Salvador Espriu i Castelló (Santa Coloma de Farnés, 10 de julio de 1913 - Barcelona, 22 de febrero de 1985)
A la manera de Salvador Espriu
Mi viejo precio he de pagar, la muerte,
y hoy se me cansan los ojos de la luz.
Bajados con esfuerzo todos los escalones,
me adentran en dominios de la muerte.
En silencio me elevo rey de la noche
sabiéndome al servicio de doloridos hombres.
¡Ay! y ¿cómo guiar este dolor inmenso
hasta el cercado de las palabras de la noche?
Pasan el viento, el triunfo, el reposo,
entre hileras de llamas y de arqueros.
Cautivo de mis muertos y mi nombre,
en muro me convierto, camino de mí mismo.
Versión de José Corredor-Matheos
A la orilla del mar
A la orilla del mar. Tenía
una casa, mi sueño,
a la orilla del mar
Altas proa. Por libres
caminos de agua, la esbelta
barca que yo guiaba.
Conocían los ojos
el reposo y el orden
de una pequeña patria.
Necesito contarte
qué miedo da la lluvia
en los cristales.
Hoy cae sobre mi casa
la noche oscura.
Las rocas negras
me atraen al naufragio.
Prisionero del cántico,
mi esfuerzo inútil,
¿quién me guía hacia el alba?
Junto a la mar tenía
una casa, mi sueño.
Versión de José Corredor Matheos
Al alba
Yo no sé qué
fría noche me alejaba
de tu silencio.
Al alba te miré
por última vez.
por las olas amargas.
¡Que caigan en los abismos
de una muerte sin gracia!
Desde la noche defiendo
la soledad ganada
con la victoria inútil
del oro y de la estatua.
fría noche me alejaba
de tu silencio.
Al alba te miré
por última vez.
por las olas amargas.
¡Que caigan en los abismos
de una muerte sin gracia!
Desde la noche defiendo
la soledad ganada
con la victoria inútil
del oro y de la estatua.
Árbol
Yo te soñé, invisible majestad
que planea por la faz de todas las cosas.
Arraigado en el dolor de la ceniza,
un hombre tan sólo, te llevaba, sepulcro,
padre muerto, dentro de mí, en silencio,
y te llamaba con palabras de viento
de antiguos milenarios, que la ira encienden.
Nunca respondiste al clamor y me dejabas
en el miedo a la noche, fuego secreto, alta llama,
árbol Dios en la noche.
Versión de José Batlló
Cementerio de Sinera
Digo adiós a los que quieran
mentirse perdurables
en el torrente. Cosechadas
son ya las flores, y se encalman
recuerdos, miradas, alas,
todo mi mar. Benigno
aire nocturno acerca
claridad de fuente, ocultas
voces del fuego. Por el fiel silencio
de nobles árboles
por mí amados, camino
al olvido, dejando atrás
amores, veleros, sufrimientos,
últimas señales de pasos.
Versión de José Batlló
Danza de la muerte
Por el diverso azar
de nuestro tiempo, la lluvia
sutil ha de juntarnos.
En la noche que escucha
arderán lentos cirios,
cera rebelde, ejército
desazonado por el lejano
orden de las serenas
patrias de luz, de los nobles
portadores del silencio.
Versión de José Batlló
Despedida
¿Quién conoce la grave partidade hoy o de mañana,
o quién diría todavía
una palabra?
Sólo sonrío y pienso
en destruir el nombre
con el silencio.
B., 1934 - 1951
Versión de José Batlló
El jardín de los cinco árboles
Luego, cuando ya me había
causado mucho daño y casi
tan sólo podía sonreír,
escogí las palabras
más sencillas, para decirme
cómo pasó un momentáneo
oro de sol sobre la hiedra
del jardín de los cinco árboles.
Brevísimo amarillo, de puesta,
en invierno, en tanto caían
los últimos dedos del agua
serpentina, de altas nubes,
y el extraño tiempo me entraba
en prisiones de silencio.
Versión de José Batlló
Ensayo de cántico en el templo
¡Oh, qué cansado estoy
de mi cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
y cómo me gustaría alejarme,
hacia el norte,
en donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
despierta y feliz!
Entonces, en la congregación, los hermanos dirían,
desaprobando: «Como el pájaro que deja el nido,
así el hombre que abandona su lugar»,
mientras yo, bien lejos, me reiría
de la ley y de la antigua sabiduría
de mi árido pueblo.
Pero no he de realizar nunca mi sueño
y aquí me quedaré hasta la muerte.
Pues soy también muy cobarde y salvaje
y amo, además,
con desesperado dolor,
a esta mi pobre,
sucia, triste, desdichada patria.
Versión de José Corredor-Matheos
Es propia de mi mundo una reservada felicidad
Detrás de esta puerta vivo,
pero no sé
si puedo llamarla vida.
Cuando vuelvo, al atardecer,
de mi diario odio contra el pan
(¿no sabías que tengo
la inmensa suerte de venderme
a trozos por una moneda
que llega ya a valer
mucho menos que nada?),
me quito un viejo abrigo, la esperanza,
y me adentro por los caminos de mis ojos,
por el vacío espanto donde siento,
más allá, a mi Dios,
más allá siempre, más allá de los falsos
profetas y de extrañas culpas
y de este viejo necio enfermo de los versos
disciplinados, como éstos, con pintas
de oscuras marcas que el afán de los críticos
un día aclarará para vergüenza mía.
Sí, puedes encontrarme, si te atreves,
detrás de la glacial nada de esta
puerta, aquí, en donde vivo y siento
esta añoranza y el grito de Dios y soy,
con los nocturnos pájaros de mi soledad,
un hombre ya sin sueños en mi soledad.
Espera
Entonces diré: «Cimas y nubes
y tierras a lo lejos y la lenta
herida del río y el incendio
del cielo, muchos crepúsculos
sobre el desierto y los viejos árboles
amados cual dioses, aún vuelven
para los hombres.
Mas yo, que este día aguardaba,
he aquí que estoy muerto.»
Versión de José Batlló
Final del laberinto
Cuando aquellos dedos sensibles
toquen frágiles músicas
y lentamente vacilen
cambiantes luces de cirios,
sal de la fiesta. Mira
cuánta noche, qué extrema
soledad se te lleva,
por la risa, al hombre
justificado y libre
que nace de tu silencio.
B., 1945-1951
Vidi aquam egredientem de templo
a latere dextro, alleluia. Et omnes
ad quos pervenit aqua ista s6alvi
facti sunt et dicent: alleluia, alleluia.
Versión de José Batlló
Frágil espejo
Non so chi sia, ma so ch'ei non è solo.
Purg., 14, 4.
Recordando a B. Rosselló-Pòrcel (5-1-1938)
Alejado en abismos,
donde el rostro me aguarda,
me acerco a verme.
Cuando la sombra penetra
el cristal puro, en silencio
me siento sonreír.
Versión de José Batlló
Cementerio de Sinera
- [II]
- Qué pequeña patria
- rodea el cementerio!
- Esta mar, Sinera,
- colinas de pinos y viñedos,
- polvo de riales. No amo
- nada más, excepto la sombra
- viajera de una nube.
- El lento recuerdo
- los días
- que son pasados por siempre.
Las horas
- ORACIÓN EN TU MUERTE
- Cuando robles enyorosos
- de verdes marinos comienzan
- crepusculares mensajes,
- queriendo hacerte fuego, pido
- nueva luz, que seas,
- ante altares donde queman
- ardientes silencios de alas,
- encendido cristal, más llama,
- luz de canción sencilla.
- PORQUE UN DÍA VUELVA LA CANCIÓN A SINERA
- Mi sueño lento
- de la gran paz blanca
- bajo el cielo clemente.
- Paso por los caminos
- encalmados que llevan
- la claridad de las cumbres.
- Es un tiempo parado
- en las viñas altas,
- por encima del mar.
- He parado el tiempo
- y recuerdos que amo
- guardo del invierno.
- Pero tú reirás,
- caro ves como se cierran
- labios catalanes.
- Y se abren al sol
- bocas de mendigos,
- plagas de leproso.
- Nadie ha comprendido
- lo que yo quería
- que de mí se salvara.
- Nunca ha entendido nadie
- por qué siempre hablo
- de mi mundo perdido.
- Las palabras son
- horcas donde a trozos
- cuelgo la razón.
- Branden a pleno viento
- cuerdas que no pueden
- soportar más peso.
- El cántico es lejos,
- y la grave campana
- toca por los difuntos.
- Ha cesado el baile
- de la altiva monja
- y del ebrio.
- La danza también
- del peludo demonio
- con la reina Esther.
- Ya no vuelta del oso.
- He leído el libro
- del Predicador.
- Guardo despacio
- dentro de la caja
- todos mis muñecos.
- Ahora he de callar,
- que no tengo suficiente fuerza
- contra tanto daño.
- De un mal tan antiguo
- esta voz débil
- no te sabrá curar.
- En un estanque vacío,
- mandan el silencio
- y la soledad.
- Sólo quedan unos nombres:
- árbol, casa, tierra,
- gleba, mujer, surco.
- Sólo frágiles palabras
- de mi lengua,
- raíz y semilla.
- El mar, el viejo pino,
- presentida barca.
- El miedo de morir.
- PORQUE El entonado CON COMPASIVO AMOR
- Que no sea, sin embargo, la canción del odio,
- nacida de la injusta y larga humillación.
- Ahora me descuelgan unos dedos piadosos
- de las horcas señoriales de la palabra,
- y cae poco a poco la clara lluvia
- en esta tierra nuestra de pobres sembrados.
- Olvido dulcemente las olas y las horas,
- y el miedo de morir m'esdevé una tranquil.la
- mirada caminando muy cansado en la puerta
- del hostal silencioso y cálido de la noche.
- Allá quedaba el rumor de las anchas aguas,
- me llaman al reposo del profundo desierto,
- mi maligno número se salva en la unidad.
El libro de la buena gente
- POSIBLE INTRODUCCIÓN A UN epitalamio
- Bodas de unos amigos, a Sinera
- Durante el largo verano hemos visto quemar muchos bosques
- en nuestro viejo país tan desarbrat.
- Cuando Tramunt el sol, del incendio de la tarde
- alzaban fuego que lentamente abrían
- las anchas puertas de la desolación de la noche.
- Rondan garbí o mediodía: siempre, siempre
- el seco aliento del viento sobre los campos.
- La sequía truncó chorros, arrasaba cosechas,
- adentra en el recuerdo ruido de lluvia
- por viñedos y riales, camino de mar.
- Pero sigue, tristeza allá, el designio de vida,
- caro fue escrito que el amor vencería la muerte.
- Ahora un hombre y una mujer jóvenes resolvían casarse,
- y nosotros acogemos sonrientes el coraje
- de los que confían en que habrá mañana.
Mrs. Death
- ADVERSO EN VIENTO
- No preguntes si pienso
- aún en los viejos días
- los señores, si recuerdo
- como lentamente morían
- los jardines, las palabras.
- He perdido. Ay, caída
- del alejado por lo íntimo
- camino que sólo lleva
- donde ya no soy, designe
- olvidar horas, nubes,
- mi nombre de naufragio!
- Vençudíssim, sintiéndome
- adverso al viento, segura
- toma del mar, no quieras
- saber si pienso todavía
- en la luz de los viejos días.
- FINAL DEL LABERINTO
- Cuando aquellos dedos sensibles
- toquen músicas frágiles
- y lentamente vacilante
- luces cambiando de velas,
- sale de la fiesta. Mira
- cuánta noche, qué extrema
- soledad se te lleva,
- por la risa, al hombre
- justificado y libre
- que nace de tu silencio.
El caminante y el muro
- ENSAYO DE CÁNTICO EN EL TEMPLO
- Oh, qué cansado estoy de mi
- cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
- y como me gustaría alejarme,
- norte,
- donde dicen que la gente es limpia
- y noble, culta, rica, libre,
- despierta y feliz!
- Entonces, en la congregación, los hermanos dirían
- desaprobando: "Como el pájaro que deja el nido,
- así el hombre que se va de su lugar ",
- mientras yo, ya muy lejos, me reiría
- de la ley y de la antigua sabiduría
- de este mi árido pueblo.
- Pero no he de seguir mi sueño
- y me quedaré hasta la muerte.
- Pues soy también muy cobarde y salvaje
- y amo además con un
- desesperado dolor
- esta mi pobre,
- sucia, triste, desdichada patria.
- DE TAN SENCILLO, NO TE GUSTARÁ
- Cansado de tantos versos que no hacen compañía
- -los admirables versos de sabios excel.lents-,
- y de mirar como pasa el emperador desnudo,
- y del gran lamento del viento, este viejo adversario,
- y del exceso de mí, sin mensaje,
- ahora os diré, con palabras bien claras,
- con grito elemental, lejos de artificio,
- que quiero sólo pararme en el camino,
- ya decantado amigo de la última injusticia,
- y Ajac me para siempre, sin pesar, muerte,
- sobre la buena tierra.
- NUEVAS PALABRAS DE AGUR
- Ni con este canto de tan perfecta escuela,
- ni con palabras aprendidos a lo más sabio léxico,
- ni con raras pausas o sutiles silencios,
- no Agotarás todos los nombres de la muerte.
- Sólo recuerda
- que se llama viejo caminando y también muro,
- y como yo que hablo, y como tú que escuchas.
- Después, si así lo quieres y te gusta,
- visto que la luna todavía
- sale puntual de la frialdad del mar
- y el viento, guarnicionería loco,
- chilla y se esparce por las secas viñedos,
- te será lícito de sentirte culto
- y, a ratos, quién sabe si felicísimo.
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