulso de mis venas.
¡Enemigo del sol!
Los puertos se engalanan, y hay presagios de albricias,
albórbolas y fiestas,
clamores y bullicio,
heroicos himnos brillan en las gargantas.
Y allá, en el horizonte,
desafía una vela al viento y el oleaje,
atraviesa los riesgos.
Es la vuelta de Ulises
desde el Mar Tenebroso.
Es la vuelta del sol, de mi hombre emigrado.
Y juro por los ojos de los dos
que no transigiré.
Que, hasta el último pulso de mis venas,
resistiré.
¡Enemigo del sol!
¡Resistiré!
A TODOS LOS HOMBRES ELEGANTES DE LA O.N.U.
¡Caballeros de todos los rincones:
Con corbatas en pleno mediodía
y excitantes polémicas,
¿Qué pintáis, decidme, en este tiempo?
¡Caballeros de todos los rincones:
El musgo, ya creciéndome en el corazón,
cubrió todos los muros de cristal,
las cuantiosas reuniones,
los vitales discursos,
los espías, las masas, los dichos de las putas...
¿Qué pintáis, decidme, en este tiempo?
* * *
Caballeros!:
Dejad ir a su antojo la luna de los monos,
y veníos para acá,
porque yo hago perder los puentes a este mundo.
Mi sangre está amarilla,
mi corazón caído en el lodo de los votos.
¡Caballeros de todos los rincones! :
¡Que sea peste mi afrenta, y sierpes, mi tristeza!
¡Relucientes zapatos de todos los rincones! :
Grita más mi venganza que mi voz.
El tiempo es un cobarde.
¡Y yo no tengo manos!
Tomado de:
https://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=652
Documento de identidad
¡Regístrame!
soy árabe
el número de mi identidad es cincuenta mil
tengo ocho hijos
y el noveno... ¡vendrá poco después del verano!
¿Vas a irritarte acaso?
¡Regístrame!
soy árabe
trabajo con mis compañeros de lucha
en una cantera
tengo ocho hijos
arranco piedras
el pan, las ropas, los cuadernos
y no vengo a mendigar a tu puerta
y no me inclino
delante de las piedras de tu umbral
¿Vas a irritarte acaso?
¡Regístrame!
soy árabe
mi nombre es muy común
y soy paciente
en un país que hierve de cólera
mis raíces...
fijadas antes del nacimiento de los tiempos
antes de la eclosión de los siglos
antes de los cipreses y olivos
antes del crecimiento vegetal
mi padre... de la familia del arado
y no de los señores del Nujub1
1 Célebre
tribu de Arabia
En el siglo veinte
Aprendí a no odiar
Durante siglos
Pero me obligaron
A blandir una flecha permanente
Delante del rostro de una pitón
A blandir una espada de fuego
Delante del rostro del Baal3
demente
A transformarme en el Elías4
del siglo veinte
Aprendí
Durante siglos
A no proferir herejías
Hoy azoto a los dioses
Que estaban en mi corazón
Los dioses que vendieron a mi pueblo
En el siglo veinte
Aprendí
Durante siglos
A no cerrar la porta delante de los huéspedes
Pero un día
Abrí los ojos
Y vi mis ovejas robadas
Ahorcada a la compañera de mi vida
Y en las espaldas de mi hijo
Surcos de heridas
Entonces reconocí la traición de mis huéspedes
Sembré mi umbral con minas y puñales
3
Palabra hebrea que significa “señor” o “dueño”
4
Uno de los profetas mayores del Antiguo
Testamento
Y jure en nombre de las cicatrices
Que ningún huésped entraría por mi umbral
En el siglo veinte
Durante siglos
No fui más que poeta
Asiduo frecuentador de los círculos místicos
Pero me transforme
En un volcán en revuelta
¡En el siglo veinte!
Fuente:
Marxismo Vivo - Nº 20 - 2009 141 Cultura
3
Palabra hebrea que significa “señor” o “dueño”
4
Uno de los profetas mayores del Antiguo Testamento
Fin de la disputa con un carcelero
Desde el ventanuco de mi pequeña celda
veo unos árboles que me sonríen
y unas azoteas que mi gente llena,
y unas ventanas que lloran y rezan
por mí.
Desde el ventanuco de mi pequeña celda
veo tu inmensa celda
(Trad. de C. Mª Thomas)
Hacia la victoria
Perderé, tal vez, el salario
como usted lo desea;
me veré obligado a vender el vestido y el colchón;
Seré, tal vez, el portador de piedras;
el portero, el mendigo en la calle
o el trabajador en una fábrica;
Tal vez también estaré obligado a buscar en el lodo
para encontrar un grano que comer;
O quizá moriré desnudo y hambriento.
Pero no me resignaré jamás a ti,
enemigo del sol
Resistiré hasta la última gota
De sangre en mis venas.
Tú me podrás robar el último palmo de suelo;
serias capaz de dar en prisión
con mi corta edad;
de privarme del legado de mi abuelo:
de muebles, de los utensilios para el hogar
y los recipientes.
Serías muy capaz de dar al fuego
Mis poesías y mis libros
Y a los perros mi carne
Serías - cuán cierto es - una pesadilla
sobre el corazón de nuestro pueblo,
oh, enemigo del sol!
Sin embargo, no me resignaré jamás a ti
y, hasta la última gota
de sangre en mis venas
Resistiré! ...
Podrás apagarme las luces que me iluminan en la noche
Y privarme de un beso de mi madre:
Tus jóvenes serían capaces de insultar
a mi pueblo y a mi padre;
Cualquier cobarde de ustedes sería capaz de
falsificar también mi historia;
Usted mismo podría privar a mis hijos
De un vestido de fiesta;
Serían capaces de engañar
con falso rostro
a mis amigos,
crucificarme el día encima con
una visión humillante,
oh, enemigo del sol!
Sin embargo, no me resignaré jamás a ti
Y, hasta la última gota de sangre en mis venas
Resistiré!...
Oh, enemigo del sol!
En el puerto veo los ornamentos
los signos de gloria;
siento las voces alegres
y los aplausos entusiastas
que encienden de alegría la garganta;
en el horizonte veo una vela
que desafía el viento y las olas
sorteando con confianza los peligros!
Este es el regreso de Ulises
del mar del desconcierto.
Este es el regreso del sol
Y del hombre expatriado
Por los ojos de él y de la amada tierra
Juro no resignarme jamás a ti
Y hasta la última gota de sangre en las venas,
Resistiré,
Resistiré,
Resistiré!...
Original, tomado de Facebook
Tomado de:
https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/cuaderno-de-poesia-critica-n-124-samish-alqasim.pdf
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