martes, 3 de noviembre de 2015

POEMAS DE ELSE LASKER-SHULER




(Alemania 1869- Jerusalen 1945)



Fin del Mundo

Hay un llanto en el mundo
como si el santo Dios hubiera muerto
y la sombra de plomo que cae
oprime con peso de sepulcro.

Ven, vamos a ocultarnos más cerca...
La vida está en todos los corazones
Como en féretros.

Oye, besémonos intensamente.
Una nostalgia llama al mundo
en el que debemos morir.



A Giselheer pagano


Lloro,
Mis sueños caen en el mundo.

En mi oscuridad
No se aventura ningún pastor.

Mis ojos no muestran el camino
Como las estrellas.

Siempre mendigo ante tu alma;
¿Lo sabes?

Ojalá fuera ciega
Pensaría entonces que descanso en tu cuerpo.

Todas las flores pondría
Junto a tu sangre.

Soy tantas
Nadie puede arrancarme;

Ni llevarse mis prendas
A casa.

Quiero mostrarme a ti muy tiernamente;
Ya sabes nombrarme.

Mira mis colores,
Negro y estrella

Y no quieras el frío día,
Tiene un ojo de cristal.

Todo está muerto,
Sólo tú y yo no

Versión de Sonia Almau
 



A Giselheer rey

Estoy tan sola
Ojalá encontraras la sombra
De un corazón dulce.

O alguien
Me regalara una estrella

Siempre lo cogían
Los ángeles al vuelo
Así, de un lado a otro.

Tengo miedo
De la tierra negra
¿Cómo puedo salir?

Desearía ser enterrada
En las nubes,
Dondequiera que crezca el sol,

Te quiero tanto
¿Tú a mí también?
Dímelo entonces...

Versión de Sonia Almau



 

Creo que nunca más volveremos a vernos...


Creo que nunca más volveremos a vernos,
La mañana esconde su ojo ante mí.

He estado demasiado tiempo arrodillada
Ante tu silencio crepuscular.

Oh, nuestros labios ansían juegos
Florecientes nos hubiéramos besado bajo las grandes estrellas.

Velos fúnebres envuelven
Los elementos del cielo resplandecientes de oro.
Creo que nunca más volveremos a vernos.

Versión de Sonia Almau




Detrás de los árboles me oculto


Hasta que mis ojos dejen de llover,

Y los mantengo profundamente cerrados,
Para que nadie mire tu imagen.

Y enlacé mis brazos en torno a tí
Como pámpanos.

Si unida a ti estoy estrechamente,
¿Por qué me arrancas de ti?

Te regalé la flor
De mi cuerpo,

A todas mis mariposas
Ahuyenté hacia tu jardín.

Siempre caminé a través de granadas,
A través de tu sangre vi

Al mundo por todas partes arder
De amor.

Pero ahora golpeo con mi frente
Ensombreciendo las paredes de mi templo.

Oh, tú, funámbulo tramposo,
Tú dejaste una cuerda floja.

Qué fríos me son todos los saludos,
Yace desnudo mi corazón,

Mi barco rojo
Late con espanto.

Estoy siempre en el mar
y ya no tomaré tierra.

Versión de Sonia Almau


 

Escucha


"Ultima canción a Giselheer*"


Robo en las noches
Las rosas de tu boca,
Que ninguna mujer te beba.

La que te abraza
Me arranca lo que en mi sobrecogimiento
Pinté en torno a tus miembros.

Soy el borde de tu camino
La que te roza
cae desde lo alto.

¿Sientes mi vida entera
Por todas partes
Como orla distante?

Versión de Sonia Almau

 




Estoy triste


Tus besos oscurecen, sobre mi boca.
Ya no me quieres.

¡Y cómo viniste!
Azul a causa del paraíso;

En torno a tus más dulces fuentes
Revoloteó mi corazón.

Ahora quiero maquillarlo,
Igual que las prostitutas
Colorean de rojo la rosa marchita de sus caderas.

Nuestros ojos están entornados,
Como cielo agonizante

Ha envejecido la luna.
La noche ya no despertará.

Apenas te acuerdas de mí.
¿A dónde iré con mi corazón?

Versión de Sonia Almau




Mi piano azul


Tengo en casa un piano azul
Aunque no sé ninguna nota.

Está a la sombra de la puerta del sótano,
Desde que el mundo se enrudeció.

Tocan cuatro manos de estrella
-La mujer-luna cantó en la barca-,
Ahora bailan las ratas en el teclado.

Rota está la tapa del piano...
Lloro a la muerta azul.

Ah, queridos ángeles, abridme
-Comí del pan amargo-
A mí con vida la puerta del cielo-
Incluso contra lo prohibido.

Versión de Sonia Almau




Obertura


Nos separamos en el preludio del amor...
En mi corazón resplandecía aún clara tu palabra,
Y callados fuimos extinguiéndonos en el torbellino urbano,
Bajo el velo de la tarde del turbio septiembre
En un sollozante acorde.
Así en la breve obertura de amor
Nos esfumamos de esta tierra
A través de paraísos hasta las puertas del cielo-
Y no fueron necesarios los juramentos de amor eterno
Ni los besos del azul y mágico crimen.

Versión de Sonia Almau

 




Resignación


Abrázame maternal y suave,
y muéstrame el reino celeste,
Tú noche soñadora;
Y haz descansar mis pesares,
~ Ocultos en tu regazo ~
Sobre rosas y sobre hojas de plata
En el profundo polvo de la tierra.

En la luz crepuscular, en el brillo crepuscular
Se pulverizan tus ensueños
En la suntuosidad azul de las nubes.
Me preparo para la batalla del día.
Y ansío la noche eterna.
Para derretirme silenciosamente en el rojo de la tarde,
En tu brazo de salvador, muerte.

Versión de Sonia Almau



Creo que nunca más volveremos a vernos...


Creo que nunca más volveremos a vernos,
La mañana esconde su ojo ante mí.

He estado demasiado tiempo arrodillada
Ante tu silencio crepuscular.

Oh, nuestros labios ansían juegos 
Florecientes nos hubiéramos besado bajo las grandes estrellas.

Velos fúnebres envuelven
Los elementos del cielo resplandecientes de oro.
Creo que nunca más volveremos a vernos.

Versión de Sonia Almau






Detrás de los árboles me oculto


Hasta que mis ojos dejen de llover,

Y los mantengo profundamente cerrados,
Para que nadie mire tu imagen.

Y enlacé mis brazos en torno a tí
Como pámpanos.

Si unida a ti estoy estrechamente,
¿Por qué me arrancas de ti?

Te regalé la flor
De mi cuerpo,

A todas mis mariposas
Ahuyenté hacia tu jardín.

Siempre caminé a través de granadas,
A través de tu sangre vi

Al mundo por todas partes arder
De amor.

Pero ahora golpeo con mi frente
Ensombreciendo las paredes de mi templo.

Oh, tú, funámbulo tramposo,
Tú dejaste una cuerda floja.

Qué fríos me son todos los saludos,
Yace desnudo mi corazón,

Mi barco rojo
Late con espanto.

Estoy siempre en el mar
y ya no tomaré tierra.

Versión de Sonia Almau








Dios, escucha...

La noche se concentra en torno a mis ojos
como un anillo.
Mi pulso transformaba la sangre en flamas
y, sin embargo, todo estaba
gris y frío en torno a mí.

Oh Dios, y en los días vivos
sueño con la muerte.
La bebo en el agua y la trago en el pan.
No existe medida en tu balanza para mi tristeza.

Dios, escucha... En tu preferido color azul
canto la canción del tejado de tu cielo.
Y, sin embargo, el día no despertó en tu aliento
eterno.
Ante ti, mi corazón casi se avergüenza de su
sorda cicatriz.

¿Dónde termino? - ¡¡Oh Dios!! Pues miré las
estrellas
y también a la luna, al valle de todos tus frutos.
El vino rojo pierde ya el sabor en su fruta...
Y sobre todo -la amargura- en cada pepita.

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